Guerra de Ucrania – Día 977

Nueva jornada de noticias aciagas para Ucrania derivadas de una situación en el frente que no deja de deteriorarse en Pokrovsk-Kurajove y en Vuhledar. El país, mientras intenta aminorar las pérdidas territoriales, así como las bajas, prosigue en sus esfuerzos por reunir apoyo internacional suficiente como para que unas hipotéticas negociaciones se desarrollen en condiciones aceptables para sus intereses, para lo cual llama a las puertas de Europa y los Estados Unidos, pero también de Sudáfrica o India, entre otros. Mientras tanto, la competición entre Occidente y Rusia continúa dirimiéndose en escenarios secundarios, como Moldavia o Georgia, país en el que las recientes elecciones legislativas habrían finalizado con la victoria de la candidatura pro-Kremlin y en el cual su presidenta ha anunciado que no reconocerá el resultado.

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Decíamos en el informe de ayer, hecho como buenamente pudimos, que había noticias recientes que hacían pensar en una nueva rebaja en el nivel de ambición de Ucrania, pero también en que, entre bambalinas, se estarían dando pasos mucho más decididos de lo que aparentemente parece, en busca de una salida a la parte militar del conflicto. En este sentido, el hecho de que desde la Oficina del Presidente de Ucrania estén filtrando que Zelenski estaría dispuesto a incluir algunas de las propuestas de China y Brasil en su «Fórmula de Paz» es sin duda un paso significativo; también lo es que se vuelva a hablar de una hipotética celebración de elecciones presidenciales (y legislativas) en Ucrania, que llegaría tras un acuerdo de paz. Al fin y al cabo, aunque estaba claro que la intención de Zelenski es la de permanecer en el cargo hasta que deje de imperar la Ley Marcial (es decir, hasta que cesen las hostilidades), no tienen necesidad alguna de tocar el tema en prensa.

Por supuesto, y al mismo tiempo, Ucrania continúa solicitando de la comunidad internacional el mayor apoyo (incluyendo en las últimas horas llamamientos de Zelenski a Modi para que India influya sobre Rusia), y también que se presione a Rusia para obligar a este país a detener «su terror y guerra», lo que indica que desde Kiev siguen intentando reunir todo el apoyo exterior posible en la convicción de que el resultado de la guerra, para alumbrar una paz estable, necesita de acuerdos más amplios que los que los dos países protagonistas pueden lograr por sí solos. Al fin y al cabo, no deja de ser un episodio más de la competición entre Rusia y Occidente (extensible a algunos de los aliados de este último país), como buena guerra por delegación que es.

También ayuda en forma de nuevas entregas de armamento y de permiso para utilizar el armamento de largo alcance entregado al país contra objetivos en el interior de Rusia, así como inteligencia en tiempo real para poder determinar con la mayor efectividad los objetivos a alcanzar y, en su caso, para poder hacer una evaluación correcta de los daños (importante por ejemplo por si es necesario realizar un segundo ataque). No parece sin embargo que Ucrania vaya a poder desarrollar por sí misma y a tiempo el número y tipología de armas de este tipo necesarias como para dar un vuelco a la guerra, a pesar de sus recientes anuncios. Sea como fuere, lo relevante es que Ucrania sigue considerando importante el apartado militar para llevar a Rusia a la mesa de negociaciones sin que las condiciones que Putin intente imponer sean inasumibles.

En realidad, por duro que resulte hablar en estos términos de un conflicto que ha podido dejar ya bastante más de un centenar de miles de muertos y varias veces más heridos en estos más de dos años y medios, podría decirse que lo que queda por solucionar en este fase son cuestiones de detalle. No tanto territoriales (Rusia no va a renunciar a los territorios que ya controla, algo fácil de adivinar si se atiende a las obras públicas que el país ha acometido en Jersón o Zaporiyia), como relativas a la forma en que se de la inclusión de Ucrania en las instituciones occidentales en el futuro y, especialmente, al grado de amenaza militar que pueda suponer para Rusia.

