Putin ha vuelto a hablar, en esta ocasión desde Kazajistán, sobre el IRBM «Oreshnik», a la que atribuye características casi mágicas, comparando sus efectos «con el impacto de una colisión con un meteorito, que crea un cráter del tamaño de un lago entero», relato muy conveniente a los intereses rusos con el que intenta apuntalar la supuesta novedad de tecnologías conocidas desde hace décadas. Mientras tanto, Rusia ha lanzado una nueva oleada masiva de drones y misiles de crucero contra la infraestructura eléctrica ucraniana que ha provocado apagones en buena parte del país, desde el Parlamento Europeo han pedido a los Estados miembros que incrementen la ayuda militar a Ucrania, incluyendo el envío de misiles Taurus, Noruega ha decidido duplicar la ayuda a Ucrania para el próximo año y la situación en Georgia ha vuelto a caldearse tras el anuncio por parte del primer ministro de retrasar las negociaciones sobre la solicitud de membresía a la UE hasta finales de 2028.
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Durante la última jornada Rusia ha lanzado una nueva oleada masiva de drones y misiles contra la infraestructura energética ucraniana. Lo preocupante del asunto, una vez más, es que los datos nos hablan de un número creciente de vectores de unos meses a esta parte, según la capacidad de producción rusa ha ido aumentando. Se va confirmando, por lo tanto, que la campaña de ataques estratégicos del presente invierno será la más severa en lo que va de guerra, lo que podría tener notables efectos sobre la tambaleante capacidad económica ucraniana o sobre la voluntad de su población a la espera de ver si todos los planes de contingencia diseñados durante los pasados meses surten el efecto deseado.
En este caso concreto, las autoridades ucranianas han hablado de hasta 188 sistemas de distintos tipos, incluyendo 3 misiles antiaéreos procedentes de baterías S-300 en función de ataque a tierra; 57 misiles de crucero Kh-101; 28 misiles de crucero Kalibr; 3 misiles de crucero Kh-59/69 y; 97 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) de los que afirman haber derribado un total de 79 misiles y de 97 drones en el informe oficial. Sea o no, se ha podido ver a los sistemas antiaéreos ucranianos, así como a los distintos grupos de «cazadores de Shaheds» en pleno funcionamiento una jornada más a lo largo y ancho del país.
Desde Rusia, el presidente del país, Vladímir V. Putin ha afirmado que el lanzamiento masivo de drones y misiles ha sido una respuesta a los lanzamientos de misiles balísticos ATACMS estadounidenses por parte de Ucrania contra el territorio de su país. Sin embargo, resulta muy difícil creer que este tipo de ataques no fuesen a llevarse a cabo igualmente ya que son muchos los incentivos que Rusia tiene para reeditar la campaña de ataques estratégicos de los dos inviernos anteriores; máxime si tenemos en cuenta que a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca existe una oportunidad real de que se establezcan negociaciones (lo que no quiere decir que tengan que contentar a todos los implicados) y que, por lo tanto, desde el Kremlin necesitan hacer todo lo posible por maximizar la posición negociadora de Rusia y no solo preocuparse de gestionar la escalada.
Dicho lo cual, Putin ha jugado (y en canales de Telegram se ha dado como fecha del ataque el próximo día 30), durante una reciente comparecencia pública, precisamente con la posibilidad de acometer una nueva escalada amenazando con usar de nuevo IRBMs (el famoso «Oreshnik») contra objetivos en Ucrania, incluyendo su capital, Kiev. Desde Ucrania, por su parte, Zelenski denunciaba las amenazas, acusando a Putin de no querer poner fin a la guerra, de estar intentando frenar los esfuerzos de Trump (este detalle es importante, pues el hecho de que repentinamente Zelenski parezca ser el mayor defensor de los planes negociadores de Trump indica, en la línea con lo recogido en los dos últimos informes, que se han dado a Ucrania garantías de apoyo y de que será, como quiere el ucraniano, una «paz a través de la fuerza»).
