Con la Cumbre de la OTAN en marcha, la atención internacional gira en torno a las decisiones que se tomen en Washington, si bien continúan las reacciones al ataque ruso al hospital infantil de Kiev, cuyo balance de víctimas ha ascendido ya a 43 fallecidos y que ha provocado, entre otras cosas, que la Agencia Internacional de la Energía Atómica se reúna de urgencia a petición de Ucrania, dado que había material radiactivo en las instalaciones. Más allá de esto, en el terreno, el Ejército ruso continúa intentando abastecer a sus militares embolsados en Vovchansk mientras avanza en otros sectores del frente, se ha anunciado la entrega futura de un cuarto sistema antiaéreo Patriot a Ucrania y se ha vuelto a hablar sobre la campaña de influencia rusa de cara a las próximas elecciones norteamericanas.
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Entre los días 9 y 11 de julio de 2024, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebra la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Washington, que coincide, además, con el 75 aniversario de la Alianza, dado que el Tratado del Atlántico Norte se firmó precisamente en esta misma ciudad en abril de 1949. La cita, que llega en un momento difícil en términos políticos tras las recientes elecciones al Parlamento Europeo, en Francia y en Reino Unido, deberá servir como las anteriores de Madrid y Vilna, entre otras cosas, para demostrar un sólido apoyo a Ucrania, que debería materializarse al menos, en anuncios de nuevos envíos de armas y en compromisos a largo plazo.
Los temas a tratar, sin embargo, serán muchos más, desde el reparto de cargas y responsabilidades entre los aliados de uno y otro lado del Atlántico a, en términos amplios, la competición militar con Rusia y otros Estados que puedan considerarse una amenaza, o la despedida de su todavía secretario general, el noruego Jens Stoltenberg, quien será sustituido por el neerlandés Mark Rutte a partir del próximo día 1 de octubre, si bien la transferencia de poderes ya ha comenzado.
Dicho esto, desde la capital norteamericana y en relación con la guerra de Ucrania se han producido ya las primeras referencias y declaraciones. En primer lugar, el propio Stoltenberg, quien ha actuado de maestro de ceremonias junto a Joe Biden dando inicio a la Cumbre, ha pedido que se refuercen las entregas de armamento a Ucrania. El segundo, por su parte, daba por fracasada la ofensiva rusa, a la vez que anunciaba que los Estados Unidos suministrarán a Kiev un nuevo sistema antiaéreo Patriot, que se sumará a los comprometidos por Alemania, Rumanía y Países Bajos y al SAMP-T anunciado recientemente por Italia. Ahora bien, se trata de sistemas de los que, en realidad, ya se sabía que iban a ser suministrados a Ucrania, por lo que no suponen una novedad.
Recordemos, en este sentido, que Ucrania determinó meses atrás que, para cubrir de forma efectiva su territorio frente a los ataques rusos, necesitaría más de una veintena de sistemas antiaéreos de largo alcance Patriot o comparables. Además, las mismas fuentes declararon que el número mínimo para ofrecer una protección creíble a las ciudades y las infraestructuras del país era de siete sistemas, cifra que todavía no se ha alcanzado -y, además, alguno de los entregados ha sufrido la pérdida de parte de sus componentes por acciones rusas-. Así las cosas, y aunque las fuentes ucranianas y proucranianas especulen (y pidan, como vimos ayer) acerca de próximos anuncios en esta dirección, incluyendo la provisión de sistemas Patriot por parte de España o Suecia, por el momento no se está cerca de responder a las necesidades del país.
A colación, es inevitable pensar que ataques como el de ayer sobre un hospital infantil en Kiev, que ha provocado el rechazo internacional y ha llevado incluso al primer ministro indio, Narendra Modi, a decir a Putin durante su reunión que ver niños muertos es «insoportable», tienen mucho que ver lo que en Washington se decida a propósito de las defensas antiaéreas y, también, con el uso futuro que las Fuerzas Armadas ucranianas hagan de los sistemas recibidos.
No hay que olvidar que la gran diatriba para los decisores ucranianos ha consistido, desde el invierno de 2022, en decidir si se confería prioridad a la defensa de las ciudades y las infraestructuras críticas o si, por el contrario, se primaba el empleo de los sistemas antiaéreos recibidos más cerca de la línea de frente, con la intención de negar el uso del espacio aéreo ucraniano a la Fuerza Aérea rusa, algo que ha permitido en el pasado a los ucranianos anotarse importantes tantos, pero que por distintas razones (como el riesgo que corren estos sistemas) ha venido haciéndose cada vez más con cuentagotas.
