Desde los Estados Unidos han confirmado la recepción, por parte de Rusia, de misiles balísticos iraníes, lo que les ha llevado a aprobar nuevas sanciones contra el régimen chií. Al mismo tiempo, los gobiernos de Francia, Alemania y Reino Unido han emitido un comunicado conjunto en el que condenan “la exportación por parte de Irán y la adquisición por parte de Rusia de misiles balísticos iraníes”. Por otra parte, desde los Estados Unidos llegan rumores cada vez más consistentes acerca de un inminente permiso a Ucrania para atacar el territorio ruso con el armamento suministrado. Además, tras más de dos años y medio de guerra, la Administración Biden ha presentado al fin una propuesta de estrategia para Ucrania ante el Congreso, que deberá ser negociada y aprobada antes de implementarse, y de la que apenas se conoce nada sobre su contenido. Todo en una jornada en la que Rusia ha comenzando a lanzar ataques cada vez más consistentes contra las posiciones ucranianas en Kursk y en la que la situación en el sector de Pokrovsk ha continuado degradándose.
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(El informe de hoy será un poco distinto de lo habitual, lo que se notará en parte en la relativa ausencia de enlaces debido a la falta de cobertura, ya que una vez más lo hacemos literalmente en marcha…)
Las sanciones de los Estados Unidos a Irán por la entrega de misiles balísticos a Rusia -a las que se añadirán en breve las de otros aliados de Ucrania-, el anuncio de que desde Washington están trabajando en una posible autorización a Ucrania para emplear el armamento de largo alcance contra territorio ruso y la presentación al Congreso por parte de la Administración Biden -tras más de dos años y medio de guerra- de una estrategia para Ucrania, son las noticias más relevantes de la jornada. Todas ellas, además, están relacionadas de una forma u otra con la famosa «teoría de la victoria», que en el caso estadounidense en ningún caso se ha llegado a definir desde el inicio de la invasión. O, al menos, no como se debería.
Decimos esto, porque si bien en numerosas ocasiones desde Washington han hablado sobre su política en relación con Ucrania, en la práctica totalidad de las veces han evitado la cuestión central (cuál es la «teoría de la victoria» o, al menos, la «estrategia de salida») apostando más por expresar lo que no se desea (una escalada, una guerra con Rusia, que Rusia complete la toma de Ucrania, que Irán o China o Corea del Norte ofrezcan apoyo militar a Rusia…). Es decir, que en ningún momento se ha puesto negro sobre blanco ni el objetivo último del apoyo a este país (entendido como un resultado aceptable para los Estados Unidos), ni tampoco se han fijado los hitos intermedios para lograrlo o los medios exactos a poner a disposición de Kiev para que todo lo anterior sea posible.
Nada de lo anterior implica que los Estados Unidos no hayan ayudado a Ucrania. De hecho, como sabemos, son el primer donante individual, superando de largo a cualquier otro país. Además, sin la ayuda militar norteamericana, huelga decirlo, las posibilidades de Ucrania en este conflicto habrían sido prácticamente inexistentes. Ahora bien, en muchos momentos ha quedado claro que la Administración Biden, por más que haya luchado lo indecible por mantener la ayuda a Ucrania (recordemos las arduas negociaciones en el Congreso y en el Senado para extender dicha ayuda aprobando nuevos fondos), no tenía en absoluto claro cuál era el objetivo último de dicha ayuda, salvo que entendamos que este era, ni más ni menos que desangrar a Rusia; de ahí la importancia de la gestión de la escalada (temas que explicamos, respectivamente en nuestro segundo libro al hablar de la guerra de Ucrania como una guerra por delegación y en el tercero, al tocar el tema del cambio de estrategia de Rusia y el uso de la amenaza nuclear). También, de ahí, el dubitativo papel de los Estados Unidos en relación con la Cumbre de Paz Global, a la que Biden no asistió, algo que sentó como un jarro de agua fría en Kiev.
Lo que sí implica es, por una parte, que los Estados Unidos han estado relativamente cómodos (ya que han conseguido infligir un daño severo a Rusia con una inversión mínima) con una guerra que no deseaban (ya explicamos cómo supone una distracción en su objetivo principal de contener a China y centrarse en Indo-Pacífico). Por otra, la guerra de Ucrania ha dejado claras las limitaciones que para la superpotencia se derivan de la particular situación política que vive el país (esta noche se ha celebrado, por cierto, el primer debate entre la nueva candidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, y el candidato republicano, Donald Trump, aunque de lo que menos se ha hablado es de política exterior…). También es reseñable el hecho de que la guerra, en sí misma, ha servido a los Estados Unidos en diferentes aspectos, como: 1) de cara a fortalecer la OTAN y recuperar la razón de ser de una alianza que iba a la deriva (se acaba de terminar una tesis doctoral, que quizá publiquemos como libro, en la que queda negro sobre blanco tanto este hecho como su impacto sobre la defensa europea…) o; 2) al proporcionar la mejor excusa para aumentar su capacidad de producción militar, sin la cual sería imposible competir con la República Popular de China.
