Guerra de Ucrania – Día 858

Sigue su curso la guerra de Ucrania con intensos combates al oeste de Avdiívka e intercambios de ataques a larga distancia entre ucranianos y rusos. Lo hace, además, con un ojo puesto en la victoria en primera vuelta del Frente Nacional en las elecciones legislativas francesas, si bien lo más probable es que no llegue a lograr la mayoría absoluta que permitiría al partido de Le Pen gobernar, toda vez que los demás principales partidos parecen dispuestos a formar un gobierno de unidad nacional que evite la llegada al poder de Bardella. También en el futuro de Biden, que por ahora parece dispuesto a seguir siendo el candidato demócrata a la Casa Blanca.

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Explicábamos, en el informe de ayer, algunas de las razones por las que la guerra de Ucrania se está desarrollando de la forma en que lo está haciendo y que, además, son las mismas razones que obligan a pensar que en cualquier otro escenario, el conflicto se habría librado de otra manera, si bien la drónica, el recurso a redes como Starlink o el uso de las imágenes por satélite, entre otros elementos, sin duda habrían tenido su papel. Hoy, como prometimos, dedicaremos la primera parte de este informe a enumerar las tecnologías que sí tendrán impacto futuro y, con ello, la forma que podría tomar una guerra en la que los implicados no tuviesen las mismas carencias que ucranianos y rusos.

Dicho esto, y aunque la actual guerra de Ucrania ha puesto de relieve el impacto transformador de algunas tecnologías emergentes, como hemos visto a propósito de los propios drones o de los sistemas de gestión del campo de batalla, de cara al futuro hay que tener en cuenta hacia dónde nos llevan las iteraciones en el desarrollo de estas y otras tecnologías y, especialmente, lo que podría ocurrir en caso, como decíamos, de que países con mayor capacidad tecnológica, económica o humana pusieran el 100 por 100 de esta capacidad en ellas. Así las cosas, cabe citar al menos una decena de tecnologías clave -no necesariamente disruptivas-, en torno a las cuales podría girar el campo de batalla en la próxima década:

  • Enjambres de drones: La capacidad de desplegar grandes enjambres de drones coordinados, autónomos y prescindibles para diversas misiones, como el reconocimiento, la guerra electrónica y los ataques de precisión será sin duda clave. Se trata, además, de una tecnología íntimamente ligada a los desarrollos en cuanto a inteligencia artificial y comunicaciones, en tanto serán necesarios avances en estos campos de cara a permitir la toma de decisiones descentralizada y las acciones coordinadas entre un número creciente de aparatos. Mientras tanto, seguiremos viendo cómo el guiado autónomo o la coordinación entre varios operadores (idea de grupo de drones Vs enjambre de drones) siguen mejorando, pues todavía estamos a unos años de que los verdaderos enjambres sean factibles.

  • Sistemas integrados de gestión del campo de batalla (BMS): No profundizaremos, en tanto es un tema sobre el que hemos hablado extensamente hace escasas semanas. Dicho lo cual, la tendencia en este campo nos lleva a que los BMS más avanzados logren integrar un número cada vez mayor de fuentes de datos a un coste más reducido, en tiempo real y beneficiándose de la IA, de forma que se mejora el apoyo a las decisiones del mando. El reto, igual que en el punto anterior, pasará por integrar los avances en cuanto a inteligencia artificial, aprendizaje automático y comunicaciones de forma que se pueda procesar un volumen de datos mayor.

  • Armas de largo alcance (y solo en algunos casos, de bajo coste): La guerra de Ucrania está demostrando que incluso frente a sistemas antiaéreos modernos, es factible emplear vectores relativamente baratos y con un gran alcance. Lo hemos visto, sin ir más lejos, con las avionetas utilizadas por las Fuerzas Armadas ucranianas y con algunos modelos de drones que no exceden unas pocas decenas de miles de euros. Sin embargo, su tasa de éxito es relativamente baja, con lo que la relación de costes no siempre es la más beneficiosa dado el número que hay que utilizar para causar los efectos deseados, lo que se une a su limitada capacidad de cargar explosivos. Esto, unido a la experiencia por ejemplo del reciente ataque de Irán a Israel, en la que han sido los misiles iraníes más modernos y caros los que han tenido un mayor éxito, obliga a pensar que -y llevamos tiempo viéndolo en el caso de Rusia- no serán sólo los vectores de bajo coste sino la combinación adecuada entre los más capaces (incluyendo los hipersónicos -tanto de crucero como balísticos- y cada vez más, los balísticos de corto y medio alcance) y los anteriores, lo que marcará la diferencia. Dicho esto, el desarrollo de armas hipersónicas, capaces de viajar a velocidades superiores a Mach 5, seguirá cambiando (que no revolucionando) la forma en que se llevan a cabo los ataques de precisión a larga distancia, a la vez que teniendo un impacto preocupante sobre la disuasión estratégica.

