A pesar de que la atención internacional ha estado centrada en el Vaticano, dado el fallecimiento del Papa Francisco, esta ha sido una jornada con novedades interesantes relacionadas con la salida a la guerra de Ucrania. Tras la fallida tregua temporal por parte de Rusia, este país ha hecho un nuevo gesto a los Estados Unidos, afirmando Putin estar abierto a negociaciones directas con Ucrania y celebrando que la cuestión de la pertenencia a la OTAN haya sido excluida por parte de Washington. Los gestos rusos, sin embargo y a falta de pasos firmes (Peskov ha declarado que «el Kremlin no está dispuesto a hablar sobre el plazo para una solución en Ucrania»), podrían ser una nueva dilación, mientras de cara al interior del país endurecen más si cabe las normas contra los «agentes extranjeros», buscando afianzar el control sobre la sociedad. Todo ello en vísperas de una cumbre en Londres entre Ucrania, el Reino Unido, Francia y Estados Unidos en la que se hablará sobre las salidas a la guerra, mientras los ataques rusos con drones se reanudan y mientras, por supuesto, los combates continúan.
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Las últimas horas han sido particularmente intensas en el terreno diplomático, pero también en el militar en algunos sentidos. El Ministerio de Defensa de Ucrania asegura que Rusia habría lanzado hasta 96 drones de largo alcance contra el país, así como dos misiles antirradar KH-31P y un misil antibuque Onyx en función de ataque a tierra (otras fuentes hablan de dos). Del total, aseguran haber derribado 42 de los drones, mientras que 47 más habrían sido o neutralizados por los sistemas de guerra electrónica o sufrido problemas técnicos de otro tipo.
Pese a los datos oficiales, se han registrado explosiones en puntos de Ucrania como Odesa, muy castigada. Una ciudad en la que se habla además de la posible explosión de un misil balístico y en la que, en cualquier caso, hay numerosos testimonios de impactos y desperfectos causados por estos, incluyendo incendios en varios puntos de la urbe. De hecho, se habla de una inusual concentración de ataques, en tanto hasta 26 drones tipo Shahed habrían estado sobrevolando el mar Negro, volando en círculos según algunas fuentes, hasta el momento de lanzarse en grupo sobre Odesa, pese a la actividad de las defensas antiaéreas.
Además de Odesa, también otros puntos de la geografía ucraniana como Jersón han estado bajo ataque. De hecho, según aumenta la distancia de empleo posible de los drones FPV, suelen ser más las noticias de impactos en viviendas o contra objetivos como vehículos, unos kilómetros tras la línea del frente, afectando en muchos casos a civiles. Es lo que ha ocurrido sin ir más lejos en Kivsharivka. Además, las bombas planeadoras y la artillería rusa han castigado muchos otros puntos en la retaguardia, como Limán, Kramatorsk o Zaporiyia.
Del lado de Rusia, por su parte, su Ministerio de Defensa ha denunciado ataques ucranianos contra Bélgorod, posiciones en la península de Crimea, y en Kursk. En esta última región, precisamente, los propios ucranianos hablaban de la supuesta destrucción, el pasado día 19, de un puesto de lanzamiento de drones cerca de Tetkino. Dicho lo cual, la institución castrense rusa ha hablado del supuesto derribo, en total, de 104 drones ucranianos de ala fija, sin que haya noticia alguna que haga pensar que desde este último país hayan alcanzado objetivo alguno en el interior de Rusia.

Cambiamos ahora de tercio, para hablar sobre adaptación. En los últimos meses, aunque la guerra ya no mantiene exactamente el mismo ritmo de avance tecnológico que al inicio del conflicto, hemos visto cómo los drones filoguiados cobraban importancia, ganando además en alcance. Sin embargo, tanto más importante que lo ocurrido en el campo de batalla, son las ondas de difusión tecnológica y los efectos de adaptación externos que la guerra de Ucrania está provocando. Por ejemplo, en lo relativo a la artillería.
