Guerra de Ucrania – Día 870

Durante la última jornada, más allá de lo ocurrido en el campo de batalla, en donde preocupa especialmente el hecho de que la vital carretera T-0504 esté cada vez más al alcance de las armas rusas, ha sido noticia la llamada telefónica entre el secretario de Defensa de los Estados Unidos y el ministro de Defensa de la Federación Rusa, en la que han hablado sobre las formas de limitar una posible escalada. Además de esto, mientras Zelenski ha permanecido en los Estados Unidos, la República Checa ha dado cifras concretas sobre los envíos de munición a las Fuerzas Armadas ucranianas, Finlandia ha aprobado una ley que permitirá bloquear el paso de migrantes a través de la frontera con Rusia y Papúa-Nueva Guinea se ha sumado a la Declaración aprobada en la Cumbre de Paz Global de Suiza.

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En las últimas horas, el secretario de Defensa de los Estados Unidos y el ministro de Defensa de la Federación rusa han mantenido una conversación telefónica en la que han abordado, según ha trascendido, las formas de limitar el riesgo de escalada. Es, como recordarán los lectores, la segunda vez desde que Belousov fuera nombrado en sustitución de Shoigú, que se telefonea con Lloyd Austin, lo que indica un cambio y una mayor disposición a tratar temas clave, como el de la estabilidad estratégica.

El asunto de fondo, en esta ocasión, ha sido algo que adelantamos ayer: la decisión de los Estados Unidos, en respuesta a la mayor amenaza que representa Rusia en estos momentos, de desplegar en los próximos años en Alemania (desde Berlín habían pedido que se aumentase el grado de disuasión) tanto misiles de crucero, como nuevos interceptores antiaéreos con capacidad antimisiles balísticos (ABM), como, una vez estén disponibles, armas hipersónicas.

Una decisión que puede parecer que tiene un importante componente ofensivo, pero que en realidad busca restablecer la disuasión tras los pasos dados por Rusia en los últimos años, los anuncios relativos a la posible vuelta a la fabricación y al despliegue de misiles balísticos de alcance intermedios, en un paso que a los más viejos, sin duda, les recordará a lo ocurrido en 1979 y que, a la postre, tras la respuesta estadounidense, pasaría a los libros de historia bajo el nombre de Crisis de los Euromisiles. Crisis, por cierto, que marcaría el punto álgido de la segunda Guerra Fría, si bien se resolvió sin pasar a mayores.

En aquel caso, la que había sido durante años una situación caracterizada por la estabilidad estratégica, degeneró en otra peligrosa e inestable a raíz de decisión de Brezhnev de introducir en servicio los misiles de alcance intermedio SS-20 (dotados además de tres ojivas y no una, así como de una mayor precisión). Una apuesta peligrosa que alteraba el equilibrio militar en Europa, haciendo más factible un ataque preventivo de la URSS contra la OTAN, lo que necesitaba una respuesta susceptible de restablecer la estabilidad, en un momento además en el que las costuras del gerontocrático régimen soviético comenzaban a saltar por los aires y su cúpula era más impredecible que en tiempos pasados.

Además, no debe olvidarse que todo esto coincidió en el tiempo tanto con la invasión soviética de Afganistán, como con los primeros logros a nivel técnico de la Segunda Estrategia de Compensación de los Estados Unidos, que buscaban poder compensar la superioridad convencional soviética en el teatro europeo con base en la tecnología por encima del número y que, a la postre, terminaría por alumbrar los elementos de lo que se dio en llamar la Revolución en los Asuntos Militares de la Información.

Esto llevó a que desde la Alianza, encabezada por los Estados Unidos, se apostase por desplegar el misil balístico Pershing II y el misil de crucero Gryphon para contrarrestar los SS-20 y obligar así a una negociación a la Unión Soviética, todo lo cual provocó enormes protestas en algunos países europeos, comenzando por el Reino Unido y Alemania Federal. Protestas que, por supuesto, en muchos casos eran consecuencia de las operaciones de guerra política llevadas a cabo en el continente por los agentes soviéticos que financiaban y alentaban este tipo de movimientos, dando respaldo de paso a cualquier partido -por entonces, generalmente de extrema izquierda-, dispuesto a agitar la vida política interna de los socios europeos de la OTAN.