En cualquier caso, en vista entre otras cosas de los últimos reveses militares sufridos por su aliado, que no deja de ceder terreno, si bien lentamente (aunque la velocidad ha ido aumentando recientemente), desde los Estados Unidos parecen haber caído también en la cuenta de que los recursos ucranianos, especialmente en cuanto a personal, aunque no solo, tienen un límite. Así las cosas, se hace más necesaria que nunca una estrategia en la que se establezcan los objetivos estratégicos de la ayuda estadounidense a Ucrania. Es decir, no solo cuál es el final deseado para la guerra en términos del tipo de país que se espera que Ucrania sea al final de la contienda, sino también otros objetivos relacionados. Por ejemplo, sería deseable que la propuesta entregada al Congreso (de la que apenas se sabe nada) hablase sobre cuál debería ser la arquitectura de seguridad en la Europa de los próximos años o cuál la relación entre los Estados Unidos y Rusia una vez la fase militar del conflicto llegue a su fin.
Solo a partir de ahí se podrán alinear correctamente medios, modos y fines, determinando no solo el volumen de ayuda a entregar a Ucrania para que consiga los objetivos militares que se juzguen necesarios como paso intermedio, sino también la actitud a adoptar frente a los aliados de Rusia que le suministran armamento (pues por ejemplo con casos como el de Irán, del que hablaremos en la segunda parte, se ha venido actuando en base a parches) o el nivel de riesgo de escalada asumible; algo que tiene mucho que ver con el conceder o no permiso (en el que desde Washington afirman estar trabajando) a Ucrania de cara al uso del armamento de largo alcance contra el territorio ruso (anuncio que podría ser inminente).
Mientras lo anterior se decide, Rusia ha continuado lanzando drones y misiles contra Ucrania. Durante la última jornada, según el Ministerio de Defensa de este último país, habrían sido 46 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), así como un misil antirradiación y un misil balístico Iskander. Las defensas aéreas ucranianas habrían abatido, según la misma fuente, hasta 38 drones, sin que haya por el momento una evaluación clara de los daños.
En cuanto a Rusia, tras la oleada de drones lanzada ayer por Ucrania, no se ha publicado una nueva evaluación, con lo que siguen manteniendo haber derribado 144 aparatos. En cuanto a los efectos, más allá de los ya compartidos en el último informe, no parece que se hayan producido daños de consideración adicionales, ni tampoco hay constancia de que el ataque ucraniano se dirigiese contra objetivos militares específicos, lo que apunta a que el objetivo principal era sembrar el terror entre la población rusa. Algo que, por cierto, difícilmente surtirá el efecto deseado por Kiev, como tampoco la ofensiva de Kursk, ya que Putin ejerce un control absoluto sobre la información que llega a la ciudadanía rusa, de forma que puede utilizar este tipo de acciones en su beneficio.
Precisamente, pasando ya a los movimientos y los combates, comenzamos con el sector de Kursk, en donde a pesar de las últimas acciones ucranianas utilizando HIMARS o JDAM contra puentes fijos y de pontones, los satélites muestran cómo Rusia ha sido capaz de erigir más de estos últimos, lo que estaría facilitando lo que muchos consideran ya una contraofensiva rusa en marcha, la cual se estaría centrando en la parte más occidental del sector. Así las cosas, las AFU, que han hecho lo posible por aprovechar el curso de los ríos de la zona para hacerse fuertes, están viéndose en dificultades para frenar los ataques del Ejército ruso; situación agravada por una rotación de unidades que ha llevado a extraer del sector a algunas de las mejor preparadas, dejando la responsabilidad de la defensa a otras con menos experiencia.
Pasando al sector de Chassiv Yar, ya que no hay noticias relevantes procedentes de los de Járkov, Kupiansk o Siversk, se confirman los avances rusos al sur, en dirección al canal de agua dulce.
En dirección a Toretsk, por su parte, la situación sigue siendo fluida, pues a los ataques rusos en dirección al centro de esta localidad se suman, al mismo tiempo, los esfuerzos ucranianos por restablecer posiciones en Niu-York. Por el momento, en cualquier caso, no hay cambios de consideración.
En cuanto al sector de Pokrovsk, la situación continúa siendo extremadamente difícil para los ucranianos, especialmente al sur del mismo. Allí, la situación de Ukrainsk es cada vez más comprometida, hallándose la localidad rodeada por prácticamente tres de sus direcciones. Por otra parte, en dirección a Pokrovsk se han contabilizado también pequeños avances rusos entre Novohrodivka y Lysivka.