Respecto a los misiles «Oreshnik», cabe decir que Putin en su alocución, como viene haciendo desde hace años a propósito de toda una serie de sistemas en desarrollo o pruebas, ha jugado con sus supuestas características prácticamente «mágicas», que en pocos casos se ajustan a la realidad de los datos disponibles… o de la física. No es cuestión baladí, pues en muchos «análisis» hechos por la prensa generalista suelen terminar incluyéndose buena parte de los bulos anteriormente difundidos por fuentes rusas, en lo que demuestra una actitud deleznable por parte de los «periodistas».
La realidad, sin embargo, es que el IRBM «Oreshnik» no incluye ninguna característica mágica, ni demasiado fuera de lo común, sino que se trata de un misil balístico de alcance intermedio con seis ojivas cinéticas en su «bus», cada una de ellas capaz de dirigirse contra un objetivo concreto para maximizar no tanto la destrucción como las posibilidades de sobrevivir a los sistemas antiaéreos, algo que podrían hacer las baterías Arrow 3 o los misiles SM-3 Block 2A y que sería tanto más sencillo si se tratase de un arma unitaria en lugar de dotada de MIRV. Es decir, que se trata de tecnologías perfectamente conocidas desde la Guerra Fría que los altavoces rusos intentan magnificar atribuyéndoles con el concurso de unos cuantos voceros y de buena parte de la prensa una serie de características que poco o nada tienen que ver con la realidad.
Lo que sí es verdaderamente novedoso no es el sistema en sí, sino el hecho de que Rusia haya utilizado un IRBM por primera vez, como ya explicamos, en lo que supone un claro ejemplo de escalada con la intención de: 1) cortar de raíz el apoyo de Reino Unido, Francia y Estados Unidos al uso del armamento de largo alcance suministrado a las AFU contra objetivos en Rusia; 2) impedir que el discurso de «invencibilidad» ruso y de «invulnerabilidad» ruso se pierda debido a los ataques ucranianos, que sí tienen efectos sobre el rendimiento militar como sobre la economía rusa, si bien para lograr cambiar el curso de la guerra deberían aumentar sustancialmente su número.
Para ello, Putin está haciendo todo lo posible por hacer de la amenaza y del empleo del «Oreshnik» o de su producción en serie (que en el mejor de los casos sería de unas pocas unidades al año, debido a los problemas de la industria aeroespacial rusa) tema para titulares y lo está haciendo con notable éxito entre el público dispuesto a escuchar, aunque no tanto entre los decisores militares y políticos ucranianos y occidentales que, aún tomando en serio la amenaza que supone el empleo de IRBM, daban por descontada una respuesta rusa a la decisión de permitir a Ucrania usar los Storm Shadows y ATACMS contra objetivos dentro de la Federación Rusa.
Dicho esto, los efectos de los ataques rusos en las últimas horas han sido masivos y han afectado sobremanera a la red eléctrica ucraniana, provocando problemas de suministro en buena parte del país y dejando a al menos un millón de ucranianos sin luz. Además, al parecer Rusia ha utilizado submuniciones en algunos de sus vectores para maximizar el daño a las infraestructuras en relación con el que consiguen con las cabezas de guerra unitarias.
Así las cosas, se han registrado sobrevuelos de drones y explosiones en la mayor parte de las regiones ucranianas, lo que ha forzado a Ukrenergo a tomar las medidas habituales como los apagones de emergencia destinados a evitar que el daño provocado por las explosiones se extienda a otras instalaciones debido a las sobrecargas en la red, si bien en muchos lugares el servicio se ha restablecido a posteriori. Además, desde el punto de vista humano los últimos ataques rusos también han dejado pérdidas, concretamente un muerto y decenas de heridos según las autoridades ucranianas.
Ahora bien, las Fuerzas Armadas rusas no han sido las únicas activas en las últimas horas. Los ucranianos, por su parte, han atacado un depósito de petróleo en la región de Rostov, concretamente en Kamensk-Shakhtinsky, pertenecientes a Rosrezerv. Instalaciones que ya habían sido atacadas anteriormente, por cierto. En concreto, a principios del pasado mes de agosto.
