Guerra de Ucrania – Día 848

Los embajadores de los Veintisiete han aprobado el que será el decimocuarto paquete de sanciones a Rusia, limitando más si cabe el acceso a tecnologías o los ingresos procedentes del sector energético. Además, en las últimas horas, Rumanía ha anunciado el envío de un sistema antiaéreo Patriot a Ucrania, al tiempo que desde los Estados Unidos han asegurado que el suministro de este tipo de sistemas a Kiev tendrá prioridad. Incluso Corea del Sur, hasta ahora de perfil en la crisis ucraniana, se plantea enviar armamento a las AFU en respuesta a la nueva asociación estratégica entre Rusia y Corea del Norte y a las palabras de un Putin que «se reserva el derecho» de suministrar armas a Pyongyang al mismo tiempo que considera que la ayuda militar de Seúl a Kiev sería «un error muy grave». Todo en una jornada en la que han continuado los combates, con Ucrania recuperando territorio en Járkov.

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La guerra de Ucrania, al menos desde la invasión a gran escala de febrero de 2022 (al fin y al cabo ha sido un conflicto con orígenes muy anteriores y que, como hemos explicado en varias ocasiones, ahora está en una fase aguda), ha trascendido las fronteras de este país para librarse también en otras latitudes, generalmente en forma de enfrentamientos diplomáticos, batalla por el relato, sanciones económicas o a través de herramientas como las compañías militares privadas (PMC), como ocurre en el caso de Wagner Group cuando opera en África.

Si en algunos momentos esta competición ha tenido como escenarios Moldavia, Georgia o incluso Azerbaiyán y Armenia, con el paso del tiempo se ha ido extendiendo también a Oriente Medio y el corazón de África, para llegar en los últimos tiempos a la península coreana. Una Rusia que se siente rodeada, pero que solo por su extensión y recursos tiene intereses (y es atractiva) en todo el globo, intenta aprovechar cualquier resquicio para llevar a cabo esas operaciones «de flanqueo» de las que hablara el profesor Sven Biscop, contra los Estados Unidos y especialmente contra el eslabón más débil del bloque occidental: la Unión Europea.

Más recientemente, tras la visita de Vladímir V. Putin a Corea del Norte, de la que hablamos ayer, esta competición ha alcanzado de lleno Extremo oriente, dada la necesidad de Rusia por una parte de asegurarse apoyos y una serie de suministros y, por otra, de distraer la atención occidental planteando problemas en escenarios alejados de Ucrania, de forma que se desvíen, de ser posibles, también recursos. En este sentido, el escenario coreano es ideal, pues hay un régimen como el juche con el que puede mantener una relación como la que mantiene Rusia con la República Popular de China, pero en sentido inverso, siendo aquí Corea del Norte el más débil y necesitado de la relación.

Es una apuesta arriesgada en algunos sentidos, pues hasta ahora Corea del Norte ha estado completamente plegada a las necesidades de Beijing, en tanto la República Popular de China era su máximo valedor, si bien de cara a la galería seguía apoyando el régimen de sanciones. En este sentido, todavía está por esclarecer si la apuesta de Putin ha sido coordinada previamente con Xi Jinping y si en consecuencia, la RPC va a cambiar en los próximos meses también su postura respecto de su incómodo vecino, conformando un bloque cada vez más homogéneo, o no.

En cualquier caso, el tipo de amenaza que plantea Corea del Norte, gracias tanto a su programa nuclear, como a las particularidades de el régimen liderado por Kim Jong-Un (que sigue jugando con la tensión en la frontera), es suficiente como para motivar la alarma en Tokio y Seúl, así como para provocar cambios en la actitud de Corea del Sur, hasta el punto de que desde este último país ya se plantean abiertamente el futuro suministro de armas a Ucrania, algo que hasta ahora hacía, como en el caso de la munición, a través de los Estados Unidos.

En relación con esto, y no tanto poniendo la venda antes de la herida -como interpretan algunos- como haciendo una vez más un uso nada disimulado de la «disuasión ofensiva» ahora que mantiene un pacto de asistencia mutua con Corea del Norte, desde Vietnam, en donde se encuentra de visita diplomática, Putin ha asegurado que el suministro de armas surcoreanas a Ucrania sería una equivocación «muy grave». Concretamente ha dicho: «Espero que eso no suceda. Si es así, entonces tendremos que tomar una decisión adecuada, que probablemente no agradará a los dirigentes surcoreanos».

Un tipo de advertencias que, no obstante, tienen cada vez menos posibilidades de surtir efecto en un país como Corea del Sur. De hecho, resulta bastante factible que el efecto provocado termine por ser el contrario, forzando a esta nación asiática a acelerar unos planes nucleares que entienden como garantía última de su seguridad, pero que se han mantenido en stand-by en los últimos tiempos gracias a que desde los Estados Unidos han hecho lo posible por dar garantías de seguridad a Seúl, logrando evitar el «decoupling» nuclear, entendiendo que la proliferación supondría un enorme problema añadido en una región ya de por sí compleja y estratégicamente inestable.

