Mientras Ucrania se prepara para hacer frente a nuevos cortes de electricidad, tras los últimos ataques rusos sobre su infraestructura, su ministro de Exteriores pide a sus aliados mayor libertad para atacar el territorio ruso, a pesar de los pasos en esta dirección dados en los últimos días. De hecho, el país ha comenzado a atacar ya objetivos en la región de Bélgorod con cierta asiduidad al tiempo que, desde Rusia, amenazan con respuestas asimétricas a la destrucción de sus instalaciones de alerta temprana. Más allá de esto, desde los Estados Unidos se ha anunciado que será su vicepresidenta la que acuda a la Cumbre de Paz Global, Francia se centra en las celebraciones del «Día D», a las que no se ha invitado a Rusia e Italia está planteándose el envío a Ucrania de un segundo sistema SAMP/T. Todo mientras el ministro ruso de Exteriores, Lavrov, continúa una gira africana vital para los intereses del país.
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En jornadas pasadas prestamos especial atención a los ataques ucranianos contra las instalaciones rusas encargadas de permitir la alerta temprana frente a un posible ataque por parte de otra potencia con armas estratégicas. Sistemas diseñados para hacer frente a los misiles balísticos, permitiendo un contraataque y garantizando con ello tanto la disuasión como la estabilidad y que, según algunos, tendrían algún tipo de papel en la guerra de Ucrania. Decían, de hecho, que radares como los «Voronezh-DM» podrían estar involucrados en la detección de los misiles ATACMS empleados por las AFU, de ahí la pertinencia de destruirlos.
Desde estas páginas, apuntábamos a que esto era extremadamente difícil, ya que no se trata de sistemas pensados contra misiles -ni siquiera balísticos-, que vuelen a una cota tan relativamente baja, ni tampoco en zonas tan cercanas a la propia Rusia. Mucho menos, drones. De hecho, asumíamos que los ataques eran una medida de presión por parte de Kiev sobre los Estados Unidos, para que estos abriesen la mano en relación con la posibilidad de utilizar el armamento que les estaban entregando para poder atacar el territorio ruso, buscando así batir objetivos que sí estuviesen directamente relacionados con el esfuerzo bélico ruso en Ucrania. Algo que, de hecho, finalmente sucedió.
Ahora, Rusia ha amenazado con aplicar una respuesta asimétrica a los ataques ucranianos contra sus sistemas de alerta temprana, aunque no han especificado en ningún momento qué tipo de respuesta podría ser exactamente. Todo mientras acusan a Occidente de haber comenzado una escalada que no haría sino agravar «la situación en Ucrania» y frente a la cual, aseguran, «se tomarán todas las medidas que sean necesarias por nuestra parte para neutralizar las amenazas asociadas con esta escalada».
Respecto a esto, aunque por el momento y tal y como decíamos no hay ninguna confirmación oficial, se ha comenzado a especular con la posibilidad de que Rusia pueda cargar contra los RPAS RQ-4 Global Hawk, empleados por los Estados Unidos sobre el Mar Negro para monitorizar todo lo que ocurre en Ucrania y sus alrededores. De hecho, hay quien cree que la medida rusa podría extenderse incluso a los aviones de Alerta Temprana y Mando y Control, algo mucho más dudoso en tanto supondría acabar con la vida de uniformados pertenecientes a la OTAN, algo que Rusia, a pesar de la propaganda habitual en redes y medios para consumo interno, se cuida mucho de hacer.
El ataque contra los Global Hawk, sobre el que en realidad se viene hablando desde días atrás y que podría ser más una respuesta, de producirse, contra el uso de armamento occidental contra su territorio, que no contra el ataque a las instalaciones de alerta temprana, sería, de hecho, relativamente sencillo para Rusia. De hecho, en ocasiones anteriores estos aparatos no tripulados ya han sido abatidos, por ejemplo, por Irán, como desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos reconocieron en 2019. Además, para Rusia sería un golpe muy vistoso, que le permitiría vender a sus aliados y simpatizantes que hace algo, a la vez que asume un riesgo mínimo.
