Nueva jornada de polémicas en torno al «Plan para la Victoria de Ucrania», presentado esta vez sí por Zelenski ante los Estados miembros de la Unión Europea y, concretamente, en relación con las supuestas ambiciones nucleares de este país, difundidas por el diario alemán Bild, desmentidas desde el Gobierno de Kiev y reafirmadas nuevamente por el reportero encargado del reportaje. Más allá de esto, desde Ucrania han seguido alentando el fantasma de una participación norcoreana en la guerra, afirmando en esta ocasión no tener pruebas de la participación de soldados de esta nacionalidad en el conflicto, pero sí saber que 10.000 de ellos se estarían preparando para tomar parte del lado ruso. Todo esto y más en la jornada previa a que Zelenski tome parte en la reunión ministerial de la OTAN y en la que, sobre el frente, la situación para las AFU ha continuado degradándose en puntos importantes del frente.
Sin ti, este sitio no podría seguir funcionando. Ayúdanos mediante una pequeña donación a través del siguiente enlace:
https://www.buymeacoffee.com/guerradeucrania
Hace unas horas, el diario germano Bild publicaba un artículo del conocido periodista Julian Röpcke (siempre polémico pero, por lo demás siempre firme en su apoyo a Ucrania, pese a ser blanco habitual de los «NAFO» más trasnochados), en el que sacaba a la luz unas declaraciones de Zelenski que podrían ser interpretadas, según se miren, incluso como un chantaje a la OTAN, pues venía a afirmar que si la Alianza no aceptaba la rápida entrada de Ucrania en el seno de la organización, el país volvería a convertirse en una potencia nuclear. Unas declaraciones de las que al parecer Zelenski se retractaría rápidamente y que, desde que fueran publicadas, han generado un intenso intercambio de acusaciones, con miembros de la Administración ucraniana (por ejemplo el embajador de este país en Alemania, Oleksii Makeiev) calificando al periodista alemán de prorruso, el Ministerio de Exteriores negándolo todo, los medios rusos mientras tanto dando difusión a la noticia y Rópcke reafirmándose en lo publicado, todo lo cual merece al menos algunos comentarios.
En primer lugar, y como sabemos, Ucrania renunció a sus armas nucleares al final de la Guerra Fría, recibiendo a cambio garantías a su seguridad. En concreto, fue en 1994 cuando los Estados Unidos, la Federación Rusa y el Reino Unido firmaron los «Memorandos de Budapest sobre garantías de seguridad» que afectaba tanto a Ucrania como a Bielorrusia y Kazajstán (otros Estados que renunciaban a su arsenal nuclear) y que, en sus tres primeros puntos dejaba claro que la soberanía de los mismos y su independencia debían ser respetadas; que el resto de Estados debían «abstenerse de recurrir a la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política» de dichos países y que; se deberían abstener también de ejercer la coerción económica.
Privada de elementos de disuasión, Ucrania ha quedado desde entonces, ya que ni los Estados Unidos, ni el Reino Unido, ni tampoco ningún otro aliado del país como pueden ser el resto de naciones que componen la UE, ha tomado medidas para que los citados memorandos se cumplan. No se trata ya de que en 2014 Rusia pudiese hacerse con varios pedazos del país con la invasión de Crimea y el inicio de la guerra del Donbás, es que Ucrania ha sido víctima en este tiempo de coerción económica y de acciones de guerra política de todo tipo; incluso sus líderes han llegado a ser víctimas de envenenamiento, en el caso de Yúshchenko. Asuntos todos que, independientemente de lo que uno piense sobre los sucesivos gobiernos ucranianos y su orientación, no dejan de ser hechos objetivos.
Ahora bien, las razones profundas para que esto haya sido posible hay que buscarlas en la capacidad rusa para ejercer la «disuasión ofensiva» tanto frente a Ucrania como frente a sus aliados, aprovechando como hemos explicado en diferentes ocasiones los «puntos de Schelling» para actuar, a sabiendas de que lo que estos están dispuestos a arriesgar es mucho menos de lo que la propia Rusia podría llegar a hacerlo llegado el caso; todo lo cual ofrece un considerable margen de acción que se ha dejado sentir una y otra vez en los últimos años y, especialmente, a lo largo de la presente guerra. Una situación posible tanto porque Ucrania es un país no nuclear tras haber renunciado voluntariamente como hemos dicho a su arsenal (que era, por cierto, una fracción considerable del total soviético) y dado que no está amparada por el Art. 5 del Tratado del Atlántico Norte ni por el Art. 42.7 del TUE, al no ser miembro ni de la OTAN ni de la UE (de ahí que Rusia haya atacado este país y no por ejemplo las Repúblicas Bálticas).