Ahora bien, por más que los Estados Unidos se centren en Indo Pacífico, y por más que destinen allí medios o aumenten su grado de compromiso con Corea del Sur -o con Japón, como han hecho recientemente fortaleciendo la alianza militar que les une desde el final de la Segunda Guerra Mundial-, resulta cada vez más complicado para Washington proveer a sus aliados del nivel de seguridad adecuado, de ahí que recurrentemente la cuestión nuclear vuelva a plantearse en una Corea del Sur que podría ser el próximo miembro del G7 y que cada vez tiene una política exterior más asertiva, respaldada no solo por su capacidad económica, sino también por unas fuerzas armadas modernas y capaces.

Así las cosas, una vez más vemos cómo incluso un conflicto que se ha logrado limitar al territorio ucraniano en el aspecto puramente militar, continúa teniendo impacto mucho más allá de las fronteras de este país, lo que, de nuevo, refuerza la idea de que no es sino un capítulo más del intento de Rusia por frenar su declive relativo frente a otros actores del sistema internacional que amenazaba con convertir al país en un jugador de segundo nivel; de ahí en buena medida que desde Moscú sigan entendiendo la de Ucrania como una guerra existencial y, de ahí también, que no tengan reparos llegado el caso -y siempre que la disuasión no sea la adecuada- en escalar o en trasladar a otras latitudes la competición.

Dejando a un lado el nivel estratégico-político para descender a los niveles operacional y táctico, en las últimas horas tenemos que desde la Federación Rusa han vuelto a lanzar misiles sobre el territorio ucraniano, asegurando desde el Ministerio de Defensa ucraniano que los cuatro que habrían sido utilizados habrían sido, también, derribados. Dicho lo cual, hay fuentes que informan de explosiones en Járkov. A colación, y como mera curiosidad, cabe destacar hoy el curioso caso de un militar ucraniano que ha sido citado en la página en Facebook de las FAS ucranianas por haber derribado supuestamente un misil de crucero ruso con una ametralladora, algo ciertamente difícil, aunque en absoluto imposible.

Del lado de Rusia, lo que tenemos en esta jornada es que han sido varios los ataques ucranianos que han alcanzado territorio bien de la Federación, bien controlado por sus tropas, como es el caso de Crimea. Por una parte, las defensas antiaéreas han estado activas en la ocupada Mariúpol. Por otra, se ha informado de explosiones en el cabo de Chauda, en Crimea, así como en Skadovsk, en la parte de la región de Jersón controlada por Rusia.

Más importante si cabe, drones ucranianos han alcanzado un centro de formación situado junto a la base aérea de Yeisk (en el Krai de Krasnodar), como puede verse en el tuit sobre estas líneas. Una información confirmada por la herramienta FIRMS de la NASA, si bien por el momento no hay evaluación de daños. Un ataque que no ha sido el único a larga distancia, toda vez que se ha venido hablando también de explosiones en Volgogrado y de daños a una nueva refinería. Curiosamente, pese a las pruebas del éxito de los ataques, desde el Ministerio de Defensa ruso han asegurado que «Los sistemas de defensa aérea rusos interceptaron y destruyeron 70 aviones no tripulados sobre la anexada Crimea, 43 aviones no tripulados sobre la región de Krasnodar y un avión no tripulado sobre la región de Volgogrado».

Pasando a los combates y los movimientos, y comenzando como es habitual en estos informes por el norte del frente, en el sector de Járkov tenemos que varios contraataques ucranianos han permitido a las AFU seguir recuperando terreno tanto en Vovchansk, como en Starytsia. Un sector del frente en el que, por cierto, se ha registrado el que podría ser el primer uso de una bomba planeadora FAB-3000 rusa, algo que ya advertimos en su día que ocurriría más temprano que tarde al explicar los orígenes y funciones de estos ingenios.

Pasando al sector de Bakhmut –aunque se han registrado acciones en el de Kreminna, si bien menores-, lo que nos encontramos en esta última jornada es la confirmación de que las tropas rusas han alcanzado el centro de Kalinina, por donde tratan de cruzar el canal de agua dulce que les separa de Chasiv Yar, si bien no han logrado todavía esto último.

En cuanto al sector de Avdiívka, allí han proseguido los combates, especialmente al sur del mismo, con las tropas rusas intentando alcanzar Karlivka, rodeando para ello la masa de agua al este de la localidad tanto por el sur como por el norte.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

El apartado internacional nos lleva hoy, en primer lugar, a Bruselas, en donde los embajadores de los Veintisiete han aprobado el que es el decimocuarto paquete de sanciones, anunciado por la presidencia belga de turno y calificado de «sustanciales» por la todavía presidenta de la Comisión, la alemana Úrsula von der Leyen, en un mensaje publicado a través de la red social X.

