Guerra de Ucrania – Día 855

Las últimas horas de guerra en Ucrania han girado en torno no a lo ocurrido en el campo de batalla, donde las novedades son mínimas, sino en Bruselas. En la capital europea, por una parte, se ha procedido con la abstención de la Italia de Meloni a la elección de los tres principales cargos comunitarios. Así, además de proponerse un segundo mandato de una cuestionada Úrsula von der Leyen como presidenta de la Comisión por cinco años más, se ha elegido como presidente del Consejo Europeo al portugués António Costa y, nominado como Alta Representante, a la estonia Kaja Kallas. Esta última, pese a contar con un perfil muy diferente del de Borrell, podría profundizar en la idea de una Unión Europea «geopolítica» con tintes más idealistas que realistas, en un momento en el que probablemente se necesite lo contrario. Por otra parte, y sin salir de Bruselas, hasta la capital europea ha llegado Zelenski para firmar el acuerdo de seguridad con la UE, que garantizará el apoyo de esta última a Ucrania durante los próximos años. En los Estados Unidos, mientras tanto, se ha producido el primer cara a cara entre Trump y Biden, en el que lo más destacable no ha sido el contenido, sino las dudas que deja el estado de salud del actual presidente norteamericano.

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La alemana Ursula Von der Leyen, el portugués António Costa y la estonia Kaja Kallas podrían ser los máximos líderes de la Unión Europea durante los próximos cinco años al recaer sobre ellos la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Servicio Europeo de Acción Exterior. Además, en el caso de Kaja Kallas, que sustituye a un Josep Borrell que ha tenido la difícil misión de lidiar con dos personalidades enfrentadas como han sido von der Leyen y Charles Michel, le corresponderá también la vicepresidencia de la Comisión Europea, siendo por tanto una figura clave en áreas como la defensa.

La elección de los tres políticos no ha estado exenta de polémicas, toda vez que dado el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo y el acuerdo entre Partido Popular Europeo, Partido Socialista Europeo y los liberales, se ha obviado la posición de fuerzas como la que en Italia dirige Giorgia Meloni a pesar del buen resultado cosechado en los comicios. De hecho, en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno -de la que ha estado ausente el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, por motivos familiares-, se ha tenido que buscar activamente la abstención de Italia, de forma que no bloquease la elección de los nuevos cargos. A cambio, la italiana se llevará presumiblemente una de las vicepresidencias económicas, lo que le permitirá influir sobre la política de la Comisión Europea.

A partir de aquí, y más allá de las declaraciones de los recién elegidos, que han abundado en temas como la necesidad de una mayor unidad, todavía quedan algunos flecos por resolver. Así, Mientras que el nombramiento de António Costa es ya definitivo y asumirá el cargo el 1 de enero de 2025, tanto von der Leyen como Kallas tendrán que superar sendos votos por separado en el Parlamento Europeo: la alemana previsiblemente a mediados de julio y la estonia una vez supere una audiencia con las comisiones parlamentarias que tendrá lugar seguramente durante el otoño. Sea como fuere, la elección de los tres cargos debe estar cerrada a finales de dicha estación, de forma que puedan tomar posesión al acabar el año. Además, hay que recordar que al Ejecutivo -la Comisión- se la elige de manera colegiada, es decir, que deberán superarse los conocidos «hearings» en el Parlamento Europeo por todos sus miembros y obtener el respaldo a la propuesta completa de presidenta y vicepresidentes en conjunto.

Dicho esto, lo que se espera de la terna de mandatarios propuestos, sin descartar que los choques entre Comisión y Consejo sigan produciéndose en un momento en el que la primera ha lanzado «órdagos» como la Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS) de la UE, es que profundicen en el viraje hacia una Unión Europea «geopolítica» que, al mismo tiempo y pese a esta denominación, lejos de recurrir al realismo -en referencia a la corriente de las relaciones internacionales-, ha tenido en los últimos años un importante componente de idealismo, aspecto que está detrás de algunos de los encontronazos y disputas con Rusia.

No es de extrañar, en relación con esto, que insignes intelectuales como Sven Biscop hayan pedido, horas antes de la reelección de von der Leyen, que la Unión Europea no vuelva a tener una Comisión del mismo tipo que la que agota su mandato, pues si bien «Bajo el liderazgo de von der Leyen, la UE redescubrió la importancia de la geopolítica, lo cual es bueno. Sin embargo, con el tiempo muchos comenzaron a comportarse como si la estrategia y la política exterior no fueran más que geopolítica, lo cual no es tan bueno». Al mismo tiempo, el autor belga sostiene que «es absurdo pedir a la UE que se convierta en un “actor geopolítico”. No existe tal cosa. Debemos ser un actor estratégico con conciencia geopolítica: centrado en nuestros intereses, consciente de las amenazas y oportunidades en constante evolución (incluso en la esfera geopolítica, pero no solo) y decidido en cuanto a los fines, los modos y los medios».

