Durante la última jornada han sido noticia las probables condiciones que un hipotético plan de paz en el que estarían trabajando los miembros de la futura Administración Trump podrían imponer a Ucrania. Además, poco a poco se van materializando los acercamientos, por ahora con base en pequeños gestos, entre Rusia y el futuro gobierno estadounidense. El apartado diplomático, sin embargo, ha estado ocupado en lo más inmediato por la 4ª European Political Community Summit, celebrada en Budapest y en la que ha tomado parte Zelenski, quien se ha reunido además con Macron o con Rutte, entre otros. Más allá de esto, los debates más interesantes del día han girado en torno a la forma en que Ucrania está gestionando sus unidades y su personal y cómo esto podría estar afectando a la capacidad de combate de las AFU.
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Más allá de la victoria de Donald Trump y el impacto que esta pueda tener sobre el desarrollo de la Guerra de Ucrania o incluso sobre su finalización –tanto el norteamericano como Putin se han mostrado dispuestos recientemente a retomar los contactos-, hay otros temas que son relevantes y que afectan a las posibilidades militares ucranianas a día de hoy. Una de ellas se relaciona con dos aspectos clave: la falta de personal como problema general de las AFU y la disminución de la potencia de combate de las nuevas unidades ucranianas que desde hace un tiempo se vienen desplegando sobre el terreno.
Como sabemos, y hemos dicho hasta la saciedad, a largo plazo la guerra perjudicaba a Ucrania pues las diferencias de PIB, capacidad fabril o personal se harían cada vez más agudas (algo en lo que también influiría el cansancio progresivo de los aliados de Ucrania, según fuesen viendo esta guerra por delegación como menos rentable a sus intereses). Así las cosas, el problema del personal se viene manifestando de forma cada vez más dramática desde la batalla de Bakhmut, del mismo modo que el apoyo occidental ha sido cada vez más difícil de conseguir para Kiev tras los cambios introducidos por el general Surovikin y la forma en que logró invertir la relación de costes en la guerra.
Han sido bastante comentadas en las últimas horas algunas declaraciones, hechas en redes sociales, a propósito de la forma en que las AFU están constantemente generando nuevas brigadas (las famosas 150s y 160s de las que hemos hablado en alguna ocasión), perdiendo por el camino buena parte de la potencia de combate de las unidades que ya estaban en activo -al retirar de estas efectivos con formación para formar el núcleo de las brigadas nuevos-, reduciendo en el proceso la potencia de combate general de las AFU.
Comentarios que no surgían de la nada, sino que llegaban como respuesta a una explicación, dada desde la cúpula de las AFU, a propósito del porqué de estas nuevas unidades, en lo que es un argumento perfectamente criticable que recuerda mucho a otras guerras y otros tiempos: Ucrania estaría intentando responder simétricamente a Rusia, país que no deja de crear nuevas unidades (según pierde muchas de las que despliega en sus ataques) y de extender la línea de frente. Olvidaron decir que Rusia, que desde hace un tiempo logra reclutar con regularidad alrededor de 30.000 hombres al mes y valora mucho menos que Ucrania la vida de sus militares pues son un bien fungible más, puede permitirse ese dispendio, cosa que Ucrania, con su minada base de población, no.
Así las cosas, desde que las unidades 150s y 160s comenzaron a ser desplegadas (es una denominación genérica) han sido criticadas hasta la saciedad por su tendencia a abandonar el combate antes de tiempo, los errores básicos cometidos en procesos como el de las rotaciones o el alto nivel de deserciones. También por el escaso nivel de preparación demostrado, a pesar de que los programas de formación en el extranjero han continuado adelante, si bien cada vez más militares ucranianos son adiestrados en el propio país. Algo que, por cierto, genera un problema adicional para Ucrania, pues dada la falta de efectivos muchos de los militares que deberían emplearse para formar a nuevos reclutas son enviados al frente, perdiéndose su conocimiento cuando causan baja.
Pese a ello, desde Ucrania no han cesado de formar unidades nuevas según iban logrando reclutar más personal, amparándose como puede verse en la entrevista sobre estas líneas (el traductor de Google con captura de pantalla funciona muy bien en estos casos) en la necesidad de ofrecer una respuesta simétrica al esfuerzo ruso. Algo que en muchas ocasiones se ha venido haciendo por la fuerza (evitando de paso una movilización general): una cuestión muy polémica entre otras cosas porque tiene un impacto directo sobre la calidad de la tropa y su tendencia a la deserción y, también, porque da un notable argumento a las campañas de propaganda rusa, que repiten una y otra vez la frase «hasta el último ucraniano» para desmoralizar a su enemigo) más personal.
