Guerra de Ucrania – Día 842

Vladímir V. Putin, en vísperas de la Cumbre de Paz de Suiza, en la que Rusia no participará en tanto no ha sido invitada, ha hecho su particular oferta de paz, que no deja de ser una exigencia de rendición a Ucrania, a la que exige retirarse de las cuatro regiones de las que Rusia mantiene una parte ocupada (Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia), así como una renuncia expresa a su futura pertenencia a la OTAN. Una propuesta que ha sido rápidamente rechazada desde el Gobierno ucraniano, en donde la comparan con la actitud de Hitler respecto a Checoslovaquia y preparan la reunión que durante el fin de semana juntará a decenas de líderes y representantes de todo el mundo en la localidad de Lucerna, para buscar apoyos internacionales. Mientras tanto, en el frente prosiguen los combates, Ucrania y Dinamarca han firmado un acuerdo que permitiría al país nórdico adquirir armas y municiones en Ucrania en el futuro y desde la UE el comisario Breton ha asegurado que los Veintisiete igualarán a Rusia en cuanto a producción de municiones en 2025.

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Vladímir V. Putin, en vísperas de la Cumbre de Paz de Suiza, en la que Rusia no participará en tanto no ha sido invitada, ha hecho su particular oferta de paz, que no deja de ser una exigencia de rendición a Ucrania, a la que exige que Kiev retire a sus militares del total del territorio de las cuatro regiones de las que Rusia mantiene una parte ocupada (Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia), así como una renuncia expresa a su futura pertenencia a la OTAN. Todo mientras tachaba de «robo» la decisión por parte de las potencias occidentales de utilizar los activos rusos bloqueados para financiar a Ucrania, asegurando que dicha acción no quedará sin castigo, seguramente en referencia a las medidas de retorsión, de las que ya habláramos.

La propuesta del presidente ruso, en realidad, no es en absoluto nueva y no hace sino verbalizar una vez más (y de paso minar en lo posible el inicio de la Cumbre de Paz, vendiendo entre su público interno y externo el relato de una propuesta «oportuna e importante») una exigencia que Rusia lleva planteando, con diferentes matices, desde antes de decidirse a comenzar la invasión de Ucrania. Recordemos, en este sentido, que días antes del inicio de lo que cínicamente siguen denominando «Operación MIlitar Especial», Putin lanzó lo que básicamente era un ultimátum a los Estados miembros de la OTAN, planteando unas exigencias que eran inadmisibles, hasta el punto en algunos casos de ser imposibles no ya de aceptar, sino de aplicar, pues habrían supuesto la salida de la Alianza de varios de sus miembros; algo imposible ya que esta debería decidirse por unanimidad, lo que implicaría que el voto de los Estados salientes debería producirse en ese sentido para lograrla.

Con la propuesta hecha en las últimas horas, que no hace sino repetir lo dicho una y otra vez por los responsables de Exteriores o por el portavoz del Kremlin, lo que Putin busca una vez más es imponer por la fuerza un cambio de equilibrios en Europa que termine, al menos en parte, con la ansiedad que provoca en Moscú la cada vez mayor diferencia militar respecto a los integrantes de la OTAN, razón última del inicio de la invasión y problema no resulto todavía, sino más bien agravado dada la erosión del poder militar ruso en estos dos años largos.

De hecho no debe olvidarse que, a pesar de la movilización rusa (Putin ha dado recientemente la cifra de 700.000 hombres luchando en Ucrania, por cierto) tanto humana como industrial, o del aumento de gasto en defensa en relación con el PIB, lo que la guerra ha provocado entre otras cosas son una serie de aumentos presupuestarios y lanzamiento de iniciativas tanto en la UE como en los Estados Unidos que no harán sino profundizar dicho diferencial, aumentando de paso la inestabilidad estratégica y acercando al Kremlin a un primer uso nuclear (aunque sea demostrativo) como exigen algunos de los principales teóricos del país, tema que ya hemos abordado anteriormente en varias ocasiones.

Como resultaba de esperar, la propuesta de Putin ha vuelto a ser rápidamente rechazada desde el Gobierno ucraniano, desde donde la tachan de «ultimátum», la comparan con la actitud de Hitler respecto a Checoslovaquia, aseguran que «es Ucrania, que sufre esta agresión, la que tiene el justo derecho de determinar las partes de esta Fórmula» y preparan la reunión que durante el fin de semana juntará a decenas de líderes y representantes de todo el mundo en la localidad de Lucerna, para buscar apoyos antes de una supuesta nueva cumbre, con fecha por determinar, en la que sí podría participar el país euroasiático.