  • Fusión avanzada de sensores: Relacionada con las comunicaciones, la IA o los BMS, pero no exactamente igual, ya que en este caso es transversal, la fusión de datos procedentes de múltiples sensores, incluidos los electroópticos, infrarrojos, radar y acústicos, permitirá una imagen completa y precisa del espacio de batalla en relación a los BMS, sí, pero también a niveles más bajos también el funcionamiento de los «sistemas de sistemas» futuros, hablemos de un enjambre de drones autónomos, de un avión de combate tripulado rodeado de drones tipo «loyal wingman» o de una estación de armas en un buque de guerra.

  • Inteligencia Artificial (IA) y aprendizaje automático: Será, sin duda, el elemento cardinal que vertebre todos los demás avances, al menos en muchos sentidos. No en vano es, junto a la capacidad de transmitir información, uno de los ejes de la Revolución Militar en ciernes, junto a la capacidad de recolectar y transmitir datos. Aplicada al campo de batalla, la integración de la IA y el aprendizaje automático permitirán la toma de decisiones (cada vez más, pero todavía no completamente) autónoma, el análisis predictivo y la asignación inteligente de recursos. De esta forma, mejorarán el conocimiento de la situación, la planificación de las misiones a la vez que harán más eficientes las operaciones.

  • Computación y comunicaciones cuánticas: Íntimamente ligadas a lo anterior, la llegada de la computación cuántica y de comunicaciones más seguras gracias a la criptografía cuántica revolucionarán (al menos, potencialmente) el procesamiento de datos, la encriptación y las comunicaciones seguras, proporcionando una ventaja significativa en la recopilación de inteligencia, la toma de decisiones y el mando y control.

  • Sistemas terrestres autónomos: En varias ocasiones hemos mostrado nuestro escepticismo en relación con los UGV, dadas las limitaciones que impone el medio en el que deben desenvolverse. Sin embargo, también hemos advertido cómo se está avanzando hacia sistemas mucho más baratos, dedicados a tareas cada vez más concretas y, en muchos casos, alejadas de la idea del «Terminator». En este sentido, la disponibilidad de grandes números de UGVs dedicados a la logística final, la evacuación de heridos o los ataques suicidas contra las posiciones defensivas, será importante.

Dicho todo eso, será no el dominio particular de cada una de ellas sino más bien la integración que se logre en relación con todas o la mayor parte, lo que permitirá reconfigurar el campo de batalla futuro, permitiendo operaciones más precisas, eficientes y autónomas sí, pero difícilmente disminuyendo la mortandad a pesar de la opinión de muchos que sostienen que un mayor uso de armas de largo alcance y sistemas autónomos permitirá reducir el componente humano y, con ello, las bajas. Por supuesto, en relación con todo esto, se plantearán nuevos retos éticos y jurídicos que deberán abordarse a nivel internacional. Es más, los tratados de limitación de armamento del futuro deberían extenderse de alguna forma a temáticas como la IA militar, aunque aquí cabe decir que esta avanza mucho más rápido que la capacidad de legislar, a diferencia de lo ocurrido en el pasado con las armas nucleares y los vectores.

Después de este «sermón», con el que esperamos no haber aburrido al personal, pasamos a lo ocurrido en las últimas horas sobre el terreno, comenzando con los ataques rusos a Ucrania, que han alcanzado localidades como Odesa, Kropivnytsky, Járkov o Kiev, entre otros. No hay, por el momento, recuento oficial alguno del número de vectores empleados por Rusia, aunque sí han trascendido algunas víctimas, como las denunciadas por el gobernador de Járkov, que hablaba hace unas horas de un muerto y nueve heridos. Además, se sigue haciendo balance de las víctimas provocadas por el ataque, durante la jornada anterior, a Vilniansk, ascendiendo a treinta y seis los heridos.

Desde Rusia, por su parte, aseguran haber derribado 36 drones ucranianos en Kursk, Lipetsk, Voronezh o Briansk, lo que no ha evitado que se produzcan daños por ejemplo en Lipetsk –posiblemente debidos a la caída de restos o de los propios drones, o de los misiles interceptores– en un ataque dirigido contra la planta metalúrgica de Novolipetsk y en Schyolkino, en este caso en la región de Crimea, muy cerca del estrecho de Kerch, en donde las defensas aéreas rusas han estado activas.

En cuanto a los combates, siguen desarrollándose en línea con la «teoría de la victoria» de Putin, consistente en lograr al coste que sea pequeños pero continuados avances, consolidando así su posición de cara a unas hipotéticas negociaciones y, de paso, beneficiándose de la mayor capacidad rusa a la hora de asumir bajas.

Dicho esto, y comenzando por el norte lo que nos encontramos es que continúan los enfrentamientos en el sector de Járkov, concretamente en la localidad de Vovchansk, aunque sin apenas cambios en las últimas 24 horas, si bien algunas fuentes hablan de la retoma de algunas posiciones recientemente perdidas por parte rusa e incluso, otras, de la toma de algunos edificios significativos (por su altura).

Más al sur, en Svatove, un ataque ruso ha permitido que su ejército gane unos metros en la zona de Stalmakhivka.

En el sector de Bakhmut, los combates siguen centrándose en las inmediaciones del canal de agua dulce, con las fuerzas rusas controlando una fracción cada vez mayor del «Microdistrito del canal», a la vez que buscando puntos de paso entre este y Kalinivka, en donde no consiguen afianzarse pese a sus esfuerzos.

