Concluida la reunión informal convocada por el presidente francés en el palacio del Elíseo y en la que se han dado cita los líderes de algunos de los países más importantes de la UE, así como el secretario general de la OTAN y los presidentes de la Comisión y el Consejo europeos, las única novedad es que no hay ninguna novedad. Así, una vez más se han hecho numerosas declaraciones llamando a la acción, como ocurre periódicamente, pero sin que esto implique nuevas medidas, y ni tan siquiera acuerdo sobre la estrategia a seguir en vísperas de que comiencen unas negociaciones entre EEUU y Rusia que podrían terminar en un mal acuerdo tanto para Ucrania como para sus aliados en el Viejo Continente, lo que está provocando que tanto la presidencia ucraniana como algunos de los países de la UE y el Reino Unido eleven el tono sobre la necesidad de ser parte de las conversaciones, pero sin ponerse de acuerdo a la hora de utilizar las herramientas que les permitirían presionar para ello.
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A la salida de la reunión informal convocada por el presidente francés, Emmanuel Macron, en el palacio de El Elíseo, los europeos parece seguir igual de divididos que antes de verse las caras. Así lo recoge el diario galo Le Monde, medio que abogaba en una editorial publicada horas antes de la cumbre, por «un impulso, cuyo primer acto podría ser la cumbre organizada con urgencia en París el lunes 17 de febrero», entendiendo que para que «Washington renuncie a una retirada total de Europa es necesario que demuestre su voluntad y capacidad de invertir en su propia defensa».
Esto es, quizá, lo único que han sacado en claro el jefe de Estado de Francia y los jefes de Gobierno de Alemania, Reino Unido, Italia, Polonia, España, Países Bajos y Dinamarca, así como el Presidente del Consejo Europeo, el Presidente de la Comisión Europea y el Secretario General de la OTAN. Algo que se resume en las palabras de una Von der Leyen que pedía a los Veintisiete que aumenten «significativamente» su gasto en defensa.
Las declaraciones hechas tras la cumbre, de hecho, muestran la división existente. Recapitulando, tenemos que Macron confirmó que, tras la reunión con los principales líderes europeos, habló con el presidente Donald Trump y con el presidente Zelenski, si bien no dijo mucho más sobre el contenido ni de la reunión, ni de las conversaciones. Sus palabras, fueron:
«Buscamos una paz fuerte y duradera en Ucrania. Para lograrlo, Rusia debe poner fin a su agresión, y esto debe ir acompañado de garantías de seguridad sólidas y creíbles para los ucranianos. De lo contrario, existe el riesgo de que este alto el fuego acabe como los acuerdos de Minsk.
Trabajaremos en ello junto con todos los europeos, estadounidenses y ucranianos. Esta es la clave. Estamos convencidos de que los europeos deben invertir mejor, más y juntos en su seguridad y defensa, tanto para hoy como para el futuro.
Para ello, los europeos quieren acelerar la aplicación de su propia agenda de soberanía, seguridad y competitividad. Se seguirá trabajando sobre la base de las propuestas de la Comisión Europea, tanto en el apoyo a Ucrania como en el desarrollo y la inversión en nuestra defensa. Esta agenda, definida en 2022 en la Cumbre de Versalles, simplemente debe llevarse a cabo. Decisiones, acciones, coherencia. Rápidamente. Continuaré estas discusiones en los próximos días».
Como puede verse, declaraciones demasiado generalistas que no suponen ningún tipo de cambio cualitativo o cuantitativo respecto a toda la retahíla de anuncios previos, no ya desde 2022, sino desde 2016.
Ursula Von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, y António Costa, Presidente del Consejo Europeo [compartieron la misma declaración sobre la X]:
«Hoy en París hemos reafirmado que Ucrania merece la paz a través de la fuerza. Una paz respetuosa con su independencia, soberanía e integridad territorial, con fuertes garantías de seguridad. Europa asume íntegramente su parte de la ayuda militar a Ucrania.Al mismo tiempo, necesitamos un aumento de la defensa en Europa».
Mark Rutte, Secretario General de la OTAN: Rutte subrayó que Europa «está preparada y dispuesta a reforzarse» y a «tomar la iniciativa para ofrecer garantías de seguridad a Ucrania».
