Ahora sí, Ucrania y Estados Unidos han firmado su acuerdo de seguridad. Un texto que según Zelenski abre la vía para la futura integración de Ucrania en la OTAN. Japón, además, ha hecho lo propio, mientras el G7 ha dado luz verde definitiva al plan para sufragar con los beneficios de los activos rusos un crédito de alrededor de 50.000 millones de dólares que se destinará a sostener a Ucrania, cumpliendo así con una de las reclamaciones de Kiev desde tiempo atrás: que sea Rusia la que pague. Además de esto, mientras la situación en el sector de Bakhmut se ha tensado en las últimas horas, especialmente en el área de Ivanivske, también se han conocido los cargos contra el periodista estadounidense Evan Gershkovich, acusado formalmente de espionaje por un tribunal ruso, algo a lo que desde Washington conceden «credibilidad cero».
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La reunión del G7, que ha dejado momentos estelares a la prensa -entre otros por el cálido recibimiento que una exultante Giorgia Meloni (euforia lógica tras los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo) ha ofrecido al resto de los líderes del grupo y por las preocupantes señales que ofrece la salud de Biden-, ha servido para oficializar tanto los acuerdos de seguridad de Ucrania con los Estados Unidos y con Japón (aunque como veremos, en este caso es más bien un acuerdo de cooperación), como para alcanzar un acuerdo no oficial respecto del empleo de los activos rusos congelados como aval y también para sufragar (a través de sus intereses, es decir, sin tocar el capital) un préstamo del orden de 50.000 millones de dólares que servirá para apuntalar a Ucrania.
Respecto del acuerdo de seguridad entre Estados Unidos y Ucrania, Zelenski ha declarado que, además, abre la vía a la futura integración euroatlántica del país, si bien no se han fijado fechas para ello, ni mucho menos. Además, según ha informado el presidente ucraniano, a los diecisiete acuerdos de este tipo firmados hasta la fecha con otros tantos países, se sumarían una decena de textos más actualmente en fase de negociación.
Dicho esto, y siguiendo el ejemplo de los suscritos hasta la fecha con otros estados, también el alcanzado con los Estados Unidos tendrá una duración de diez años. Ahora bien, qué nadie se lleve a engaño, pues aunque desde Ucrania hablen de que el texto eleva la relación entre ambos países al nivel de «una alianza», esto solo es cierto en parte, al menos si atendemos a lo que tradicionalmente se ha considerado por alianzas defensivas, que suelen incluir cláusulas de defensa mutua. En este sentido, en lo que el texto aprobado hace hincapié no es en una respuesta militar por parte de Estados Unidos si Ucrania es agredida (ya lo está siendo), sino en la idea mucho más «light» de «trabajar juntas para ayudar a disuadir y enfrentar cualquier agresión futura contra la integridad territorial de cualquiera de las Partes». Es decir, que no compromete a respuesta alguna en forma de intervención militar por parte estadounidense. De hecho, como en otros acuerdos anteriores, lo que el texto dice es que:
«En caso de un futuro ataque armado o amenaza de ataque armado contra Ucrania, las Partes, a solicitud de cualquiera de las Partes y de conformidad con sus respectivas leyes, se reunirán inmediatamente, cuando sea posible dentro de las 24 horas, con los niveles más altos para determinar las condiciones apropiadas. próximos pasos y necesidades de defensa adicionales. Las Partes podrán decidir mutuamente desarrollar e implementar respuestas adicionales apropiadas de defensa y disuasión, incluso en los ámbitos económico, militar y/o político. Tales respuestas pueden incluir la imposición de costos económicos y de otro tipo al Estado agresor mediante medidas que pueden incluir, entre otras cosas, posibles sanciones o controles de exportaciones. Las Partes están dispuestas a compartir información e inteligencia disponibles y apropiadas de inmediato en respuesta a tal evento, y a consultar con los países signatarios de la Declaración Conjunta de 2023 sobre respuestas conjuntas adicionales».
Y es que en lo básico, la virtud de estos acuerdos, muy mal entendidos por muchas personas e incluso analistas, no pasa por garantizar la inviolabilidad del territorio ucraniano en caso de agresión, como es habitual en las alianzas defensivas, ni por obligar a las partes a una respuesta militar, sino por oficializar que la ayuda a Ucrania se mantendrá, de las formas previstas en el articulado, durante diez años. Es decir, que el mayor activo de estos acuerdos pasa por ofrecer a Rusia una perspectiva clara de la duración del conflicto si no se llega a algún tipo de salida, buscando así desmotivar a Moscú a la hora de persistir en la vía puramente militar.
Lo mismo que para el acuerdo con los Estados Unidos, aplica si cabe en mayor medida al acuerdo de seguridad alcanzado con Japón, dadas algunas de las limitaciones constitucionales del país asiático –y que afectan a otras de las alianzas en vigor, como la que recientemente han reforzado con los Estados Unidos– en tanto han obligado, por ejemplo, a enviar ayuda militar a Ucrania únicamente a través de terceros hasta la fecha.
