A lo largo de la última jornada, y mientras la atención internacional continúa puesta sobre las elecciones estadounidenses y todo aquello que las rodea, se ha hablado también acerca de las intenciones del régimen norcoreano a la hora de enviar tropas a la región de Kursk, en lo que algunos interpretan como un intento desesperado por parte de Kim Jong Un para mantener «atado» a su aliado ruso. Más allá de esto, y mientras la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, visitaba Ucrania y el Banco Mundial anunciaba la futura entrega a Ucrania de fondos por valor de hasta 600 millones de dólares para animar la actividad empresarial, los combates han continuado adelante, con nuevos avances rusos en el sector de Pokrovsk-Kurajove y en Vuhledar y ucranianos en el de Járkov.
En estos momentos, en lugar de pedir fondos para mantener esta web consideramos mucho más lógico pedir fondos para quien realmente lo necesita, caso de los ciudadanos de la Comunidad Valenciana afectados por la DANA. Para todo aquel que quiera ayudar a los operarios de la Cruz Roja, se puede hacer mediante su página web, llamando al 900 104 971, con un bizum al 33512 o mandando un SMS con la palabra ‘AYUDA’ al 38092, en el que se donarán seis euros a la causa.
A escasas horas para que comience la jornada electoral en los Estados Unidos, la actualidad de la guerra de Ucrania liga estas elecciones con el paso dado por Rusia y Corea del Norte con el envío de tropas juches a la región de Kursk, que el presidente ucraniano cifra ya en 11.000 efectivos. Más allá del componente de escalada que el movimiento implica, del hecho de que todavía no hayan participado en los combates (aunque podrían haber sido atacados ya por los ucranianos) o de la tibia respuesta por parte de los aliados de Kiev, las preguntas que muchos se hacen giran en torno a las razones por las que Kim Yong Un ha decidido implicarse directamente en un escenario que está a miles de kilómetros de la península coreana.
Las respuestas que se han manejado han sido de varios tipos. Algunas de ellas poniendo el acento en la escasez de personal que Rusia estaría sufriendo tras las decenas de miles de bajas acumuladas en su ofensiva en el sector de Pokrovsk-Kurajove (los ucranianos, por cierto, aseguran que el bando ruso ha superado las 700.000 bajas desde el inicio de la guerra). Otras, con la firma, hace unos meses de un acuerdo de defensa mutua entre Corea del Norte y Rusia cuyo contenido ha sido tachado de ambiguo (Putin sostiene exactamente lo contrario) pero que «implica una cooperación verdaderamente estratégica profunda en todas las áreas, incluida la seguridad» en palabras del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov y que abriría la puerta precisamente al envío de tropas de uno a otro país en caso de necesidad.
En el fondo, lo que tenemos es a dos países que se necesitan y que no pueden contar al nivel que les gustaría con la colaboración y respaldo de una China que se beneficia de sus acciones, pero que no quiere arriesgarse ni a participar directamente en la guerra ni a las consecuencias que esto podría implicar no sólo en términos de escalada, sino para su economía, la cual desde hace un tiempo sigue una evolución que dista mucho de la deseada por Beijing.
Sin embargo, a pesar de que ambos se necesiten, resulta interesante intentar dilucidar quién necesita más a quién en estos momentos, ya que eso puede ayudar a determinar tanto el futuro de esta alianza como el nivel de implicación que cada uno de los socios puede tener en ella llegado el caso. Y aquí, por mucho que desde algunas fuentes se siga esgrimiendo el argumento de la escasez de personal o de munición por parte de Rusia, quienes más saben sobre Corea del Norte, que son los surcoreanos, hacen una lectura totalmente opuesta.
En concreto, hablan de una relación en la que una Corea del Norte aislada y paupérrima necesita mucho más a Rusia que al contrario. Además, dan cifras acerca de los acuerdos de intercambio que hay detrás de los de seguridad, asegurando que «A largo plazo, Corea del Norte tiene más que perder que ganar al unirse a la guerra de Rusia». Y es que, según los informes elaborados en Corea del Sur, Rusia estaría ofreciendo entre 600.000 y 700.000 toneladas de arroz, lo que cubriría parte del déficit de 1.000.000 de toneladas que el país juche padece a la hora de alimentar a su propia población. Además, dados los números que se están manejando en relación con los salarios de los militares y trabajadores norcoreanos transferidos a Rusia, solo en este concepto el régimen de Kim Yong Un ingresaría divisas por valor de 200 millones de dólares anuales, algo que necesitan.
