A lo largo de las últimas horas ha vuelto a ser noticia la situación de las bases rusas en Siria, que Moscú intenta salvar mediante la negociación mientras su Marina de guerra se sitúa a resguardo, a una distancia prudencial. Además de la situación en Siria, también han sido relevantes las palabras de Zelenski a propósito de su reciente conversación con Trump y la posibilidad de que el estadounidense busque la congelación del conflicto en Ucrania. Mientras tanto, en el frente, el Ejército ruso continúa buscando avances en Pokrovsk, Kurajove y Velika Novosilka a toda costa, antes de que el republicano acceda a la Casa Blanca.
Sin ti, este sitio no podría seguir funcionando. Ayúdanos mediante una pequeña donación a través del siguiente enlace:
https://www.buymeacoffee.com/guerradeucrania
Comenzamos nuestro informe un día más por Siria, hablando de la Marina de guerra rusa, que horas atrás abandonó Tartus situándose a una distancia prudencial a la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos en el país y si prosperan o no las negociaciones entre Moscú y los nuevos inquilinos de Damasco (enfrascados en el proceso de transición, por el momento ejemplar), ahora mismo en marcha.
Como explicamos días atrás, cuando la ofensiva rebelde comenzaba a despuntar, la postura más probable para una Rusia sin libertad de acción en este caso, pasaba por «ponerse de lado» y «contemporizar», adaptándose al cambio de Gobierno en Siria y buscando la forma de no salir del todo malparada. Es eso ni más ni menos lo que están haciendo, de forma que aunque por el momento han evacuado algunas de sus posiciones en el país, todo apunta a que la situación se resolverá por la vía diplomática.
Para hacer esto posible, desde Moscú han iniciado una campaña contrarreloj destinada a blanquear a los nuevos gobernantes sirios, comenzando por Al-Jolani, quien hasta hace poco era tachado de terrorista por los medios rusos (y occidentales, que todo hay que decirlo). Del mismo modo, los mismos medios se han lanzado a desprestigiar a un Assad que, sin embargo, ha recibido asilo político en Rusia, pues más allá del compromiso ruso para con él, podría ser todavía en el futuro una figura útil, si el régimen de Al-Jolani se desmorona.
Y es que todo apunta a que, a pesar de que para Rusia lo óptimo habría sido mantener la situación en Siria estable, una vez los hechos se sucedieron desde el Kremlin dieron a Assad por amortizado, pasando a considerarlo una carga; al fin y al cabo, el sirio no había hecho nada desde 2016 por estabilizar el país e integrar a la oposición sino que simplemente confió en el apoyo de Rusia e Irán (el gran perdedor), dedicándose a reprimir a su propia población, sumida en la pobreza propia de un país destrozado por la guerra civil y del que millones de habitantes habían huído por ejemplo a Turquía, Jordania o Líbano.
Ahora bien, que Rusia pueda contemporizar con un sujeto como Al-Jolani -e incluso que logre un acuerdo que evite en parte el descalabro estratégico del que hablamos en informes anteriores- no implica en absoluto que el papel ruso en Siria sea en el futuro comparable al que llegó a ostentar desde 2016. Tampoco que la percepción del resto del mundo respecto de la influencia rusa o su papel como potencia global sea la misma. De hecho, no hay medio ruso que no reconozca el duro golpe sufrido por la caída del dictador. Y es que, al fin y al cabo, quien más quien menos es consciente de que Rusia no dispone ya de los medios para intervenir con garantías mucho más allá de sus fronteras, algo que sí ocurría cinco o diez años atrás.
En este sentido, como hemos ido explicando durante los últimos casi tres años, la erosión del poder convencional ruso -en el caso de su Marina de guerra, dado su papel en la guerra de Ucrania, la pérdida de capacidades y de prestigio es más evidente todavía– y la desaparición de una herramienta como Wagner Group, por más que ahora exista el Africa Corps, son los mejores exponentes del retroceso estratégico ruso en marcha. Simplemente Rusia ya no puede mantener la presencia exterior que tenía en el pasado.
