Guerra de Ucrania – Día 963

La guerra de Ucrania, a pesar de la intensidad de los combates especialmente en torno a Pokrovsk, continúa marcada por la actividad internacional y, en concreto, por los intentos de Ucrania de obtener cuanta ayuda pueda reunir por parte de sus aliados y, especialmente, cuanto apoyo político sea posible encontrar entre sus socios. Pese a ello, las señales enviadas por los Estados Unidos siguen siendo contradictorias, algo que Rusia aprovecha para seguir adelante con una guerra que, en los términos actuales y a pesar de las pérdidas, le conviene. Una guerra en la que tanto la amenaza de escalada nuclear, como el «flanqueo» a Occidente, utilizando en su favor escenarios como Oriente Medio, África o Extremo Oriente, le está dando por el momento importantes réditos.

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El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha alertado en su discurso diario de la «creciente alianza entre Rusia y Corea del Norte», que iría según él más allá de la transferencia de armas, al proporcionar personal al Ejército ruso para que libre su guerra en Ucrania. Ha vuelto a insistir Zelenski, además, en un punto clave de su discurso desde hace algunos meses: que la verdadera paz sólo será posible mediante la fuerza.

Para ello, ha reclamado nueva ayuda a sus aliados, alertando del riesgo de que Rusia y los suyos se adapten en breve a las «capacidades militares ucranianas», lo que de hecho hace tiempo que viene ocurriendo. Nueva ayuda que haga posible implementar un «Plan para la Victoria de Ucrania» del que, a pesar de mantener una amplia presencia mediática, apenas se sabe nada todavía.

No, más allá de que Ucrania busca una vez más todo el apoyo político y material que pueda conseguir: 1) de cara a una segunda Cumbre de Paz Global; 2) para poder mantener su resistencia militar tanto tiempo como sea necesario, no por el hecho de continuar la guerra indefinidamente, sino de convencer a Rusia de que lo hará si no hay otro remedio; 3) para traducirlo en forma de garantías de seguridad, el aspecto en el que más ha tropezado hasta el momento el país agredido y para el cual, por ahora, no parece haber una solución dada la falta de acuerdo.

Del lado contrario, el presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, hacía al mismo tiempo referencias a los cambios en la doctrina nuclear rusa -de los que hemos hablado recientemente-, asegurando que «eran necesarios» y que sin duda contribuirán a «enfriar el ardor» de los aliados occidentales de Kiev; algo que por otra parte ha venido haciendo desde el día uno de la invasión, con un notable resultado para el Kremlin. Sin embargo, a pesar de los avances de los últimos meses, la situación de Rusia continúa sin ser tan boyante como la propaganda del Kremlin quiere hacer ver, todo lo cual abre la puerta a la participación de Rusia en futuras conversaciones, si bien lo hará desde una posición de fuerza.

Ahora bien, y aunque es la situación en el frente y las proyecciones que uno y otro bando hagan de sus propias perspectivas y de las del enemigo -reflejo del equilibrio de fuerzas- lo que determina normalmente en un conflicto la forma en la que se pondrá fin al mismo, al tratarse como hemos defendido desde el principio de un conflicto por delegación, en el caso de la Guerra de Ucrania tienen un peso mayor dentro de esta particular ecuación las decisiones de los terceros actores, en especial de los Estados Unidos.

Al fin y al cabo, son los Estados Unidos el país que, en última instancia, cuenta con la capacidad no solo de disuadir a Rusia en el futuro de nuevas agresiones -sea por la amenaza directa o por conceder a Ucrania los medios necesarios para defenderse-, sino también de compeler a este país para que acepte un determinado equilibrio de cosas, poniendo fin al conflicto. El verbo, poco común en español, no es casual. En términos de los Estudios Estratégicos, disciplina que nace en el mundo anglosajón, es muy utilizado, ya que hace referencia al acto de «obligar a alguien, con fuerza o por autoridad, a que haga lo que no quiere».

Se situaría, si hiciésemos una tabla en la que se recojan las posibilidades a la hora de forzar a otro a hacer nuestra voluntad, un escalón por debajo de la guerra, por decirlo de forma sencilla. Así, si para Clausewitz el propósito último de la guerra consiste precisamente en eso, en obligar al otro a hacer nuestra voluntad mediante el uso de la fuerza, cuando se compele a otro no es necesario llegar al punto de ejercer la violencia; basta con que el contrario entienda que estamos decididos a emplearla y que tenemos los medios y la voluntad para que nuestro empeño sea exitoso. Esto último implica a su vez un mensaje claro, pues compeler no deja de ser un grado -aunque mayor- del acto de disuadir y, como hemos explicado alguna vez a propósito de la disuasión (por cierto, que comienzan las maniobras nucleares Steadfast Noon de la OTAN), no solo basta con tener medios y voluntad, sino que el contrario debe entender sin lugar a la duda nuestras intenciones, para lo cual habremos de lanzar un mensaje unívoco.