Una disyuntiva que, en un momento como el actual en el que Rusia está haciendo un uso intensivo de bombas planeadoras e incluso ha vuelto a usar aviones de ataque a tierra en sectores como el de Bakhmut durante las pasadas semanas, se torna más compleja si cabe, pues en la medida en que se destinen sistemas a frenar a la aviación rusa, la lucha contra los misiles rusos (los drones se combaten con otros sistemas) «cada vez más difícil» según reconocen los propios ucranianos, se complicará. Esto, a su vez, podría provocar protestas y descontento entre una población que lleva más de dos años soportando alarmas continuas. También, dificultaría la producción de armamentos y municiones y el mantenimiento del material en servicio, a la vez que, de forma más general, supondría un problema añadido a la ya de por sí difícil situación de la economía ucraniana.
Así las cosas, no es de extrañar que muchos piensen que el ataque ruso de ayer contra el hospital infantil, pese a poder ser contraproducente en tanto alentará a los aliados de Ucrania a incrementar su ayuda, tenía como objetivo alejar los nuevos sistemas antiaéreos del frente, de forma que las tropas rusas sigan, en la medida de lo posible, contando con el necesario apoyo aéreo táctico en sus avances al oeste del país. Dicho lo cual, los ucranianos, que saben que nunca lograrán disponer de la cifra de antiaéreos que estiman necesaria para cubrir ambas amenazas, siguen insistiendo en que hay una segunda vía posible para frenar los ataques rusos, consistente en que se levanten las restricciones al uso del armamento recibido contra el interior del territorio ruso. De ahí que esta vaya a ser una de las grandes peleas en esta Cumbre de Washington… aunque no la única.
Pasando ya a las novedades sobre el terreno, después de la oleada masiva de misiles registrada ayer, en las últimas horas las alarmas antiaéreas han vuelto a estar activas en distintas regiones de Ucrania, como Mikolaiv o Krivói Rog, debido al lanzamiento de drones por parte de Rusia. Por el momento, sin embargo, no se ha publicado ningún recuento oficial, ni han trascendido datos de objetivos alcanzados, como en otras ocasiones.
En el caso de Rusia, a diferencia de otros días durante la última jornada no se ha publicado ninguna información oficial relativa a incendios en depósitos de combustible, polvorines o cualquier otro objetivo relevante, si bien sí se ha hablado de un depósito alcanzado en Volgogrado. Desde el Ministerio de Defensa de este país, por su parte, han publicado una nota de prensa informando del supuesto derribo de más de una treintena de drones ucranianos sobre las regiones de Bélgorod, Kursk, Voronezh y Astracán.
En cuanto a los combates y los movimientos, comenzando por el sector de Járkov, al norte del frente, allí continúan los contraataques ucranianos, que les han llevado en el caso de la localidad de Hlyboke a seguir retomando terreno, algo que viene haciendo desde días atrás. Además de esto, en la ciudad de Vovchansk, donde continúan los enfrentamientos y Ucrania presiona por expulsar a las tropas rusas del norte de la urbe, ha vuelto a ser noticia la situación de los militares rusos embolsados, de los que se desconoce su número, pero sobre los que se ha sabido que llevan días siendo abastecidos con drones, algo que los ucranianos hicieron anteriormente con éxito en otras partes del frente como Chassiv Yar.
Más allá de esto, las novedades han sido escasas. En el sector de Avdiívka, desde el Ministerio de Defensa ruso han reclamado la toma completa de Yasnobrodivka, situada al suroeste de Umanske y la última localidad en su camino, en esta zona, hasta el embalse del río Vovcha. Sea o no, ya que ninguna de las principales fuentes OSINT había confirmado la noticia a la hora de redacción de este informe, se ha seguido luchando también al norte del sector, con las tropas rusas intentando avanzar desde Novoolensandrivka en dirección noroeste hacia Vozdvyzhenka.
Antes de pasar a la sección internacional, un par de apuntes. En primer lugar, tras anunciarse la creación de una brigada internacional -la «Legión ucraniana»- con voluntarios ucranianos residentes en distintos Estados miembros de la Unión Europea, se han multiplicado los llamamientos por parte de las autoridades del país para que quienes estén en disposición de hacerlo, se alisten.
En segundo lugar, se han visto cada vez más imágenes de carros de combate -y, en general, de unidades rusas- siendo atacadas de noche, lo que indica que los avances en cuanto a visión nocturna de los drones ucranianos está permitiendo hacer frente también en las horas de penumbra a sus enemigos, algo importante toda vez que los rusos suelen recurrir al amparo de la noche para avanzar.