En este sentido, uno de los peligros que entraña la llegada al SEAE de un «halcón» como Kaja Kallas, pese a su innegable carisma -lo que podría motivar choques con von der Leyen por el protagonismo y le diferencia notablemente de un Borrell que ha sido ampliamente superado durante todo su mandato por los líderes de la Comisión y el Consejo-, pueda profundizar el actual desalineamiento europeo entre medios, modos y fines. Nos referimos, con esto, a que pese al impulso que se concederá a la defensa y a la posibilidad creciente de que se den nuevos pasos en firme, también cabe la posibilidad de que el particular punto de vista de Kallas acerca de Rusia termine por convertirse en una limitación a la hora de tratar con este país, en un momento en el que los Veintisiete no cuentan con los medios como para sostener por sí solos cierto tipo de posturas. Además, hay que recordar que sobre Kajas pende una orden de búsqueda y captura por parte de Rusia, por lo que, de entrada, cabría asumir que no será en un futuro cercano una interlocutora reconocida por Moscú.

Y hablando de sostener, al mismo tiempo que se cerraba el nombramiento de Costa y la propuesta de von der Leyen y Kallas de cara a ocupar los puestos de presidenta de la Comisión y Alta Representante, Zelenski estaba también en Bruselas para suscribir nuevos acuerdos de seguridad -incluido uno con la UE en su conjunto- que comprometerán a la Unión Europea en tanto que organización con la defensa de Ucrania durante los próximos años, así como con la integración de este país cuyo futuro, según el texto que ha trascendido «se encuentra en la Unión Europea». Un texto que repasa los pasos que ya se han dado y compromete a un marco estable y predictible de ayuda durante la próxima década, en línea con otros firmados recientemente, no haciendo referencia tampoco, por razones obvias, a ningún tipo de intervención militar.

Dicho todo lo anterior, aunque en relación, hay un aspecto reseñable que va más allá de los problemas -o soluciones- que los nuevos cargos puedan traer en relación con Rusia: se está constatando que el enfrentamiento entre este país y la Unión Europea, a pesar de los problemas que pueda tener debido a su composición y funcionamiento este último actor es estructural y se librará a largo plazo. Es decir, que por más que puedan llegarse a acuerdos para poner fin a la guerra de Ucrania, la competición entre Rusia y la UE continuará y tendrá otros frentes. En este sentido, el cambio de postura progresivo de partidos como el Frente Nacional, al que hemos hecho referencia en jornadas pasadas no solo es significativo sino que va a más. Así, el candidato de esta formación en las legislativas francesas, Joan Bardella, ha dado un nuevo paso en esta nueva dirección al asegurar que «No permitiré que el imperialismo ruso absorba un Estado aliado como Ucrania«. Es decir, que incluso aunque en los próximos años se constate el giro a la derecha tanto en varios Estados Miembros como en las siguientes elecciones al Parlamento Europeo -estos partidos podrían no haber tocado techo-, difícilmente la oposición a Rusia disminuirá.

Pasando del plano estratégico-político (precisamente, uno de los aspectos más preocupantes de la Unión Europea en tanto que actor internacional, es que carece de una «gran estrategia») a la actualidad sobre el terreno, cabe comenzar por los efectos de un reciente bombardeo producido en las inmediaciones de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europea y bajo control ruso desde 2022. Así, según la Organización Internacional de la Energía Atómica, como consecuencia del mismo ha resultado destruida una de las estaciones de medición de radiación que monitorizan las posibles emisiones que puedan producirse desde la planta. Además de esto, se han registrado bombardeos con bombas FAB-500 dotadas con kit de planeo sobre la ciudad de Járkov.

Ucrania, por su parte, ha atacado Debaltsevo, en la región de Donetsk y en donde se han producido fuertes explosiones. También la planta Monocrystall de Schebekino, en la región rusa de Bélgorod, en donde también se han podido ver columnas de humo. Además, se ha podido ver un MiG-29 ucraniano atacando objetivos cerca de la frontera del país con bombas Hammer francesas. Lo más significativo, en cualquier caso, sería el ataque llevado a cabo contra una planta química en la localidad de Rodkinsky, en la región de Tver, al noroeste de Moscú. Lo importante del caso es que, para implementar esta acción, Ucrania habría recurrido a un nuevo tipo de dron de largo alcance, el Lyutyj, con alcance de entre 1.000 y 1.300 kilómetros.