Es más, en el caso del acuerdo con Japón, ni siquiera se habla abiertamente de un acuerdo «de seguridad», sino que se hace referencia al término «cooperación», regulando el texto la forma en la que se prestará la ayuda y los ámbitos a los que esta aplicará que, en lo relativo a las materias de seguridad y defensa implican que:
«La parte japonesa continuará brindando apoyo a Ucrania de acuerdo con sus requisitos y regulaciones constitucionales y legales, mientras Ucrania defiende su soberanía e integridad territorial contra la agresión en curso. Dicho apoyo en el ámbito de la seguridad y la defensa incluye, entre otros, los siguientes ámbitos:
- (1) Provisión de equipos y bienes no letales;
- (2) Cooperación a través de coaliciones de las que Japón es miembro, formadas por el Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania, incluidas las Coaliciones de TI y Desminado;
- (3) Contribución al Fondo Fiduciario de la PAC Ucrania-OTAN;
- (4) Tratamiento de los militares ucranianos heridos; y
- (5) Cooperación en el ámbito de la inteligencia en el sector de seguridad y defensa.
Los Participantes buscan concluir un acuerdo sobre la seguridad de la información entre Ucrania y Japón con el fin de proteger recíprocamente la información clasificada intercambiada entre los Participantes y ampliar y facilitar el intercambio de información entre las agencias relevantes de los Participantes.
Para garantizar los objetivos antes mencionados, los participantes celebrarán un diálogo bilateral de alto nivel sobre políticas de seguridad».
A partir de ahí, el texto se centra en el apoyo humanitario, así como en otros temas como la ciberseguridad, la lucha contra la desinformación, contra la delincuencia organizada, el apoyo a las reformas ucranianas en términos económicos y políticos, el hecho de que Japón reconoce que Rusia debe rendir cuentas por su agresión, las sanciones, etc. Es más, aunque incluye un artículo (III) dedicado exclusivamente a la cooperación en caso de un futuro ataque armado, el texto apenas habla de consultas, aunque al menos deja la puerta abierta a modificar dicho artículo en caso de necesidad futura, algo que se antoja complejo aunque introduce cierto grado de ambigüedad estratégica.
En cualquier caso, lo relevante es que la Cumbre del G7 –así la reunión del Grupo de Contacto de Apoyo a Ucrania, de la que hablaremos en la segunda parte– han servido para cerrar algunos importantes asuntos pendientes, resumidos en el informe de ayer, llegando Ucrania a la Cumbre de Paz Global que comienza en breve con un respaldo mayor del que tenía hasta la fecha, todo lo cual añade presión al Kremlin, aunque difícilmente la suficiente como para introducir un cambio radical en cuanto a los objetivos y aspiraciones rusos.
Pasando a lo ocurrido sobre el terreno en las últimas horas, Ucrania ha hablado en su último informe de un ataque ruso con 14 misiles de distintos tipos y hasta 17 aeronaves no tripuladas, de los que habrían logrado neutralizar 7 y 17 respectivamente. Sean o no ciertas las cifras, se han registrado algunos impactos como el que ha dejado seis heridos en la localidad de Dnipró, al alcanzar un edificio residencial al parecer un misil. Además, según algunas fuentes al menos un misil balístico habría sido lanzado contra la localidad de Zaporiyia. En Kiev, además, una fábrica fue alcanzada horas atrás por otro misil ruso, quedando parcialmente destruida especialmente como consecuencia del posterior incendio.
Respecto a Ucrania, durante la última jornada ha atacado la base aérea de Morozovsk, en la región de Rostov y en la que suelen basarse cazabombarderos Su-30 y Su-35, así como bombarderos tácticos Su-34, encargados de lanzar por ejemplo las bombas planeadoras que tanto daño están haciendo a las AFU en los últimos meses. Además de esto, desde Rusia han denunciado la muerte de un periodista, mientras que otro habría resultado herido, en un ataque ucraniano con drones. Por otra parte, se ha hablado también de un ataque ucraniano contra una nueva refinería en Voronezh, aunque por el momento no se conocen las consecuencias de esta acción, que ha sido reconocida por el gobernador de esta región rusa, Aleksandr Gusev.
Dicho esto, el Ministerio de Defensa ruso ha hablado de la destrucción de hasta 87 drones ucranianos durante la noche, información difícil de confirmar. Lo que sí se ha confirmado, por el contrario, es el éxito de los recientes ataques ucranianos contra sistemas S-400 rusos en Crimea, logrando la destrucción al menos de un radar 92N6 Grave Stone, de la unidad de generación de energía y de un lanzador 51P6.
En cuanto a los combates y los movimientos, sin apenas novedades procedentes del sector de Járkov, comenzamos directamente por el más meridional de Siversk, en donde se han registrado avances rusos en las afueras de Rozdolivka, así como ataques algo más al norte.
En el caso del sector de Bakhmut, la atención sigue concentrada en la localidad de Ivanivske, admitiendo los ucranianos que la situación en la zona es tensa, pero sin dar muchos más detalles al respecto.
