Desde los Estados Unidos han explicado al fin cuál será el contenido de su nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, valorado en más de 2.000 millones de dólares. Un paquete que, en realidad, se dividirá en dos, consistiendo en una parte en la compra de misiles interceptores para Patriot y Nasams y, por otra, en la adquisición de interceptores para los Hawk, misiles Tow y cohetes para los HIMARS. Mientras la nueva ayuda llega, sobre el terreno Rusia continúa logrando avances, presionando con fuerza tanto en dirección a Toretsk como a Chassiv Yar, mientras continúa progresando al oeste de Avdiívka. Todo esto mientras una nueva reunión de la Organización de Cooperación de Shanghái reúne a los líderes de China, India, Turquía, Irán, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán, Pakistán y Tayikistán en Astaná, en una cita en la que se espera de que se anuncie la entrada de Bielorrusia.
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La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), vista por algunos como una némesis de la OTAN, aunque nunca ha tenido ese papel militar, fue fundada en 2001 por China, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, como foro en el que tratar asuntos económicos y de seguridad en Asia Central. De hecho, su enfoque originario giraba en torno a la lucha contra el terrorismo y el fortalecimiento de los vínculos comerciales. Desde entonces no ha dejado de sumar nuevos miembros, hasta convertirse en la organización regional más grande del mundo, no por número de integrantes, sino por el territorio que estos suman y por el hecho de concentrar a más de la mitad de la población del planeta.
India y Pakistán obtuvieron la membresía plena en 2017; Afganistán, Bielorrusia y Mongolia cuentan por el momento con el estatus de observador -aunque se espera que precisamente en esta Cumbre de Astaná se anuncie la entrada formal de Bielorrusia como miembro de pleno derecho-, mientras que Turquía ocupa un nivel más bajo como “socio de diálogo”. Irán, por su parte, logró acceder a la membresía de pleno derecho en la pasada Cumbre de Samarcanda (15-16 de septiembre de 2022), en la que otros estados como Egipto y Qatar pasaron a ser “socios”, mientras que Bahréin, Kuwait, Maldivas, Emiratos Árabes y Myanmar solicitaron este mismo estatus; es innegable, por tanto, el atractivo de este foro.
En relación con la guerra de Ucrania, sin embargo, la Organización de Cooperación de Shangái no ha llegado a jugar en ningún momento el papel que Putin hubiese deseado, ya que en ningún momento ha logrado recabar el apoyo explícito de los demás miembros del foro. De hecho, precisamente la de Samarcanda fue una cumbre difícil, entre otras cosas porque las relaciones entre China y Rusia se habían tensado y era la primera vez que Xi Jinping y Putin se reunían desde el inicio de la invasión. No hay que olvidar, a colación, que la Federación Rusa había sido históricamente el actor dominante en Asia Central y que, a raíz de la guerra de Ucrania, esta región fundamental quedó más expedita si cabe a la penetración comercial (aunque no solo), de China.
Cabe recordar además, como decíamos, que Vladimir Putin no logró asegurarse el apoyo de los países de Asia Central en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), pues conscientes de la ventajas de mantener cierta equidistancia, líderes como Tokayev, el presidente kazajo, llegaron a afirmar ya en junio de 2022 que su país no reconocerá las repúblicas de Donetsk y Lugansk. Una posición lógica y es que, desde entonces, varios de los integrantes del foro se han beneficiado del nuevo atractivo que tienen no solo por sus recursos o por su papel como parte de las rutas comerciales entre Asia y Europa (Nueva Ruta de la Seda), sino por ser objeto de deseo en la nueva competición estratégica entre grandes potencias, que la guerra de Ucrania ha azuzado.
Dicho esto y en lo que a la seguridad atañe, es cierto que los miembros de la OCS han realizado ejercicios militares conjuntos, pero también que esto no significa en modo alguno que estemos -al menos por el momento- ante una alianza de defensa formal, como puede serlo la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ni, tampoco, ante una unión económica oficial como sí lo es la Unión Europea (UE). La Organización de Cooperación de Shanghái fue concebida como un foro a través del cual China y Rusia podrían gestionar sus complicadas relaciones de vecindad, que no han dejado de serlo a pesar de su alianza cada vez más estrecha, sustentada le guste o no a Putin en el papel crecientemente dependiente de una Rusia que tiene en China su principal sostén internacional y económico.