En cuanto a los combates y los movimientos, comenzando por Járkov, se habría registrado un enfrentamiento fronterizo fuera de las zonas habituales desde que comenzara la ofensiva rusa en esta región, concretamente en la localidad de Sotnytsky Kozachok, si bien se está a la espera de más noticias.

Más allá de esto, en el sector de Kupiansk las tropas ucranianas han contraatacado al sur de Vilshana, en donde Rusia había logrado avanzar ligeramente en las jornadas anteriores. Además, a la altura de Kreminna, las AFU habrían logrado también recuperar parte del terreno perdido en las semanas previas, mientras que en el sector de Siversk se han retomado los combates en Bilohorivka, si bien no hay cambios sustanciales y el papel dominante en los enfrentamientos en esta zona sigue estando protagonizado por la artillería.

Además de lo anterior, ya a la altura de Gorlóvka nos encontramos con nuevas acciones ofensivas rusas, esta vez en dirección a Yur’ivka y Niu York, siendo lo más relevante de una jornada sin apenas novedades.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

El apartado internacional comienza hoy en los Estados Unidos, pues allí se ha producido el primer debate entre los dos candidatos a la presidencia del país, que se ha saldado, según el medio que se consulte, con entre una victoria clara de Donald Trump y un empate técnico. El debate, en el que se ha hablado de Ucrania, como no podía ser de otra forma, ha estado protagonizado en buena medida por los ataques de Trump a Biden, en tanto su estrategia pasa por hacer dudar al elector sobre la capacidad mental y física de su oponente que, todo sea dicho, se mostró dubitativo e inconexo una vez más hasta límites preocupantes.

De hecho, una vez concluido el debate, parece que en el seno del Partido Demócrata ha cundido en cierto modo el pánico, llegándose a hablar en algunos casos de la necesidad de reemplazar a su candidato, ante los evidentes problemas físicos que arrastra derivados de su edad (que, por cierto, no está muy lejos de la del propio Trump, lo que deja la política estadounidense con tintes de gerusía, al estilo del final de la Unión Soviética), mientras desde medios como The Economist se cuestionan incluso su agenda.

En relación con la guerra de Ucrania, Trump se ha mantenido más o menos en su línea, afirmando que con él en la Casa Blanca la guerra nunca habría comenzado, que Kiev no está ganando la guerra (lo que ha sido inmediatamente portada en medios rusos como TASS) y que si bien no comparte la propuesta de paz de Putin, «resolverá este problema de inmediato», una vez llegue al poder, acusando de paso a Zelenski de ser «el mejor vendedor de todos los tiempos» por la forma en la que se ha asegurado el apoyo militar y económico estadounidense.

Cambiando de tema, en las últimas horas y como parte de su visita a Bruselas -en la que se ha reunido con distintos líderes como el primer ministro checo Petr Fiala o el esloveno Robert Golob-, tanto Zelenski como parte de su equipo han recalado en el Cuartel General de la OTAN, ubicado en Zaventem, entrevistándose con el todavía secretario general, Jens Stoltenberg, con quien han preparado la próxima Cumbre de Washington.

Lo más importante de su visita, en cualquier caso, era la firma de los acuerdos de seguridad tanto con la Unión Europea, que ya hemos comentado, como con dos de las repúblicas bálticas: Estonia y Lituania. Así las cosas, en total Ucrania ya ha firmado acuerdos de este tipo -recordemos que en ninguno de ellos se ofrecen garantías de apoyo militar directo- con una veintena de países y organizaciones, lo que debería permitir poner sobre Rusia cierta presión de cara a establecer negociaciones, dada la perspectiva, al menos sobre el papel, de una guerra a muy largo plazo.

Precisamente, siguiendo con los bálticos, se van conociendo cada vez más detalles del plan destinado a reforzar la frontera con Rusia y Bielorrusia y en el que las tres repúblicas y Polonia planean invertir alrededor de 2.500 millones de euros, al tiempo que llaman a la Unión Europea a colaborar en su esfuerzo.

A colación de la Unión Europea, en las últimas horas los Veintisiete han desembolsado un nuevo tramo de ayuda como parte de la herramienta «Ukraine Facility», en esta ocasión por valor de 1.900 millones de euros, tal y como ha anunciado el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal. Así las cosas, en lo que va de año la UE ya ha suministrado a Ucrania apoyo financiero por valor de casi 8.000 millones.

En otro orden de cosas, se ha publicado en Foreign Affairs un interesante artículo en el que se explica cómo la guerra beneficia a Rusia al hilo de algo que hemos comentado recientemente: ha permitido que sus élites «hagan las paces» o, más bien, consolidar la vertical del poder en Rusia después de los problemas en este sentido vistos durante el primer año y medio de conflicto, dirigiendo los objetivos hacia un fin común y permitiendo terminar con cualquier atisbo de oposición.


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