La última jornada nos ha dejado nuevos avances rusos en dirección a Velika Novosilka, localidad cuya pérdida podría poner en peligro el conjunto de la posición ucraniana al sur del país si no se toman medidas rápidamente. Lo más relevante de la jornada, en cualquier caso, tiene que ver con lo que se habla fuera de la propia Ucrania, comenzando por los Estados Unidos, en donde la Administración saliente y la que llegará al poder el próximo 20 de enero están conversando para fijar una posición sólida en relación con unas hipotéticas negociaciones con Rusia destinadas a poner fin a la guerra. También en Europa, en donde varios países discuten la posibilidad de enviar tropas o una mayor implicación en el conflicto, vía permiso a las empresas militares privadas para que tomen parte en él. Todo mientras desde Moscú continúan esgrimiendo la amenaza de escalada, intentando así torcer una vez más la voluntad occidental.
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Desde la futura Administración Trump han comenzado a dar pasos firmes de cara a establecer, a su llegada al poder el próximo 20 de enero, conversaciones que permitan llegar a algún tipo de solución que ponga fin (aunque sea temporalmente) al conflicto ucraniano. Así las cosas, según Mike Waltz -que será el futuro asesor de seguridad de la Casa Blanca y quien por otra parte y en buena lógica, se ha mostrado a favor de suministrar a Kiev armas de largo alcance-: «Lo que tenemos que discutir es quién estará en la mesa, si se trata de un acuerdo, un armisticio, cómo reunir a ambas partes y cuál será el marco para un acuerdo».
Para que esto sea posible, han comenzado por establecer contactos no con Rusia, sino con la actual Administración Biden, advirtiendo que «Para nuestros adversarios que piensan que esta es una oportunidad para enfrentar a una administración contra la otra, se equivocan«, lo que deja claro que buscarán una posición fuerte y única por parte estadounidense, que será una de las mejores herramientas de presión frente a un Kremlin interesado en aprovechar cualquier posible desacuerdo interno o doblez en la postura de la nueva Administración.
Además, el asesor, citando al propio Trump, ha dicho que está preocupado «por la escalada y hacia dónde se dirige todo», pero no ha hablado en ningún momento de la necesidad de retirar el apoyo a sus aliados sino que, por el contrario, las referencias han sido a la necesidad de «poner fin a todo esto de manera responsable» y, también, a que los Estados Unidos deben «restablecer la disuasión, restablecer la paz y adelantarnos a esta escalada en lugar de responder a ella».
Todo lo cual da una idea de por dónde pueden ir las negociaciones con Rusia y de que, como defendíamos en informes anteriores, lejos de plegarse al Kremlin, muy probablemente los estadounidenses busquen forzar la paz mediante la amenaza de la fuerza, es decir, de convencer a Putin y a su camarilla de que están dispuestos a conceder un mayor apoyo a Ucrania si el conflicto no se detiene.
Uno de los mayores problemas con los que se va a enfrentar la Administración Trump, a la hora de implementar sus planes, pasará sin duda por el efecto de la inercia en esta fase de la guerra. Inercia que es consecuencia, en buena medida, de la vacilante política del actual presidente, Joe Biden, que está siendo motivo de críticas cada vez más furibundas desde diversos sectores y no sólo a propósito de Ucrania.
En relación con las inercias, ayer comentábamos cómo Rusia ha estado alistando, al parecer por la fuerza, a cientos de yemeníes para luchar en sus filas. Este tipo de prácticas, por criticables que parezcan, o la condonación de deudas para seguir atrayendo a cualquier varón ruso en una situación lo suficientemente desesperada al frente, son sin embargo útiles y se están demostrando capaces de permitir a Rusia superioridad numérica en un momento en el que del lado contrario tienen severos problemas para reclutar.
De hecho, la situación en este sentido en Ucrania es bastante preocupante, pues las medidas anunciadas en su momento por Zelenski no han dado ni de lejos el resultado esperado y quienes pasan a formar parte de las AFU, según distintas fuentes, no cuentan ni con la edad ni con la motivación adecuada para aportar lo que estas necesitan ahora mismo en el campo de batalla. Las adaptaciones rusas se han mostrado igualmente funcionales en otros ámbitos, como los materiales o tácticos, incluso aunque los métodos elegidos supongan un enorme coste material y humano y las reservas rusas, por ejemplo de vehículos, sigan degradándose o su economía sufriendo.
Además de lo anterior, como advertía el ministro de Defensa germano hace unas horas, el sector industrial de defensa ruso es capaz de producir bienes a un ritmo cuatro veces mayor que el de una Unión Europea que a base de aprobar iniciativas y de forzar a las empresas a producir -muchas veces sin explicar cuándo le serán adquiridos unos equipos o sistemas que para ser fabricados necesitan de una importante inversión-. Todo mientras sobre el terreno las tropas rusas continúan avanzando metro a metro aprovechando su superioridad artillera, el papel de las FAB, los avances en cuanto a drónica, la ventaja en misilística y la superioridad humana para elegir en casi todo momento dónde y cómo sacar partido a estas ventajas, como vemos ahora en Velika Novosilka y se acercan más y más a su objetivo de hacerse con toda o, al menos, con la mayor parte de la región de Donetsk y ese famoso cinturón defensivo alrededor de la ciudad del mismo nombre.
