Guerra de Ucrania – Día 1089

Jornada de resaca, con decenas de titulares hablando sobre lo ocurrido durante la última semana, con la visita de Hegseth o Vance a la UE y todas las declaraciones que han trascendido en el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, ya concluida. Jornada, además, de preparación para la reunión convocada por el presidente francés en París, a la que acudirán varios líderes de Estados miembros de la UE, el secretario general de la OTAN o la presidenta de la Comisión Europea, además de un Keir Starmer que se ha mostrado dispuesto a enviar tropas a Ucrania de ser necesario. Reunión en la que los participantes intentarán encontrar vías para que su voz sea escuchada, tanto en las futuras negociaciones entre Estados Unidos y Rusia -que podrían comenzar muy pronto, según ha dicho Trump- como a más largo plazo, en un contexto de cambio. Mientras tanto, y pese a todo, los combates y los intercambios a larga distancia continúan produciéndose a la espera de un hipotético alto el fuego para el que todavía no hay fecha.

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Los últimos días nos han dejado decenas de titulares en los que se hablaba sobre la supuesta ruptura de la relación trasatlántica, el final de una época, la forma en que los Estados Unidos ha abandonado a sus aliados europeos o los tratan con desdén y, en definitiva, sobre cómo desde una Europa acomplejada y perdida se quiere interpretar el momento de cambio que vivimos y que, pese a todo, difícilmente desembocará en nada de lo que las portadas (estudiar cuatro años de periodismo para terminar escribiendo según qué cosas debe ser un trago difícil que, por razones que desconocemos, muchos «periodistas» aceptan sin cometer seppuku antes) reflejan.

Putin y Trump, sin duda, se reunirán muy pronto en Arabia Saudí; así lo ha dejado caer el estadounidense, lo que indica que los contactos para fijar una fecha están bastante avanzados, algo evidente pues en cuestión de días funcionarios de uno y otro lado podrían verse ya en el país árabe para preparar el encuentro entre ambos mandatarios. Una cita que servirá a ambos para fijar líneas muy generales (aunque podrían producirse detalles simbólicos como un alto el fuego). A partir de ahí, comenzarán las verdaderas negociaciones a las que los sherpas estadounidenses deberían llegar con los inputs dados por los europeos (sí, pese a todo) y, por supuesto, ucranianos. En una fase final, se producirían reuniones directas entre equipos ucranianos y rusos que deberían servir para elaborar un documento que ponga fin a la guerra.

El orden de las cosas tampoco es baladí. La guerra de Ucrania, a pesar de haberse librado dentro de las fronteras de ambos contendientes (esencialmente, y para desgracia de los ucranianos, del primero de estos países), siempre ha trascendido su localización geográfica, siendo parte de un enfrentamiento más amplio entre potencias en el que se han visto implicados los Estados Unidos, la Unión Europea o la República Popular de China, por no hablar de Irán o Corea del Norte.

De ahí que los norteamericanos seguramente no estén pensando únicamente en poner fin al conflicto, sino en aprovechar la ocasión para tratar con Rusia (y en paralelo, con China, con quien también habrá reuniones mientras se recrudece la guerra comercial), sobre muchos otros aspectos. De hecho, los propios rusos, aunque de cara al público intentan compartimentar los asuntos, llevan tiempo reclamando que se produzcan contactos dirigidos por ejemplo a tocar temas relacionados con las armas estratégicas y la creciente inestabilidad que la incapacidad rusa para mantener el ritmo de cambio tecnológico ha provocado.

Además de esto, en unas horas tendrá lugar una reunión de urgencia protagonizada por distintos líderes europeos, concretamente el jefe de Estado de Francia, los jefes de Gobierno de Alemania, Reino Unido, Italia, Polonia, España, Países Bajos y Dinamarca, así como el Presidente del Consejo Europeo, el Presidente de la Comisión Europea y el Secretario General de la OTAN. Todos ellos se verán las caras en París por una parte para ver cómo pueden avanzar hacia la ansiada «Autonomía Estratégica» (el hecho de que esté presente Rutte dice mucho de por dónde van a ir los tiros y por dónde se va a canalizar la aspiración europea) y, por otra, para intentar llegar a un acuerdo sobre garantías de seguridad a Ucrania, tal y como pidieron, por cierto, los estadounidenses a sus aliados que hiciesen. Por de pronto, Keir Starmer ya se ha mostrado abiertamente dispuesto a enviar tropas a Ucrania de ser necesario, aunque para que la idea prospere los franceses (la otra potencia nuclear del Viejo Continente) tendrán que mostrarse también a favor, al igual que el resto de las potencias reunidas en París.