A colación, es cierto que en varias ocasiones Rusia ha tratado de enmarcar la Organización de Cooperación de Shanghái como una especie de club anti-OTAN, como parte de sus esfuerzos en avanzar hacia un mundo multipolar y un orden internacional distinto del surgido tras la Segunda Guerra Mundial y, más exactamente, tras la Guerra Fría, con la unipolaridad (que ya nadie cree que siga existiendo, por otra parte). Sin embargo, los miembros de la OCS prefieren involucrarse en asuntos más prácticos como la lucha contra el terrorismo -que plantea un importante problema regional- o las inversiones en infraestructura, especialmente chinas y turcas.
En este sentido, la OCS ha recorrido un largo camino en muy poco tiempo, integrando nuevos miembros y convirtiéndose por derecho propio en un elemento integral del nuevo orden mundial político y económico global en Asia Central. De esta forma, si bien no es una alianza militar –y tiene pocas posibilidades de llegar a serlo dada la disparidad entre sus miembros o el hecho de que países clave como Turquía forman parte de la OTAN-, tiene mucho más sentido pensar que la ampliación de la OCS es un reflejo del nuevo papel del mundo no occidental. Un mundo que en cierto modo «vuelve a su ser», al contar con Asia en su núcleo (y, dentro de esto, con China como gran potencia).
Explicado lo anterior, el éxito de Organización de Cooperación de Shanghái se basa porn encima de todo en su papel de cara a la promoción de la cooperación multilateral tanto en términos de seguridad regional como comerciales en Asia Central, aspecto en el que está demostrando ser muy útil. Es más, a cada año que pasa crece el número de estados que están listos para unirse a la OCS, lo que dice mucho en un contexto de transformación tanto del orden internacional como del meramente regional. Ahora bien, aunque previsiblemente los miembros OCS seguirán protestando contra las crecientes sanciones contra algunos de los integrantes del grupo (Rusia, China y, en cuestión de horas, Bielorrusia), es extremadamente difícil que pasen de ahí, ya que, como se ha explicado, precisamente su interés económico y comercial es lo que más juega en contra de un posicionamiento claro del lado de Moscú. Además, tampoco hay que olvidar que los miembros del grupo llevan tiempo luchando contra la imagen que muchos tienen de la OCS como «un grupo de dictadores», con lo que dar pasos en apoyo del Kremlin jugaría en contra de estos esfuerzos.
Con o sin OCS la guerra sigue. En las últimas horas, Ucrania ha vuelto a ser el blanco de nuevos ataques rusos con misiles y drones. Ataques que han alcanzado regiones como Poltava y ciudades como Dnipró, en donde se han registrado cinco muertos y decenas de heridos. Así las cosas, según las autoridades de este país, habrían sido hasta 22 los drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) empleados por Rusia, de los que aseguran haber derribado 21 de ellos.
En el caso opuesto, se han vuelto a informar de explosiones en la ciudad de Donetsk, ocupada por Rusia. Además, nuevamente, se ha producido un gran incendio en Kursk, achacado a un ataque ucraniano. Por otra parte, en relación con el ataque del que hablamos en el informe de ayer contra la base naval de Novosorossiysk, llevado a cabo empleando para ello drones navales de superficie, las autoridades rusas aseguran que fue neutralizado con éxito, anunciando la destrucción de dos barcos no tripulados. No hablaron de los posibles daños, como es habitual.
En cuanto a los combates y los movimientos, antes de empezar y como muestra de que, a pesar de los constantes avances rusos, estos son en términos generales nimios, durante el pasado mes de junio el ejército de este país logró hacerse con un exiguo 0,01% adicional del territorio ucraniano, con lo que controla en la actualidad el 17,57% del total, cifra que apenas ha variado en los últimos dos años ya que los principales logros se alcanzaron en las primeras fases de la invasión.