El problema de las inercias, en cualquier caso, es que revertirlas necesita no solo de mucho esfuerzo, sino también de tiempo y, como resultado, de una voluntad política que desde luego en la Unión Europea, a pesar de los discursos desde la Comisión y desde algunos Estados miembros, no se vislumbra por ninguna parte. No es que sea imposible frenar a Rusia o incluso revertir algunos de los avances logrados en los últimos tiempos por sus infantes, ni tampoco poner a Ucrania en una posición aceptable en una futura mesa de negociaciones. Sin embargo, nada apunta a que se estén dando los pasos correctos y Rusia lo sabe, ya que darlos implicaría llevar la guerra a 2026 incluso aunque en los próximos días se aprobaran baterías completas de medidas, desde aumentar el número de ucranianos entrenados en el extranjero a enviar centenares de carros y blindados o decenas de aviones de combate adicionales. Todo lo cual aumenta, dicho sea de paso, la importancia de conceder apoyo a Ucrania para atacar territorio ruso con el armamento de largo alcance, tanto por lo que significa en términos de firmeza política frente a Rusia por parte occidental (de ahí la postura de Waltz) como por el daño que se puede hacer a la economía rusa…
Precisamente, y a propósito de los ataques a larga distancia, los ucranianos se han enfrentado en las últimas horas al posible lanzamiento, por parte de Rusia, de hasta 73 drones tipo Shahed, de los que aseguran haber derribado una cincuentena, como recogimos en el informe de ayer (publicado más tarde de lo habitual).
Sin embargo, desde entonces han seguido llegando drones a territorio ucraniano, como atestiguan las alarmas recurrentes publicadas por el Ministerio de Defensa del país. Además de esto, se han escuchado explosiones en localidades como Zaporiyia o Jersón, además de en Chernígov. Dicho lo cual, apenas han trascendido informaciones relativas a destrucción o víctimas.
Del lado contrario, lo más relevante es la destrucción por parte de Ucrania de un depósito de combustible en Kaluga (54.531037, 36.302732), situado cerca del centro de esta localidad. Además, hace unas horas se ha hablado de lanzamiento de misiles suministrados por Occidente contra objetivos en Kursk, aunque estamos a la espera de más datos.
Pese a todo ello, habría sido una jornada relativamente tranquila para Rusia, al menos si se tienen en cuenta los datos proporcionados por su Ministerio de Defensa, que ha hablado apenas del supuesto derribo de «44 vehículos aéreos no tripulados».
En cuanto a los combates y los movimientos, apenas hay novedades desde ayer, entre otras cosas porque el informe al haberse publicado unas horas más tarde de lo habitual, ya recogía muchos de los últimos cambios.
Así las cosas, comenzando por el sector más septentrional, el de Kursk, continúa la tónica de las semanas anteriores, con Rusia logrando pequeños avances (ya habría logrado retomar el 40% del territorio perdido durante la ofensiva ucraniana) a costa de importantes pérdidas.
Donde sí hay alguna novedad significativa es en el sector de Járkov, pues allí las tropas rusas habrían retomado Pershotravneve y vuelto a entrar en Kopanki.
Sin novedades de Kupiansk, de Kreminna, de Siversk, a pesar de que hay fuentes que parecen apuntar a nuevos combates en Bilohorivka, de Chassiv Yar o de Toretsk, pasamos al sector de Pokrovsk-Kurajove. En este caso, por una parte, nos encontramos con las tropas rusas intentando ya que están bloqueadas en Sontsivka desde hace días, intentando avanzar en dirección sur por la vía entre Vosnesenka al norte y Beretsky, en la orilla del Vovcha. Además, ya al sur del Vovcha, han conseguido nuevos avances hacia Trudove, aunque por el momento continúan fracasando en su intención de hacer caer rápidamente a los ucranianos que aguantan en el curso del Sukhi Yaly.
Por último, en dirección a Velika Novosilka cabe decir que ha continuado degradándose la situación para los ucranianos, tras ampliar el Ejército ruso su control sobre las zonas de cultivo al este de la ciudad. De hecho, algunas fuentes cifran el avance ruso en la zona en hasta 70 kilómetros cuadrados en apenas cinco días, algo muy fuera de lo común en esta fase de la guerra. Lo peor para Ucrania es que si esta localidad cae, los ucranianos verán cómo todas sus defensas al sur del país se ven amenazadas.