En Kiev, más allá del odio acumulado después de más de dos años de guerra o de la posibilidad de perder una parte sustancial de su territorio (algo que seguramente ocurra de todos modos, pues desde Rusia no dejan de insistir en que no cederán un metro cuadrado del terreno tomado), lo que parece seguir preocupando más es la posibilidad de que un régimen que intenta cambiar las fronteras y con ello el orden internacional manu militari vea en cualquier cesión una debilidad y, por ende, una oportunidad para prepararse para un futuro ataque que persiga cumplir con los objetivos originales del que fracasó en la primera mitad de 2022: el control completo de Ucrania y su salida de la órbita occidental.

El problema en cualquier caso -y esto avala la tesis ucraniana-, sigue siendo que hay una situación de fondo sin resolver desde el final de la Guerra Fría respecto a Rusia y es que su declive en cuanto a poder relativo respecto al conjunto de Occidente (si hablásemos exclusivamente de equilibrios respecto de la Unión Europea quizá los cálculos fuesen muy distintos) genera una inseguridad que solo puede ser vencida ganando «profundidad estratégica» y entrando en una competición armamentística en la que, para poder participar con un mínimo de garantías, ha sido necesario dinamitar la arquitectura de seguridad previa, que tantas décadas costó entretejer, por más que esta quedase incompleta.

Dicho lo cual, insistimos una vez más en que hasta que no se solucionen los problemas que dan origen a la actitud rusa, restablecimiento la estabilidad estratégica, el problema no se va a disipar, lo que motivará nuevos conflictos, quizá peores que el actual pues este, de lo malo, ha quedado limitado a las fronteras ucranianas. Para hacerlo hay varias vías posibles, desde las más extremas, que pasarían por librar una guerra con Rusia en la que entrase la OTAN, buscando una derrota del Kremlin y un nuevo equilibrio «de máximos» para Occidente, a las intermedias, que implican algún tipo de concesiones y que solo serán factibles si se proporcionan a Ucrania medios (ayer hablamos de los acuerdos de seguridad) de disuasión creíbles y a largo plazo, a las «de mínimos», que pasarían por dejar a Ucrania a su suerte y, con ella, seguramente a varias naciones más, pues los problemas rusos en cuanto a su concepción de su propia seguridad o a su visión de sí misma en cuanto a potencia no se limitan a este país.

Cambiando ya de tema, para pasar a tratar las novedades puramente militares de las últimas 24 horas, tenemos en este caso que en lo relativo a ataques a larga distancia las noticias han sido mínimas. Del lado ucraniano no se ha publicado, a la hora de redacción de este informe, ninguna información respecto de explosiones o daños causados por misiles o drones rusos.

Del lado contrario la situación es algo distinta, pues drones ucranianos habrían alcanzado Kamensk-Shakhtinsky, en la región de Rostov, causando importantes daños en sus instalaciones. Sería el tercer ataque contra esta región en el plazo de unas pocas horas, tras los que afectaron en la jornada de ayer a la la base aérea de Morozovsk y a una refinería en Voronezh. Respecto al primero, por cierto, las imágenes por satélite publicadas han permitido ya hacer una primera evaluación de daños de la que se desprende que al menos dos aeronaves –que estaban reguardadas en un hangar de mantenimiento– han resultado dañadas por el ataque. Por fortuna para la Fuerza Aérea rusa, no había aparatos estacionados en alguna de las zonas habituales junto a dichos hangares.

Más allá de esto, en cuanto a los combates y los cambios de posición sobre el terreno tenemos, en primer lugar que el Gobierno de Ucrania ha decretado la evacuación forzosa de varias aldeas fronterizas en la región de Sumy. Dicho esto, y comenzando por el sector de Járkov, al norte del frente, que las Fuerzas Armadas ucranianas habrían retomado la aldea de Hlyboke, situada al norte de Lyptsi, después de que se produjesen nuevos ataques rusos. No hay novedades procedentes del sector de Vovchansk, más allá de que los combates prosiguen también allí.

En el sector de Siversk, las tropas rusas han lanzado varios ataques que se suman a los de jornadas anteriores. Así, de norte a sur se ha registrado actividad en dirección a Verkhnokamianske, Spirne, Vyimka y Rozdolivka, a la espera de ver si es un intento serio por mover un sector que lleva meses tranquilo salvo por acciones puntuales o no.

Más allá de esto, ya que no han trascendido cambios en el sector de Bakhmut, lo más relevante ha ocurrido en la última jornada por una parte en el sector de Avdiívka, en donde el Ejército ruso ha continuado sus ataques tanto al norte, hacia Kalynove y Novooleksandrivka (todavía no tomada), como en el centro del mismo, hacia Novoselivka Persha.

Por otra, en el sector de Mariínka, en donde tropas rusas protagonizaron un importante intento por tomar Massymilianivka en el que tomaron parte hasta 28 vehículos de distintos tipos. Tras perder casi la mitad de ellos se vieron forzados a retirarse a sus posiciones iniciales en Heorhiívka.