Lo que es mucho más interesante si cabe, estaríamos asistiendo a un intento desesperado por parte del régimen de Pyongyang por «amarrar» a su aliado a toda costa, sumando la disuasión extendida que Rusia puede ofrecer a la que las Fuerzas Armadas y en especial el programa nuclear de Corea del Norte son capaces de generar, en un escenario en el que a pesar de sus desarrollos en misilística y su retórica agresiva, es evidente que año a año el régimen juche acumula un importante retraso económico y técnico frente a sus rivales.
Todo, con la vista puesta en las elecciones norteamericanas y en un escenario en el que, de producirse una victoria por parte de Trump, muchos dan por descontado que en Ucrania se alcanzaría un rápido alto el fuego, posibilidad que no es del agrado de Pyongyang en la medida en que haría sus envíos de munición irrelevantes. Algo que, a su vez, reduciría su capacidad negociadora frente a Moscú y podría frenar la transferencia de tecnología militar rusa a Corea del Norte, la entrada de divisas o el nivel de implicación ruso en la seguridad del país juche, a pesar del acuerdo de defensa mutua. Posibilidades que aterran a Pyongyang en un contexto en el que sus movimientos han provocado además la lógica reacción por parte de algunos de los aliados de Corea del Sur que, a pesar de mantener un perfil relativamente bajo, han dado algunos pasos, caso de la Unión Europea.
Así las cosas, el envío de tropas norcoreanas a la región ucraniana de Kursk -en donde, insistimos, todavía no han participado en acciones ofensivas aunque sí podrían haber sido ya víctimas de ataques ucranianos- sería un intento desesperado no de Putin, sino del régimen de Pyongyang para seguir siendo relevante para su aliado ruso, en la convicción de que la guerra podría llegar a su fin rápidamente en función del resultado electoral estadounidense. Una interpretación que ayudaría a entender hasta cierto punto la relativa calma con la que los aliados de Ucrania y Corea del Sur se están tomando el asunto, incluso a pesar de hacer un seguimiento cercano de la presencia de tropas norcoreanas en Kursk.
Dejando lo anterior a un lado, pasamos a exponer lo ocurrido sobre el terreno en las últimas horas, comenzando como cada día por los ataques a larga distancia que unos y otros hayan podido protagonizar. Así, empezando por los lanzamientos rusos, desde el Ministerio de Defensa de Ucrania aseguran haber recibido hasta 80 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) de los que 50 habrían sido derribados por sus defensas antiaéreas.
Dicho esto, las defensas han estado muy activas en zonas como Kiev, coincidiendo con la visita de la ministra de Exteriores germana, Annalena Baerbock a la capital ucraniana. También en Sumy y, como es habitual, en Odesa, aunque en este caso se habla de lanzamiento de misiles por parte rusa, algo que probablemente los ucranianos incluyan en su próximo informe oficial. Y, además de todo esto, dos menores han resultado heridos en Husarivka, en la región de Járkov, por la explosión de lo que podría ser un UXO.
En el caso de Rusia, aunque desde su Ministerio de Defensa han hablado del supuesto derribo de «cuatro sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes HIMARS de fabricación estadounidense, una bomba aérea guiada Hammer de fabricación francesa y 42 vehículos aéreos no tripulados», no han trascendido los efectos de ninguno de los posibles ataques ucranianos.
Pasando ya a los combates y los movimientos, mientras desde Ucrania toman medidas para asegurar la supervivencia de sus médicos y sanitarios militar, que al parecer son víctimas recurrentes de los ataques rusos, comenzamos hoy ante la falta de novedades en Kursk por el sector de Járkov, en donde las Fuerzas Armadas ucranianas han recapturado algunas viviendas al norte de la localidad de Lyptsi en los últimos días al tiempo que intentan hacer lo propio al norte de Vovchansk.
Dado que los cambios de los que se ha hablado en las últimas horas en el sector de Kupiansk ya los habíamos recogido en informes anteriores, pasamos directamente al de Siversk, en donde el Ejército ruso ha estado presionando recientemente en Spirne e Ivano-Darivka, según algunas fuentes tomando ambas plazas.
Más al sur, dado que no se han registrado cambios en Chassiv Yar, pasamos al sector de Toretsk. Allí como puede verse sobre estas líneas se estarían produciendo combates continuos en el centro de la localidad, con intentos rusos por retomar parte de las posiciones perdidas la pasada semana y acciones ucranianas encaminadas a impedirlo.
En cuanto al sector de Pokrovsk-Kurajove, comenzando con la dirección a esta primera ciudad tenemos que el Ejército ruso, además de continuar con sus acciones desde localidades como Novohodrivka o Selydove (como explicamos en su momento, carece de medios por ahora para lanzar un ataque contundente hacia Pokrovsk o aspirar a tomar dicha ciudad), intenta progresar en Novodymitrivka. En dirección a Kurajove, por su parte, tenemos al norte que continúan buscando la forma de expulsar a los ucranianos de la orilla septentrional del embalse del Vovcha, para lo que presionan sobre Kreminna Balka, Novoselydivka y en dirección a llinka.