Más allá de que la situación de tensión, que llegó a límites insospechados a propósito de las maniobras Able Archer 83 de la OTAN, podía haber terminado en una guerra nuclear a gran escala, la Crisis de los Euromisiles -que por fortuna culminó en 1986 con la Cumbre de Reikiavik y con la firma del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado por los Estados Unidos y la Unión Soviética en 1987- constituye, como decíamos, un buen referente histórico.

En la situación actual, en la que la arquitectura de seguridad europea ha saltado por los aires -algo que queda constatado, entre otras cosas, por el final del citado Tratado-, una Rusia que sigue empleando la disuasión ofensiva como respaldo a su «Operación Militar Especial», pero que también es consciente de que su capacidad convencional se ha resentido notablemente a raíz de la guerra de Ucrania –a pesar de ciertos éxitos-, sigue intentando no restablecer un equilibrio anterior, sino alumbrar uno nuevo que le sea más favorable, en un contexto que sigue siendo de declive relativo frente a sus principales competidores. De ahí que prime el componente estratégico -no necesariamente nuclear en todos los casos- y de ahí también órdagos como el previo a la invasión, cuando pidió la salida de la OTAN de varios de sus Estados Miembros.

Una actitud que obliga precisamente a esta organización –como se recogía en la Declaración aprobada en la recientísima Cumbre de Washington– a reforzar la disuasión. Explica, de paso, no solo la decisión estadounidense sino también las presiones de alemanes o polacos de cara a reforzar el compromiso de este país con su propia seguridad, evitando en lo posible un desacople totalmente indeseable. Dicho lo cual, no obstante, se necesita volver a la mesa de negociación y poco a poco tejer una nueva arquitectura de seguridad que evite situación impredecibles y potencialmente peligrosas, si bien esto se antoja muy difícil hasta que no se cierre antes la fase militar del conflicto Rusia-Ucrania; que no es sino una parte de un conflicto Rusia-OTAN que va bastante más allá de este país.

Y mientras rusos y estadounidenses discuten estos temas, nosotros pasamos al análisis de lo ocurrido en las últimas horas sobre el terreno, comenzando por los lanzamientos de drones rusos sobre territorio ucraniano, que según el Ministerio de Defensa de este país habrían sido cinco, de los cuales cuatro (todos ellos Sahed) habrían sido derribados. No hay constancia, en cualquier caso, del destino del aparato que sí habría traspasado las defensas ucranianas.

Del lado contrario, tenemos por una parte que se han producido explosiones en el aeropuerto de Mariúpol, bajo control ruso. En este sentido, se especula con que el objetivo pudiese haber sido un sistema S-300 allí estacionado, aunque por el momento no hay una evaluación de daños. Además, en las redes se ha hablado de un ataque contra Nova Kakhovka. Por último, un depósito de petróleo se ha incendiado en la región de Rostov tras un ataque con un drone, concretamente en el distrito de Tsimlyansky, según ha anunciado el gobernador Vasili Golubev.

En cuanto a los combates y los movimientos, escasas novedades, mientras se especula con que los ucranianos permanecerán a la defensiva durante al menos los próximos seis meses -algo que ya habíamos descontado-, retomando las operaciones ofensivas posiblemente en 2025.

De esta forma, sin novedades relevantes procedentes de los sectores de Járkov o Kupyansk, pasamos directamente al norte de Soledar, en donde las tropas rusas habrían avanzado en dirección a Fedorivka, a las orillas del río Bakhmutova.

Más al sur, en el área de Gorlóvka, aumenta la preocupación por los avances rusos en dirección al centro de Niu-York y hacia Toretsk. Lo que causa pesar en las filas ucranianas, en realidad, especialmente por lo que ocurre en el sector de Avdiívka, más al sur, es que a base de ganar terreno los rusos puedan poner en jaque la vital carretera T0504.

En relación con esto, lo más relevante como decíamos está tenido lugar en el sector de Avdiívka, en donde las tropas rusas se habrían hecho con una conocida posición defensiva ucraniana conocida por su forma como el «reloj de arena», que guardaba los accesos al norte de Novoselivka Persha. Tras esto, según algunas fuentes, el Ejército ruso habría logrado entrar en la parte más septentrional de esta localidad, tomando algunos almacenes y una escuela.

