Sin apenas novedades procedentes del campo de batalla, la actualidad de la guerra de Ucrania pasa una vez más por Extremo Oriente, concretamente por Corea del Norte, en donde Putin y Kim Jong-Un esperan sellar una alianza estratégica que pueda servir de base para una nueva arquitectura de seguridad euroasiática. Mientras desde China se mira el estrechamiento de la relación entre ambos países con cierto recelo, desde la OTAN se condena abiertamente un encuentro que podría servir a Rusia para seguir beneficiándose de los envíos de armas norcoreanos. Todo en una jornada en la que Suecia ha convocado al embajador ruso por la violación de su espacio aéreo y en la que Letonia ha anunciado un nuevo refuerzo de su frontera terrestre con Rusia.
Ayuda a mantener este sitio haciendo una donación:
https://www.buymeacoffee.com/guerradeucrania
Se atribuye a Napoleón (aunque es de Montecuccoli) la frase «Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay guerras más baratas pero se suelen perder”. Lo que venía a señalar el general italiano era algo conocido desde que las primeras sociedades organizadas se vieron en la necesidad de pisar el campo de batalla: que la guerra, especialmente si se alarga, depende más de la economía que de cualquier otro factor, algo que demostrara en su día el historiador Paul Kennedy, además de forma magistral y muy elegante, en «Auge y caída de las grandes potencias».
En relación con esto, uno de los aspectos críticos en cualquier guerra de alta intensidad e intenso desgaste, como la actual, es la capacidad de producción de todo tipo de consumibles, desde raciones militares a vehículos y armas, ya que prácticamente cualquier bien pasa a tener la categoría de fungible. Sostener el ritmo de fabricación suele tener un efecto beneficioso sobre la propia economía -al menos mientras las cuentas públicas puedan sostenerlo-, pero también obliga en mayor o menor medida, a recurrir al extranjero (en el caso de la guerra de Ucrania, y para lo que aplica a este país, casi completamente salvo en áreas puntuales desde los primeros meses tras la invasión), porque siempre hay componentes o materias primas de los que se carece, o un déficit en cuanto a expertise en algún área concreta.
No es nada inusual, en este sentido, tener que hacer además concesiones, aceptando rebajar la calidad de algunos componentes o productos finales o buscando alternativas imaginativas en forma de bienes sustitutivos. Este fue, ni más ni menos, el caso de la Alemania nazi durante los años 30 y 40 del pasado siglo, pasando a producir combustible sintético con el que alimentar primero su economía y sus unidades militares más tarde, ante la ausencia de reservas y la imposibilidad de importarlo en cantidad suficiente. Es más, la necesidad de combustible llegó a condicionar en grado sumo su estrategia militar mientras que, en el caso de Japón, fue directamente una de las razones por las que se decidió arriesgarse a una guerra con los Estados Unidos.
Ya inmersos en la guerra, lo que suele suceder es que se producen ajustes en la producción, recortes o, en los casos más extremos, abandonos de programas, todo con el objetivo de equilibrar las necesidades y las posibilidades, alineando medios, modos y fines. En el caso actual de Rusia, además de renunciar al programa T-14 Armata, han moderado también la tasa de fabricación de carros de combate T-90M, concentrándose en devolver al servicio unidades de la serie «T» más antiguos. Es lo lógico y, de hecho, los ejércitos que han hecho apuestas arriesgadas, dependiendo de unos pocos diseños demasiado onerosos, generalmente lo han pagado.
Dicho lo anterior, las sanciones suelen suponer una dificultad añadida, que obliga a reforzar alianzas, imponer medidas en sentido contrario para minar el esfuerzo bélico del enemigo o recurrir al estraperlo para atajar sus consecuencias, procesos a los que hemos asistido en los últimos dos años por ambas partes. Eso sí, de forma más acusada en el caso de la Rusia de Putin, ya que este país no ha contado con un apoyo tan fuerte por parte de sus aliados, que además son menos en número y en algunos casos como el de China intentan mantener no una posición equidistante, pero sí un compromiso limitado (aunque tienen tantos más incentivos para aumentar su grado de apoyo según el conflicto se enquista).