De esta forma, incluso aunque pueda mantener sus bases en Latakia (todo ello suponiendo que no tenga que negociar de forma apresurada con Erdogan algún tipo de salvoconducto para sus hombres y medios materiales, si las conversaciones con el nuevo Gobierno sirio fracasan), la presencia rusa difícilmente será la misma que antes del levantamiento rebelde. Es así tanto por la falta de medios (que sigue consumiendo en Ucrania) como porque el entorno será radicalmente diferente en una Siria en la que por el momento son Turquía e Israel quienes más están ganando (en este último caso, además, llevando a cabo una intensa campaña destinada a asegurarse de que futuros gobiernos sirios no supongan una amenaza a su seguridad, para lo cual ha tomado posiciones adelantadas con claras implicaciones estratégicas).
Dicho todo esto, y como hemos explicado alguna vez, pese a su mala fama los realistas políticos suelen ser bastante reacios a ir a la guerra, pues entienden que la postura más lógica en la arena internacional pasa por acumular poder, lo que supone que de entrar en guerra, se arriesgan a perderlo. Esto es, ni más ni menos, lo que ha ocurrido con Rusia desde febrero de 2022.
Y es que, por más que la intervención en Ucrania estuviese destinada a garantizar lo que Moscú entiende por su propia seguridad, poniendo tierra de por medio entre sus puntos más sensibles y la OTAN y neutralizando la amenaza que implicaba para el Kremlin una Ucrania occidentalizada, por el camino han minado más si cabe su influencia internacional, quedando a merced de China y dependiendo mucho más que antes de países como Corea del Norte o Irán (este último el más malparado con lo ocurrido en Siria). Puede decirse, por tanto, que la guerra proxy contra Rusia de la que llevamos hablando desde los primeros días de la invasión rusa de Ucrania está dando sus frutos para los aliados de este último país, que contemplan satisfechos la caída de Assad no sólo por lo que supone para el pueblo sirio, ni mucho menos (eso sí, mientras ponen un ojo en vigilar a grupos como el ISIS, al que siguen combatiendo e intentan evitar que no se produzca una «balcanización» de Siria que podría ser funesta).
Como quiera que cada vez que una potencia deja de poder sostener sus posiciones en determinada región se crea un vacío de poder y que dicho vacío es irremediablemente ocupado por otras potencias, esto es ni más ni menos lo que vemos ahora en una Siria en la que Israel, pero por encima de todo la Turquía de Erdogan (históricamente uno de los principales competidores de Rusia, como sabemos) se ha impuesto dada la defección rusa en una competición que llevaban años librando y que, por cierto, va más allá de la propia Siria (sin que esto suponga que ambas potencias no encuentran puntos para la colaboración, como ha sucedido en el pasado respecto de la propia Siria o en contra de East-Med, por ejemplo) lo que hace pensar que podríamos ver nuevos movimientos en otras latitudes.
Pasando de Siria a Ucrania, las últimas horas nos han dejado, como es desgraciadamente habitual, nuevos lanzamientos de drones y misiles rusos contra el territorio ucraniano. Así, según el Ministerio de Defensa de Ucrania, las Fuerzas Armadas rusas habrían empleado hasta 37 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) y de «otros tipos», además de dos misiles Kh-59/69.
Del total, aseguran haber derribado tanto los dos misiles como un total de 18 drones, mientras que otros 18 se habrían perdido por acción de los sistemas de guerra electrónica ucranianos o bien por otras razones como fallos técnicos. Sea o no, lo cierto es que apenas hay reportes de explosiones, más allá de las registradas en puntos como Kramatorsk y que podrían deberse a la acción de los sistemas antiaéreos.
Del lado contrario apenas hay noticias de lanzamientos o acciones, aunque siguen trascendiendo detalles sobre la explosión de un coche bomba en Donetsk que se habría cobrado la vida del responsable de la infausta prisión de Olenivka, conocida por ser el penal en el que murieron decenas de prisioneros de guerra ucranianos al comienzo del conflicto.
En cuanto a los combates y los movimientos, comenzamos por el sector de Kursk, en donde prosiguen los enfrentamientos y desde donde se estarían produciendo -a falta de confirmación, ya que la información procede de cuentas marcadamente prorrusas- novedades al sur de Plekhovo, avanzando el Ejército ruso hacia la localidad de Alexandria, en la región de Sumy. En cualquier caso, lo que sí parece confirmado como se ve en el mapa sobre estas líneas es que las tropas rusas han avanzado en torno a Plekhovo en los últimos días.
