Guerra de Ucrania – Día 868

La Cumbre de Washington, que ha reunido a todos y cada uno de los Estados miembros de la OTAN, así como a diversos países en calidad de observadores, ha servido para constatar, más si cabe, la división a escala planetaria entre bloques cada vez mejor definidos. Bloques que luchan entre sí por por el poder y que tienen en Ucrania su principal punto de choque en estos momentos, de ahí que desde la Alianza se haya dejado claro que «el futuro de Ucrania está en la OTAN», a la vez que se han prometido no menos de 40.000 millones de dólares en asistencia únicamente para el próximo año. Además de esto, y mientras los combates y los ataques a larga distancia continúan, se han realizado nuevos anuncios relativos al suministro de cazabombarderos F-16 a este país, Ucrania y Luxemburgo han firmado un nuevo acuerdo de seguridad, la fundación Clooney ha presentado una nueva denuncia contra Rusia y este país ha prohibido el medio «The Moscow Times», que llevaba en activo desde 1992.

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«Apoyamos plenamente el derecho de Ucrania a elegir sus propios acuerdos de seguridad y decidir su propio futuro, libre de interferencias externas. El futuro de Ucrania está en la OTAN». Esta es una de las frases incluidas en la Declaración Conjunta, suscrita por todos y cada uno de los aliados que forman la OTAN, durante la Cumbre de Washington.

Una Declaración que, siguiendo la línea iniciada durante la Cumbre de Madrid de 2022, no hace sino constatar que, tras alcanzar su punto más bajo en 2019, tras la retirada de las tropas estadounidenses de Siria y las palabras de Macron hablando de «muerte cerebral», la OTAN ha recuperado su sentido estratégico, volviendo a ser la organización que ofrece la solución más aceptable a los problemas de seguridad de sus miembros, lo que posiblemente condene a varias de las iniciativas en marcha relacionadas con la construcción europea en materia de Defensa no exactamente al fracaso, pero sí a una vocación más industrial que política, en el sentido de que no hará de la UE un actor con una verdadera voz propia, aunque sí con un peso específico dentro de la Alianza.

A colación, en la Declaración se especifica que: «La cooperación industrial transatlántica en materia de defensa es una parte fundamental de la disuasión y la defensa de la OTAN. El fortalecimiento de la industria de defensa en Europa y América del Norte y la mejora de la cooperación industrial de defensa entre los aliados nos hacen más capaces y más capaces de cumplir con los requisitos de los planes de defensa de la OTAN de manera oportuna». Y es que uno de los principales retos a los que se enfrentan los aliados pasa por lograr recuperar unas capacidades industriales que llevan siendo descuidadas varias décadas.

Sea como fuere, todos estos cambios en el seno de la Alianza, que vuelve -nunca dejó de serlo, pese a las dudas generadas en tiempos de Obama (Pivot to Asia) y Trump (Freeriders)- a configurarse como el pilar básico en cuanto a seguridad para europeos y norteamericanos, ha sido posible, en buena medida, gracias a una Rusia que «ha destrozado la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica y ha socavado gravemente la seguridad mundial» y «sigue siendo la amenaza más importante y directa a la seguridad de los aliados», como se recoge en el texto. Y, en términos más amplios, por la emergencia, ya sin ningún tipo de cortapisas, de una competición estratégica entre grandes potencias de la que todos los miembros de la organización son conscientes y que tiene como principal protagonista, por encima de la propia Rusia, a China.

De ahí que en el mismo texto se hagan hasta trece referencias al gigante asiático, al que se acusa de ser «en un facilitador decisivo de la guerra de Rusia contra Ucrania mediante su denominada asociación “sin límites” y su apoyo a gran escala a la base industrial de defensa de Rusia», a la que hacen un llamamiento «a que cese todo apoyo material y político al esfuerzo bélico de Rusia» y que, en cualquier caso, como reconocen «sigue planteando desafíos sistémicos a la seguridad euroatlántica».