Por cierto, que el comandante del grupo de fuerzas sur ruso, coronel general Gennady Anashkin, ha sido relevado recientemente, algo que se sospechaba y solo ha sido confirmado en las últimas horas. Al parecer, la destitución se debe a una pérdida de confianza, pues habría suministrado a su superior, el general Guerásimov, información falsa sobre la situación en el campo de batalla.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional como es habitual durante los fines de semana, ha sido testigo de una reducción en el número de noticias. No obstante, alguna de ellas es importante. De hecho, comienza hoy en la UE, en donde según Le Monde se está discutiendo con fuerza por parte de varios Estados Miembros la posibilidad de enviar tropas y de permitir el acceso a Ucrania de compañías militares privadas occidentales, en especial si se produce un corte sustancial del apoyo a Kiev por parte de los Estados Unidos. Todo a la vez que ucranianos y franceses tocan temas, en sus reuniones, como el de la futura arquitectura de seguridad en el continente.
A propósito, si hacemos memoria esta posibilidad fue planteada ya durante el pasado mes de febrero por el presidente francés, Emmanuel Macron, aunque hay que decir que choca con la oposición frontal de un buen número de socios dentro de los Veintisiete. Sin embargo, no deja de ser cierto que, según la situación en el frente se degrada para Ucrania los incentivos para enviar tropas o implicarse de forma más directa en la guerra no dejan de crecer (el lanzamiento de un IRBM por parte rusa buscaba frenar este aumento en la implicación por la vía de la escalada, a lo que desde Ucrania piden que se responda «rechazando el chantaje» ruso).
Además, son cada vez más las voces (en nuestras páginas hemos publicado una reciente columna de opinión sobre ello) que piden que los europeos tomen la iniciativa en este sentido, no sólo para garantizar que un hipotético acuerdo de paz o alto el fuego es respetado, sino para maximizar la posición de la UE frente a los Estados Unidos, entre otras cosas.
El otro punto caliente del día lo encontramos en Rumanía, en donde en la primera ronda de las elecciones a la presidencia y contra todo pronóstico, se ha impuesto el candidato Calin Georgescu, conocido por sus posiciones contrarias a la OTAN y cercanas a Rusia. Calin, al que las encuestas situaban con menos del 10% de la intención de voto, obtuvo más del 22,5% de los votos. Así pues, se medirá con la candidata liberal-conservadora Elena Lasconi, a la que deberá enfrentarse el próximo 8 de diciembre en segunda vuelta.
Pasando a Ucrania, desde este país apenas se ha mostrado mínimamente activo -al menos públicamente- su presidente, Zelenski, quien en su alocución diaria ha informado a sus ciudadanos sobre los últimos paquetes de ayuda suministrados por socios como Dinamarca o los Estados Unidos, a la vez que ha hablado de las sanciones y su importancia. Es más, ha culminado su mensaje diciendo que «Debemos hacer todo lo posible para obligar a Rusia a buscar la paz, la verdadera paz. Esto solo se puede lograr mediante dos cosas: ayudar a Ucrania y presionar a Rusia».
El otro alto cargo ucraniano que ha permanecido activo has sido el presidente de la Rada Suprema, Ruslan Stefanchuk, quien se ha reunido con la portavoz del Senado canadiense, a quien ha agradecido el «inquebrantable» apoyo del país norteamericano y la reciente entrega de un sistema NASAMS y con quien ha hablado sobre las necesidades ucranianas en materia de armamento, las sanciones a Rusia o el empleo de los activos rusos congelados.
Pasando a Rusia, desde este país han asegurado que responderán «por todos los medios» al suministro de armas por parte de Corea del Sur a Ucrania si es que este llega a producirse, lo que sería a su vez una respuesta surcoreana a los envíos de tropas y material (incluyendo munición y misiles balísticos) a Rusia por parte de Corea del Norte.
Además, tanto desde el Kremlin como desde el Ministerio de Exteriores ruso han vuelto a esgrimir la amenaza de una escalada para intentar doblegar la voluntad occidental. Así, el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Ryabkov, ha dicho a propósito del lanzamiento del IRBM días atrás que «Eso fue principalmente una señal de que estamos decididos a responder a las provocaciones y a las medidas de escalada de los patrocinadores occidentales del régimen de Kiev de tal manera que entiendan lo grave que es el momento y que podamos encontrar respuestas militares a los últimos desafíos».
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, se ha referido a los últimos cambios en la política nuclear, afirmando que es una señal hacia Occidente de forma que «El presidente Putin ha dado la orden de preparar cambios para adaptar nuestra doctrina a las condiciones de la actual confrontación, provocada por los países occidentales. No obstante, Putin tiene que reaccionar ante una escalada sin precedentes, provocada sobre todo por la administración saliente de Washington».
Siguiendo con Rusia, su presidente ha mantenido una reunión telefónica en las últimas horas con su homólogo turco, Erdogan, quien tras la llamada ha declarado «que su objetivo es aumentar la cooperación entre Turquía y Rusia en muchas áreas, incluida la expansión del volumen de comercio», lo que no ha evitado que el turco haya condenado en el pasado la invasión de Ucrania por parte rusa y siga manteniendo una posición neutral.
Por otra parte, ha sido noticia también en medios rusos y occidentales la captura de James Scott Rhys Andersen, de 22 años y de origen británico y antiguo integrante de las Fuerzas Armadas de este país y quien estaba luchando en Ucrania formando parte de las AFU, concretamente en el sector de Kursk.
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