En este caso, por un lado y aunque a un ritmo menor al inicialmente esperado, desde la Unión Europea continúan dándose pasos firmes para disponer de una capacidad de producción suficiente como para garantizar la disuasión frente a Rusia. Así, por ejemplo, el gigante alemán Rheinmetall podrá producir unos 350.000 disparos de 155mm en su planta de Unterlüß, lo que significa que doblará prácticamente los objetivos que se había marcado. proyectiles que se sumarán a los 450.000 que fabricará en España y a los salidos de otras tantas plantas de producción. No todos los fabricantes están avanzando a la misma velocidad y, desde luego, aquellos objetivos ilusorios marcados en su día por altos cargos como Borrell no se alcanzaron en tiempo y forma, pero sin duda la UE avanza, forzada también por la presión estadounidense.
Hablando de artillería, es obligado hacer también una referencia a BAE Systems, toda vez que habrían desarrollado nuevos explosivos que no necesitan ni nitrocelulosa ni nitroglicerina, lo que podría ayudar a aliviar las cadenas de suministro. Al fin y al cabo, otros como la citada Rheinmetall han tenido que dar recientemente pasos como la adquisición de terceras empresas, precisamente para asegurar la disponibilidad de nitrocelulosa…
Por lo demás, sigue la ofensiva rusa, sostenida gracias a la disposición permanente a quemar «carne de cañón». Este es un punto relevante, pues en la guerra, como explicábamos recientemente en un podcast, hay muchos elementos intercambiables y debemos estudiar muy bien cuál es el peso y valor de cada uno a la hora de extraer lecciones de este conflicto. Así, aunque sin duda durante un tiempo la masa humana (hay quien la llama, con mucho acierto, «biomasa») seguirá siendo relevante y son necesarios aumentos en la plantillas, cabe decir también que lo visto en Ucrania por parte de Rusia sólo es asumible para algunos países como la misma Rusia, Corea del Norte o Irán (recordemos la guerra con Irak). Difícilmente otras naciones (puede que ni siquiera China, que está haciendo una apuesta tecnológica y radicalmente contraria) estarían dispuestas a suplir básicamente sólo con «biomasa» sus carencias en otros ámbitos, pues la decisión tendría consecuencias a nivel de estabilidad del régimen.
Dicho esto, en cuanto a los combates y los movimientos, comenzamos por Kursk, en donde las Fuerzas Armadas ucranianas han lanzado un contraataque exitoso que les ha llevado a retomar el monasterio de Nicolás Belogorsky, recientemente perdido. Pese a ello, las cifras de pérdidas en esta operación continúan creciendo para ambas partes, pero cada vez más para Ucrania, que ha visto cómo durante la última semana se perdían 45 sistemas más frente a los 15 rusos contabilizados por las fuentes OSINT. El punto es importante, pues la estrategia de Ucrania, sin el apoyo de los Estados Unidos ni posibilidad real por el momento de volver a lanzar grandes operaciones ofensivas (lo que no quiere decir que se descarte algún ataque de cierta entidad), depende en buena medida de su capacidad de seguir maximizando las bajas rusas mientras minimiza las propias.
Además de esto, en el vecino sector de Bélgorod se han producido pequeños avances rusos una vez más al sur de Demidovka.
No hay cambios significativos en Járkov, Oskil o Siversk. Sí algunas novedades en el sector de Toretsk, en donde las tropas rusas continúan ampliando sus avances al norte de la ciudad, con la vista puesta en Dachne, una localidad de la que ya han conseguido tomar algunas edificaciones. Además, al oeste de Niu-York, han seguido empujando en Shuka Balka y sus alrededores, mientras presionan también en dirección a Kalynove, intentando cerrar el saliente.