Como es lógico, en Ucrania existe un importante resquemor por una situación que les hace sentirse engañados por la comunidad internacional y por sus aliados, si bien Rusia rara vez ha respetado lo firmado, como demuestran casos como la violación del Tratado de Paz de Moscú y el comienzo de la Segunda Guerra de Chechenia, sin ir más lejos. En cualquier caso, lo relevante aquí es que Ucrania, que ahora se siente en una posición de extrema debilidad, sabe que su única esperanza de obtener al final de la presente guerra el resultado esperado (ya hablamos sobre los posibles escenarios) pasa por el concurso de sus socios, reacios sin embargo a aceptar algunos de los puntos clave del «Plan para la Victoria de Ucrania» presentado por Zelenski, como recordó ayer la embajadora ante la OTAN de los Estados Unidos.
Pasa por el concurso de sus socios porque, en último extremo, como venimos advirtiendo desde los primeros momentos de esta guerra, no habrá una salida aceptable para esta guerra sin que la disuasión -problema de fondo, recordemos- sea restablecida. Algo que pasa bien por: 1) la entrada de Ucrania en la Alianza (muy difícil a corto plazo, ya que es inaceptable para Rusia y sería motivo de escalada); 2) en la UE (aunque el nivel de disuasión real en este caso sería cuestionable); 3) por la concesión de garantías de seguridad que vayan mucho más allá de las recogidas en los Acuerdos de Seguridad firmados hasta el momento con más de una veintena de países y que en ningún caso estipulan la defensa mutua, o; 4) por suministrar a Ucrania un volumen de armamento (en cantidad y calidad) y formación, así como el respaldo para su empleo incluso contra Rusia, que pueda alterar los cálculos del Kremlin, algo que tampoco está en la agenda.
En un escenario de guerra por delegación como el actual (ya hemos explicado que el hecho de que lo sea no implica que haya sido provocada por Occidente, ni mucho menos, sino que obedece a otros factores), en el que la ayuda que recibe a Ucrania obedece no tanto a sus necesidades como a los cálculos de coste/beneficio de sus aliados, cuya seguridad no están dispuestos a comprometer (de ahí el éxito ruso a la hora de utilizar el chantaje nuclear), es lógico que tarde o temprano trascienda la frustración. También que Ucrania utilice todos los caminos a su alcance para incrementar la sensación de amenaza de sus aliados, forzando así que sus cálculos cambien y estén más dispuestos a enviar más ayuda o tomar medidas diferentes (lo hemos visto con las noticias relativas a una hipotética entrada de Bielorrusia en la guerra, ahora con el caso de Corea del Norte y, también, con algunas acciones controvertidas como los ataques contra la red de alerta temprana rusa, por ejemplo).
Las declaraciones de Zelenski, que con diferentes matices recogen más medios además de Bild, caso de Politico o de The Kyiv Independent (medio que, como otros en el país, se las ha visto tiesas últimamente con el propio Gobierno ucraniano y que en este caso hace referencia a palabras de Zelenski en su día a Trump), aunque podrían ser consideradas como una suerte de chantaje, en nuestra opinión deben ser interpretadas, a falta de más pruebas, más como una muestra de frustración por parte de Zelenski que como otra cosa. Es así porque: 1) desarrollar armas nucleares y vectores adecuados, aunque posible, no es sencillo; 2) aunque fuese posible, hacerlo en el número adecuado para que realmente ejerzan la disuasión buscada en lugar de provocar un ataque preventivo (ahí tenemos casos como los de Irán o Iraq en su día) supone una dificultad añadida; 3) un programa nuclear dejaría a Ucrania probablemente fuera de la Unión Europea y, con toda seguridad, de la OTAN, dada la reacción de aliados como Hungría, pero también Turquía o incluso unos Estados Unidos reacios a la proliferación, como es lógico; 4) la sola existencia del programa daría alas a la propaganda rusa, tanto externa como interna, permitiendo al Kremlin justificar cualquier nivel de escalada (no olvidemos que Rusia ha alentado tanto como ha podido las noticias relativas a unos hipotéticos y casi seguramente inexistentes planes ucranianos destinados a detonar una bomba sucia) ante su propia sociedad y ante aliados como China, que en este aspecto concreto han ejercido un papel moderador.
Dejando lo nuclear a un lado, cambiamos hacia lo ocurrido en el terreno, en otra jornada de intensa actividad y plagada de malas noticias para las Fuerzas Armadas ucranianas. Así las cosas, comenzamos por los ataques llevados a cabo por Rusia contra el territorio ucraniano, que habrían consistido según el Ministerio de Defensa de este país en el lanzamiento de 56 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) y de un misil Kh-59.
De estos, habrían sido supuestamente derribados o desviados de su rumbo hasta 22 drones, menos de la mitad, con las defensas aéreas funcionando en localidades como Kiev, en donde un edificio de apartamentos ha resultado dañado. Eso sí, el «apagón informativo» ucraniano está siendo severo, pues cada vez es más difícil encontrar evaluaciones de los daños causados por los ataques de rusos, al menos de un tiempo a esta parte.