En tercer y último lugar, según algunas de las últimas estimaciones hechas por The Economist, hasta el 2% de los varones rusos de entre 20 y 50 años pueden haber resultado muertos o gravemente heridos desde el inicio de la invasión de Ucrania. En total, se estima además, que el número de fallecidos podría ser de entre 106.000 y 140.000 hombres.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional, dejando al margen la Cumbre de la OTAN, que ha reunido a decenas de mandatarios y altos cargos en la capital norteamericana, nos lleva en cualquier caso a Washington ya que allí, y al margen de dicha cita, se han reunido el presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo ucraniano, Zelenski. El primero ha garantizado al segundo su apoyo «inquebrantable» mientras, con toda seguridad, Zelenski ha pedido a Biden que levante la mano en lo relativo a las restricciones al uso de armamento estadounidense.
Al mismo tiempo, el ministro de Exteriores ucraniano, Kuleba, se reunía con el secretario de Estado norteamericano, Blinken, para tratar temas relacionados con la ayuda militar, entre otros, incluyendo el suministro de equipo médico.
Además de esto, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, ha anunciado que la OTAN creará un nuevo mando destinado a prestar entrenamiento a las tropas ucranianas. También que se nombrará a un representante de la Alianza en Kiev, si bien ambos extremos se conocían ya, después de que en su día el secretario general saliente, Stoltenberg, hablara sobre ello.
Como quiera que una cita de este nivel siempre provoca reacciones, desde China han criticado los «ataques» de la OTAN y denunciado la presencia en la Cumbre de Washington de países que no forman parte de la organización. Así, según Lin Kian, portavoz de exteriores chino: «La OTAN afirma ser una organización regional y defensiva, pero extiende continuamente su poder más allá de sus fronteras, provoca enfrentamientos y practica intimidación».
Siguiendo con la actualidad internacional, buena parte de la misma ha girado en torno al ataque de ayer contra el hospital infantil de Kiev. En este sentido, el primer ministro ucraniano ha hablado con su homólogo eslovaco, Robert Fico (recordemos que se considera cercano a Rusia), quien ha condenado el ataque y ha mostrado su disposición a que su país acoja a parte de los menores afectados.
A colación, el consejo de administración de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) celebrará una reunión extraordinaria el próximo viernes a petición de Ucrania, en tanto el hospital atacado en Kiev poseía hasta «27 fuentes de radiaciones ionizantes» que formaban parte de los distintos equipos de lucha contra el cáncer, con lo que el ataque, si bien no ha trascendido información alguna al respecto, habría puesto en peligro la seguridad de las mismas.
Desde Rusia, mientras tanto, han denunciado lo que consideran un «doble rasero» por parte de las Naciones Unidas en relación con el ataque al hospital de Kiev, a la vez que han seguido difundiendo informaciones a todas luces falsas sobre el origen de los daños, que achacan en medios oficialistas a la acción de un antiaéreo NASAMS suministrado por Noruega y utilizado por las AFU, a pesar de que los vídeos que muestran el momento del impacto de un misil Kh-101 son concluyentes.
Continuando con Rusia, el primer ministro indio, Narendra Modi, ha abandonado ya el país, tras una visita que ha servido para afianzar las relaciones entre los dos países, muy fortalecidas en lo comercial desde el inicio de la guerra de Ucrania. Además, Modi ha logrado arrancar a Putin el compromiso de que los ciudadanos indios alistados en el Ejército ruso tras ser engañados –hablamos sobre ello meses atrás-, serán devueltos a su país a la mayor brevedad.
En otro orden de cosas, en las últimas horas se ha hablado sobre diversos temas relacionados con Rusia, como las informaciones relativas a posibles sabotajes que provocaron, en las pasadas semanas, que el nivel de alerta se incrementase en las bases militares estadounidenses en Europa. También, siguiendo con la inteligencia estadounidense, sobre los informes en los que avisan de que las intromisiones en la campaña electoral estadounidense por parte de Rusia estarían ayudando a Donald Trump y perjudicando a Joe Biden, quien sigue siendo cuestionado por los principales medios estadounidenses, sin que para ello se necesite el concurso de los expertos en desinformación rusos.
Por otra parte, la justicia rusa ha emitido una orden de detención contra Yulia Navalnaïa, viuda del opositor Alexei Navalny, quien murió en prisión el pasado mes de febrero. Según las autoridades rusas, Navalnaïa, en el exilio, no se presentó a una cita con la justicia, por lo que «fue incluida en la lista de personas buscadas». Ella, por su parte, ha respondido a través de las redes sociales, afirmando que «Vladímir Putin es un asesino y un criminal de guerra. Su lugar está en prisión y no en algún lugar de La Haya, en una acogedora celda con televisor, sino en Rusia, en la misma colonia y en la misma celda de 2 por 3 metros en la que mató a Alexei».
Por último, un enlace a un interesante artículo de Foreign Affairs acerca de la «nueva economía de guerra de Putin», en este caso muy crítico con la gestión del presidente ruso, que el autor sostiene estaría condenando el futuro económico del país, si bien como hemos compartido en otras ocasiones, hay opiniones que consideran todo lo contrario.
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