En definitiva, estamos en un momento crucial para la historia europea pues de lo bien o mal que se gestione la situación en las próximas semanas y meses podrá resultar o no una nueva arquitectura de seguridad para el continente (de la que Antonio Costa ha dicho que toca hablar con los rusos); la Unión Europea tendrá la oportunidad de retomar la construcción en materia de defensa evitando algunos de los errores cometidos por ejemplo de 2016 en adelante; los Estados Unidos podrán retirarse parcialmente (lo que no implica abandonar a nadie) del Viejo Continente para concentrarse en Indo-Pacífico y Rusia se encontrará en una situación en la que tendrá menos incentivos para atacar en el futuro (recordemos que, en última instancia, esto dependerá de la capacidad de generar disuasión de la OTAN/UE) o todo lo contrario.

Mientras lo anterior se materializa, el conflicto militar continúa, si bien la intensidad de los combates sobre el terreno parece haber disminuido y es notable la falta de noticias al respecto. No ocurre lo mismo con los intercambios a gran distancia. Así, en primer lugar, desde el Ministerio de Defensa de Ucrania han hablado sobre el empleo por parte rusa de hasta 147 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) durante la pasada jornada, de los que aseguran haber derribado 83 mientras que 59 más se habrían desviado de su objetivo por distintas razones.

Una vez más, se han registrado explosiones en la región de Odesa. Además, han continuado los problemas con el suministro en Mykolaiv, en donde la cifra de afectados por los cortes de calefacción habría crecido hasta las 100.000 personas. Por otra parte, un dron ha provocado un incendio en Zaporiyia, tras impactar contra un edificio. Por último, también se han registrado explosiones provocadas por drones rusos en los distritos de Saltivsky y Holodnohirsky, en la ciudad de Járkov. Destrozos todos ellos a los que deben sumarse los provocados por las bombas planeadoras o por la artillería rusa. Esta última, sin ir más lejos, ha causado importantes desperfectos en Nikopol, destruyendo varias viviendas.

Del lado contrario, se ha hablado de explosiones en Berdiansk, localidad ucraniana costera bajo control ruso. Las defensas aéreas rusas, además, han estado activas una jornada más sobre Rostov del Don. Lo más grave en cualquier caso habría sucedido en Bélgorod, en donde el gobernador regional ha hablado de hasta cuatro muertos tras el supuesto lanzamiento de hasta ocho decenas de drones por parte ucraniana. Pese a ello, el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, en su informe diario, ha hablado sobre el supuesto derribo de hasta «dos cohetes de lanzamiento múltiple HIMARS de fabricación estadounidense y 50 vehículos aéreos no tripulados» de ala fija.

En cuanto a los combates y los movimientos, como decíamos, las novedades son mínimas. Una cosa es que los informes de unos y otros hablen de decenas o centenares de enfrentamientos durante cada jornada (de hecho, la cifra incluso podría haber crecido), otra muy diferente que la entidad o consecuencias de los mismos sean las mismas que en fases anteriores de la guerra. El frente, salvo en Kurajove, está prácticamente estancado en su totalidad desde hace semanas y no parece que esto vaya a cambiar hasta que las negociaciones prosperen o fracasen (y aquí, conviene no minusvalorar los incentivos que Rusia tiene para continuar en guerra). De hecho, un alto el fuego, por distintas razones, podría venir bien a ambos bandos y no es en absoluto descartable a corto plazo.

Eso sí, la guerra nos sigue dejando detalles curiosos. Por ejemplo, las columnas rusas avanzando en Kursk jalonadas con banderas soviéticas. Y por supuesto, siguen produciéndose pérdidas humanas y materiales, en algunos casos de cierta relevancia (en un contexto táctico, claro).

En cualquier caso, durante las últimas horas como decíamos las únicas novedades reseñables han vuelto a afectar al sector de Kurajove, en donde se han producido nuevos avances rusos desde Dachne, al sur del Vovcha y desde Zelenivka hacia Ukakly, en la misma zona aunque más al oeste. Todo mientras el Ejército ruso intenta además lanzarse contra Konstyantynopil’ desde el sur, pues presionar sobre esta localidad, como sobre Andríivka al norte, es la clave para cerrar de una vez por todas el saliente ucraniano en el sector, igualando así el frente.

Antes de cambiar al apartado internacional, no obstante, es obligado compartir que Zelenski ha dado nuevas cifras respecto a las pérdidas ucranianas, que cifra en más de 46.000 soldados muertos desde el inicio de la invasión rusa y casi 380.000 heridos. Más allá de que los datos resulten o no creíbles, supone elevar en alrededor de un millar la cifra de fallecidos desde su último conteo, unas semanas atrás.

Situación en el sector de Kurajove a 16 de febrero de 2025
Situación en el sector de Kurajove a 16 de febrero de 2025. Fuente: @UAControlMap.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Terminada ya la Conferencia de Seguridad de Múnich, que ha generado junto a las declaraciones de Hegseth ante el Grupo de Ramstein y en la ministerial de la OTAN, decenas de titulares y análisis (el discurso de Vance no lo tratamos, pues aunque también ha sido polémico y ciertamente guarda relación, en el fondo se escapa -al ir más allá- de la temática de estos informes) y cierta «resaca» mediática y política (como decía el presidente finlandés, Alexander Stubb «Hay décadas en las que no sucede nada y hay semanas en las que suceden décadas»), la siguiente cita importante tendrá lugar en París en unas horas.