El asunto es que Ucrania, que en fases importantes de esta guerra llegó a gozar de superioridad numérica (antes de la movilización parcial rusa y el recurso radical a Wagner y al empleo de personal procedente de las prisiones, entre otros), nunca ha obtenido grandes réditos de dicha superioridad per se, sino de otros elementos como una mejor formación, el aprovechamiento de las ventajas técnicas o el empleo de tácticas más imaginativas. Entrar ahora en la carrera por compensar simétricamente a Rusia, cual Hitler en los dos últimos años de la Segunda Guerra Mundial quitando regimientos a cada división para doblar nominalmente el número de estas disminuyendo la potencia de combate de cada unidad individual y del conjunto, no parece una solución razonable.
Y es que aun entendiéndose la necesidad de poblar de personal las líneas defensivas, quien más quien menos parece tener claro que esto se haría mejor sometiendo las unidades que han sufrido un mayor desgaste (pero que conservan un núcleo de mandos, de saber hacer y de espíritu de cuerpo) a un proceso de R&R en el que se emplearían los nuevos reclutas, en lugar de crear nuevas unidades cuyo rendimiento es cada vez más bajo.
Más allá de lo anterior, e independientemente de la aproximación ucraniana (a pesar de quienes consideran a Zelenski, Syrskyi y demás infalibles, lo cierto es que desde otoño de 2022 por razones endógenas o exógenas han cometido varios fallos claros en cuanto a su estrategia que explican en buena medida la actual situación), la guerra continúa con nuevos ataques rusos con armas de largo alcance contra el territorio de este país. Así, en total habrían sido empleados 106 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) según el Ministerio de Defensa ucraniano, de los que aseguran haber derribado hasta 74.
Entre los puntos alcanzados figuran un día más Odesa, localidad costera en la que se han reportado diversos daños en edificios residenciales e incendios. En Krasnopilia, en la región de Sumy, se ha producido también un ataque ruso que ha dañado otra vivienda. Por otra parte, dos personas han resultado muertas y cinco más heridas en Mykolaivka, en la región de Donetsk. Lo más grave ha ocurrido en cualquier caso en Zaporiyia, en un ataque a un hospital que ha dejado también varios heridos y hasta el momento por lo menos cinco fallecidos. Además, 25 personas han sufrido heridas en un ataque con drones contra Járkov y tres más en otro sobre Kiev.
Del lado contrario, a la espera de que sigan trascendiendo datos sobre los efectos del ataque ucraniano de ayer contra la base naval de Baltiysk, lo más relevante es el que durante la noche han conducido contra una refinería en Saratov, a orillas del Volga. Además, aunque esto afectaría en realidad a la parte de los combates, el general de división Pavel Klimenko, jefe de la 5ª Brigada Motorizada Independiente habría fallecido tras un ataque ucraniano con un dron FPV contra el vehículo en el que viajaba.
Dicho esto, el Ministerio de Defensa ruso ha hablado, en su último informe diario, de la supuesta destrucción de «55 vehículos aéreos no tripulados» lanzados por Ucrania, sin especificar más detalles.
En cuanto a los combates y los movimientos, comenzamos nuestro repaso por el sector de Kupiansk y, más precisamente por los alrededores de esta localidad a orillas del Oskil cada vez más asediada por los ataques rusos, que se producen ahora tanto desde el norte (Synkíivka) como desde áreas al este (en torno a Kyslivka) como desde el saliente de Pischane, al sur.
En el sector de Siversk, se han seguido registrando ataques rusos en el área de Ivano-Darivka, una vez tomada esta localidad por el Ejército de dicho país.
Sin novedades de Chassiv Yar, pasamos al sector de Toretsk, en donde después de los últimos contraataques exitosos por parte de las AFU, Rusia ha retomado los avances hacia puntos del centro de dicha ciudad. Eso sí, al mismo tiempo, dado que su posición en el interior de Toretsk esté demasiado expuesta a los ataques ucranianos, combaten también algo más al sur para intentar expulsar a las AFU del espacio entre Toretsk y Zalizne.
Un día más, lo más relevante continúa ocurriendo en Pokrovsk-Kurajove. De esta forma, en dirección a la primera de estas localidades, se han registrado importantes avances rusos hacia Novooleksandrivka y en torno a esta población, tomada en las últimas horas por Rusia.
En dirección a Kurajove, por su parte tenemos desde el norte que han seguido los rusos progresando por la orilla septentrional del río Vovcha, tomando posiciones ucranianas en Stepanivka e Ilinka. En cuanto al sur, por su parte, lo más importante han sido los recientes avances rusos al norte de Yasna Polyana.
Por último, ya en Zaporiyia, se ha venido hablando de avances avances rusos al este de Nesteryanka, en el antiguo eje de Orijiv.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional, como cabe suponer, continúa plagado de referencias a la victoria electoral de Donald Trump, en muchos casos en forma de artículos en los que se intenta explorar cuál será su aproximación al problema Ucrania (algunos de los cuales consideran que su llegada a la Casa Blanca es una buena noticia para Zelenski) o su doctrina en cuanto a la política internacional, incluyendo la futura relación con Rusia, así como a cuál será la relación con el Pentágono, en lo que podría convertirse en un problema serio por sus consecuencias para las Fuerzas Armadas estadounidenses.