Lo interesante es que, de producirse, pondrá sobre la mesa de nuevo la cuestión de la supervivencia de este tipo de plataformas en ambientes contestados, ya que desde que comenzaran a utilizarse, en la inmensa mayoría de las ocasiones han sido empleados en entornos permisivos. Con esto nos referimos o bien dentro de espacios aéreos en los que la superioridad por parte de los EE. UU. estaba garantizada, o bien desde los alrededores del espacio aéreo del oponente, como ocurre en el caso de los aparatos que sobrevuelan el Mar Negro.
Como quiera que los Estados Unidos vienen tiempo dando pasos para terminar con la dependencia respecto de este tipo de drones, por más que sigan perfeccionando los modelos existentes, a quienes más debería preocupar que estos se muestren excesivamente vulnerables es a los europeos. Al fin y al cabo, son los que están embarcados en el desarrollo de un aparato como el Eurodrone que, si bien cubre un vacío (recordemos, además, que será MALE y no HALE como el Global Hawk), quizá no sea el más adecuado para el nuevo entorno estratégico, muy diferente del vigente cuando comenzaron a darse los primeros pasos no ya de cara a este proyecto, sino a sus antecesores directos, como el malogrado Talarion.
En términos más amplios, este mismo cambio en el entorno estratégico, derivado de la competición entre grandes potencias y que tiene un marcado componente tecnológico, obliga a pensar que una Unión Europea que no ha terminado de entender lo que esto significa en términos de velocidad de desarrollo e implementación, ciclos de iteración y «cintura» para adaptarse a las nuevas circunstancias significa, seguirá siendo el actor que más terreno siga perdiendo en términos militares (aunque no solo, lo que es aun peor) frente a los EE. UU. y la República Popular de China y puede que incluso también frente a otros como Rusia o India.
Pasando a las novedades sobre el terreno, después de los últimos ataques y tal y como adelantábamos en la entradilla, en Ucrania se preparan una vez más para hacer frente a los previsibles cortes en el suministro eléctrico. De hecho, el Ministerio de Energía se ha pronunciado en este sentido, anunciando que se están tomando medidas encaminadas a reparar los daños pero dejando claro que «los periodos de interrupción podrían prolongarse». Todo mientras se han seguido produciendo explosiones en el país asociadas a ataques rusos, como ha ocurrido en las últimas horas en Dnipró (en donde han resultado heridas al menos siete personas) o en Kramatorsk. Pese a lo cual, únicamente han hablado en esta jornada de la supuesta intercepción de dos drones de reconocimiento y dos misiles Iskander-K.
Desde Rusia, por su parte, aseguran que «sistemas de defensa aérea destruyeron 67 vehículos aéreos no tripulados y también derribaron: un misil antibuque Neptune, cuatro bombas aéreas guiadas Hammer fabricadas en Francia, un misil antiaéreo del complejo Patriot fabricado en EE.UU. y 19 misiles HIMARS fabricados en EE.UU. Estados Unidos y Aliso». En relación con esto, muy poco creíble, en las últimas horas se ha hablado del supuesto lanzamiento en un periodo de apenas cuatro días y por parte ucraniana de hasta 324 cohetes desde lanzadores M142 HIMARS sobre la zona de Bilhorod. Un extremo harto improbable tanto por el hecho de que Ucrania no dispone de tantas municiones como para dedicar semejantes números a un sector estrecho, como porque tampoco sería prudente exponer de tamaña forma los valiosos lanzadores, cada vez más al alcance de medios como los Lancet, cuyo uso no ha dejado de crecer.
Dicho esto, y pasando al frente, comenzando por el norte lo más reseñable ha sido, en primer lugar, como puede verse sobre estas líneas, la destrucción de un sistema antiaéreo ruso precisamente empleando para ello los HIMARS. Por otra, el hecho de que las AFU han alcanzado un convoy ruso en movimiento mientras transitaba por la región de Kursk, cercana al frente. En relación con esto, por cierto, se sigue especulando acerca de los movimientos de acumulación que Rusia está llevando a cabo en diversas zonas al norte del frente, con lo que es previsible que refuerce sus ataques en fechas próximas.