Lo más relevante de la jornada, una vez más, ha tenido lugar en el sector de Avdiívka. Allí el Ejército ruso ha logrado avanzar nuevamente en dirección oeste tanto en Novooleksandrivka como en Sokil, localidades ambas que reclaman como suyas desde hace unas horas. De hecho, están avanzando también entre ambas poblaciones, a caballo de la vía férrea.

Además de esto, también, ya en el sector de Mariínka, han logrado nuevos avances en Krasnohorivka, de la que han tomado el control efectivo de prácticamente toda la mitad al sur de la principal avenida de la ciudad.

Antes de concluir con esta parte del informe, un dato: Zelenski ha dado la cifra de 800 bombas planeadoras empleadas por Rusia únicamente durante la última semana, lo que supone un incremento sostenido en su uso.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Esta última jornada ha vuelto a ser parca en noticias, como suele ocurrir los domingos. Las noticias más relevantes no están directamente relacionadas con la guerra de Ucrania, sino que tienen que ver, por ejemplo, con las elecciones legislativas en Francia, en función de cuyo resultado la postura del París frente a Kiev y Moscú podría cambiar.

Así las cosas, de la primera vuelta ha salido como claro ganador el Frente Nacional de Marine Le Pen, cuyo candidato Joan Bardella ha obtenido los mejores resultados para esta formación hasta la fecha. No obstante, no ha sido una mayoría absoluta como algunos esperaban, con lo que deberán concurrir a una segunda vuelta en la que lo más probable es que los principales partidos se unan buscando establecer así un «cordón sanitario».

Eso sí, el varapalo ha sido para un Macron que después de las Elecciones Europeas tomó la drástica decisión de convocar elecciones legislativas en Francia con la intención de poner coto a los avances del Frente Nacional y que ha visto cómo su partido queda no segundo, sino tercero, en un contexto en el que el voto está cada vez más polarizado; de ahí que Le Pen haya dicho sobre Macron que «está prácticamente aniquilado», en una declaración que adelanta lo tensa que podría ser una cohabitación.

Más allá de esto, en los Estados Unidos se sigue especulando –algo que Rusia está utilizando a favor de su relato– con la posible dimisión de Joe Biden como candidato demócrata, después de la funesta imagen ofrecida en el cara a cara con Trump. Pese a ello, Biden, que se ha reunido con su familia en Camp David –lo que llevó a varios a especular con que le pedirían que se «bajase del barco», presentando su dimisión-, parece haber obtenido respaldo de sus allegados, al tiempo que su equipo de campaña trabaja «frenéticamente» para sofocar cualquier posible revuelta interna dentro del partido.

Dicho lo cual, muchos son los que dan por descontada la victoria de Trump y comienzan a especular acerca de cómo los cambios que introduciría en la política exterior norteamericana podrían influir tanto sobre los aliados europeos, como sobre la guerra de Ucrania y la seguridad en el continente, entre otros aspectos.

Pasando a Ucrania, no se ha registrado actividad ni por parte de Exteriores, ni desde la Oficina del Presidente o por parte del primer ministro. Sí ha estado presente en los medios Zelenski, a través de su mensaje diario, sacando a colación una vez más la necesidad ucraniana de más defensas antiaéreas con las que hacer frente a la aviación táctica rusa, pero también a sus misiles y drones. Además, ha vuelto a informar sobre los resultados de la Cumbre de Paz Global, explicando que desde su conclusión, una decena de países más han firmado la Declaración allí acordada. Dicho lo cual, cada vez hacen más hincapié en Ucrania no en la idea de una victoria, sino en la de alcanzar una «paz justa»; término que como vimos el propio Kuleba identificó recientemente con victoria, lo que explica el cambio de relato y sugiere que en la práctica Ucrania sí estaría dispuesta a ceder partes de su territorio.

Además de todo lo anterior, cabe recordar que en cuestión de horas Hungría asume la presidencia de turno de la Unión Europea, en medio de la preocupación por parte de muchos de los Estados miembros a propósito de la agenda iliberal de Orban o de los lazos que le unen a Rusia. Desde este país, como es lógico, medios como TASS situaban la noticia en cabecera, destacando las bondades de Hungría y las disensiones en el seno comunitario.

Por último, un día más cerramos con el apartado humanitario, pues el defensor del pueblo de Ucrania, Dmytro Lubinets, ha recordado que pese a la liberación de una decena de cautivos horas atrás, 14.000 ucranianos seguirían estando retenidos por Rusia, y eso sin contar los casi 20.000 niños que fueron trasladado ilegalmente a Rusia y las «decenas de miles» de personas que figuran como desaparecidas. Además, al respecto de todos ellos ha dicho también que, a diferencia de lo que ocurre con los prisioneros de guerra, no se trata de intercambios, sino de retornos, con lo que «No podemos cambiarlos, no tenemos ninguna influencia adicional directa sobre la Federación Rusa. Ni siquiera tenemos una base legal sobre la cual podamos llevar a cabo este proceso».


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