De esta forma, si por un lado tenemos que la diplomacia rusa ha estado en marcha desde el inicio de la guerra, también en apoyo de su economía y de su producción, en los últimos tiempos esta actividad se ha vuelto más intensa, pasando a ser el presidente el que lidera los esfuerzos, como ocurre con el viaje a Corea del Norte, ahora mismo en marcha y en el que podría firmar junto a Kim Jong-Un una «alianza estratégica», que más allá de lo que pueda incluir en materia de seguridad, tendrá como componente principal la economía.
La otra parte, la de la imaginación y el uso de organizaciones y países proxies, del mercado gris y el mercado negro, de los vacíos legales, o de terceros países -de los que nunca faltan-, además de crucial, es sumamente interesante y suele afectar además a elementos que adquieren un marcado carácter estratégico. En el caso actual, además de los microchips, de los que hemos hablado en alguna ocasión y que en el algunas fases de la guerra forzaron a medidas que fueron motivo de burla a Rusia, como robar –y especialmente, importar– cualquier tipo de electrodoméstico a su alcance con tal de extraer estos valiosos elementos , hay otro que suele pasar desapercibido, pero sin el cual muchas otras cosas son imposibles: la máquina herramienta.
Sobre el tema, recomendamos este interesante informe obra de Al Maggard en el que se explica cómo Rusia ha pasado a buscar en otros mercados y a través de procedimientos de lo más complejos las máquinas herramientas, y concretamente las de control numérico por computadora (CNC), que necesita para que su industria no se detenga o, lo que sería igual de negativo en estos momentos, se vea limitada a un tope de producción (aunque en esto intervienen otros factores como la escasez de capital humano, que en el caso de Ucrania, como ocurriera en otros países en guerras anteriores, está forzando la incorporación de la mujer al mercado de trabajo).
Por cierto, que respecto a esto cabe decir que la práctica soviética siempre fue la de recurrir a sobornos, terceros o al espionaje (países como Irán tienen también unidades específicas destinadas a salvar las sanciones mediante la importación de tecnologías y componentes), siendo una parte fundamental de su acción exterior en la que han venido invirtiendo durante décadas, lo que sin duda ha facilitado las cosas en el marco de la guerra de Ucrania.
Una de las cosas que Rusia ha logrado gracias a lo anterior ha sido superar muchas de sus limitaciones en cuanto a drónica, lanzando de paso tras adquirir drones a Irán una campaña sostenida de ataques contra Ucrania. Así las cosas, y pasando a la actualidad sobre el terreno, desde el Ministerio de Defensa de Ucrania aseguran haber derribado 7 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), así como varios drones más en este caso tanto de observación y reconocimiento, como suicidas. Dicho esto, si bien no se ha informado de impactos en las últimas horas, en Ucrania siguen produciéndose anuncios relativos a cortes en el suministro eléctrico derivados de los ataques de días anteriores.
Pasando a Rusia, lo más relevante de la jornada -mientras las instalaciones atacadas ayer en Rostov seguirían ardiendo, como puede verse en el siguiente tuit-, sería un supuesto ataque ucraniano contra Simferopol, en la península de Crimea, del que por el momento se desconocen las consecuencias, más allá de la columna de humo que ascendía sobre esta ciudad. Mientras tanto, desde el Ministerio de Defensa ruso aseguran que los sistemas de defensa aérea derribaron 24 vehículos aéreos no tripulados y un misil guiado de largo alcance Neptune-MD.
Dicho esto, y en lo relativo a los combates y los movimientos, han sido relativamente escasos en las últimas horas. Así, al norte la situación en el sector de Járkov se mantiene estable, pese a los ataques rusos en dirección a Lyptsi, mientras desde medios ucranianos se sigue insistiendo en la reciente rendición de 400 militares rusos en la localidad de Vovchansk, si bien no hay pruebas claras de ello.
En el sector de Bakhmut, se han vuelto a registrar intentos rusos desde Bohdanivka, al norte, así como desde Ivanivske, en dirección a Chasiv Yar. Además, continúan produciéndose enfrentamientos en Klischiívka, de cuyo centro las tropas ucranianas desalojaron recientemente a las rusas.