Dicho lo anterior, y pasando al terreno de lo práctico -pues quien más, quien menos, entiende que la guerra de Ucrania es un conflicto proxy para los aliados tanto de este país, como también para China en el caso de Rusia-, durante la Cumbre de Washington se han puesto negro sobre blanco algunos compromisos de cara a los próximos meses, especialmente relativos a la financiación de Kiev y al sostenimiento de las Fuerzas Armadas ucranianas a medio y largo plazo. Todo en la convicción de que asistimos a una guerra de desgaste en la que cualquier salida, incluso negociada, pasa porque el contrario entienda que mantener el esfuerzo bélico no tiene sentido, en la medida en que el contrario seguirá pudiendo hacer lo propio sine die.

En este sentido, los aliados han dejado claro que el apoyo a Ucrania va para largo, afirmando que «Tenemos la intención de liberar una dotación básica de al menos 40.000 millones de euros para el próximo año y luego mantener la asistencia de seguridad a un nivel sostenible, para que Ucrania gane». La cifra no es aleatoria, sino que corresponde aproximadamente a la cantidad invertida anualmente desde que, en febrero de 2022, Rusia iniciase su invasión a gran escala de Ucrania. No solo eso, sino que además se han comprometido a revisar esta cifra anualmente, de forma que en las próximas cumbres anuales -en 2025 tendrá lugar en La Haya (Países Bajos)- se reexaminarán las contribuciones en función de cómo evolucione el conflicto (si es que sigue en marcha), dejando la puerta abierta incluso a una subida, de ser necesario. Todo, lógicamente, con el propósito de desalentar al Kremlin.

Además, durante la Cumbre, también se ha intentado calmar tanto a los aliados como a la propia Ucrania a propósito de la continuidad del apoyo estadounidense, independientemente de cuáles sean los resultados de las próximas elecciones norteamericanas, que se celebrarán en otoño. En este sentido, Stoltenberg ha mostrado su esperanza en que, aunque Trump pueda llegar al poder, «Estados Unidos seguirá siendo un aliado fuerte y leal de la OTAN». El secretario de Defensa norteamericano, Austin, recordaba por su parte que el artículo 5 del tratado del Atlántico Norte «Fue la base de la OTAN y lo sigue siendo» y que «Sobre esa base hemos construido la alianza defensiva más fuerte y exitosa de la historia de la humanidad», así como que «La OTAN siempre ha estado a nuestro lado y nosotros seguiremos apoyándola».

Lo más relevante de cara al conflicto –que va más allá de la actual fase militar– entre Ucrania y Rusia ha sido, en cualquier caso, la frase con la que comenzábamos el informe de hoy: «El futuro de Ucrania está en la OTAN». De esta forma, aunque los aliados son plenamente conscientes de que este país no accederá a la organización mientras haya una guerra en marcha, no solo dan aliento a Kiev, respondiendo así a las peticiones por parte de Zelenski de una señal al respecto, sino que dejan claro a Rusia que independientemente de las pérdidas (incluso territoriales) que Ucrania pueda sufrir, ya no volverá a ser un «estado colchón» entre la UE/OTAN y Rusia, sino que pasará a formar parte del bloque occidental con todas sus consecuencias. Lo que no quiere decir, en ningún caso, que la implementación de esta intención sea sencilla, pues Rusia puede optar por mantener el conflicto abierto a largo plazo, aunque sea reduciendo su intensidad, mientras que sin duda algunos de los aliados pondrán todas las trabas posibles a una integración efectiva.

Mientras todo esto se concreta, además, desde Washington se anunciaba también que los Países Bajos y Dinamarca, con el apoyo de los Estados Unidos, han comenzado a entregar cazabombarderos F-16 a Ucrania. Además, Bélgica ha confirmado que suministrará a este país hasta una treintena de unidades, mientras que Noruega ha reafirmado su compromiso con las entregas. Se espera que los primeros aparatos estén plenamente operativos en el cuarto trimestre del año, en lo que supone un importante respaldo a las opciones militares de Kiev, si bien en modo alguno serán, como muchos esperan, un «game changer».