Desde el Ministerio de Defensa ruso, en donde han obviado este ataque, se han limitado a hablar del supuesto derribo de «un misil guiado Neptuno y 49 vehículos aéreos no tripulados». Además, en un mensaje menos habitual publicado posteriormente, han cifrado los ataques que habrían conducido durante la última semana «contra ubicaciones de sistemas occidentales de armas de largo alcance de las Fuerzas Armadas de Ucrania», afirmando además que en total «en los últimos días se utilizaron 100 misiles de distintos tipos y 466 vehículos aéreos no tripulados Geran-2, incl. Durante un ataque masivo combinado esa noche, 90 misiles y 100 vehículos aéreos no tripulados Geran-2 alcanzaron 17 instalaciones clave de la industria militar en Ucrania», lo que tiene la virtud de corroborar que las cifras aportadas por el Ministerio de Defensa ucraniano respecto al número de ataques recibidos son bastante certeras. Un anuncio por parte rusa que ha sido replicado por los medios oficialistas y que, dado que no aportan prueba alguna de la destrucción de lanzadores ATACMS, como afirman, debe ser entendida como dirigida al consumo interno.
En cuanto a los combates y los movimientos, lo cierto es que las novedades han sido escasas durante la última jornada. En el sector más septentrional, el de Kursk, se han producido ataques rusos y, según algunas fuentes, pequeños avances entre el sur de Zelenyi Shlyakh y el norte de Darino.
A diferencia de otros días, no parecen haberse producido cambios en el sector de Kupiansk, como tampoco en Siversk o en Chassiv Yar. Sí en el de Toretsk, en donde las lecturas varían en función de la fuente, pues si bien algunas consideran que los ucranianos habrían avanzado en el centro de la localidad, lo que implicaría retomar parte de las posiciones recientemente perdidas, lo que la mayoría señalan son los constantes ataques rusos tanto precisamente hacia el oeste del núcleo urbano, con hacia el sur.
En el sector de Pokrovsk-Kurajove, en dirección a la primera de estas ciudades se han registrado avances rusos en el área de Lisivka y hacia Pushkino un día más. Hacia la segunda, en la zona norte del Vovcha también han progresado los rusos, concretamente al oeste de Beretsky. Situación que se repite al sur de la masa de agua, con nuevos progresos de las tropas rusas hacia el centro de Kurajove y en los terrenos al sur de esta ciudad, además de en la cuenca del Sukhi Yaly.
En cuanto al sector de Velika Novosilka (prácticamente indistinguible ya del de Kurajove), la situación continúa degradándose para los ucranianos, que si bien mantienen su control de la ciudad, ven cómo el Ejército ruso logra avances al noreste y sureste de la misma un día más, ampliando por ejemplo el saliente de Maksimivka.
Antes de cambiar de sección, cabe comentar que en diversos canales se ha publicado que el coronel general ruso Rustam Muradov podría haber sido designado como comandante adjunto de las Fuerzas Terrestres de Rusia, en una noticia que ha sido incluso celebrada medio en broma, medio en serio, por muchos ucranianos que lo consideran un incompetente y, por lo tanto, una garantía de que el rendimiento de las fuerzas rusas descenderá.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Comenzamos el apartado internacional una vez más por Oriente Medio, en donde tras la tregua en Líbano se está viviendo una notable reactivación del conflicto civil sirio, con una ofensiva por parte de los rebeldes que les ha llevado a hacerse con hasta 27 localidades anteriormente controlada por el régimen de Assad (recordemos que con apoyo ruso) en el plazo de unas pocas horas. La noticia, que podría parecer que nada tiene que ver con Ucrania no es en ningún caso baladí, pues las fuerzas de Assad necesitan del concurso de Rusia para mantener su control sobre Siria; algo tanto más difícil cuanto mayor es el desgaste y la implicación rusa en Ucrania, lo que podría ser aprovechado por Occidente para «flanquear» a Putin del mismo modo que Rusia hace en otras regiones. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que cuando hablamos de los «rebeldes» sirios, por más que muchos celebren sus avances, lo hacemos de una amalgama de fuerzas varias de las cuales podrían suponer en el futuro una notable amenaza dado su radicalismo.
Otro punto en donde se dirime el enfrentamiento entre Rusia y Occidente es, como sabemos, Georgia, en donde recientemente el primer ministro, Irakli Kobakhidze, ha anunciado que pospondrá las negociaciones sobre la solicitud de membresía en la UE hasta finales de 2028. Es la forma que el gobierno de esta pequeña república tiene de responder a una resolución no vinculante del Parlamento Europeo, en la que los diputados rechazaron los resultados de las elecciones legislativas del 26 de octubre, consideradas «ni libres ni equitativo” y empañado por “importantes irregularidades”.