Todo al tiempo que, más al sur, el Ejército ruso continúa presionando tanto en el área de Nevels’ke, como desde Krasnohorivka, poniendo en una situación cada vez más complicada a las tropas ucranianas al oeste del río Vovcha.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
La jornada 930ª de esta guerra ha sido especialmente intensa del lado internacional y, especialmente, del lado de los socios de Ucrania.
Comenzando por Estados Unidos, el Departamento de Estado ha informado que, tras asistir al Diálogo Estratégico entre EE. UU. y Reino Unido donde, entre otros, abordarán los esfuerzos colectivos para apoyar a Ucrania, el secretario Blinken junto con su homólogo británico, David Lammy, viajarán durante la próxima jornada a Kiev. Allí se reunirán con el presidente Zelenski y otros altos cargos para discutir el apoyo continuo a la defensa de Ucrania y cómo garantizar que el país pueda prosperar militar, económica y democráticamente a largo plazo. Igualmente, el sábado se espera que Blinken viaje hasta Polonia para discutir cuestiones bilaterales importantes como la profundización de la cooperación entre ambos países en defensa y energía, así como el apoyo a Kiev.
Hay rumores de que con ocasión que la visita de Blinken a Ucrania, EE. UU. tendrá como fin anunciar personalmente a Ucrania que se levantan las restricciones al uso de ATACMS en territorio ruso. En particular, ha sido el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Michael McCaul quien habría informado de esta posibilidad a una periodista del medio Axios, si bien hay que esperar a que contar con declaraciones oficiales. Por el momento, lo único con lo que contamos es con una declaración de Blinken en la que afirma que este asunto figuraría en el orden del día de la reunión entre el presidente Biden y el primer ministro británico, Keir Starmer, el próximo viernes 13 de septiembre.
Durante la jornada, Blinken ha confirmado que la recepción de misiles balísticos iraníes por parte de Rusia y, acto seguido, se han conocido nuevas sanciones impuestas por EE. UU. en coordinación con varios de sus aliados a seis fabricantes iraníes de drones y misiles balísticos por ser proveedores de Rusia en virtud de un contrato firmado a finales de 2023, pero también a 10 de sus directivos y empleados. Entre las entidades sancionadas se encuentra la compañía aérea Iran Air por el transporte de armas iraníes a Rusia, aunque el Tesoro estadounidense también ha logrado identificar 5 barcos implicados.
Asimismo, los Gobiernos de Francia, Alemania y Reino Unido han emitido un comunicado conjunto en el que condenan “la exportación por parte de Irán y la adquisición por parte de Rusia de misiles balísticos iraníes” y anunciaron la imposición de nuevas sanciones contra Teherán. En este sentido, consideran que “Esta escalada, provocada tanto por Irán como por Rusia, constituye una amenaza directa a la seguridad europea”.
Por su parte, la ministra de Transporte del Reino Unido, Louise Haigh, ha anunciado que el país pondrá fin a todas las conexiones aéreas directas de la compañía Iran Air, declarando que continuarán utilizando todas las herramientas a su disposición para presionar a Irán para que ponga fin a su apoyo a la guerra de Putin en Ucrania. En consecuencia, se han marcado como objetivo comenzar “a poner fin a todos los vínculos directos entre el Reino Unido e Irán”. No obstante, por el comunicado conjunto emitido por los tres gobiernos, cabe esperar que Francia y Alemania se sumen a la finalización de los acuerdos bilaterales de servicios aéreos con Irán.
De igual modo, la Unión Europea ha asegurado que cuentan con “información creíble” sobre los envíos de misiles balísticos iraníes a Rusia, y según el Alto Representante Josep Borrell la Unión dará “una respuesta fuerte”. Por el momento, Borrell ha confirmado que ya ha enviado a los Estados miembros un paquete de medidas que deberá ser acordado por todos por unanimidad.
Desde Irán, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Nasser Kanaani, afirmaba que “la difusión de información falsa y engañosa sobre la transferencia de armas iraníes a ciertos países no es más que propaganda vil y una mentira destinada a ocultar el alcance de la ayuda militar masiva e ilegal de los Estados Unidos y algunos países occidentales al genocidio en la Franja de Gaza”.
Por su parte, Serguéi Shoigu, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, comentaba que Moscú está a punto de completar los procedimientos internos para firmar un nuevo acuerdo interestatal marco con Teherán para ampliar la cooperación entre sus Consejos de Seguridad.