El objetivo del nuevo paquete pasa por maximizar el efecto de los paquetes anteriores, disminuyendo la posibilidad de que la Federación Rusa utilice trucos o lagunas legales para seguir importando semiconductores u otros componentes necesarios para sostener su esfuerzo bélico, así como para evitar que siga recibiendo ingresos procedentes de la venta de hidrocarburos. Su efectividad, vista la habilidad rusa para evadir las sanciones, está en cualquier caso por ver, teniendo en cuenta que países como España han aumentado las importaciones de gas ruso en fecha reciente a pesar de las advertencias por parte de la Comisión.

Las europeas, en cualquier caso, no han sido las únicas sanciones de la jornada impuestas contra Rusia, toda vez que en respuesta al nuevo acuerdo de seguridad con Corea del Norte, Japón ha aumentado las que ya venía manteniendo, incluyendo en su listado a 11 nuevos individuos y 42 compañías rusas. Dentro del nuevo paquete, se incluyen además restricciones comerciales a empresas con sede en China e India que desde Tokio consideran que apoyan de alguna manera el esfuerzo bélico ruso.

El segundo punto de atención se encuentra en Washington, en donde el presidente estadounidense, Biden, ha anunciado –en lo que ha catalogado de una decisión «difícil pero necesaria»– que Ucrania tendrá prioridad frente a otros aliados a la hora de recibir misiles antiaéreos, algo que inmediatamente han agradecido desde Kiev, encargándose personalmente Zelenski de ello, afirmando que: «Estas capacidades adicionales de defensa aérea protegerán a las ciudades y a los civiles ucranianos. Agradezco al presidente Biden por el apoyo esencial, que discutimos durante nuestra reciente reunión en Italia».

Ahora bien, no ha sido el único anuncio importante en este sentido, toda vez que desde Rumanía han hecho pública su decisión de enviar un sistema antiaéreo de largo alcance Patriot a Ucrania. Recordemos que Kiev lleva meses pidiendo un número mayor de estos sistemas, para hacer frente a los bombarderos tácticos rusos encargados de lanzar bombas planeadoras sobre el país, así como a las oleadas de misiles, si bien pese a esta entrega todavía estarán lejos de disponer del número de sistemas que consideran óptimo. Dicho esto, y como no podía ser de otra forma, el anuncio rumano ha sido también celebrado por los ucranianos a través de las redes sociales, siendo el primero en pronunciarse el ministro de Defensa, Rustem Umerov.

Siguiendo con la Unión Europea, Ucrania y la Comisión Europea han prorrogado un año el acuerdo sobre la liberalización del transporte de mercancías, con posibilidad de prórroga automática hasta finales de 2025, un paso que el primer ministro ucraniano, Shmyhal, considera como importante de cara a la «integración de Ucrania en el espacio de la UE». Gracias a este acuerdo, el transporte de mercancías por carretera entre Ucrania y la UE no requiere de permisos especiales, aunque esto no evita que puntualmente se enfrente a problemas como la oposición por parte de transportistas de otros estados, como ocurre con los polacos.

Shmyhal, además, ha anunciado que en breve llegarán al país 2.200 millones de dólares procedentes del Fondo Monetario Internacional. Anuncio que llega tras recibir garantías al respecto por parte de Gita Gopinath, subdirectora de esta institución, con quien se ha reunido.

En otro orden de cosas, el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, se ha reunido con el presidente austríaco, Van der Bellen, con quien ha hablado sobre los distintos problemas de seguridad que encaran los Veintisiete, incluyendo la situación en los Balcanes, Oriente Medio y, por supuesto, Ucrania. En este sentido, cabe recordar que la posición de este país siempre ha sido bastante precavida en relación con el apoyo a Kiev.

Pasando a Francia, en las últimas horas ha sido noticia el posible cambio de actitud respecto al conflicto ucraniano por parte del candidato del Frente Nacional, Jordan Bardella, quien ha dicho que Ucrania «debe poder defenderse». No está claro, en cualquier caso, si está produciéndose un verdadero viraje en esta organización política, acercándose a posiciones como la de la italiana Meloni, o si bien solo están ajustando el mensaje dada la cercanía de las elecciones legislativas.

Por último, cerramos con Rusia, cuyo presidente, desde Hanoi, ha dejado algunas «perlas» relativas a posibles cambios en la postura nuclear del país, a las sanciones que les han sido impuestas, a la marcha de la «Operación Militar Especial» o a las iniciativas de paz, como la reciente Cumbre celebrada en Suiza, afirmando en este caso, una vez más, que » Rusia está dispuesta a negociar una solución al conflicto ucraniano mañana mismo, sus propuestas «están sobre la mesa» y no importa dónde se desarrollen las negociaciones: en Minsk, Estambul o Suiza». Eso sí, las negociaciones, dice Putin, «nunca se llevarán a cabo» si Kiev sigue incluyendo entre sus condiciones esenciales la retirada de las tropas rusas».


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