Hablando del Parlamento Europeo, en las últimas horas desde esta institución han pedido a los Estados miembros que suministren misiles de crucero de lanzamiento aéreo Taurus a Ucrania, algo a lo que Alemania como hemos explicado en varias ocasiones se opone (al menos una parte del Gobierno encabezada por el propio Scholz) pero que en realidad afecta también a países como España, que también tienen estos sistemas en su haber. De hecho, los eurodiputados han ido más allá, exigiendo «al Consejo que amplíe sus sanciones contra Rusia, en particular contra sectores de especial importancia económica, como el metalúrgico, el nuclear, el químico, el agrícola y el bancario, así como contra las materias primas rusas» y pidiendo «a la UE y a sus Estados miembros que refuercen su apoyo militar a Ucrania, incluso mediante el suministro de aviones, misiles de largo alcance (incluidos los Taurus), sistemas de defensa aérea modernos (incluidos los Patriots y los SAMP/T) y municiones, así como MANPADS (sistemas portátiles de defensa aérea), artillería y programas de entrenamiento para las fuerzas ucranianas».
A propósito de la ayuda militar, y mientras desde los Estados Unidos se ultiman los detalles del paquete de más de 700 millones de dólares que se estaba preparando según informó ayer Reuters, han sido los neerlandeses los que han anunciado hace unas horas que suministrarán a Ucrania tres vehículos lanzadores con los que completar las baterías Patriot en servicio. Una noticia que ha sido rápidamente agradecida, como no podía ser de otra manera, desde la Administración ucraniana.
Del mismo modo, los ucranianos han agradecido la decisión del parlamento de Noruega de votar a favor de incrementar la ayuda a Ucrania desde los 1.400 a los 3.200 millones de dólares para el próximo año. Una decisión que según Zelenski «envía un mensaje poderoso a quienes libran una guerra contra la paz: el mundo libre se mantiene firme y unido con Ucrania, brindándole el apoyo necesario para lograr la victoria y asegurar una paz duradera».
También la Unión Europea ha hecho anuncios relativos a ayuda, concretamente a un tramo de 18.100 millones de euros como parte del préstamo aprobado por el G7 utilizando como garantía del mismo los fondos rusos congelados en las instituciones bancarias de los Estados miembros. Así, el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, anunció que había firmado un memorando de entendimiento con Ucrania para una ayuda macrofinanciera que se utilizará para «cubrir sus necesidades inmediatas», en referencia a pagos internacionales, pero también a los abonos de los salarios de los funcionarios públicos, entre otros. Fondos que, sin duda, Ucrania necesita. De hecho, el presidente ha firmado hace unas horas los presupuestos para 2025, de los que el 60% del gasto público se destinará a defensa, dadas las necesidades derivadas de la guerra.
Cambiando de tercio, uno de los aspectos que denunciaban en su comunicado desde el Parlamento Europeo, era la creciente cooperación militar entre Corea del Norte y Rusia (a la que ha hecho referencia, por cierto, el presidente de la Rada Suprema, Stefanchuk). De hecho, en las últimas horas el ministro ruso de Defensa, Belousov, ha llegado a la capital de Corea del Norte, Pyongyang, para estrechar los lazos entre ambos países, que en buena medida se basan en la cooperación en materia de armamento, suministrando el régimen juche no solo soldados (que siguen sin estar demasiado activos) sino especialmente municiones, mientras que Rusia lo compensa con acceso a tecnología y alimentos o hidrocarburos.
Todo mientras Putin, desde Kazajistán, ha hablado como hemos indicado en la primera parte no solo sobre los ATACMS o los «Oreshnik», sino también sobre otras cuestiones como la inflación o la depreciación del rublo, ofreciendo una imagen optimista y asegurando que «En general, en mi opinión, la situación está bajo control y no hay motivos para el pánico». Además, ha llegado a afirmar que la vida de Trump está en peligro, pues «Contra Trump se han empleado medios de lucha absolutamente incivilizados, incluido un intento de asesinato, y más de uno» y se ha referido a la situación en Georgia, asegurando que Rusia no interfiere en su política interna, «pero Occidente sí».
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