Keir Starmer, el primer ministro británico, pidió por su parte a la UE que «aumente» sus gastos y capacidades de defensa para ayudar a Ucrania. Además, y al mismo tiempo, subrayó la necesidad de contar con el «respaldo» de Estados Unidos como única forma de «disuadir eficazmente a Rusia de volver a atacar Ucrania». Además, el británico describió la situación actual como un «momento único en una generación de seguridad colectiva en nuestro continente» y subrayó que no es sólo el futuro de Ucrania lo que está en juego, sino que se trata de una «cuestión existencial» para Europa en su conjunto.
Más incisivo estuvo Donald Tusk, el primer ministro de Polonia, quien dijo abiertamente que «Todos los participantes en esta reunión son conscientes de que la relación transatlántica, la Alianza del Atlántico Norte y nuestra amistad con los Estados Unidos han entrado en una nueva fase».
Scholz, quien tuvo que abandonar un poco antes que los demás la reunión, reiteró su determinación de apoyar a Ucrania y declaró que se opone a una «paz dictada» impuesta a Kiev.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, subrayó que por su parte que «no se ha tomado ninguna decisión» ya que se trató de una «reunión informal». Subrayó, eso sí, que «ahora que se abre la posibilidad de la paz, tenemos que aprovechar la oportunidad para fortalecer el proyecto europeo y fortalecer el mundo multilateral». Además, consideró necesaria la «participación activa» de la UE para lograr una paz duradera y justa en Ucrania. Además, destacó que España se compromete a destinar el 2% del PIB a defensa.
En resumen, todo se ha movido, para seguir exactamente igual. Y es que en el fondo del asunto subyacen los desacuerdos respecto al envío de tropas a Ucrania (con Alemania, Polonia o España mostrándose por ahora reacias) y, también, asuntos más profundos relacionados con la inversión en defensa a nivel europeo, como los que tienen que ver con la deuda, el tratamiento fiscal de estas partidas presupuestarias o la hipotética creación de eurobonos para la defensa, entre otros.
Por supuesto, la reunión provocó además enormes suspicacias por parte de varios Estados miembros de la UE, desde Rumanía hasta Eslovenia, por citar solo dos, que no fueron invitados a la cita y que criticaron lo que en la práctica es una Europa de dos velocidades, o de grandes y pequeños, como quiera verse.
Todo mientras sigue creciendo el miedo a que Trump pueda llegar a un mal acuerdo (no sin razón, como explicamos en informes pasados) en el marco de unas negociaciones que en puridad ni siquiera han comenzado, Kellogg vuelve a confirmar que no se impondrá un acuerdo de paz a Ucrania afirmando que «Zelensky es el líder electo de una nación soberana y estas decisiones son suyas y nadie las impondrá contra un líder electo de una nación soberana» y, también, mientras algunos especulan con que los EEUU puedan aceptar una retirada de tropas de algunas partes de Europa, como las repúblicas bálticas, como parte de un acuerdo con Rusia, lo que genera importantes temores.
La situación es tan tensa, confusa y desasosegante para algunos, que hay quien ha llegado a escribir recientemente en el Reino Unido columnas tildando a los Estados Unidos de adversarios de la propia Unión Europea, en términos bastante maniqueos, pues que los norteamericanos tengan su propia agenda e intereses no les convierte, salvo en la retorcida e idealista mentalidad de algunos europeos, en una amenaza para la UE. Sí en un aliado complicado y complejo al que hay que encontrar nuevas formas de tratar y que seguramente muy a su pesar, se verá obligado a seguir siendo el sostén defensivo de la UE todavía durante mucho tiempo.
Todo lo cual no es culpa de Estados Unidos, país que como todos persigue en primer lugar su propio interés, sino de unos europeos que siguen empeñados en construir la casa por el tejado, como reza el dicho, en tanto continúan sin dotarse de una verdadera estrategia común sobre cuya base pueda edificarse, trazando líneas de acción posibles y destinando los medios precisos. Una situación que difícilmente va a cambiar, por terrible que sea asumir esta realidad, salvo que un evento interior o exterior (como pudiera ser una guerra) ofrezca la motivación necesaria como para superar las diferencias y las trabas o se lleve definitivamente por delante un proyecto, el europeo, que está en estado comatoso, al menos en lo que a defensa se refiere.
(Curiosamente y al mismo tiempo los europeos son los que tienen en cierto modo en su mano la situación, pues como explicamos en su momento, son los que pueden sabotear por la vía de seguir financiando y abasteciendo a Ucrania o del envío de tropas -hay medios que hablan de 25.000 a 30.000 soldados necesarios– en caso de prosperar la idea. Eso sí, cuesta pensar que Rusia vaya a aceptar ningún acuerdo que implique la presencia de tropas de países OTAN en suelo ucraniano).