Dicho esto, no se han producido novedades en el sector de Járkov, con lo que pasamos directamente a Svatove, en donde sí habría tenido lugar un contraataque ucraniano a la altura de Novojehorivka, que habría permitido a las AFU avanzar hasta dos kilómetros en una zona bajo control ruso. Estos, por su parte, han vuelto a incrementar la presión sobre Makiívka desde diferentes direcciones.
En el sector de Bakhmut, las tropas rusas reclaman la captura del «Microdistrito del canal», algo que cada vez más fuentes confirman. En cualquier caso, siguen posicionándose para poder lanzar ataques al otro lado del canal de agua dulce. A propósito de esto, cabe hacer una precisión. En estas fechas, apenas corre agua por el mismo, con lo que el obstáculo no es la masa de agua, ya que puede sortearse. El verdadero problema de intentar cruzar el canal es que se trata de una zona despejada, en la que los movimientos enemigos quedan expuestos frente a los medios de monitorización, estando al alcance de una artillería que tarda segundos en reaccionar ante cualquier posible intento. Además, la zona está plagada de posiciones defensivas. No obstante, es previsible que Rusia intente el cruce no mediante unidades de entidad batallón o superiores, sino a escalas muy pequeñas, «colando» poco a poco infantes en múltiples cruces, al amparo de la noche preferiblemente, buscando asentarse a poniente del canal si antes logran tomar algunas de las trincheras ucranianas. Mientras tanto, se ha producido además un contraataque ucraniano más al sur, en Klischiívka, en donde los ucranianos están teniendo más éxito en las últimas semanas.
El otro punto de interés en esta jornada es el área de Gorlóvka, pues el Ejército ruso continúa no solo lanzando ataques en dirección a Toretsk, sino logrando avances hasta cierto punto importantes, en tanto se trata de una zona en la que apenas se habían producido movimientos durante meses y en la que, sin embargo, han conseguido un notable progreso en cuestión de días. Por el momento han conseguido no solo llegar a las puertas de Druzhba y Pivchine, sino que están atacando más al sur, en dirección a Niu-York.
En cuanto al sector de Avdiívka, las tropas rusas se siguen ganando terreno tanto al norte y sur de Sokil, localidad que ya obra también bajo su poder. Además, al norte de este sector continúan avanzando a caballo de la línea férrea, de forma que están cada vez más cerca de la aldea de Prohres.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional nos lleva hoy nuevamente, en primer lugar, a los Estados Unidos (una vez ya hemos hablado a fondo de la cumbre de la OCS). Desde allí se ha anunciado cuál será finalmente el contenido del nuevo paquete de ayuda militar, cuyo importe, recordemos, superaba los 2.000 millones de dólares. Así las cosas, por una parte, 150 millones estarán destinados a que Ucrania adquiera armas procedentes de los inventarios del Pentágono, algo que ha agradecido el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak. En este caso, se espera que opten por solicitar a los estadounidenses misiles Tow, municiones para los M-142 HIMARS y, también, interceptores para los antiaéreos Hawk.
Por otra, más de 2.000 millones se invertirán en la adquisición, por parte de los Estados Unidos, de misiles antiaéreos para los sistemas Patriot y NASAMS, lo que permitirá a las AFU no solo proteger mejor sus ciudades, sino también redoblar la amenaza que estos sistemas suponen para las aeronaves militares rusas encargadas por ejemplo de lanzar las bombas planeadoras. Según el comunicado de prensa del Pentágono, la cosa queda como sigue:
El estadounidense, en cualquier caso, no ha sido el único anuncio de ayuda militar de las últimas horas, toda vez que desde Alemania han actualizado la información sobre los envíos a Ucrania. Así las cosas, recientemente este país habría hecho llegar a Ucrania carros de combate, antiaéreos y munición para la artillería, entre otros. De esta forma, si bien no se trata de nuevas concesiones, ya que habían sido anunciadas tiempo atrás, sí de nuevas recepciones de material que ahora ya está en manos de las AFU.
