Guerra de Ucrania – Día 833

Al mismo tiempo que se llevan a cabo las celebraciones por el 80º aniversario del desembarco de Normandía, en París ha sido detenido un varón de 26 años, con doble nacionalidad rusa y ucraniana, tras sufrir heridas debido a la explosión de uno de los artefactos explosivos que estaba fabricando. Además de esto, Putin ha asegurado no solo que ya hay instructores occidentales en forma de «mercenarios» operando en Ucrania, sino que han sufrido bajas, a la vez que ha amenazado con enviar armas a terceros países de forma que estos puedan atacar intereses occidentales como respuesta al uso del armamento suministrado a Ucrania contra su propio territorio. Sobre el frente, han continuado los combates y los intercambios a larga distancia, con Ucrania atacando nuevas instalaciones rusas relacionadas con los hidrocarburos, mientras Rusia habría destruido ya, en lo que va de guerra, más de la mitad de capacidad de generación eléctrica ucraniana.

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Proxies y Zona Gris. Esos serán los elementos a través de los cuales la Federación Rusa canalizará en principio la respuesta al envío de armamento occidental a Ucrania y, particularmente, al permiso recientemente concedido para que este país lo utilice contra objetivos en territorio ruso. Así lo ha dejado entrever Vladímir V. Putin, el presidente ruso, quien ha declarado ante las cámaras que “Si alguien considera posible suministrar tales armas en la zona de combate para atacar nuestro territorio (…), ¿por qué no tendríamos derecho a suministrar armas del mismo tipo en regiones del mundo donde se encuentran instalaciones sensibles de países que actúan en de esta manera contra Rusia”.

La noticia tiene una parte positiva, ya que sin negar otras posibilidades, limita la respuesta rusa, en principio, a lo convencional y a la zona gris del espectro de los conflictos, recurriendo a proxies (actores delegados) para que sean estos el vector a través del cual Rusia responda a la escalada (muy controlada, como explicamos) llevada a cabo por los aliados de Ucrania. Además, se trata de un mensaje que a pesar de cierta ambigüedad (no especifica ni qué grupos, ni qué armas, más allá de decir «del mismo tipo», lo que da ciertas pistas), tiene la virtud despejar algunas dudas respecto a la capacidad de disuasión de los Estados miembros de la OTAN, ya que indirectamente elimina la posibilidad de llevar a cabo ataques directos contra alguno de estos, como podrían ser los estados bálticos, a pesar de las amenazas en este sentido vertidas a través de los voceros habituales.

Por supuesto Putin, quien se ha cuidado mucho de dar más detalles, lo que ha pretendido con este mensaje son tres cosas: 1) limitar, como decíamos, la posible escalada, señalando en todo momento las coordenadas en las que podría producirse la respuesta rusa; 2) generar la mayor intranquilidad posible, dado que al hablar de «armas del mismo tipo en regiones del mundo donde se encuentran instalaciones sensibles de países que actúan de esta manera contra Rusia», en realidad hace referencia a un abanico muy amplio de ubicaciones, obligando a extremar la precaución a fuerzas desplegadas a lo largo y ancho del globo, independientemente de que Rusia haga o no algo, y; 3) lanzar un mensaje para consumo interno, de forma que el contribuyente ruso vea que su Gobierno no se amedrenta ni se queda quieto en esta situación.

Dicho lo cual, tampoco está tan claro que Rusia esté en disposición de suministrar cohetes guiados o misiles a actores delegados a corto plazo, ni que estos tengan la capacidad de utilizarlos per se (necesitarían al menos ciertas capacidades de reconocimiento y mando y control para sacarles partido). En cualquier caso, habremos de permanecer atentos, pues tampoco son descartables otras acciones en la Zona Gris.

Esta última, como sabemos, ya que hemos hablado de ella en numerosas ocasiones en estos informes, así como en artículos, suele ser concebida dentro de un conjunto, más amplio, de estrategias o de amenazas híbridas. La principal característica de todos los conflictos híbridos, en su espectro más amplio, es el papel cada vez más reducido de las fuerzas convencionales o regulares, en comparación con lo que era frecuente en las guerras clásicas. La “hibridación” implica, por lo tanto, que los actores internacionales movilizan en dichos conflictos una amplia panoplia de recursos (diplomáticos, económicos, sociales, culturales, mediáticos, cibernéticos, etc) e incluso, llegado el caso, sus contactos con actores armados transnacionales que operan al margen de la ley, como el crimen organizado o el terrorismo, y que lo hacen otorgándoles un peso superior al de las propias fuerzas armadas.