Donde también es tensa la situación es en el sector de Avdiívka, con las tropas rusas avanzando en Novooleksandrivka y completando la toma de la más sureña Novopokrovske, a 15 kilómetros al noroeste de Avdiívka, a la vez que avanzan en dirección a Novoselivka Persha. Además de esto, al sur del sector han vuelto a lanzar ataques en dirección a la aldea de Nevels’ke.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Después de haber hablado en la primera parte sobre las limitaciones de los acuerdos de seguridad firmados por Ucrania con los Estados Unidos y con Japón (aunque entrar en el detalle requeriría al menos de un artículo completo), toca detenerse en el resto del contenido de la Cumbre del G7, en la que según Zelenski se han hecho promesas al país relativas al envío de más sistemas antiaéreos.
Un Zelenski que, a colación, se ha dirigido a los asistentes -entre los que se incluían los máximos responsables tanto de la Comisión Europea como del Consejo, Úrsula von der Leyen y Charles Michel respectivamente-, hablándoles sobre los cinco puntos que considera cruciales: seguridad, cooperación militar, recuperación, uso de los activos rusos y el éxito de la Cumbre de Paz.
En cualquier caso, lo más significativo de la reunión, pasa por el acuerdo -que ya adelantamos ayer- relativo al empleo de los activos rusos por una parte para servir como garantía y por otra para sufragar, mediante los intereses generados, un préstamo a Ucrania de 50.000 millones de dólares que se unirá a aportaciones –en este caso con un montante similar– como las que realiza la Unión Europea a través de la herramienta Ukraine Facility, a los prestamos bilaterales suscritos por muchos otros países y a los concedidos por instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
Además de esto, en las últimas horas y a pesar de que las reuniones principales han sido con los líderes del G7, Zelenski también se ha visto con la directora del Fondo Monetario Internacional, con la que ha hablado sobre el apoyo a Ucrania, sus instituciones y sociedad, así como sobre las formas de atraer a la inversión de modo que pueda financiarse la recuperación económica del país. Es más, Zelenski ha mantenido también una conversación telefónica con la presidenta de la Confederación Helvética, Viola Amherd, previa al inicio de la Cumbre de Paz Global y que ha versado, precisamente, sobre los detalles de última hora en relación con los preparativos de la misma.
Respecto a la otra gran cita del día, esto es, la reunión del Grupo de Contacto de Apoyo a Ucrania, esta ha sido presidida por el secretario de Defensa estadounidense y ha contado, además de con representantes de todos los estados participantes en el Grupo, con la presencia del ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov. Lo más relevante del encuentro ha sido que ha servido para dar la bienvenida a Argentina, país que ha pasado a ser socio de esta coalición, pues lo cierto es que a diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, no se han hecho grandes anuncios, centrándose el mensaje en apoyar la idea de que el compromiso con Ucrania por parte de sus socios es a largo plazo.
En otro orden de cosas, si ayer eran los Estados Unidos quienes aprobaban sanciones contra la economía rusa y contra las instituciones financieras que ayudan a que este país pueda mantener el esfuerzo bélico, en esta ocasión ha sido el Reino Unido quien se ha subido al carro, pasando a aprobar sanciones dirigidas contra decenas de instituciones y particulares rusos, siendo lo más significativo la decisión de sanciones a la bolsa de Moscú. La decisión ha sido rápidamente agradecida por Ucrania, en esta ocasión por parte del jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak.
Respecto a Rusia, han centrado su actividad diplomática en las últimas horas en criticar la actitud occidental, concretamente estadounidense, en relación con Georgia, asegurando la portavoz de Exteriores, María Zajárova, que desde Washington están apoyando de forma activa las protestas y disturbios en este país que, recordemos, ha introducido una serie de cambios legales muy proclives a los intereses del Kremlin.
En una línea parecida se ha pronunciado Dmitry Medvédev, quien en esta ocasión se ha referido a Armenia y Ucrania y a sus posibilidades reales de pasar a formar parte de la Unión Europea, asegurando que «nadie espera» que pasen a formar parte de la UE. Como de costumbre, además, ha recurrido a su particular retórica, afirmando que «Sin embargo, no hay que engañarse porque tales promesas no son más que un cebo en una ratonera neocolonial. Nadie tiene la intención de abrir las puertas del ‘club de los elegidos’ al pueblo armenio».
Además de esto, Putin ha mantenido una reunión telefónica con el presidente interino de Irán, en la que ha tratado sobre la próxima cumbre de los BRICS, así como sobre varios temas de interés común, además de dar el pésame por la muerte del antecesor de Mokhber, Ebrahim Raisi, fallecido en accidente de helicóptero y de felicitar a los iraníes la próxima festividad de Eid al-Fitr.
Todo mientras la fiscalía rusa ha anunciado que el periodista estadounidense Evan Gershkovich, detenido en el país, será acusado de espionaje por supuestamente recolectar datos sobre una fábrica militar rusa para la CIA. Desde el Wall Street Journal, periódico para el que trabajaba, han denunciado que se trata de una «escandalosa farsa», pidiendo al gobierno estadounidense para «la liberación inmediata» de Gershkovich.
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