El siguiente punto de interés del frente nos lleva hoy una vez más hasta Toretsk, localidad en la que el Ejército ruso también continúa acumulando avances lentamente. Pese a lo cual, continúa habiendo discusiones acerca de la situación de la zona minera, con cuentas que dan por hecha la toma del más norteño de los «Terrikons» y otras que no llegan tan lejos.
Lo más relevante de las últimas jornadas, en cualquier caso, continúa ocurriendo en el sector de Pokrovsk-Kurajove. Con una Rusia volcada en intentar lograr avances a toda costa antes de una posible negociación, tenemos que su Ejército está logrando poco a poco avanzar por la orilla del río Solona para rodear la ciudad desde el sur, lo que es causa de preocupación entre varios analistas. De hecho, algunos de estos muestran sobre el mapa cómo el Ejército ruso habría logrado atravesar la tercera línea defensiva ucraniana, avanzando entre esta y una posición por completar que ahora intentan rodear. Todo ello mientras al sur, en dirección a Kurajove, el Ejército ruso continúa poco a poco expulsando a las AFU del curso del río Sukhi Yaly, así como avanzando hacia el interior de la ciudad.
En cuanto al sector de Velyka Novosilka, que es el otro en liza en estos momentos, durante las últimas horas las tropas rusas además de continuar con los asaltos frontales, ha intentado avanzar por el sur hacia Makarivka un día más.
Cabe decir, como comentario y antes de pasar al apartado internacional, que pese a que Rusia esté logrando avances hasta cierto punto relevantes al sureste de Ucrania, la impresión general (que hemos explicado en varias ocasiones, por ejemplo a propósito de la visita de Belousov al frente) es la de que está consumiendo sus últimos recursos antes de verse obligada a parar, intentando que dicho momento coincida con el de unas negociaciones / congelación del conflicto. Lo que hace pensar que no tiene recursos, a pesar de que periódicamente se siga hablando de una posible ofensiva por ejemplo en Zaporiyia, ni para liberar rápidamente Kursk (hemos visto cómo los ucranianos se aferran a sus posiciones y destinan su material más avanzado a este sector), ni tampoco en la práctica (lo que no quiere decir que no pueda ocurrir) para tomar una localidad como Pokrovsk en el corto plazo (es decir, en los 40 días que restan hasta la llegada de Trump a la Casa Blanca).
Contexto Internacional, Diplomacia y Sanciones
Comenzamos hoy el apartado internacional con Zelenski, quien se ha referido nuevamente a su última conversación con Trump y ha dejado caer que la intención del republicano podría ser simple y llanamente congelar el conflicto, prefiriendo el ucraniano por su parte una salida diplomática que permitiría salvar más vidas y asegurar el futuro del país. Zelenski, además, se ha referido a otras posibles soluciones o medidas complementarias, como el despliegue de tropas europeas (algo que una parte de la élite europea ve con buenos ojos) propuesto en su día por Macron y que el ucraniano considera que debe estudiarse pues permitiría ofrecer una garantía adicional a su país incluso aunque no sea invitado a formar parte de la OTAN (algo que desde países como Polonia parecen descartar, por cierto).
En lo que sí se ha mostrado tajante Zelenski es en su negativa a disminuir la edad de reclutamiento, afirmando que no cambiará las vidas de jóvenes por mejores armas en referencia a las presiones estadounidenses en este sentido. Así, según el mandatario ucraniano «No debemos compensar la falta de equipamiento y entrenamiento con la juventud de los soldados» a lo que añadió que «La prioridad debería ser el suministro de misiles y la reducción del potencial militar de Rusia, no el reclutamiento de Ucrania. El objetivo debería ser preservar la mayor cantidad de vidas posible, no conservar armas almacenadas».
Por cierto, que Zelenski también se refirió a la caída de Al Assad, considerándolo consecuencia de la guerra de Ucrania al afirmar que «La caída del régimen de Al-Assad no se debió únicamente a las fuerzas de la oposición. También sucedió porque Rusia no tiene suficientes tropas allí. Para qué ? Porque todo el ejército ruso operativo se encuentra actualmente en territorio ucraniano (…)». Algo que no deja de ser cierto y que en este caso ha servido al presidente para defender la necesidad de que «as naciones europeas, los Estados Unidos (…) entiendan que es aquí [en Ucrania] y ahora donde se están decidiendo muchas cosas. La fuerza de Ucrania determina si el ejército ruso es fuerte. Si Ucrania cae, Putin regresará a Siria (…), África y muchas otras regiones que le interesan. La unidad en torno a Ucrania es la clave del éxito».