En el sector de Vuhledar, por último, las tropas rusas al tiempo que siguen lanzando ataques contra las poblaciones controladas por Ucrania junto al Sukhi Yaly, han continuado avanzando hacia Trudove y en Kasna Polyana.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional llega hoy parco en noticias, ya que la mayor parte de la atención continúa fijada en las inminentes elecciones estadounidenses, en sus posibles consecuencias y en todo aquello que las rodea, incluyendo las acciones de desinformación conducidas por Rusia con la intención de influir sobre los resultados. Pese a lo cual, desde los propios Estados Unidos aseguran que no hay evidencia alguna de que este tipo de acciones puedan influir sobre los votantes ni, al tiempo que ponen en valor la seguridad del sistema.
A propósito de las acciones rusas, aunque en este caso de otro tipo, ha sido también noticia el intento de provocar un incendio a bordo de sendos aviones de la compañía DHL en Reino Unido y Alemania el pasado mes de julio; una acción tras la cual se cree que estaría este país y que sólo ahora ha trascendido.
Pasando a Ucrania, la gran noticia de la jornada pasa por la visita de la ministra de Exteriores teutona a Kiev. Annalena Baerbock, en el marco de su viaje, se ha reunido tanto con su homólogo ucraniano, Sybiha, con quien ha tratado sobre cooperación industrial, asistencia militar y energética o aumentos en la producción de drones, como con el presidente ucraniano, Zelenski. Con este último ha tratado en lo básico los mismos temas, como era de esperar, aunque en los mensajes publicados en redes sociales se ha puesto el acento en que los ucranianos esperan que el apoyo alemán se mantenga durante el próximo año, lo que también es interesante.
Por supuesto, también se ha tocado el tema de la futura adhesión de Ucrania a la OTAN y a la UE, insistiendo el ministro de Exteriores ucraniano en la necesidad de ambas. Así, a propósito de la OTAN, dijo “La adhesión de Ucrania a la OTAN solucionará la realidad que se ha creado de facto en el continente europeo. La invitación a Ucrania debe cursarse ahora, sin demora. Es un paso político importante para quitarle ilusiones a Putin y animarlo a poner fin a su agresión”.
Curiosamente, apenas se ha hecho referencia alguna a la presencia de tropas norcoreanas en suelo ruso o a la posibilidad de que lleguen a participar en los combates, tocando el tema de refilón la ministra alemana y haciendo hincapié en la ayuda occidental a Ucrania.
La otra noticia principal relacionada con Ucrania la protagonizaba el Banco Mundial, organismo que ha firmado con el país acuerdos que permitirán suministrar a Ucrania hasta 600 millones de dólares con los que impulsar el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, la transición verde, la digitalización y el acceso a nuevos mercados, según ha anunciado el primer ministro Denys Shmyhal.
Además de esto, el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, ha anunciado la reciente firma en Kiev de un memorando de entendimiento con su homólogo lituano, Laurynas Kasciunas, quien también se encontraba de visita en ucrania. Así las cosas, el acuerdo incluye referencias a la producción conjunta de drones, municiones y dispositivos de guerra electrónica.
En cuanto a Rusia, lo más relevante de la jornada tiene que ver con la visita de la ministra de Exteriores norcoreana, Choe Son Hui, al país. Un viaje que le ha llevado a reunirse con el presidente ruso, Vladímir V. Putin y con el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, pero del que apenas han trascendido los temas tratados, si bien se entiende que habrán hablado sobre la implementación de los recientes acuerdos firmados en materia de seguridad, entre otros. Todo mientras desde Japón, por cierto, denunciaban el posible lanzamiento de un nuevo misil balístico por parte del Corea del Norte.
Más allá de esto, también ha sido noticia el hecho de que varios miles de manifestantes proeuropeos se reuniesen en Georgia para denunciar el resultado de las elecciones legislativas del 26 de octubre, que, según afirman, fueron fraudulentas. De hecho, si hacemos memoria, la presidenta Salomé Zourabichvili, rompiendo con el Gobierno, denunció un sofisticado sistema de fraude siguiendo una “metodología rusa”.
Justo lo contrario de lo que Rusia denuncia a propósito de Moldavia, pues la portavoz del Ministerio de Exteriores de este país, María Zajárova, ha hablado de «interferencia manifiesta» en la reelección de la presidenta moldava Maia Sandu. Es más, ha acusado al gobierno moldavo de «una represión sin precedentes por parte de las autoridades contra la oposición y los medios de comunicación independientes, en particular De habla rusa”.
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