Continuando con las declaraciones, pero en relación con Pekín, Kurt Campbell, subsecretario de Estado, ha acusado abiertamente a China de proporcionar “ayuda militar directa” y “muy sustancial” a Rusia a cambio de transferencias de tecnología estrechamente supervisadas que no se tratan de “capacidades de doble uso”. Según Campbell, «Son elementos de un esfuerzo muy sustancial por parte de China para ayudar a sostener, construir y diversificar varios elementos de la maquinaria bélica rusa». Asimismo, añadió en sus declaraciones recogidas por Politico que «Estamos viendo esfuerzos en los niveles más altos de ambos gobiernos para tratar de ocultar y proteger ciertos elementos de esta preocupante colaboración… La mayoría de estas actividades se han llevado a cabo en la clandestinidad».
Igualmente, el subsecretario de Estado destacó que les preocupan algunos ámbitos militares en los que parece haber cierta inclinación para proporcionar a China un mayor apoyo desde Rusia, a saber: operaciones submarinas, actividades de diseño aeronáutico, incluyendo el furtivo, capacidades de misiles.
Desde Rusia, Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Exteriores, ha respondido a las declaraciones de Campbell afirmando que Rusia no rendirá cuentas a Estados Unidos por su cooperación con China ya que están construyendo relaciones “de manera mutuamente beneficiosa, en pleno cumplimiento del derecho internacional”.
Por último, y en lo que concierne a Estados Unidos, la Administración Biden habría enviado ya al Congreso un informe clasificado en el que se contiene su estrategia para la guerra en Ucrania. Estrategia que, como hemos comentado en informes anteriores, debía haberse presentado a principios de junio según lo votado en el Congreso.
En lo que concierne a la energía, según el primer ministro Denys Shmyhal el 85% de la infraestructura ucraniana está protegida en previsión de nuevos ataques rusos. No obstante, admite que “es un error hacer predicciones y declaraciones sensacionalistas” relativas al número de horas de apagones soportarán la población ucraniana. Declaraciones a su vez que dan respuesta a las del director general de la energética Yasno que advertía en junio que los ucranianos podrían tener 6 o 7 horas al día de electricidad en invierno.
Por otro lado, el G7 ha solicitado que se nombren expertos independientes en el Consejo de Supervisión de Ukrenergo, el operador de energía estatal ucraniano, tras las recientes dimisiones y destituciones. Según los embajadores del Grupo, “esto es fundamental para la seguridad energética de Ucrania y la confianza de sus socios internacionales”.
Asimismo, desde Hungría acogen con satisfacción la solución facilitada por la petrolera nacional MOL para seguir transportando petróleo por el grupo Lukoil, recordemos, sancionado por Ucrania. En particular, se habrían firmado acuerdos con proveedores y operadores de petróleo del oleducto Drujba “para garantizar el transporte a Hungría y Eslovaquia”. En consecuencia, estamos asistiendo a una elusión de las sanciones por parte de Hungría, si bien se prevé que firmen los contratos también con las propias autoridades ucranianas.
Del lado de Rusia, hay que destacar, al menos, que han dado comienzo el ejercicio “Ocean 2024” en el que participan las Armadas rusa y china en el norte del Mar de Japón. El Ejercicio dio comienzo con las declaraciones del presidente Putin en las que afirma que “Con el pretexto de contrarrestar la supuesta amenaza rusa existente y contener a la República Popular China, Estados Unidos y sus satélites están aumentando su presencia militar cerca de las fronteras occidentales de Rusia, en el Ártico y en la región de Asia y el Pacífico”. Así pues, considera que “Rusia debe estar preparada para cualquier evolución de la situación” y seguirá fortaleciendo sus fuerzas navales, incluido su componente nuclear, ya que describe la situación como la de una carrera armamentística iniciada por Washington.
A este respecto, el Ministerio de Defensa de Noruega ha confirmado que sus Fuerzas Armadas están siguiendo de cerca el desarrollo del Ejercicio al tener como resultado una mayor actividad de la Flota del Norte como de la Flota del Báltico en sus áreas inmediatas. Asimismo, comentan que la corbeta KNM “Storm” ha estado siguiendo durante los últimos días a tres buques rusos que navegaban hacia el oeste de Noruega.
Por último, las autoridades ucranianas han advertido a los peregrinos judíos que deberían abstenerse de visitar la localidad de Uman, en Cherkasy, para el Año Nuevo judío (Rosh Hashaná), teniendo en cuenta la situación de seguridad en todo el país. Así, el gobernador de la región insistía en que los ataques rusos periódicos “no son solo una estrategia alarmista, sino parte de la vida cotidiana de los ucranianos”. Ahora bien, las autoridades de la región están preparándose para la afluencia de visitantes, incluido garantizar que hay suficientes refugios antiaéreos. Es un hecho a tener en cuenta, dado que en 2023 más de 35.000 personas peregrinaron hasta Uman, unas 15.000 más que en 2022.
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