Esto último puede parecer un tanto fuera de lugar, pero en esta guerra han pesado mucho en todo momento las percepciones, sobre todo las rusas y hay cuestiones como decíamos de detalle que podrían estar frenando cualquier posible acuerdo. No se trata de la entrada de Ucrania en la OTAN (difícil a corto plazo, como hemos explicado en reiteradas ocasiones), sino también de los plazos y términos de su entrada en la UE, que en última instancia situaría a este país también bajo la cobertura que ofrecen los tratados (mientras los Estados miembros intentan dotarse de medios que permitan incrementar una disuasión que está bajo mínimos y que depende, en lo esencial, de los Estados Unidos y de la escasa disuasión extendida francesa).

Por el contrario, como decíamos, hay aspectos mucho más prácticos como la posible creación de una posible zona desmilitarizada, el tamaño y constitución de las Fuerzas Armadas ucranianas al final de la guerra, el proceso de desmovilización, el armamento y sistemas que se proporcionen a este país una vez acabado el conflicto, etc. Rusia, un país que pese a todo se considera asediado por la OTAN, será sumamente sensible a estos y otros detalles, de ahí por ejemplo que continúe atacando con fuerza a pesar de las enormes pérdidas, buscando esa zona de amortiguación en torno a la ciudad de Donetsk de la que hemos hablado en varias ocasiones.

A diferencia de lo ocurrido en otoño de 2022, cuando las percepciones ucranianas eran muy diferentes, las perspectivas de Kiev en estos momentos son mucho menos halagüeñas (lo que no impide que el país pueda estar trabajando en opciones in extremis de distinto signo), algo de lo que se han encargado también sus propios aliados, que intentan demostrar firmeza y unidad frente a Rusia, pero que han ido restituyendo el comercio con este país a través de terceros y que están esperando a que el conflicto termine para ir poco a poco levantando las sanciones que pesan sobre la economía de este país. No se hará, por supuesto, inmediatamente después de un alto el fuego, pues no solo hay que salvar la cara, sino también mantener herramientas de presión sobre Moscú. Sin embargo, tanto las sanciones como la amenaza de detención que pesa sobre distintos elementos del régimen ruso y muchos otros factores serán puntos también importantes en cualquier negociación y podrían alargar o incluso frustrar el proceso. Todo ello a la espera de cuál sea la orientación del próximo gobierno estadounidense, la incógnita clave que todos quieren despejar antes de dar pasos más decisivos.

Por lo demás, en términos amplios el resultado de la guerra está bastante claro: Ucrania habrá ganado en un conflicto por su supervivencia (en ese sentido, ganó la guerra en los primeros meses), mantendrá su independencia frente a Rusia y quedará en buena medida dentro de la órbita occidental (el grado y los detalles es lo que Rusia intenta alterar en esta fase de la guerra). Rusia podrá vender a sus ciudadanos que ha logrado una victoria contra Occidente (a pesar de perder para siempre el grueso de Ucrania), pues retendrá el control sobre regiones que considera clave. Un resultado agridulce para unos y otros, aunque esto no es lo fundamental. Lo realmente importante será la estabilidad estratégica que el resultado del conflicto permita, pues de lo contrario estaremos condenados a nuevas hostilidades en el futuro (como ocurriera tras los acuerdos de Minsk), mientras esta competición continúa librándose en otras latitudes, sean Moldavia o Georgia, estados en los que el grado de dominio ruso u occidental sigue decidiéndose.

Dicho lo anterior (aunque seguiremos abundando sobre distintos aspectos en futuros informes), la actualidad de la jornada nos lleva a hablar una vez más de ataques a larga distancia por una y otra parte. En el caso de Rusia, este país habría lanzado sobre Ucrania un día más decenas de drones, aunque por el momento el Ministerio de Defensa no ha publicado un recuento oficial. En cualquier caso, las defensas antiaéreas han vuelto a estar activas en puntos como la capital, Kiev, o en Sumy, entre otros (allí ha sido alcanzada una subestación eléctrica) A falta de más datos, se habla de nueve heridos en Járkov a consecuencia de ataques rusos, así como de dos muertos en Jersón, en este caso por un ataque artillero.