Dicho todo lo anterior, aunque sin duda la Cumbre de Washington será un tema al que volveremos en los próximos días y semanas, toca hablar sobre lo ocurrido en el terreno en las últimas horas. En este sentido, desde Ucrania han denunciado nuevos lanzamientos de drones por parte de Rusia, si bien aseguran haber derribado todos y cada uno de los seis aparatos tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) empleados por este país durante la pasada jornada. En cualquier caso, se han registrado explosiones sobre Zaporiyia, Mikolaiv, así como al norte de la región de Sumy.

En el caso de Rusia, en primer lugar tenemos que se ha producido una importante explosión y posterior incendio una vez más en Eupatoria, en la península de Crimea. El Ministerio de Defensa de la Federación rusa, por su parte, ha hablado de la supuesta destrucción de «un avión MiG-29 de la Fuerza Aérea de Ucrania, 55 vehículos aéreos no tripulados, cuatro misiles tácticos ATACMS fabricados en EE. UU., tres misiles HIMARS MLRS fabricados en EE. UU. y cuatro bombas guiadas Hammer fabricadas en Francia».

En cuanto a los combates y movimientos, en las últimas horas comenzando por el norte nos encontramos con nuevos enfrentamientos en el sector de Járkov, concretamente en Vovchansk. Allí el Ejército ruso ha lanzado un ataque al sur del río Vovcha, que cruza la ciudad. Se revierten por tanto las recientes ganancias ucranianas, mientras la situación en esta localidad sigue estando definida por su dinamismo. Lo mismo que en Hlyboke, por cierto, en donde se ha dado la situación contraria, con las AFU retomando terreno al noroeste de la localidad.

También se ha combatido al noreste de Kupiansk, una vez más con ataques rusos en los alrededores de Synkivka, que han permitido a su ejército seguir avanzando en dirección sur desde Lyman Persyi y Vilshana.

Dicho esto, y sin novedades relevantes en el sector de Bakhmut, pasamos directamente al área de Gorlóvka, en donde después de una pequeña pausa operativa las tropas rusas han vuelto a lanzarse contra Niu-York y Pivnichne. En el primer caso han tenido éxito, avanzando hacia el centro de esta población, de la que controlan ya aproximadamente un tercio y a la que han logrado llegar avanzando en paralelo a las defensas ucranianas desde el sur.

Por último, ya en el sector de Avdiívka, tenemos que han continuado los ataques rusos a lo largo y ancho del mismo, si bien no se han registrado cambios.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Como no podía ser de otra forma, el apartado internacional vuelve a llevarnos a Washington, pues además de lo ya explicado, son muchas más las cosas que allí han ocurrido. Más allá de los anuncios relativos a nuevas donaciones de cazabombarderos o sistemas de defensa aérea -ya comentados en la primera parte de este informe y en el de ayer– y que Zelenski ha agradecido, se han producido numerosas reuniones.

Por ejemplo, el ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umerov, se ha visto –al igual que el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba– con el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell. Con el español han tratado tanto sobre la asistencia militar como sobre la asistencia financiera y le han agradecido la decisión de la UE a propósito del empleo de los fondos rusos congelados para financiar el esfuerzo bélico ucraniano.

Umerov, además, se ha visto también con los ministros de Defensa de Dinamarca y de los Países Bajos, con quienes ha hablado sobre las próximas entregas de cazabombarderos F-16, pero también sobre la colaboración entre las industrias de defensa de sus respectivos países.

En cuanto a Kuleba, además de con Borrell, se ha visto con su contraparte húngara -recordemos que el primer ministro Orban ha estado recientemente de visita en Kiev, Moscú y Beijing, algo por lo que ha sido muy criticado-, Péter Szijjártó, a quien le ha dicho que no habrá «iniciativas de paz basadas en las narrativas rusas».

Además, se ha reunido también con su colega sueco, Tobias Billstrom, a quien ha dado las gracias por el apoyo que el país nórdico ha prestado a Ucrania y con quien ha hablado sobre cooperación bilateral, integración en la UE y, por supuesto, la necesidad ucraniana de más defensas aéreas.

El jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, se ha reunido por su parte con el presidente de la Cámara de Representantes, aprovechando para hablar sobre el apoyo a Ucrania y la situación en el frente. Lo mismo que ha hecho con una delegación bipartidista procedente del Senado, de la que formaban parte los líderes de ambos partidos.