Más allá de esto, Zelenski ha recibido al nuevo primer ministro de Estonia, Kristen Michal, en la que es su primera visita oficial a Ucrania. Con él, además de agradecerle el apoyo, ha tratado temas como el entrenamiento de las nuevas brigadas de las AFU. Además, Zelenski también ha agradecido a la Francia de Macron la ayuda concedida en forma de entrenamiento y ha hablado con los países nórdicos para intentar que entre todos formen una brigada adicional. Es más, Zelenski ha reconocido que Ucrania requiere de cambios importantes en el modo en el que acomete el entrenamiento de sus nuevos uniformados, tema central de una reunión mantenida con el Estado Mayor de las AFU.
Por último, ha recibido al líder de la oposición alemana, Friedrich Merz, quien se ha mostrado repetidamente a favor de suministrar misiles Taurus a su aliado, a diferencia de Scholz. Merz, además, ha visto también a Shmyhal, con quien ha hablado entre otros temas de la asistencia financiera a Ucrania.
También ha estado hoy activo el ministro de Defensa ucraniano, Umerov, quien ha mantenido una conversación telefónica con el secretario de Defensa estadounidense, Austin. Conversación rutinaria, por otra parte, en la que han hablado como es habitual sobre la situación en el campo de batalla, el futuro de la asistencia estadounidense y la próxima reunión del Grupo de Contacto de Apoyo a Ucrania.
Cambiando hacia la UE, tenemos que el Consejo Europeo ha dado luz verde al segundo tramo de ayuda como parte de la iniciativa Ukraine Facility, en este caso concediendo préstamos y subvenciones por valor de 4.100 millones de euros, que serán destinados a asegurar la estabilidad macrofinanciera y el funcionamiento de las administraciones públicas ucranianas.
Además, el Banco Mundial ha transferido a Ucrania 454 millones de dólares que serán destinados a desarrollar el sistema de salud del país, algo que desde el Gobierno ucraniano han agradecido a través de las redes sociales.
En otro orden de cosas, el Reino Unido ha impuesto nuevas sanciones para combatir el dinero sucio, esta vez dirigidas al comercio ilícito de oro. Y es que según las autoridades británicas «El oro ilícito es un ataque al comercio legítimo de un producto valioso, ya que alimenta la corrupción, socava el Estado de derecho y afianza abusos de los derechos humanos, como el trabajo infantil. Rusia utiliza el comercio ilícito de oro para blanquear dinero y evadir sanciones, lo que refuerza los esfuerzos bélicos de Putin».
En cuanto a Rusia, además de centrarse en la situación en Siria, en este país continúan concentrados en la reunión de la Organización de Tratado de Seguridad Colectiva, afirmando Putin que Rusia «sigue firmemente comprometida con el fortalecimiento del bloque de seguridad postsoviético». Además, el líder ruso ha vuelto a llamar a un orden mundial multipolar dentro del cual Rusia sería garantía de seguridad y estabilidad en todo el espacio euroasiático según él. De hecho, las declaraciones de Putin han sido «Quiero destacar que la cooperación en el marco de la OTSC se basa en el espíritu de alianza, hermandad militar y apoyo mutuo. Estamos firmemente comprometidos con el fortalecimiento de la organización, aumentando su autoridad y su papel en la garantía de la paz y la estabilidad en todo el espacio euroasiático. Hacemos un llamamiento unánime a la formación de un orden mundial justo y multipolar, así como a garantizar la seguridad igualitaria e indivisible y el respeto de los intereses soberanos de todos y el derecho a su propio modelo de desarrollo».
Además de esto, Putin tiene previsto celebrar el martes la tradicional reunión de diciembre con el Consejo de Derechos Humanos, lo que no deja de tener su aquel, y en la que según TASS «Se espera que el presidente y los defensores de los derechos humanos intercambien opiniones sobre «cuestiones urgentes de derechos humanos, actividades humanitarias y garantía de los derechos de los ciudadanos». El consejo analizará su trabajo del año pasado, incluida la ejecución de las directivas adoptadas en reuniones anteriores».
Deja una respuesta