Del lado contrario, lo más relevante es el ataque ucraniano contra una nueva fábrica de etanol, en este caso en Novokhopyorsk, en la región de Voronezh. Desde Rusia, el gobernador regional ha anunciado el derribo de una decena de aparatos ucranianos, si bien como puede verse en las imágenes sobre estas líneas no ha sido suficiente para evitar importantes daños en las instalaciones. El ataque se une al reciente contra otras dos plantas del mismo compuesto alcohólico, ocurridos hace tan solo unos días en Efremov y Luzhkovsky.

Desde el Ministerio de Defensa ruso, por su parte, apenas han reconocido por el momento el derribo de un dron sobre Voronezh, que se sumaría a otros derribados sobre Bélgorod, Briansk o Kursk. En cualquier caso, no se ha publicado el parte diario oficial por el momento.

En cuanto a los combates y los movimientos, continúan llegando noticias negativas para Ucrania. Algo que hay que enmarcar dentro de la actual fase de la guerra y teniendo en cuenta el hecho de que Rusia carece de los medios para objetivos realmente ambiciosos, como por ejemplo alcanzar las ciudades del Dniéper o incluso luchar por Sloviansk y Kramatorsk sin movilización previa. Dicho lo cual, la situación no ha dejado de complicarse en sectores como el de Pokrovsk-Kurajove y el de Vuhledar, íntimamente relacionados.

Comenzando en cualquier caso por el norte (y mientras se siguen produciendo pequeños combates y acciones seguramente de diversión en la frontera entre Ucrania y la región rusa de Briansk), y dado que el informe de ayer se publicó a una hora más tardía de lo habitual, no se han producido nuevas noticias procedentes de Kursk. Sí alguna en el sector de Kupiansk, en el que han proseguido los combates, con Rusia logrando pequeños avances hacia el sur de Kruhlyakivka, al tiempo que intenta presionar desde Vyshneve, llegando a izar su bandera en la cercana villa de Pershotravneve, si bien está dentro de la zona gris, que explicamos hace unos informes.

Dada la falta de noticias de Chassiv Yar, pasamos al sector de Toretsk, en donde si hacemos memoria había quedado en el aire un contraataque ucraniano que buscaba aliviar la presión por ejemplo sobre los «Terrikons» al sur de la ciudad. Por el momento, todo indica que las AFU han logrado su objetivo, retomando parte del territorio perdido en la zona y devolviendo a las tropas rusas a las áreas boscosas en dirección a Zalizne.

Pasando ya a Pokrovsk-Kurajove, han continuado produciéndose avances rusos hacia el interior de Selydove, localidad de la que ya controlan la mayor parte y en la que parecen haberse producido casos de ataques por parte de militares rusos a civiles ucranianos. A la espera de acciones retardadoras ucranianas, todo indica que Rusia intentará hacerse en lo sucesivo con las cotas al noroeste y suroeste de esta localidad, intentando avanzar por ambas orillas del río Solona, buscando así tomar el área al sur de Pokrovsk.

En cuanto a la dirección a Kurajove, se está incrementando por horas la presión rusa sobre Kurakhivka, al tiempo que lanzan ataques y acciones de distinto tipo contra otras localidades cercanas, caso de Novoselydivka, mientras las AFU hacen lo propio con contraataques a nivel táctico encaminados a retardar los avances rusos, intentando evitar que alcancen la zona minera de Vovchenka.

En el sector de Vuhledar, por último, en en donde peor está evolucionando la situación para las Fuerzas Armadas ucranianas por las razones explicadas ayer. De esta forma, el Ejército ruso habría alcanzado en cuestión de pocas horas Shaktars’ke, Novoukrainka y Bohoyavlenka, localidades que se esperaba pudiesen aguantar varias semanas como mínimo, dada la necesidad, para llegar a ellas, de cruzar áreas despejadas.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

La actualidad internacional, como corresponde al fin de semana, ha disminuido notablemente en relación con los días de labor. Especialmente cuando hablamos de semanas tan intensas como la que ahora termina, en la que han tenido lugar eventos como la Cumbre de los BRICS.