En cuanto a Zelenski, ha mantenido una agenda de lo más apretada, toda vez que se ha reunido con el nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, que le ha confirmado entre otras cosas que Ucrania puede seguir empleando los misiles Storm Shadow suministrados por el Reino Unido para atacar el territorio ruso cada vez que lo considere necesario. Eso sí, estos misiles –ha advertido Starmer– deben «obviamente utilizarse de conformidad con el derecho internacional humanitario, como es de esperar».

Además, Zelenski ha estado reunido durante la Cumbre con: el nuevo primer ministro de los Países Bajos, el presidente de Eslovaquia, el primer ministro de Luxemburgo, el canciller de Alemania, una delegación del Senado de los Estados Unidos, el portavoz y miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el primer ministro de Canadá y el presidente checo.

Además de esto, y pasando a la ayuda militar, los aliados de la OTAN no solo se han comprometido a aportar, como hemos explicado, un mínimo de 40.000 millones de euros a Ucrania en 2024, sino que se han producido otros anuncios concretos de ayuda, en este caso a corto plazo. De esta forma, tras reunirse Zelenski con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, este ha anunciado un nuevo paquete por valor de 500 millones de dólares canadienses (367 millones de dólares estadounidenses), algo que Zelenski como es lógico, ha agradecido.

También, como hemos adelantado en la entradilla, Ucrania y Luxemburgo han firmado un Acuerdo de Seguridad, en la línea con los formalizados con países como Estados Unidos, Alemania, España, Reino Unido, Francia y otros tantos, y en virtud del cual, entre otras cosas, se vuelve a reseñar el papel del pequeño país europeo como líder de la Coalición de Capacidades IT. Además, en el documento Luxemburgo reafirma claramente su apoyo a la futura adhesión de Ucrania a la UE y a la OTAN.

Más allá de Washington, y en reacción a la Cumbre, desde una China a la los aliados han acusado expresamente de «financiar los ataques rusos a Ucrania», han expresado su «fuerte descontento» con la Declaración resultante, afirmando que está «impregnado de una mentalidad digna de la Guerra Fría y de una retórica belicosa » y arguyendo que «La OTAN debería dejar de exagerar la llamada amenaza china, dejar de incitar a la confrontación y la rivalidad y contribuir más a la paz y la estabilidad mundiales».

Desde los medios rusos, por su parte, han preferido centrarse en las declaraciones del primer ministro húngaro, Orban, a propósito de del papel de la OTAN en relación a Ucrania, que considera «peligroso e irresponsable», o en las de su ministro de Exteriores, quien asegura que «la ayuda militar a Ucrania no es responsabilidad de los miembros de la OTAN». Todo mientras el ínclito Medvedev dejaba claro que no hay negociación posible con Ucrania que no implique una capitulación y la ocupación completa de este país por parte de Rusia.

En otro orden de cosas completamente diferente, la Fundación Clooney para la Justicia y otras ONG han presentado durante esta jornada una denuncia contra Rusia ante las Naciones Unidas por violar los derechos de los ucranianos muertos en un ataque con misiles contra la ciudad de Vynnytsia, exigiendo una indemnización. De esta forma, la fundación, fundada por el actor George Clooney y su esposa Amal Clooney, abogada de derechos humanos, así como la organización Legal Action Worldwide (LAW) con sede en Suiza y la ONG ucraniana Truth Hounds, esperan sentar un precedente para facilitar que Rusia sea declarada culpable por sus violaciones de derechos humanos.

Por último, es obligado hacer una referencia a la prohibición, por parte de las autoridades rusas, del medio de comunicación «The Moscow Times», conocida cabecera que lleva en activo desde 1992 y que ha sido clasificada como «indeseable», de forma que se prohíbe que continúe con su actividad. En este sentido, cabe recordar que ya en 2023 fue calificado como «agente extranjero» y que habían visto cómo su labor se veía dificultada. Pese al anuncio, en cualquier caso, su fundador Derk Sauer ha anunciado en redes sociales que continuarán trabajando igual que antes.


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