Por definición, toda guerra es híbrida, ya que siempre suelen tomarse medidas que acompañan a las puramente militares. Sin embargo, en el caso de la de Ucrania, ha sido precisamente el elemento convencional el que ha predominado, hasta el punto de que la verdadera sorpresa para muchos, antes del inicio de la invasión, fue que precisamente se produjese una guerra convencional, a gran escala y de alta intensidad en el seno de Europa, posibilidad que muchos académicos negaban, basándose en supuestos erróneos aun a pesar de las advertencias…

Ahora bien, incluso en el caso de la guerra de Ucrania se han tomado esas medidas «diplomáticas, económicas, sociales, culturales, mediáticas, cibernéticas, etc» de acompañamiento e, incluso, en algunos casos, han tenido suma importancia, aunque en ningún momento se han constituido en los ejes principales a través de los cuales dirimir el resultado del conflicto, ni mucho menos. Es más, generalmente, desde 2022, se han implementado como forma de incrementar los resultados de la guerra convencional y no tanto como sustituto de la misma. Lo que no sirve para descartar que, en determinadas circunstancias, puedan volver a cobrar importancia, sea como en este caso porque a uno de los contendientes le interesa canalizar por ahí la respuesta a una escalada, sea porque la guerra se estanque y vuelva a pasar a otra zona del espectro de los conflictos, como ocurriera entre 2014 y 2022.

Es más, hay muchas formas a través de las cuales Rusia podría sacar partido a actores delegados y a la Zona Gris, sin necesidad ir demasiado lejos de sus propias fronteras, por ejemplo en Georgia o en Moldavia, algo que de hecho ocurre. Incluso dentro de la Unión Europea, en donde se han producido detenciones en las últimas semanas en Polonia, Finlandia ha tenido que endurecer su política fronteriza o, hace unas pocas horas, se ha sabido de un supuesto terrorista (por el momento no cabe ligarlo a Moscú aunque sea originario del Donbás, ya que podría actuar por cuenta propia) que, en París, ha resultado herido tras detonar uno de los artefactos explosivos que estaba fabricando en el hotel en el que estaba alojado, lo que obliga a mantener e incluso aumentar el nivel de alerta no solo en el exterior («en regiones del mundo donde se encuentran instalaciones sensibles»), sino también en el interior de nuestras fronteras.

En otro orden de cosas, tanto Rusia como Ucrania han seguido intercambiando ataques sobre el territorio del otro, buscando fundamentalmente afectar en el caso ruso, a la infraestructura eléctrica ucraniana y, en el de Ucrania, a la capacidad de refino, almacenamiento y transporte de hidrocarburos. Así, desde el Ministerio de Defensa de Ucrania aseguran haber derribado diecisiete de los dieciocho drones tipo Shahed-131/126 (Geran-1/2) lanzados por Rusia, reportándose explosiones, por ejemplo, en Odesa y en Kramatorsk. Además, y a colación, Financial Times ha publicado un reportaje en el que se explica, entre otras cosas, que desde el inicio de la guerra Ucrania ha perdido, por diversas razones, más del cincuenta por ciento de su capacidad de generación eléctrica.

Del lado contrario, se ha registrado un ataque ucraniano, como puede verse sobre estas líneas, contra una refinería rusa en Novoshakhtinsk, muy cerca de la frontera de Ucrania y al norte de Rostov del Don. Además de esto, habría sido alcanzado también un depósito de combustible en Horlivka, localidad ucraniana bajo control ruso en la región de Donetsk y a escasos kilómetros del frente.

En cuanto a las noticias relativas a combates y movimientos, han sido relativamente escasas en la última jornada, sin apenas novedades procedentes por ejemplo del norte del frente, pese a que continúan los combates en localidades como Vovchansk.

En el sector de Bakhmut, a diferencia del anterior, sí se han registrado cambios, con importantes bombardeos rusos sobre Kalinina y nuevos intentos de avance sobre esta localidad que, no obstante, otras fuentes consideraban hace días bajo control ruso, extremo nada claro. En cualquier caso, solo es cuestión de tiempo que el Ejército ruso alcance el canal de agua dulce también en esta localidad, que ofrece uno de los pocos puntos de paso claros sobre el mismo.

Más intensa si cabe ha sido la actividad en el sector de Avdiívka, con las tropas rusas empujando tanto al norte, en torno a Ocheretyne, en todas las direcciones posibles como en el centro del sector, hacia el oeste de Soloviove, y al sur, en este caso bordeando la masa de agua entre Netaylove y Karlivka por su parte más meridional.

En el sector de Mariínka, por último, los combates siguen concentrándose especialmente al oeste de Novomykhaylivka, en donde se han registrado bombardeos ucranianos contra las tropas rusas en avance hacia Paraskoviívka y Konstiantynivka.