Lo más relevante a nivel internacional, han sido, en cualquier caso, las elecciones celebradas en Georgia, en las que parece haberse impuesto la candidatura prorrusa por un estrecho margen, entre acusaciones de irregularidades y de ser unas elecciones «robadas por el gobierno títere de Putin»; situación muy parecida a la vista días atrás en Moldavia, aunque en aquel caso terminó por imponerse Maia Sandu. En cualquier caso, lo que parece innegable es que tras el acercamiento durante las dos pasadas décadas, Georgia está progresivamente alejándose de un Occidente que no llegó a cumplir muchas de sus promesas y entrando de nuevo en la órbita rusa. Ahora bien, al tratarse de un país tan dividido, no es descartable que la situación degenere en más protestas, disturbios e inestabilidad en general, algo que muchos esperan. De hecho, la presidenta de Georgia, Salomé Zourabichvili, llamó a la población a reunirse el lunes en el edificio del Parlamento en Tbilisi para protestar contra el resultado de las elecciones parlamentarias…

Dicho esto, entre lo más sorprendente de la jornada están sin duda las declaraciones del jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andrii Yermak, quien en una entrevista concedida al medio italiano Corriere della sera ha dicho varias cosas dignas de mención. En primer lugar, que la reunión entre Zelenski y Trump fue bien y que no tienen miedo a una victoria del candidato republicano en las elecciones estadounidenses. Algo que apuntala la idea, que siempre hemos defendido, de que la posición de Trump llegado al poder no sería sustancialmente diferente de la mantenida por la Administración Biden (a pesar de que muchos crean a Trump impredecible y este juegue «la carta del loco») y que el republicano se limitaría, en el peor de los casos, a marcar fechas y topes de ayuda claros a Kiev, a partir de los cuales forzaría una negociación. No hay que olvidar que Trump intentará completar algo que hasta ahora ha sido imposible para los EEUU y que no es otra cosa que el giro hacia Indo-Pacífico anunciado hace ya más de una década por Obama y que todavía no ha podido implementarse por completo. Y es que en el seno de la cúpula estadounidense se sigue debatiendo acerca de la implicación estadounidense en Europa y de qué aliados son más importantes para el futuro del país, algo a lo que se refería recientemente J.D. Vance al hablar de Taiwán…

Por otra parte, siguiendo con Yermak, al tiempo que negaba cualquier posible «concesión territorial» (algo que no casa con sus propias declaraciones sobre las propuestas de China y Brasil ni con ideas como la de «Paz justa» que analizamos en su momento), se mantenía en sus trece en relación con la OTAN, pidiendo la entrada en la Alianza antes de que la guerra concluya y dejando claro que, tanto a su entender como al de Zelenski, la membresía es la única garantía de seguridad posible para su país. Además de esto, entre otras cosas, se mantuvo en sus trece también en relación con la acción de Kursk, que continúa considerando una buena idea a pesar de que el desvío de recursos habría tenido consecuencias en otros sectores.

Una entrevista, en cualquier caso que merece ser leída, teniendo en cuenta que Yermak siempre representa la opción más radical dentro de las distintas visiones que pueda haber en el seno de la cúpula ucraniana; también que es un papel que se ve compensado por otros más conciliadores y amables como el representado en su momento por Kuleba y ahora por Sybiha.

Un Sybiha que, por cierto, continúa con su gira africana, en este caso visitando Pretoria, mientras intenta ganarse el favor del régimen sudafricano, que navega entre dos aguas e intenta mantenerse lo más neutral posible entre unos BRICS a los que ha ofrecido su amistad y un Occidente con el que debe entenderse igualmente.

Cambiando hacia Zelenski, el presidente ucraniano ha hablado en las últimas horas de la cooperación con los países del norte de Europa, en referencia a Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia, de los que espera que apoyen su «Plan para la Victoria de Ucrania». Al parecer, durante la semana que comienza se anunciarán nuevos paquetes de apoyo a Ucrania por parte de los citados estados, así como posibles visitas diplomáticas o acuerdos de algún tipo.


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