Otro punto interesante lo encontramos en el sector de Pokrovsk, en donde los combates continúan extendiéndose a lo largo y ancho del mismo, sin que haya sin embargo nada que haga pensar que Rusia esté o vaya a estar en disposición de lanzarse a por una pieza de tanta entidad como esta ciudad. De hecho, lo más probable es que siga intentando obtener pequeñas ganancias en los alrededores, como ha hecho de unos meses a esta parte. La relativa solvencia con la que Ucrania es capaz de contener cualquier intento de cruzar las vías férreas una y otra vez, es buena muestra de la realidad de las cosas, sin que eso signifique que las AFU no sufran. Una situación parecida a la que se podría estar viviendo en la «zona de nadie» al oeste del Oskil y el Zherebets, en donde Rusia lleva meses manteniendo y ampliando pequeñas cabezas de puente que, sin embargo, dan la sensación de no poder resistir una operación ucraniana decidida llegado el caso.
En Zaporiyia, por último, Rusia continúa tensando el frente, logrando de paso algunos metros de terreno al sur de Kamianka, localidad de la que habrían tomado ya alguna construcción en su parte más sudoriental.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
La semana ha dado comienzo con una noticia que ha marcado la actualidad internacional y no está directamente relacionada con la guerra en Ucrania: el fallecimiento del Papa Francisco. Por tanto, el foco de atención ha estado puesto en este suceso, apenas reportándose noticias relativas a la guerra ni a otros muchos temas.
No obstante, este inicio de jornada llega tras el fin de la tregua de Pascua propuesta por el presidente Putin durante el fin de semana. Una tregua donde han continuado las declaraciones cruzadas acerca de la violación de la misma. En el caso de Ucrania, el Ministerio de Exteriores exponía en redes sociales que solo en 30 horas, Rusia ha violado “su propio alto el fuego” 2.935 veces, incluyendo 1.882 ataques contra posiciones ucranianas reportando incluso 950 ataques con drones FPV, y 96 intentos de asalto especialmente en dirección a Pokrovsk.
Sin embargo, finalizado el alto el fuego, el presidente Zelenski ha señalado en su discurso diario que tras la Pascua el mundo entero puede ver claramente el verdadero problema y razón por la que continúan las hostilidades, que debe llegar una orden firme de Rusia para un alto el fuego. El líder ucraniano reconoce que no hubo alertas de ataques aéreos en Pascua, así como que algunos sectores del frente permanecieron calmados, lo que para él significa que esta situación es posible cuando Rusia decide reducir las muertes.
Por otro lado, Zelenski subraya que su oferta sigue en pie de establecer un alto el fuego contra la infraestructura civil de, al menos 30 días, prorrogable, deteniendo los ataques con misiles y drones de largo alcance. Por el momento, como afirma Zelenski, Ucrania no ha recibido una respuesta por parte de Moscú.
Del lado de Rusia, el presidente Putin ha declarado que su país “analizará” la oferta de Zelenski y plantea la posibilidad de conversaciones directas con Ucrania, algo que no sucede desde la primavera de 2022 cuando se estaba negociando la Iniciativa del mar Negro con la mediación de Turquía. Además, el líder ruso ha subrayado que “siempre hemos mantenido una actitud positiva ante cualquier iniciativa de paz”, expresando su esperanza de que “los representantes de Kiev hagan lo mismo”.
Posteriormente, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, aclaró que efectivamente el presidente Putin se estaba refiriendo a la posibilidad de llevar a cabo consultas bilaterales con Ucrania. Además, subrayaba que “la búsqueda de maneras de resolver la situación en Ucrania no puede realizarse en público”, y advierte que “cualquier filtración impersonal sobre este tema debe tomarse con cautela”.
Por otro lado, Putin ha acusado a Kiev de ocultar objetivos militares tras infraestructura civil, citando el caso de Odesa y el ataque contra una empresa agrícola, pero también de corrupción sosteniendo que “el régimen de Kiev” no lucha “por los intereses del pueblo ucraniano” sino para preservar “su capital, que robaron al pueblo ucraniano y se llevaron al extranjero”.
Además, estas no han sido las únicas declaraciones que llegan desde Moscú, pues precisamente han mostrado su “satisfacción” con la voluntad de la administración Trump de excluir de sus propuestas para lograr la paz la posible adhesión de Ucrania a la OTAN. En esta línea, señalaba que la adhesión de Ucrania a la Alianza “supondría una amenaza para los intereses nacionales de la Federación Rusa y es una de las causas fundamentales del conflicto”.