Del lado contrario, nos encontramos con las autoridades rusas denunciando el lanzamiento de drones ucranianos contra la región de Oryol, en una jornada relativamente tranquila en la que en su informe diario, el Ministerio de Defensa ruso ha hablado del hipotético derribo de «cinco misiles HIMARS de fabricación estadounidense y 43 vehículos aéreos no tripulados».
En cuanto a los combates y los movimientos, iniciamos nuestro repaso una mañana más por el sector de Kursk, en donde las tropas rusas han continuado avanzando tras tomar recientemente Liubymivka. En este sentido, se han registrado avances también desde el norte del sector, en dirección a Malaya Loknya.
Sin noticias relevantes de Járkov, pasamos al sector de Kupiansk, en donde se han producido por un lado un contraataque ucraniano al sur, en el área de Nevs’ke, donde recientemente las tropas rusas habían progresado. Por otra, nuevos ataques rusos en el saliente de Pischane, algo más al norte, con avances en el área de Kyslivka.
El sector de Siversk continúa deparándonos novedades también, pues allí se han producido tanto bombardeos rusos, como intentos de avance en distintas direcciones.
Es en Chassiv Yar uno de los sectores en los que se están produciendo cambios más notables en las últimas horas. Así las cosas, las tropas rusas han logrado progresar de forma importante al sur de la localidad, en el distrito Oktrobryanski, hacia una de las minas de la zona, cruzando para ello el canal de agua dulce.
No es el único, pues también en el sector de Toretsk se continúan registrando avances rusos tanto en dirección a Neplivka, al norte de Niu-York, como en el centro de la ciudad que da nombre al sector.
Lo más relevante, en cualquier caso y una vez más, ha tenido lugar en el sector de Pokrovsk-Kurajove. Allí, por una parte y en torno a Selydove, continúa estrechándose el cerco ruso sobre esta localidad por el sur al tiempo que lanzan distintos asaltos hacia el este y noreste de dicha urbe. Por otra, ya al sur del sector, en dirección a Kurajove, las tropas rusas han conseguido vencer la resistencia ucraniana en Hostre definitivamente, tomando el control de la aldea de Maksymilyanivka, al sur y de Ostrivske, al oeste y ya en la orilla del Vovcha.
Contexto internacional, Diplomacia y Sanciones
En el apartado internacional, Zelenski ha podido al fin presentar su «Plan para la Victoria de Ucrania» ante los Veintisiete (sorprende, como curiosidad, que ciudadanos particulares puedan esbozar planes a priori más sensatos y factibles que el pergeñado por el Gobierno ucraniano), en una jornada en la que, entre otras cosas, se ha reunido también con la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola (mientras el ministro de Defensa, Umerov, hablaba en el mismo).
Así las cosas, en el Consejo Europeo celebrado en Bruselas ha dicho que su plan tiene como objetivo colocar a su país en una posición de fuerza frente a Rusia para estar en una buena posición de cara a unas hipotéticas negociaciones. Concretamente, sus palabras han sido: «Nuestro plan es fortalecer a Ucrania, ser fuertes y estar preparados para la diplomacia».
A la conclusión del citado EUCO, se ha aprobado un documento de Conclusiones, en el que los Veintisiete han reiterado su apoyo a Ucrania, si bien esta no ha sido la única reacción, claro está. De hecho, líderes como Orban han calificado de «aterrador» el «Plan para la Victoria de Ucrania», urgiendo a establecer negociaciones con Rusia a la mayor prontitud. Y más allá del húngaro, cuya postura es de sobra conocida, al igual que su cercanía para con Rusia, sorprende que nadie haya dado una muestra pública de apoyo por el momento al plan de Zelenski, lo cual no deja de ser significativo. De hecho, ni siquiera Von der Leyen se ha referido al asunto más que para decir que Zelenski ha presentado su plan y que la UE ha demostrado su apoyo a Ucrania todo este tiempo.
Hablando de Von der Leyen, ha presidido una reunión tras el EUCO en la que no han participado ni el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ni tampoco Macron o Scholz, aunque no ha trascendido el contenido de las conversaciones. Es una muestra, en cualquier caso, de lo rota que está en algunos sentidos la UE y de cómo los pequeños buscan una posición común frente a los grandes. También de cómo la propia Von der Leyen busca apoyos en algunos países, como los bálticos, más dispuestos a sacar adelante algunas de las propuestas de la Comisión que no Francia o Alemania.
Todo a la espera de la próxima reunión entre Biden, Scholz, Starmer y Macron, en la que sin duda tratarán el asunto y a cuya conclusión quizá dejen algún titular. Una reunión que llegará después de la visita del propio Starmer a China, en la que se asegura que preguntará al régimen comunista sobre su apoyo a Moscú, entre otros temas, pues la intención principal del británico pasa por el deshielo en las relaciones con el gigante asiático.