Para finalizar con la parte militar, aunque tiene poco que ver con los combates de las últimas horas, es obligado señalar que el Pentágono estadounidense ha renovado el contrato que permite a Ucrania el acceso a la constelación de satélites de comunicaciones Starlink, fundamental entre muchas otras cosas para el funcionamiento correcto de su sistema de mando y control. El acuerdo supondrá un desembolso de 14 millones de dólares con una duración de seis meses.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

El apartado internacional comienza hoy, una vez más, por Suiza. Hasta allí se ha dirigido el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para participar en la Cumbre de Paz Global, no sin antes entrevistarse con el Papa Francisco, con quien ha tratado temas relacionados con la guerra, la situación de los civiles o, lógicamente, lo que se va a tratar en Lucerna. Así, según Zelenski: «Discutimos las consecuencias de la agresión rusa contra Ucrania, el terrorismo aéreo ruso y la difícil situación en el sector energético (…) y las expectativas de la cumbre mundial por la paz».

El encuentro con el Papa llegaba apenas unas horas después de que, durante su visita a Italia para acudir a la reunión del G7, se viese también con el primer ministro de India, Narendra Modi, con quien habló tanto sobre cooperación bilateral como acerca de la situación del corredor marítimo que permite la exportación de productos agrícolas ucranianos a través del Mar Negro. Por supuesto, hablaron también sobre la Cumbre de Paz, a la que India enviará una delegación de alto nivel, a pesar de que su posición seguirá siendo la de intentar buscar un arreglo más a medio camino entre los intereses ucranianos y los rusos, mientras sigue siendo uno de los países que más se ha beneficiado de la propia guerra.

Respecto a esta Cumbre, que tendrá lugar en el lujoso complejo hotelero de Burgenstock, desde el Ministerio de Exteriores ucraniano han lanzado varios mensajes, en distintos idiomas, asegurando que «Putin es muy consciente de que la poderosa voz del mundo que se escuchará en la Cumbre por la Paz Global en Suiza será el primer paso práctico hacia una paz justa. Los planes de Rusia no son la paz, sino la continuación de la guerra y una mayor agresión en Europa». Algo que, dicho sea de paso y como hemos visto, no parece importar demasiado en Moscú.

Tampoco a China, país que durante un tiempo se mostró dispuesto a buscar una salida negociada, aportando su capacidad de influencia sobre Moscú, pero que según han pasado los meses ha ido cambiando de actitud, según algunos autores porque no puede tener un papel protagonista. No obstante, y al respecto, sospechamos que las causas de la postura china son algo más profundas, pues por una parte se beneficia de todo lo que Rusia haga para minar el actual orden internacional, actuando este país seguramente sin quererlo como actor delegado y, por otra, a medida que el nivel de implicación -y por lo tanto, la apuesta- rusa aumenta, China tiene más incentivos para no dejar caer a su aliado, ya que quedaría en una incómoda posición de soledad en la arena internacional en un momento crítico.

Además, desde el Gobierno, el primer ministro Shmyhal, citando datos del Banco Mundial, ha recordado que los daños causados por Rusia a Ucrania ascenderían a 486.000 millones de dólares, que Kiev considera, al igual que el G7, que Moscú debe restituir de alguna forma, sacando de paso a colación un tema, el de las reparaciones, que será tocado en la Cumbre de Paz buscando determinar una posición común.

En otro orden de cosas, el ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umerov, se ha reunido en Bruselas con su homólogo argentino, tras tomar parte en la cita del Grupo de Contacto de Apoyo a Ucrania. El país iberoamericano, desde la llegada de Milei se ha mostrado cada vez más cercano a Ucrania y no solo ha pasado a formar parte de este Grupo, o de la coalición que busca la devolución de los niños ilegalmente deportados a Rusia, sino que también se ha llegado a rumorear que podría vender a Kiev algunos de sus cazabombarderos.

Además, y esto es relevante, Umerov firmó junto a su contraparte danesa un acuerdo que será el primero que permita a un país OTAN no solo invertir en la producción de armas en Ucrania (pues en esto son varios los que tienen planes ya en marcha), sino también adquirir municiones y armamento en este país.

A colación, resultan también interesantes las declaraciones del comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, quien ha asegurado que la Unión Europea alcanzará a Rusia en cuanto a capacidad de producción de municiones, pese a los retrasos, a finales de 2025, llegando a los 2,5 millones de disparos por año. De hecho, no ha sido la única declaración interesante de Breton, que ha concedido recientemente una entrevista a La Tribune en la que ha dejado algunos detalles que merece la pena leer.

Para concluir, aunque con un tema completamente diferente, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) ha anunciado hace unas horas el arresto de un funcionario del Óblast de Khmelnytsky, en el oeste de Ucrania, acusado de espionaje por proporcionar información militar sensible a Rusia, concretamente información sobre los puntos de despliegue y los lugares de residencia de los militares ucranianos en la región.


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