Adicionalmente, Peskov señalaba que “el Kremlin no está dispuesto a hablar sobre el plazo para una solución en Ucrania”.
En vísperas de la cumbre en el Reino Unido para discutir sobre un alto el fuego total y un futuro acuerdo de paz, el presidente Zelenski ha hablado por teléfono con el primer ministro británico, Keir Starmer, en la que ha sido, según el líder ucraniano, una “conversación buena y detallada”, incluyendo su trabajo conjunto dentro de los “formatos de seguridad europeos”.
A raíz de esta llamada, el presidente Zelenski confirma que la cumbre en Londres entre Ucrania, el Reino Unido, Francia y Estados Unidos, tendrá lugar durante el miércoles 23 de abril. Sin embargo, a priori llama la atención que Zelenski no haya hecho referencia a Alemania, país que sí tomó parte en la cumbre de París la semana pasada.
En el caso de Ucrania, Zelenski ha reiterado que están dispuestos a avanzar de la manera más constructiva posible para lograr un alto el fuego incondicional, seguido del establecimiento de una paz real y duradera.
Por su parte, el ministro de Exteriores, Andrii Sybiha, ha conversado con su homólogo francés, Jean-Noël Barrot, para coordinar sus posiciones y los próximos pasos hacia el restablecimiento de una paz justa y amplia. Además, agradece el liderazgo de Francia en los esfuerzos de paz y las futuras garantías de seguridad para Ucrania.
Volviendo sobre la actividad en Rusia, el presidente Putin ha ratificado el acuerdo de asociación estratégica integral con Irán a largo plazo, firmado por ambos presidentes en enero de 2025. En virtud de este nuevo marco legal que prevé el desarrollo de la cooperación entre Rusia e Irán se consagra su condición de “socios estratégicos” y cubre una gran variedad de ámbitos para la cooperación tales como defensa, lucha contra el terrorismo, tecnología, energía, finanzas, transporte, industria, agricultura, ciencia y cultura.
Por otro lado, el mandatario ruso ha firmado una nueva legislación en virtud de la cual el “desacreditar” al Ejército ruso o pedir sanciones contra Moscú para a ser un delito, al igual que también prohíbe “contribuir a la aplicación de las decisiones” de organizaciones internacionales de las que Moscú no es miembro (p.e la Corte Penal Internacional que emitió una orden de arresto contra Putin).
Sin embargo, esta no ha sido la única ley que ha firmado, pues ha habido otra relacionada con los “agentes extranjeros”. Más concretamente, con la nueva legislación en la mano los considerados “agentes extranjeros” no pueden ser parte de los órganos de gestión de empresas estatales como Roscosmos o Rosatom, pero tampoco podrán participar en actividades educativas y de sensibilización pública. Ahora bien, qué acciones conducen a la designación de una persona como “agente extranjero”: 1) Colaboración ciudadana en la ejecución de decisiones de organizaciones internacionales en las que Rusia no participa en aquellos casos en los que las decisiones estén dirigidas contra la seguridad de la Federación; 2) Apoyar decisiones similares de gobiernos extranjeros; y 3) Participación, incluidos menores de edad, en la recopilación de información sobre las actividades técnico-militares de la Federación, en aquellos casos en los que la recepción de esta información por fuentes extranjeras pudiese amenazar la seguridad de Rusia. Por tanto, asistimos a un endurecimiento de la política de Moscú respecto de las voces disidentes en el país.
Para concluir y del lado humanitario, el Comisionado para Personas Desaparecidas del Ministerio del Interior de Ucrania, Artur Dobrosserdov, ha anunciado que más de 63.000 ucranianos, civiles y militares, han sido registrados como personas desaparecidas. En esta cifra, estarían incluidas además 10.000 personas que se encuentran bajo cautiverio y que ya han sido oficialmente reconocidas como prisioneros de guerra por el Comité Internacional de la Cruz Roja.
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