Desde la OTAN (recordemos que Zelenski también ha participado en la ministerial) tampoco se han producido demasiadas declaraciones en relación con el «Plan para la Victoria de Ucrania» (a pesar de que Zelenski ha insistido en que Ucrania se merece ser el 33º miembro) si bien el secretario general, Mark Rutte, ha vuelto a reafirmarse en su postura, asegurando que el futuro de este país está en el seno de la Alianza; eso sí, sin marcar fechas. Y es que hay que tener en cuenta que, además de Ucrania, la organizaciones tiene varios temas más en agenda. De hecho, era la primera reunión de este tipo a la que asistían ministros de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, mientras aumentan las presiones para que extienda su área de interés con más determinación a Indo-Pacífico o, en su defecto, se cree una alianza similar para dicha región que contribuya a contrapesar a China. En cualquier caso, en unas horas habrá más información, una vez se produzca la comparecencia del secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin III.
Cambiando de tercio, y saliendo de Bruselas, los noruegos han anunciado un nuevo paquete de ayuda a Ucrania que estará centrado en la energía y que tiene un montante de 250 millones de euros. En concreto, el anuncio lo ha hecho el ministro de Exteriores de dicho país, quien ha viajado hasta Kiev, en donde ha sido recibido por su homólogo Sybiha, con quien ha tratado diversos temas como la cooperación industrial en materia de defensa. Es parte de la contribución del país nórdico a la seguridad energética ucraniana, muy comprometida de cara a la estación fría, después de los últimos ataques rusos contra sus infraestructuras. El paquete ha sido rápidamente agradecido entre otros por la Presidencia ucraniana.
Por otra parte, desde Suiza se han comprometido a destinar 5.000 millones de francos suizos (5.328 millones de euros) a la reconstrucción de Ucrania desde la actualidad hasta 2036, según ha anunciado Ignazio Cassis, director del Departamento Federal de Asuntos Exteriores de la Confederación. Según Cassis, quien no ha escondido la principal motivación de los helvéticos: “Queremos que las empresas suizas y Suiza participen activamente en este proceso. Un paso importante en este sentido será la visita de una delegación de empresas suizas a Ucrania el año que viene, lo que abrirá nuevas oportunidades de cooperación e inversión”.
Además de esto, los primeros ministros de Dinamarca, Países Bajos y la República Checa han anunciado su intención de continuar con el programa de adquisición de municiones para Ucrania hasta finales de 2025, lo que permitirá entregar al país varios cientos de miles de disparos más en los próximos meses.
Otro asunto en la jornada del día ha sido la Conferencia sobre Acción Contra las Minas en Ucrania (UMAC-2024), presidida por el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal. El país pretende estar totalmente libre de minas para 2033, para lo que necesitará una enorme inyección de fondos. De hecho, se calcula que el total ascenderá a 37.000 millones de dólares, la mayor parte de los cuales deberán ser desembolsados por terceros, dada la situación financiera del país. Además, será necesario el concurso de hasta 10.000 desminadores en los próximos años.
Más allá de esto, desde los Estados Unidos han impuesto nuevas sanciones a empresas chinas, dada su participación en el suministro a Rusia de «drones de ataque completos» que serían utilizados en la guerra contra Ucrania. De hecho, los estadounidenses creen que es la primera vez que se entregan sistemas completos y no componentes, lo que supondría una escalada en el apoyo de Pekín a Moscú, tema sobre el que hemos hablado recientemente en nuestra revista.
Los estadounidenses no han sido los únicos en aprobar nuevas sanciones, pues también los británicos han hecho lo propio, en este caso contra la «flota fantasma» rusa, que sirve al país para exportar sus hidrocarburos eludiendo, precisamente las sanciones. Además, desde el Reino Unido su Secretario de Stado, David Lammy, ha asegurado estar haciendo todo lo que está en su mano para limitar las actividades del Kremlin en la Zona Gris, incluyendo medidas contra la organización Evil Corp, entre otros.
De Rusia hay muy pocas noticias relevantes en relación con la guerra en la última jornada. Por una parte, el vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvedev, ha anunciado que el plan de contratación de las Fuerzas Armadas para este año se habría cumplido ya en un 78 por ciento, lo que considera un indicador «bastante bueno». En este caso, lo interesante es que ha dado cifras, asegurando que hasta 190.000 voluntarios se inscribieron en las filas de las Fuerzas Armadas en la primera mitad del año. El dato es relevante, porque habla sobre la capacidad rusa a la hora de seguir ampliando y reconstruyendo sus Fuerzas Armadas, al tiempo que libra la guerra contra Ucrania.
Deja una respuesta