Por último, al sur del frente, en la región de Zaporiyia, se han reportado combates en áreas céntricas de Urozhaine, localidad situada en el antiguo eje de Velyka Novosilka, en este caso al este del río Mokri Yali.

Antes de pasar al tema internacional, es obligado hacer una referencia al intercambio de acusaciones entre ucranianos y rusos respecto de un supuesto plan destinado a destruir la central hidroeléctrica de Kiev. Como ocurriera a propósito de Nova Kakhovka en su día, desde Rusia han acusado a Ucrania de estar trabajando en una acción de falsa bandera. Los ucranianos se han defendido a través de un comunicado de su Ministerio de Exteriores.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional las novedades son relativamente escasas, como corresponde no solo al fin de semana sino, también, a la «resaca» posterior a un evento como la Cumbre de Washington. Sin embargo, alguna noticia hay, claro está. Por ejemplo, Zelenski, quien ha permanecido en los Estados Unidos tras participar en el evento de la OTAN, ha podido hablar ante la Asociación Nacional de Gobernadores de este país sobre temas como cooperación bilateral a nivel de las empresas de defensa o la reconstrucción de las escuelas y hospitales ucranianos.

A colación, la Administración Militar Regional de Kiev y el Estado de Utah firmaron un memorando de entendimiento. El documento establece la intención de desarrollar la cooperación en economía, agricultura, energía, salud y medio ambiente, ciencia, tecnología, arte, cultura y esfera humanitaria. El memorando se estableció para aumentar el comercio entre la región de Kiev y el estado de Utah, promover la innovación, fortalecer los vínculos comerciales y crear proyectos y puestos de trabajo conjuntos. Incluye cláusulas separadas sobre la prestación de servicios caritativos, humanitarios y sociales.

Siguiendo con Zelenski, ha agradecido públicamente a Papúa-Nueva Guinea la decisión de sumarse a la Declaración aprobada tras la Cumbre de Paz Global, celebrada el pasado mes de junio en Lucerna (Suiza). Según ha explicado el ucraniano, siguen trabajando para que otros países se añadan a los más de 80 estados y organizaciones que han suscrito el documento hasta la fecha.

En otro orden de cosas, el presidente de la República Checa, Petr Pavel, ha anunciado que su país enviará 50.000 disparos (de 155 y 122mm) a Ucrania entre los meses de julio y agosto, como parte de la iniciativa de compra de municiones encabezada por este país. A partir de ahí, entre septiembre y final de año, las Fuerzas Armadas ucranianas deberían recibir entre 80.000 y 100.000 disparos al mes (2.666 y 3.333 diarios), lo que debería terminar con las carencias ucranianas en este sentido e incluso permitir acumular munición para una futura ofensiva, toda vez que han venido recibiendo en los últimos meses también munición por parte de otros aliados.

Más allá de esto, pasando a Finlandia, el país nórdico, que ha acusado a Rusia en varias ocasiones de utilizar la inmigración como arma (en acciones que se enmarcarían dentro de la Zona Gris), ha aprobado una nueva ley que permitirá bloquear el paso de migrantes procedentes de este país.

Pasando a Rusia, el presidente Putin ha encabezado una nueva reunión del Consejo de Seguridad del país –como es habitual, celebrada de forma telemática-, en la que se habló sobre las medidas a tomar para seguir reforzando la industria de defensa del país.

Continuando con Rusia, desde este país han asegurado no saber nada del supuesto plan de paz para Ucrania en el que estaría trabajando Donald Trump, de forma que pudiese implementarlo a su llegada a la Casa Blanca, si logra imponerse en las elecciones de otoño. Así, según el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov, si bien no tendrían noticias, estarían siguiendo muy de cerca «cualquier señal que recibimos […] del expresidente de Estados Unidos», a la vez que criticaba el supuesto papel del «Estado profundo en Washington, en lo que respecta a su autoridad omnipresente y autocomplaciente».

Para terminar, y siguiendo con Trump, en unos Estados Unidos en precampaña electoral, desde el entorno del candidato republicano estarían considerando evaluar la necesidad de regresar al servicio militar obligatorio. En concreto ha sido Christopher Miller, quien terminó por dirigir el Departamento de Defensa estadounidense al final del mandato de Trump, quien ha planteado esta posibilidad, aunque resulta difícil que se lleve a efecto incluso aunque retome su antiguo cargo.


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