Jornada de ataques masivos rusos con drones y misiles contra Ucrania, buscando a falta de más datos infligir el mayor daño posible sobre su infraestructura energética y eléctrica y su capacidad industrial. Además de esto, y mientras sobre el frente continúan produciéndose pequeños avances por parte del Ejército ruso y se debate en torno a la necesidad de una movilización general por parte ucraniana, la jornada viene marcada por la invitación extendida por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a Volodímir Zelenski para que participe en la próxima reunión, que tendrá lugar el día 17 en Bruselas. También por las dudas en torno a la próxima reunión de Ramstein o por el aumento de las tensiones en la península de Corea y las declaraciones un tanto ambiguas de Rusia sobre su hipotético apoyo militar a Pyongyang en caso de producirse un conflicto.
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En las últimas horas se ha debatido mucho acerca de la movilización, tras dar difusión la prensa a unas declaraciones hechas por Serhi Lechchenko, asesor del jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, entre otros cargos, en las que confirmaba que desde los Estados Unidos estarían presionando a Zelenski para que tomase la decisión de rebajar la edad de reclutamiento y, de esta forma, las AFU dispongan del personal del que ahora carecen. Así, según las palabras de Lechchenko:
“El argumento de nuestros socios es que, cuando Estados Unidos estaba en guerra en Vietnam, se reclutaba gente a partir de los 19 años. Por eso los estadounidenses sugieren que las armas occidentales no son suficientes y que es necesaria la movilización a partir de los 18 años. El presidente Zelensky no ha cedido y todavía está intentando convencer a los políticos de ambos partidos para que proporcionen armas sin cambiar la edad de reclutamiento».
Es cierto que Ucrania tiene un notable problema de personal, lo que dificulta sobremanera hacer frente a una Rusia que, a pesar del número ingente de bajas, está demostrando ser capaz de cubrirlas por ahora sin necesidad de una segunda movilización (ya hemos visto cómo han tenido que incrementar notablemente los incentivos ofrecidos a los voluntarios, entre otras medidas), que no pocos piden dentro de la cúpula moscovita. Sin embargo, no es menos cierto que ampliar las cohortes de población de las que extraer reclutas per se no va a solucionar los problemas del país.
Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que Ucrania continúa dependiendo, a pesar de los aumentos en su capacidad industrial-militar, casi por completo, de la ayuda exterior. También que la pirámide de población nos habla de una base muy estrecha, en la que el número de jóvenes de entre 18 y 25 años es mucho menor que el de adultos a partir de 40, 50, 60 o 70 años, lo cual impone una importante presión a la hora de movilizar personal con una edad que podríamos considerar demasiado avanzada para luchar. Sin embargo, este es un fenómeno que se está produciendo y cada vez son más comunes las quejas respecto al hecho de que muchos de los componentes de la unidades poseen una edad demasiado elevada.
En segundo lugar, no puede olvidarse que, por parecidas que puedan ser en algunos aspectos, Ucrania no es Rusia, un país que también tiene problemas de envejecimiento pero que dispone de una base poblacional varias veces mayor y una clase dirigente capaz de lanzar a sus militares contra las posiciones enemigas asumiendo importantísimas bajas, en una guerra de infantería que muy pocos países podrían asumir. Algo que por otra parte no es consecuencia únicamente de la disponibilidad de «carne de cañón» o de la falta de humanidad por parte de sus dirigentes, sino de cierta tradición y de una serie de cambios a nivel técnico en la guerra que favorecen a Rusia y su aproximación. Ucrania, por el contrario, es un país que aspira a formar parte de la esfera occidental y en el que buena parte de su población ya no ve con buenos ojos este tipo de sacrificios, por lo que pasada la ola de patriotismo inicial, la voluntad de luchar a toda costa ha ido paulatinamente decayendo, especialmente en las regiones más cercanas a la UE. Es decir, que además de la existencia de «dos Ucranias», decisiones radicales podrían suponer un problema importante para el poder político, de ahí la renuencia de Zelenski en todo momento a decretar una movilización general (un Zelenski que, por ahora y a tenor de las encuestas, parece conservar la confianza de su población, por cierto).
En tercer lugar tenemos que, dada la dependencia de Occidente, sin cambios importantes en el apoyo a Ucrania por parte de la Unión Europea y de los Estados Unidos, movilizar carece de sentido. Al fin y al cabo, de poco servirían a Ucrania los efectivos necesarios para equipar 10, 20 o 30 brigadas más si, al mismo tiempo, no puede formar en condiciones a los recién llegados y no cuenta ni con armas, ni con sistemas de armas y plataformas como para equipar las nuevas unidades. Como quiera que desde la UE y los Estados Unidos parece reacios a aumentar su implicación, es normal que los ucranianos tampoco estén dispuestos a asumir mayores sacrificios de los necesarios, por más que les vaya el país en ello. Además, la movilización, de hacerse, debió haberse acometido mucho antes, como parte de un plan integral y para lograr objetivos distintos de perder menos territorio; pues la recuperación de todo lo que hasta ahora ha ganado Rusia, se presenta como un imposible, guste o no al lector.