Volviendo sobre el anuncio de ayuda por parte de Estados Unidos, y como curiosidad, ha coincidido con la celebración del «Día de las tropas de misiles antiaéreos de la Fuerza Aérea de las Fuerzas Armadas de Ucrania», tal y como ha anunciado el jefe de Estado Mayor de las AFU, el general Sirskiy, celebrando y agradeciando de paso el nuevo paquete. No ha sido el único, en tanto el propio Zelenski ha hecho lo mismo a través de las redes sociales, asegurando que los «recursos adicionales de defensa aérea, artillería, armas antitanques y otros artículos críticos, así como la financiación para misiles Patriot y NASAMS, fortalecerán a nuestros soldados y mejorarán nuestras capacidades en el campo de batalla».
Sobre Zelenski, por cierto, está aumentando recientemente la presión por parte de la prensa patria, pues son cada vez más los periodistas y medios de comunicación ucranianos que se quejan del control al que se ven sometidos, así como del deterioro de la libertad de prensa en el país, que no ha dejado de empeorar desde el inicio de la invasión rusa. En este sentido, denuncian además tanto ataques contra periodistas de investigación como intentos de censura e interferencia política. Un problema añadido para un presidente que está cuestionado también por otras razones, como la decisión de no convocar elecciones pese a haber agotado su mandato. Por cierto, que en las últimas horas y a propósito de Zelenski, el conocido y polémico periodista Tucker Carlson, quien hace unos meses entrevistara a Putin, ha anunciado que en breve realizará lo propio con el ucraniano.
Pasando de la Presidencia al Ministerio de Exteriores, tenemos que Dmytro Kuleba ha hablado en las últimas horas tanto con el nuevo ministro de Exteriores neerlandés, Caspar Veldkamp (incidiendo en la necesidad de ayuda de su país), como con el secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken (con quien ha hablado sobre defensa antiaérea y la próxima Cumbre de Washington) como, también, con su homólogo israelí, con quien ha tratado sobre las amenazas de seguridad tanto regionales como globales.
En cuanto al primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, ha ocupado las últimas horas en reunirse con el presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Dennis Francis, con quien ha hablado sobre los problemas energéticos que arrastra el país, la exportación de cereales y la seguridad tanto alimentaria como nuclear.
En otro orden de cosas, Ucrania y la UE han reanudado el diálogo sobre No Proliferación y Desarme (CONOP) y Exportación de Armas Convencionales (COARM). En concreto, se han celebrado consultas en Bruselas encabezadas por Serhii Shutenko, director general de Seguridad Internacional y Cooperación Militar y Técnica del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, y Stephan Klement, enviado especial para el Desarme y la No Proliferación del SEAE. En este sentido, cabe recordar que hace años que no se producen conversaciones de este tipo y que se han reanudado justo después de la apertura de negociaciones de adhesión de Ucrania a la UE.
En cuanto a Rusia, tal y como se esperaba, en el marco de la Cumbre de Astaná Putin ha podido reunirse con sus homólogos de Mongolia, Azerbaiyán, Pakistán, Turquía, Kazajistán y China, compartiendo en su web oficial los detalles (escasos) de cada encuentro.
Además de esto, ha sido noticia en esta jornada la situación del francés Laurent Vinatier, de 48 años, empleado del centro de estudios suizo Centro para el Diálogo Humanitario (HD) que fuera detenido y puesto en prisión preventiva el pasado 7 de junio tras ser acusado de espionaje. Y es que, según el Ministerio de Justicia ruso, Vinatier habría admitido su culpabilidad, con lo que se espera, a falta de juicio, que su encarcelamiento se prorrogue.
Terminando también con Francia, el país ha enviado a Ucrania cuarenta y un generadores eléctricos, que tendrán como destino las localidades de Járkov y Chernihiv, cuya infraestructura energética resultó gravemente dañada por los ataques rusos de las últimas semanas. Además, siguiendo con el tema eléctrico, Ucrania formalizó hace unas horas la recepción de más de 5.800 paneles solares, según un acuerdo entre el Ministerio de Energía de Ucrania y la Comisión Europea.
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