Dicho lo anterior, pasamos a las novedades sobre el terreno, que un día más son escasas. Así, en cuanto a los ataques a larga distancia, han trascendido informaciones en algunas redes sociales relativas al lanzamiento por parte de Rusia de misiles contra Ucrania, además de también drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2).
El Ministerio de Defensa ucraniano, por su parte, ha hablado en su informe oficial de un total de 176 drones lanzados por Rusia, de los que habrían derribado supuestamente 103, mientras que 67 más habrían sido apartados de su rumbo por medios no cinéticos o bien por causas técnicas. En cualquier caso, se han producido daños personales y materiales, como lo que se han sufrido en Kropyvnyskyi, en donde tres personas han resultado heridas tras impactar un Shahed contra una vivienda. Además, se habrían registrado también ataques contra Járkov o Kiev, entre otros.
Del lado contrario, los ucranianos han alcanzado instalaciones relacionadas con los hidrocarburos en el Krai de Krasnodar, provocando importantes incendios. En concreto, los objetivos batidos han sido en esta ocasión la estación de bombeo de Kropotkinskaya, la más grande del Oleoducto del Caspio (45.49504528499462, 40.535496315185256) y la refinería de Ilsky (44.81955599027575, 38.53159959946928).
El Ministerio de Defensa de Rusia, que rara vez reconoce este tipo de incidentes, no se ha pronunciado sobre el particular. Además, a la hora de redacción de este informe tampoco ha publicado su nota diaria, en la que habla sobre los supuestos derribos de drones y misiles empleados por Ucrania contra su territorio.
En cuanto a los combates y los movimientos, a pesar de que continúan apareciendo pruebas de las pérdidas norcoreanas en el sector de Kursk, la situación allí se mantiene estable y sin cambios en las últimas jornadas, salvo por algunos avances rusos en la zona de Ulanok, en donde habría retomado parte de las posiciones perdidas anteriormente frente a las AFU.
Más al sur, en el sector del Oskil, también se han producido nuevos avances rusos, en este caso en la zona de Fyholivka, al noroeste de Dvorichna, si bien algunas fuentes extienden las ganancias rusas a zonas también al suroeste.
Más allá de esto, los otros hechos de cierta relevancia se habrían producido en el sector de Pokrovsk, en donde se ha registrado un nuevo ataque ruso contra Udachne, y un contraataque ucraniano algo más al este, contra las posiciones rusas en Kotlyne y en el de Kurajove.
En este último, de hecho, se han producido nuevos avances rusos tanto en Ulakly como hacia Konstyantynopil’, lo que hace que algunos mappers comiencen a dar por hecha la retirada ucraniana del espacio entre Ulakly y Dachne, esto es, entre los ríos Vovcha y Sukhi Yaly.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional, dejando a un margen la reunión informal de París, comienza con Zelenski, en tanto el presidente ucraniano ha afirmado recientemente –en vísperas de que comiencen las reuniones entre delegados rusos y estadounidenses en Arabia Saudí– que nunca aceptará » ninguna decisión entre Estados Unidos y Rusia» sin participación de Ucrania. De hecho, Zelenski afirmó que «Estamos agradecidos por todo el apoyo, la unidad en Estados Unidos en torno al apoyo a Ucrania, incluso el apoyo bipartidista, estamos agradecidos por todo esto, pero no hay ningún líder en el mundo que pueda llegar a un acuerdo con (el presidente ruso Vladimir) Putin sin nosotros, sobre nosotros».
No es lo primero que rechaza el ucraniano en los últimos días, pues como explicamos, hace un par de jornadas también renunció a firmar el acuerdo sobre minerales con los Estados Unidos, ya que consideró que iba en contra de los intereses de su país. No es de extrañar, a la luz de los detalles sobre el documento que se han ido filtrando, en cualquier caso.
Zelenski, dicho esto, tras la reunión de París recibió la llamada telefónica de Macron, con quien coincidió en que «Compartimos una visión común: las garantías de seguridad deben ser sólidas y fiables. Cualquier otra decisión sin esas garantías –como un frágil alto el fuego– sólo serviría como otro engaño de Rusia y como preludio de una nueva guerra rusa contra Ucrania u otras naciones europeas». Además, Macron le informó de que había hablado también con otros líderes, no todos ellos europeos, lo que deja la puerta abierta a que el galo hablase no sólo con Trump, sino que esté buscando apoyos en otras partes.