Y es que esta última es una cuestión ciertamente perniciosa de la que hemos hablado alguna vez en los informes: por un lado, los ucranianos saben que al final de esta guerra, salvo que la situación cambie drásticamente, seguirá existiendo una Ucrania, aunque sea recortada en cuanto a territorio y tras una larga guerra de desgaste. Hasta cierto punto, incluso sus aliados han ido marcando «líneas rojas» a Rusia que el ejército de este país está lejos de alcanzar (recordemos las palabras de Macron respecto al Dniéper). Lo que se les pide, sin embargo, es que sacrifiquen un número de vidas mucho mayor por la promesa de unos resultados que difícilmente compensarán tal esfuerzo en cuanto a vidas. Es más, se les pide que suplan con vidas la falta de apoyo exterior, algo difícil de asumir y que, además, será sin duda utilizado por la propaganda rusa para hacer mella en la voluntad ucraniana, utilizando el argumento de una guerra por delegación en la que este país sería un peón de Occidente.
Así las cosas, tras errar Ucrania (junto con sus aliados) en la estrategia a seguir, a falta de más datos sobre el «Plan para la Victoria de Ucrania» (que será presentada ante el Consejo Europeo el día 17), o sobre las promesas que puedan haber hecho desde la Administración estadounidense (con las elecciones pendientes, no lo olvidemos), es lógico que los ucranianos sean reacios a una movilización que no garantiza que el resultado final de la guerra sea muy diferente. Al fin y al cabo, recuperar territorio no garantizará la seguridad del país pues, llegados a este punto, sólo la entrada en la UE (Art. 42.7), en la OTAN (Art. 5) o, en su defecto, las garantías directas por parte de sus aliados (distintas a las firmadas hasta ahora) tendrán el efecto disuasorio necesario. Todo lo demás implicará que, incluso tras un alto el fuego, a medio o largo plazo, Rusia (que sigue considerando esta guerra como una guerra existencial) termine por reanudar su agresión, de forma que el incentivo ucraniano para sacrificar a más jóvenes en este momento, es todavía menor.
Ahora sí, pasando a la actualidad sobre el terreno, tenemos que ha sido una jornada particularmente difícil para Ucrania, que ha visto cómo las Fuerzas Armadas rusas lanzaban sobre su territorio hasta 136 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), así como, según su Ministerio de Defensa, un misil S-300 y un misil Kh-59. El problema en este caso es que, si bien los ucranianos aseguran haber derribado 51 drones, hay pruebas de que el número de impactos de misiles, incluyendo los balísticos Iskander-M ha sido mayor, como puede verse en el ataque contra una instalación en Micolaiv (46.95255593908491, 32.00555709513838) que hemos enlazado sobre estas líneas.
Así las cosas, se ha hablado de 1 muerto y 16 heridos en esta localidad -cifra sorprendente vista la magnitud del ataque-, que se sumarían a los ataques con bombas planeadoras contra Járkov, a los 5 fallecidos en distintos puntos de la región de Donetsk y, también, a los problemas sufridos por la red eléctrica en la región de Sumy o a los daños sufridos por instalaciones industriales en la localidad de Ternopil, al este del país.
En el caso de Rusia, desde el Ministerio de Defensa han publicitado el supuesto derribo de «una bomba guiada Hammer fabricada en Francia y 43 vehículos aéreos no tripulados». Por otra parte, se ha registrado el impacto de un dron ucraniano contra una vivienda en la localidad de Maryanskaya, en la región de Krasnodar, sin que se hayan producido víctimas.
En cuanto a los combates y los movimientos, comenzamos hoy un día más por el sector de Kursk, en donde un bombardeo Ruso se ha dirigido contra las unidades rusas en Liubymovka, área en la que continúan logrando avances, al igual que ya al este del sector, en Ulanok.
A diferencia de otros días, nos detenemos hoy en Bélgorod, toda vez que se ha producido un ataque blindado ruso que ha sido frenado por las unidades de las AFU presentes en la zona, en particular por su artillería.
En la antigua línea Kupiansk-Svatove-Kreminna, lo más relevante son una vez más los ataques rusos en Makíivka, en Nevs’ke y entre ambas poblaciones, situadas junto al río Oskil, así como algo más al sur, hacia Novosadove. Además, se ha emitido una orden de evacuación que afecta a los residentes en la ciudad de Kupiansk, por parte del gobernador regional.
Sin cambios en el sector de Siversk, en el de Chassiv Yar o en el de Toretsk, en donde Rusia mantiene la presión, pasamos directamente al de Pokrovsk-Kurajove. En este caso, lo que las Fuerzas Armadas rusas han hecho principalmente ha sido continuar con sus ataques contra Selydove, localidad en la que Syrskyi ha planteado una batalla de desgaste que está logrando imponer notables costes a sus enemigos. El problema para las AFU, en cualquier caso, es que el riesgo de que la urbe sea rodeada sigue siendo alto, lo que llevaría en última instancia a la pérdida de esta localidad, algo que todavía no parece estar cerca de ocurrir.