Más allá de esto, en el sector de Avdiívka sí se han constatado nuevos avances rusos, tanto al norte del mismo, en dirección a Oleksandropil (mientras se lucha con encono en localidades como Sokil), como al sur, en Yasnobrodivka, al norte de Netaylove.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional comienza, como es lógico, en Corea del Norte, país al que ha llegado ya el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, quien se ha encontrado con el dictador juche, Kim Jong-Un, a quien ha dado muestras de afecto y junto al que ha protagonizado algún momento divertido. Además, Putin ha sido agasajado con una espectacular ceremonia que ha tenido lugar en plaza principal de la capital norcoreana, Pyongyang.
Tras esto, ambos líderes se han reunido para comenzar las conversaciones bilaterales, al igual que han hecho el resto de componentes de las dos delegaciones, ya que se espera que sean varios los temas a tratar, lo que siempre necesita de «sherpas». En el orden del día, temas como el suministro de armas y municiones, tanto en forma de disparos de artillería como de misiles balísticos, que la industria rusa no puede producir en cantidad suficiente para cubrir las necesidades derivadas de la guerra al tiempo que mantiene unas reservas suficientes por si esta llegase a extenderse.
Lo más relevante, en cualquier caso, es que ambos países aseguran haber logrado «avances significativos» en el fortalecimiento de sus relaciones bilaterales y que estarían en trance de sellar una «alianza estratégica» (en forma de «un nuevo documento fundamental») que tendría, como se espera desde hace meses, un carácter también militar, incluyendo la parte nuclear, dados los esfuerzos de Putin por forzar una nueva arquitectura de seguridad en Eurasia, que él mismo ha explicado recientemente.
Al respecto de la reunión entre los líderes de Rusia y Corea del Norte, antes de pasar otro tema, se han publicado también opiniones interesantes relacionadas con la forma en que el estrechamiento de las relaciones entre estos dos países afecta a al vecina China, para quien sería un arma de doble filo.
Mientras desde Occidente se carga contra Corea del Norte, pero también contra la República Popular de China, por su apoyo a Moscú, se hace lo posible por mantener el propio a Ucrania. En esta ocasión sería Italia el país que habría dado un paso importante, habiendo supuestamente decidido el envío de misiles Storm Shadow a las AFU, como parte del que sería su noveno paquete de ayuda militar, del que todavía se desconocen los detalles.
Pasando precisamente a Ucrania, en las últimas horas el presidente de este país –quien asegura que la defensa en la región de Járkov va tal y como se esperaba– ha recibido a la presidenta del Parlamento de Lituania (Seimas), Viktorija Cmilyte-Nielsen (quien se ha dirigido también a los miembros de la Rada Suprema), a quien ha agradecido la ayuda que este país ha venido prestando a la causa ucraniana tanto en términos militares como políticos, incluyendo de cara a una hipotética adhesión a organizaciones como la OTAN y la Unión Europea, que desde Rusia, al menos en el primer caso, rechazan de lleno.
A colación, desde Ucrania esperan decisiones «positivas» por parte de la Unión Europea tras las recientes elecciones al Parlamento, si bien estas han servido para abrir un nuevo ciclo político que por el momento está generando importantes problemas a nivel interno en algunos países –como Francia-, pero también a la hora de elegir futuros cargos como ocurre con los miembros de la Comisión, por no hablar de los nuevos equilibrios en el propio Parlamento, que serán un elemento a tener en cuenta por más que los proeuropeos retengan la mayoría.
Por último, un tribunal ruso en Vladivostok ha condenado al sargento estadounidense Gordon Black a tres años y nueve meses de cárcel -para lo que será trasladado a una colonia penal rusa por conocer- por cargos de robo y amenazas de muerte. Black ha sido juzgado por supuestamente haber golpeado y robado a una mujer que era su pareja en ese momento, ante lo que se ha defendido negando los cargos de amenazas de muerte y alegando que la víctima estaba borracha en el momento del incidente, presuntamente agrediéndole a él, que sí ha reconocido parcialmente el supuesto robo, afirmando en cualquier caso que el dinero fue devuelto al día siguiente.
Deja una respuesta