Desgraciadamente para Ucrania, esto es -al menos de cara al exterior, pues entre bambalinas desconocemos por completo lo que pueda estar sucediendo- todo lo contrario de lo que están haciendo los Estados Unidos. Centrados en su campaña electoral, desde este país no dejan de lanzar mensajes confusos que en última instancia desde Moscú interpretan como debilidad y como una oportunidad de seguir adelante con sus planes a la espera de que Ucrania se vea forzada a aceptar no ya importantes sacrificios territoriales, sino un alto el fuego sin garantía alguna de pertenencia euroatlántica.

Y es que no es solo que desde Washington apenas hayan destinado a Ucrania una fracción de los más de 60.000 millones de dólares aprobados para sostener a su aliado el pasado mes de abril, sino que la actitud de Biden respecto a la «Cumbre de Paz Global» primero (a la que no acudió) y a la importantísima reunión de Ramstein (que ha sido pospuesta al menos hasta el día 18 de este mes) solo transmiten dudas respecto a las intenciones norteamericanas y al grado de apoyo que están dispuestos a ofrecer a Kiev.

No es de extrañar, por tanto, que muchos duden de las verdaderas intenciones de los Estados Unidos (no se pone en duda su simpatía o apoyo a Ucrania, sino el resultado que consideran aceptable para este conflicto); temores que en los despachos de Bruselas se multiplican ante la posibilidad, nada descabellada, de que se produzca una victoria electoral de Trump en las próximas elecciones, ya que esto dejaría a la UE -aunque es un extremo que no está en absoluto claro tampoco- como único sostén de Ucrania, algo para lo que los Veintisiete no están en absoluto preparados, si bien ese es un asunto que trataremos con más detalle más adelante, por más que haya sido tema regular en estos informes.

Como quiera que, a pesar de las dudas y los problemas de política interna de los aliados de Ucrania –y de Rusia, por supuesto-, la guerra continúa sobre el terreno, pasamos a enumerar las principales novedades que se han registrado en las últimas horas. Así las cosas, y por el momento, desde el Ministerio de Defensa de Ucrania no han publicado nuevas informaciones relativas a los ataques rusos con drones y misiles contra el país, lo que no obsta para que las alarmas aéreas sigan siendo constantes.

Dicho esto, una persona habría fallecido tras un ataque con drones en la región de Jersón, aunque se trataría de un ingenio táctico y no de largo alcance. Además, las autoridades ucranianas han confirmado la evacuación de un total de casi 37.000 residentes de la región de Sumy -incluyendo más de 6.400 menores de edad-, debido al riesgo que suponen los constantes ataques rusos con artillería, drones y bombas planeadoras contra esta óblast ucraniana.

Por cierto, que a propósito de la ayuda en forma de sistemas antiaéreos, ya que en las últimas horas se ha venido hablando del despliegue de una batería THAAD estadounidense en Israel y ya que son varios los que nos han interrogado, hemos de decir que en Ucrania no sería igual de útil que en el país hebreo. Y es que el sistema THAAD está pensado contra amenazas balísticas de alcance medio e intermedio y no contra las de corto alcance, que son las que suele enfrentar Ucrania; misión para la que ya cuenta con sistemas Patriot, aunque en número insuficiente para cubrir todo su territorio, como ya sabemos.

Del lado ruso, tampoco se han registrado novedades de consideración por el momento, ni han publicado un nuevo informe diario en el que figuren los drones o misiles rusos supuestamente derribados. Se han podido ver, eso sí, gracias a las imágenes por satélite, los efectos causados por el último ataque ucraniano sobre una serie de depósitos de combustible en Feodosia, Crimea, que se ha saldado con un total de ocho de estos completamente calcinados, aunque la mayor parte de la instalación parece haber sobrevivido al incendio.

En cuanto a los combates y los movimientos, las noticias son mínimas ya que el informe de ayer salió varias horas más tarde de lo habitual y no ha habido tiempo físico para que se produzcan grandes cambios. Ahora bien, los mapas recientemente actualizados por DeepState muestran los últimos avances rusos al norte, en Kursk, confirmando lo dicho anteriormente por distintos mappers.

En el caso de Chassiv Yar, se habla de avances rusos tanto al noreste, en Kalinivka e Hryhorivka, como al sureste, desde Ivanivske; las dos zonas por las que intentan desde hace un tiempo cruzar el canal de agua dulce en tanto han sido incapaces de llevar a cabo con éxito los ataques frontales contra el centro de la localidad en las barriadas de Zhovtnevyi y Novyi.

Por otra parte, en el sector de Toretsk son también varias las fuentes que han venido precisando en las últimas horas el grado de los avances rusos y, también, localizando los contraataques ucranianos que se han producido en esta ciudad.

Dicho esto, lo más relevante continúa ocurriendo en el sector de Pokrovsk-Kurajove, que Ucrania intenta convertir en una zona de desgaste para Rusia y en la que este país necesita avanzar a toda costa si pretende acercarse a su objetivo de tomar la región de Donetsk. Así, la mayor parte de los intercambios artilleros y enfrentamientos de las últimas horas está teniendo lugar en torno a Selydove por una parte y a la vía férrea por otra. En cuanto a los cambios de posiciones, el más importante tendría que ver con el progreso ruso al oeste de Tsukuryne, en dirección a Kreminna Balka.