Al sur de Ucrania, por último, por una parte las tropas rusas continúan ampliando el área bajo su control en el sector de Vuhledar, si bien la mayoría de los cambios ya habían sido recogidos en el informe de ayer. Ahora bien, no es el único punto en el que se ha producido movimiento, pues en Zaporiyia poco a poco se retoma la actividad, en este caso al suroeste de Velyka Novosilka por un lado y en Mala Tokmachka, en el antiguo eje de Orijiv.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, a falta de más información sobre la reunión de Ramstein, lo más relevante es la invitación extendida por Charles Michel a Volodímir Zelenski para que asista a la próxima reunión del Consejo Europeo, que tendrá lugar en Bruselas el jueves 17. Allí, el ucraniano tendrá la oportunidad de presentar ante los Veintisiete su «Plan para la Victoria de Ucrania», del mismo modo que hizo semanas atrás en los Estados Unidos.
Zelenski, por otra parte, ha hablado en su discurso diario sobre las medidas recientemente adoptadas para continuar incrementando la producción de defensa en el país. También sobre la conversación mantenida con el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, destinada a «coordinar posiciones sobre el fortalecimiento de Ucrania» o, lo que es lo mismo, a preparar una reunión de Ramstein que finalmente podría tener lugar el día 18. En cualquier caso, lo más probable es que Zelenski no solo aproveche la visita a Bruselas para participar en la reunión del Consejo Europeo, sino también en la ministerial de la OTAN que tendrá lugar en paralelo.
Además de todo lo anterior, Zelenski ha presidido una reunión que tenía como objeto continuar preparando al país para el invierno; algo que como hemos visto ha coincidido con nuevos ataques rusos contra la red energética y eléctrica.
En otro orden de cosas, y a la espera de lo que depare el viaje de Zelenski, tanto el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania como el ministro de Exteriores, Andrii Sybiha, se han reunido con los ministros de Exteriores de los Estados miembros del G20 para hablar sobre el proceso de implementación de la «Fórmula de Paz» de Zelenski.
Se supone que, según han publicado desde la Presidencia de Ucrania, en noviembre se elaborará un documento conjunto entre este país y el G20 a propósito de la implementación de la «Fórmula de Paz», que incluirá «principios y propuestas de solución». Ahora bien, como recordó Yermak «Hay que elaborar un documento que sea verdaderamente conjunto y sirva de base para todas las negociaciones posibles. Entonces habrá algo que discutir. Al fin y al cabo, todos queremos saber qué hay que hacer para poder decir que esta guerra ha terminado y que ha vuelto una paz justa y duradera a la tierra ucraniana».
Además de participar en dicha reunión, el ministro Sybiha ha mantenido una reunión telefónica con el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, con quien ha coordinado su posición ante los próximos eventos internacionales (entendemos que habla de Ramstein), a quien ha informado sobre los ataques rusos a la red energética y eléctrica y, también, sobre las necesidades tanto en este plano como en el apartado militar que Ucrania tiene.
Cambiando de Ucrania a Rusia, lo más relevante de la jornada han sido las dudas sembradas desde Moscú a propósito del acuerdo de seguridad firmado un tiempo atrás con Corea del Norte, ya que no han querido aclarar si realmente incluye o no cláusulas de defensa mutua ni si el régimen juche queda bajo la protección del paraguas nuclear ruso, que podría ejercer una disuasión extendida que complemente a la del propio programa nuclear norcoreano. La polémica viene a propósito de unas declaraciones del viceministro ruso de Exteriores, Andrei Rudenko, quien ha declarado que «Si se comete un acto de agresión contra la República Popular Democrática de Corea, se tomarán todas las medidas necesarias de acuerdo con nuestra legislación, de acuerdo con la legislación de la RPDC». Por su parte, el portavoz ruso, Peskov, ha dicho que «Lo más importante es que este tratado prevé una asociación estratégica en todos los ámbitos, incluido el de la seguridad». Todo lo cual no indica si Rusia entraría en guerra o se limitaría a proporcionar armamento y asistencia técnica. Todo, en medio de la otra polémica, derivada del supuesto envío de militares norcoreanos a Ucrania en apoyo de las tropas rusas, extremo que Ucrania denuncia, pero de lo que por el momento no hay pruebas. También, en medio de un aumento de la tensión en la Península de Corea que ya hemos abordado en los dos informes previos.
Como curiosidad, para finalizar, en las últimas horas han sido incautadas en España 13 toneladas de productos químicos con destino a Rusia que serían susceptibles al parecer de ser empleados para la producción de armamento. La policía, que ha arrestado a cuatro sospechosos en Barcelona que trabajarían para una empresa fantasma administrada por «ciudadanos de origen ruso», sospecha que se trataba de una red criminal que pretendía evadir las sanciones internacionales impuestas a Rusia.
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