Un encuentro entre líderes del que poco se sabe, aunque como hemos explicado en la primera parte del informe girará fundamentalmente en torno a qué es lo que los europeos pueden hacer tanto para influir en las negociaciones destinadas a poner fin a la guerra de Ucrania (tema sobre el que los analistas continúan discutiendo) como para tener cierta voz propia en el mundo del mañana, algo que pasa por dotarse de una estrategia y medios de poder duro creíbles.

A partir de ahí, son varias las cosas que han sucedido en las últimas horas (aunque como es habitual durante los fines de semana, la actividad disminuye) y que merecen ser compartidas. En primer lugar, tanto el presidente ucraniano como la primera dama se han dirigido a los Emiratos Árabes Unidos para iniciar una visita de estado que permitirá tratar temas como la devolución de prisioneros, las inversiones económicas emiratíes en Ucrania y la asistencia humanitaria.

En segundo lugar, el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, se reunió hace unas horas (aprovechando los últimos coletazos de la Conferencia de Seguridad de Múnich) con diversos agentes, en busca de inversiones procedentes de los Estados Unidos que ayuden a recuperarse a la tocada economía ucraniana. Según declaró ante las cámaras de PBS News «Estados Unidos es nuestro mayor socio estratégico y queremos que siga siendo así a largo plazo. Queremos que haya inversiones estadounidenses significativas en Ucrania, en particular en el desarrollo de nuestros sectores estratégicos minerales e industriales, incluida la energía. Nuestros amigos y socios comprenden nuestra posición».

En tercer lugar, han sido varios los altos cargos ucranianos que han felicitado a los lituanos por la conmemoración del Día de la Restauración del Estado Lituano. Así, se han pronunciado al respecto tanto el presidente de Ucrania, Zelenski, como el primer ministro Shmyhal o el presidente de la Rada Suprema de Ucrania, Ruslan Stefanchuk. El mensaje ha sido, en todos los casos, más o menos el mismo y se resume en las palabras de Zelenski: «A lo largo de su historia, Lituania ha demostrado una y otra vez que la libertad no se consigue con permiso, sino con determinación».

Pasando al Reino Unido, como se ha dicho Starmer se ha mostrado dispuesto a enviar tropas británicas a Ucrania como garantes de un acuerdo de paz. En preparación, ha publicado una columna en el diario británico The Telegraph, en la que ha explicado sus motivos, dejando claro entre otras cosas que «Nos encontramos ante un momento único para la seguridad colectiva de nuestro continente . No se trata sólo de una cuestión que afecta al futuro de Ucrania, sino de una cuestión existencial para Europa en su conjunto». Es más, el británico afirmaba ser plenamente consciente de lo que supone poner a sus ciudadanos en peligro explicando que «No lo digo a la ligera. Siento profundamente la responsabilidad que conlleva poner en peligro a los militares británicos, hombres y mujeres, pero cualquier papel que se desempeñe para ayudar a garantizar la seguridad de Ucrania contribuye a garantizar la seguridad de nuestro continente y la seguridad de este país».

En cuanto a Estados Unidos, son varias las fuentes que confirman que este mismo lunes tendrán lugar contactos en Arabia Saudí entre funcionarios estadounidenses y rusos, lo que podría suponer que en cuestión de horas podrían llegar a un acuerdo sobre el encuentro entre Trump y Putin.

Pasando a Rusia, allí el presidente de la Duma, Vyacheslav Volodin, no ha querido dejar pasar la oportunidad de hacer sangre aprovechando el desconcierto y los miedos de los europeos tras los discursos de Hegseth o Vance, afirmando que «Analizando lo ocurrido en Múnich, podemos decir con seguridad: se avecinan cambios importantes para la UE y sus instituciones internacionales, incluidas las parlamentarias». Es más, ha ido más allá, diciendo muy en la línea de discurso ruso habitual (o del del propio JD Vance) que «En muchos países de la UE, los procedimientos democráticos se han convertido en un elemento decorativo. Hace tiempo que se los ha olvidado y se los ha ignorado en las estructuras paneuropeas».

Cerramos con este país, pues durante las últimas horas han tenido lugar diversos actos para conmemorar que hace un año que se produjo la muerte del opositor ruso Alexei Navalny, cuando estaba en prisión. Así, más de un millar de sus partidarios se reunieron ante su tumba en Moscú, en el cementerio de Borissovo, pese al riesgo de represalias legales. Además, Yulia Navalnaya, viuda de Navalny, llamó a los exiliados rusos en Berlín a manifestarse para representar a sus compatriotas que no pueden hacerlo en su país.


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