Más allá de esto, Zelenski ha encabezado como explicamos ayer una comitiva que ha estado durante la última jornada de visita en los Emiratos Árabes Unidos, destino al que al parecer seguirá Turquía, pues se ha anunciado la inminente visita de Zelenski a este otro país musulmán. En cualquier caso, la visita de Zelenski a EAU ha servido para que el ucraniano informe a su contraparte emiratí «sobre la situación en el campo de batalla y la participación de los militares norcoreanos en la guerra contra Ucrania. Subrayó que la alianza de Rusia con Corea del Norte e Irán supone una amenaza directa para todo el mundo, incluidos los Emiratos Árabes Unidos, y pidió que se intensifiquen las sanciones contra la Federación de Rusia».
A Zelenski, además de la primera dama de Ucrania le ha acompañado también el ministro de Exteriores, Andrii Sybiha, quien se reunió con el jeque Abdullah Bin Zayed Al Nahya para hablar sobre cooperación y para agradecer a los Emiratos Árabes Unidos por apoyar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. Sybiha, además, habló también sobre cooperación y sobre la situación en el campo de batalla, aunque esta vez por teléfono, con el ministro de Exteriores de Nueva Zelanda, Winston Peters.
Como parte de la comitiva viajaba también el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, quien entre otros se ha visto con el jeque Tahnoun bin Zayed Al Nahyan, vicegobernador de Abu Dhabi y asesor de seguridad nacional, con quien habló sobre el regreso de los prisioneros ucranianos en poder de Rusia, tema en el que los emiratíes hacen como sabemos de intermediarios.
Pasando a Rusia, parte de los medios oficialistas celebran que el país sea el «ganador» en los diálogos entre Moscú y Washington porque «porque no solo podría alcanzar acuerdos con EEUU y lograr que las sanciones desaparezcan, sino que habría espacio para que vuelva a los mercados europeos». Por supuesto, muchos de estos mensajes son para consumo interno y en países afines, pero también reflejan una realidad, en el sentido de que la Administración Trump ha dado un renovado status a Rusia como gran potencia, a lo que se suman una serie de posibles concesiones que como hemos dicho varias veces, alarman lógicamente a los europeos.
En relación con las negociaciones, que comenzarán -al menos las preliminares- en cuestión de horas en Arabia Saudí, se ha pronunciado el ministro de Exteriores, Lavrov, quien ha cargado contra los europeos afirmando que si intentan «negociar» un alto el fuego para rearmar a Ucrania, no tiene sentido permitirles participar en las negociaciones. Además, ha denunciado las supuestas atrocidades ucranianas, afirmando que las AFU actúan «peor que Hitler» y ha hablado sobre concesiones territoriales.
En otro orden de cosas, el portavoz del Kremlin, Peskov, ha dicho que su país está listo para ayudar a Irán a resolver los problemas que sufre en su programa nuclear, dejando claro que los acuerdos a los que Rusia llegue con Estados Unidos a propósito de Ucrania y otros temas no influirán sobre la cooperación futura entre Moscú y Teherán, lo que es ciertamente preocupante, si bien podría terminar por no ser así.
Por otra parte, el asesor presidencial ruso y presidente de la Junta Marítima, Nikolai Patrushev, ha declarado que «Hoy, con el pretexto de apoyar a Ucrania, los británicos, junto con otros países de la OTAN, intentan apoderarse de las tierras ucranianas para una confrontación a largo plazo con Rusia y convertir el mar Negro y el mar Báltico en aguas interiores de la OTAN». Algo que en la práctica es ya una realidad, pero una declaración interesante en cualquier caso pues reafirma la idea de que seguramente Rusia pedirá concesiones por parte de los EEUU en esta región.
Hablando de la OTAN, cerramos hoy el informe con esta alianza, pues la OTAN y Ucrania han inaugurado recientemente el Centro Conjunto de Análisis, Formación y Educación (JATEC) en Bydgoszcz (Polonia) para estudiar la experiencia de guerra contra Rusia. El JATEC tendrá como objetivo desarrollar soluciones para el campo de batalla, integrar a Ucrania en la OTAN y mejorar la formación militar tanto de Ucrania como de los Estados que forman la propia OTAN. Se trata de la primera iniciativa militar-civil de la OTAN y Ucrania, integrada por más de 70 personas, de las cuales un 25% son ucranianos, y que se encuentran bajo el mando directo de la OTAN.
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