Por último, y antes de pasar al apartado internacional, es obligado comentar que desde Ucrania han anunciado que 1,6 millones de ucranianos habrían actualizado sus datos personales de acuerdo con las nuevas normas de movilización, en vigor desde el pasado 18 de mayo, de los cuales 1,4 habrían recurrido a la aplicación «Reserve+» para ello. Lo que no quiere decir ni que todos ellos vayan a poder ser movilizados, ni que estén en edad de ello, claro. Es más, están implementando medidas para limitar la movilidad de sus ciudadanos en el extranjero, forzando a que se registren en la lista pública o bien viajen de vuelta a Ucrania.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, y mientras se celebran los actos conmemorativos del «Día D» en la costa de Normandía (que todo sea dicho, están dejado imágenes de lo más curiosas) -y a la espera de los actos eventos principales, que tendrán lugar en horas– Zelenski se ha dirigido a Catar, país que está siendo de los más activos en términos diplomáticos a la hora de lidiar con las consecuencias humanitarias de la guerra, en este caso negociando el regreso de niños ucranianos deportados. Allí, el presidente ucraniano, que se ha reunido con las máximas autoridades del país, ha buscado el apoyo catarí a la «Fórmula de Paz» y ha informado sobre los preparativos de la Cumbre de Paz Global, además de agradecer los esfuerzos del régimen árabe.

En cuanto al ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, este ha hablado recientemente con su homólogo suizo, Ignazio Cassis, de cuya mano prepara la Cumbre de Paz Global, que se celebrará en Lucerna durante los próximos días 15 y 16 de junio. Según Kuleba, quien ha vuelto a agradecer al país alpino sus esfuerzos, «La cumbre es una oportunidad para que cada país demuestre su liderazgo global en el restablecimiento de la paz justa y la confianza en la Carta de las Naciones Unidas».

No ha sido lo único que ha hecho Zelenski, quien en unas horas estará en Normandía y se espera que el próximo viernes ofrezca un discurso en el hemiciclo del Palacio de Borbón ante la Asamblea Nacional gala, pues también ha hablado con el todavía primer ministro británico, Rishi Sunak, como no podía ser de otra forma, también sobre la Cumbre de Paz Global, así como sobre la cooperación en materia de defensa, incluyendo el entrenamiento y la interoperabilidad de ambas fuerzas armadas.

Por otra parte, la viceministra de Exteriores ucraniana, Iryna Borovets, se encuentra de visita en Perú, en donde espera estrechar lazos con el país andino, a la vez que busca la participación de este país en la próxima Cumbre de Paz Global, así como que de su apoyo a la implementación de la «Fórmula de Paz» de Zelenski.

En cuanto a la ayuda militar, en los últimos días Ucrania ha recibido sistemas de artillería antiaérea Gepard, en este caso comprados a Jordania con fondos estadounidenses. La noticia ha salido a la luz a raíz de una publicación de la Fuerza Aérea ucraniana en las redes sociales.

Siguiendo con la ayuda, aunque en este caso destinada a la rehabilitación del personal militar herido, Lituania ha donado diez millones de euros que serán destinados a la construcción de un Centro de Rehabilitación de Lesiones en la Columna que será gestionado por la Universidad Estatal del Dniéper, así como del futuro Centro de Rehabilitación de Neskoreni.

Por otra parte, el Bando Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), aportará 300 millones de euros que se dedicarán a la reconstrucción de las infraestructuras energéticas ucranianas, buscando restaurar la capacidad de generación eléctrica, según ha anunciado el primer ministro ucraniano, Shmyhal.

Además de esto, ha sido Francia el país que ha protagonizado el mayor anuncio de los últimos días, comprometiendo 650 millones de euros en forma de préstamos y donaciones a Ucrania, para apoyar a las autoridades locales y a las infraestructuras críticas, en particular energéticas, objetivo de Rusia. Los préstamos serán gestionados por una parte, por la Agencia Francesa de Desarrollo, quien controlará 450 millones del total, y, por otra, mediante la creación de un «fondo de apoyo» a las infraestructuras críticas, valorado en 200 millones.

Pasando a Rusia, en la comparecencia a la que hacíamos referencia al inicio del informe, Putin ha hablado sobre muchos otros temas, profundizando en cualquier caso en su discurso habitual, en el que culpa a Occidente en todos los casos tanto del inicio de la guerra, como de que no se produzca una salida a la misma.

Además de esto, Lavrov, quien se ha dirigido a Chad como parte de su gira africana, ha logrado llegar a un acuerdo con este país para mejorar los lazos comerciales, de forma que estos alcancen el mismo nivel que los que Rusia y el país africano mantienen en términos de cooperación política, humanitaria o de defensa, según ha anunciado el jefe de la diplomacia rusa.

Por último, un año después de que la presa de Nova Kakhovka resultase destruida (sin que la causa última esté todavía clara), se ha publicado un reportaje por parte de The Economist, en el que se analizan los efectos que, después de 365 días, continúa teniendo tanto en términos naturales, como económicos o humanos el derrumbe. Y hablando de economía, se ha publicado también un nuevo reportaje, en el que se intentan explicar algunas de las razones por las que la economía rusa continúa creciendo, a pesar de ser el país más sancionado del mundo.


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