Todo mientras desde Rusia, como adelantábamos al principio del informe, comienzan a lanzar poco a poco señales de ser receptivos a las propuestas que pueda hacer Trump (es más, incluso han cambiado de parecer respecto a la felicitación oficial, que ayer negaban) y mientras algunos autores hablan sobre cómo este conflicto, al exceder con mucho a la propia Ucrania, no será tan fácil de solucionar como algunos pretenden.
Además, se ha venido especulando sobre cómo sería el plan de paz de la Administración Trump, por más que no haya detalles públicos oficiales; solo rumores. En concreto, ha sido The Washington Post el medio que ha tratado el tema en las últimas horas, hablando abiertamente de la imposición a Ucrania de la cesión de Crimea y el Donbás. Otros medios como el Wall Street Journal incluso iban más allá, al hablar de condiciones como el establecimiento de una zona desmilitarizada de 800 millas, el compromiso de no integrar a Ucrania en la OTAN en al menos 20 años y, a cambio, el ofrecimiento de numeroso armamento a este país para que pueda generar disuasión suficiente frente a Rusia. Armamento que deberá ser mucho si de lo que se trata es de alterar la visión rusa, atendiendo a la postura de sujetos como Karaganov, quien ha dejado clara su postura respecto a cualquier hipotético plan de paz…
Y, por supuesto, está en el aire la cuestión alemana, una vez que la coalición gobernante se ha roto. Así, aunque las consecuencias en este caso para la guerra de Ucrania son menos evidentes de forma inmediata, podrían ser importantes si en unas futuras elecciones y como se tema, la ultraderecha mejora notablemente sus resultados.
Mientras nada de esto se concrete, es hasta cierto punto ocioso hablar de ello, por lo que pasamos a otros temas. Así, en las últimas horas tenemos que Zelenski ha viajado hasta Hungría para participar en la 4ª European Political Community Summit, durante la cual se ha reunido con el presidente francés, Macron y con el secretario general de la OTAN, Rutte en Budapest. Zelenski ha ofrecido a sus interlocutores una actualización de la situación en el campo de batalla, ha solicitado nueva asistencia militar y ha alabado el apoyo francés al «Plan para la Victoria de Ucrania». Además, en una conferencia de prensa ofrecida en la capital húngara, Zelenski ha vuelto a recordar que un alto el fuego es imposible sin garantías de seguridad claras para su país.
Por supuesto, al ser la cita en Hungría, se ha reunido con autoridades de este país, cercano en muchos aspectos a Rusia y que ha tratado a su forma de hacer de intermediario en la persona de Orban. A propósito, Zelenski ha asegurado que «rania aspira a establecer relaciones sólidas con Hungría, basadas en los principios de igualdad y respeto mutuo», mientras intentan resolver algunas de las diferencias históricas entre los dos países, como las relacionadas con las minorías. Eso sí, Zelenski ha destacado que «un acuerdo bilateral entre Ucrania y Hungría debe incluir el apoyo a la membresía de Ucrania en la OTAN», algo respecto de lo cual Orban se ha manifestado radicalmente en contra en numerosas ocasiones.
A la capital húngara le ha acompañado, además, su ministro de Exteriores, Andrii Sybiha, quien ha aprovechado la cita para hablar con sus contrapartes de los otros 23 Estados participantes, aunque no ha dado más detalles.
Más allá de esto, la Cumbre ha servido para tratar otros temas como «los desafíos de seguridad de Europa , en el contexto de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y la escalada en curso en el Medio Oriente, la migración irregular y cuestiones relacionadas con la seguridad económica y la conectividad en términos de energía, transporte, TI y comercio global».
Saltando a otro tema, el primer ministro ucraniano ha anunciado que el Banco Mundial ha concedido finalmente un paquete de ayuda por valor de 750 millones de dólares que serán parte del programa SURGE y permitirán financiar algunas de las reformas necesarias para cumplir con los criterios de acceso a la UE. Además, Shmyhal también ha mantenido una conversación telefónica con su homóloga canadiense, agradeciendo la decisión de este país de suministrar un paquete de ayuda por valor de 400 millones de dólares canadienses (267 millones de euros), así como asistencia financiera a cargo de los activos rusos congelados por un montante de 5.000 millones de dólares canadienses (3.341 millones de euros).
En otro orden de cosas, el Reino Unido ha impuesto nuevas sanciones destinadas a impactar sobre la capacidad del complejo industrial-militar ruso, así como sobre las compañías militares privadas que Rusia emplea en África, afectando las nuevas medidas en total a 56 personas físicas y jurídicas.
Desde Rusia, mientras tanto, han seguido haciendo caso omiso de las sanciones internacionales, han firmado nuevos acuerdos petrolíferos y de seguridad con Venezuela, para lo cual el viceprimer ministro ruso, Dmitry Chernyshenko, se ha dirigido hasta la capital de este país, Caracas. Allí, una vieja conocida de los españoles, la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, agradeció al presidente ruso el equipo proporcionado a Venezuela, así como el asesoramiento técnico.
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