Al sur del país, por último, se confirman los avances rusos al norte de Vuhledar por un lado y, por otro, desde Zolota Nyva en dirección a Velyka Novosilka.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Comenzamos el apartado internacional no por Ucrania o Rusia, sino por Corea del Norte. Desde este país han anunciado hace unas horas que si los drones surcoreanos vuelven a sobrevolar su espacio aéreo, la acción será considerada como una «declaración de guerra», lo que les llevaría a actuar a su discreción, según un portavoz del Ministerio de Defensa del país juche.

La declaración, que podría considerarse una más entre las múltiples amenazas norcoreanas a su vecino del sur, debe encuadrarse en el actual contexto internacional, con una China cada vez más amenazante en varios aspectos lanzando nuevas maniobras militares cerca de Taiwán y un incremento de las tensiones en Oriente Medio tras un ataque con un dron por parte de Hezbolá que ha costado la vida a varios militares israelíes y el anuncio estadounidense del despliegue de un sistema THAAD (más por disuasión que porque pueda luchar de forma efectiva contra los misiles iraníes, ya que este país tiene capacidad para saturar dicho sistema).

Lo que queremos decir es que, tal y como hemos explicado en varias ocasiones, los distintos escenarios están comunicados entre sí: algo que es especialmente evidente en el caso de Corea del Norte, país que está suministrando armamento (y parece que también efectivos, según denuncian desde Ucrania) a Rusia y que, a cambio, además de beneficiarse de la disuasión extendida rusa al menos en parte, estaría recibiendo ayuda técnica incluyendo la destinada al supuesto desarrollo de un submarino nuclear propio.

De hecho, en relación con Corea del Norte, tenemos que este país habría situado también unidades artilleras en la zona desmilitarizada, lo que eleva la posibilidad de que vuelvan a producirse incidentes militares de cierta consideración en los próximos meses. Posibilidad tanto más alta si el régimen juche interpreta que cuenta con un margen más amplio de libertad dadas las tensiones en Oriente Medio, la situación en Ucrania o la presión china sobre Taiwán.

En resumen, y sin necesidad de rescatar discurso como aquel famoso del «Eje del Mal», lo que está claro es que todos aquellos regímenes revisionistas, descontentos con el actual statu quo, como mínimo aprovechan las acciones de los demás para aumentar el grado de presión sobre Occidente, buscando sobrepasar la capacidad -en especial de los Estados Unidos- de atender tantos escenarios a un tiempo.

Cambiando de tercio, y pasando ahora sí a Ucrania, el primer ministro de este país ha hablado sobre su «Plan para la Victoria de Ucrania», cuyo contenido exacto podría hacerse público en las próximas semanas. A propósito, cabe tener en cuenta que en la definición que ha dado, ha hablado del mismo como un plan para «compeler a Rusia», tal y como hemos explicado en la primera parte del informe. Pero, también, que ha vuelto a afirmar que continúan trabajando en los detalles, lo que hace pensar que no han logrado solucionar los problemas de indefinición de los que el plan fue acusado tras su presentación ante los Estados Unidos, lo que es sin duda un inconveniente a la hora de hacer que los aliados puedan aceptarlo. Quizá por ello también desde los Estados Unidos estén postergando cualquier decisión sobre la próxima reunión de Ramstein, para la cual la presencia de Biden todavía no está confirmada por más que los medios continúen hablando de una visita a Alemania el próximo día 18 de octubre.

Hablando de Alemania, desde Rusia el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha asegurado no saber nada sobre una hipotética futura llamada del canciller alemán, Olaf Scholz al presidente ruso, Vladímir Putin. La declaración viene a cuento de otra hecha hace unos días por la ministra de Exteriores germana, Annalena Baerbock, en la que decía que Putin no está dispuesto a hablar con Scholz sobre paz. Más exactamente, la teutona dijo «Se niega a aceptar la paz y cada día envía una señal más a favor de la guerra y la destrucción. Hoy en día, ni siquiera está dispuesto a hablar por teléfono con el canciller alemán». Peskov, sin embargo, asegura que Putin está abierto a establecer contactos.

Siguiendo con los europeos, en las últimas horas se han publicado nuevas noticias relativas a los temores de los gobiernos de la UE -y también del Reino Unido- a que una victoria electoral de Trump termine con este sellando un arreglo con Putin en virtud del cual Ucrania cedería territorios a cambio de un alto el fuego, pero sin que estén claras las contraprestaciones, extremo que aterra a las capitales comunitarias.

Por otra parte, se teme también que Rusia esté trabajando en multiplicar la campaña de sabotajes y acciones de subversión de todo tipo, extendiéndola a nuevas localizaciones, incluyendo el Reino Unido e incluso objetivos más allá del continente Europeo. Un tema sobre el que ha publicado recientemente The Economist.

Por último, cerramos también con Rusia, pues a pesar de las sanciones y de las medidas ad hoc, hay informes que constatan que este país ha aumentado la capacidad de transporte de hidrocarburos de la denominada «flota fantasma». De hecho, se habla de un incremento en la capacidad de flete de casi un setenta por ciento en el último año…


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