Mientras tanto, los combates continúan en el norte de la óblast de Járkov, con el Ejército ruso ampliando nuevamente el área bajo su control en la localidad de Vovchansk, si bien hay analistas que hablan de zona gris, más que de control efectivo por parte de Rusia, definiendo la situación como de «fluida y confusa», a la vez que admiten que las tropas ucranianas resisten al sur de la urbe.
Pasando al sector de Bakhmut, allí continúan produciéndose esfuerzos rusos por controlar toda el área al este del canal de agua dulce, con ataques en dirección a Chasiv Yar tanto desde el noreste, como desde el este y el sureste, dando algunas fuentes por hecho el control ruso de Kalinina, como adelantamos ayer, si bien no todos los análisis coinciden. No hay, en cualquier caso, novedades de consideración.
En el sector de Avdiívka, las tropas rusas han vuelto a avanzar por el sur, a caballo de la M-30, hacia el oeste de Netaylove, sin dejar en cualquier caso de lanzar ataques en otras zonas de este sector, como en los alrededores de Umanske, sin ir más lejos. Lo relevante, en cualquier caso, es que las tropas rusas estarían acercándose a Karlivka, al sur de una de las masas de agua al oeste de Netaylove, una de las zonas en las que se espera más resistencia por parte ucraniana.
En cuanto al sector de Mariínka, para finalizar, el Ejército ruso habría logrado ya completar la captura de la mayor parte de la aldea de Paraskoviívka, al noroeste de Novomykhailivka. A partir de ahí, si logran cruzar la masa de agua por el norte desde esta localidad, están en disposición de alcanzar la carretera 00532 que abastece a Kostyantynivka, al menos por el norte.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Comenzamos hoy el apartado internacional en Francia, pues en breve se celebrarán los actos conmemorativos del «Día D». Un evento al que, como sabemos, no ha sido invitada la delegación de Rusia, a diferencia de ocasiones anteriores, lo que ha copado titulares en los periódicos franceses ya que a diferencia de Putin, Zelenski sí que ha sido invitado. Y es que, como explican algunos medios «Después de más de dos años de combates, los aliados occidentales necesitan demostrar su cohesión y su apoyo continuo a Ucrania». Es, en cualquier caso, una actitud muy diferente a la de 2014, cuando Putin sí fue invitado a pesar de que acababa de anexionarse Crimea.
Otro tema de atención está siendo en estas últimas jornadas la gira africana del ministro de Exteriores de la Federación de Rusia, Lavrov, quien después de visitar Guinea será recibido por su homólogo congoleño, Jean-Claude Gakosso. Y es que Rusia está particularmente interesada en profundizar sus lazos con diversos estados africanos, así como por maximizar su presencia en el continente en un contexto en el que muchos de estos Estados han mostrado su descontento con algunos de sus socios tradicionales, especialmente con Francia y, en menor medida, con Estados Unidos. África es, como sabemos, uno más de los escenarios en los que Rusia busca en algunas ocasiones flanquear a Occidente y, en otras, limitar la influencia de los países que lo forman, caso por ejemplo de Georgia.
En cuanto a su contraparte ucraniana, Dmytro Kuleba, quien desde luego no ha sido destituido como se rumoreaba ayer, ha agradecido a través de las redes sociales el apoyo del gobierno de Estonia en relación con la recuperación de Ucrania, incluyendo la asistencia crítica al sistema energético del país, para lo cual han donado un paquete de ayuda que permitirá suministrar electricidad a 150.000 ciudadanos. Un Kuleba que, además, ha ofrecido una rueda de prensa en la que ha explicado los tres mecanismos a través de los cuáles, a su juicio, Rusia estaría tratando de sabotear la Cumbre de Paz Global.
Una cumbre a la que, desde los Estados Unidos, han anunciado que será la vicepresidenta del país, Kamala Harris, la que viajará a Lucerna el próximo 15 de junio para representar al gobierno norteamericano. Lo han hecho a través de un comunicado en el que han destacado «el compromiso de la administración Biden-Harris de alentar los esfuerzos de Ucrania para garantizar una paz justa y duradera, basada en la soberanía, la integridad territorial y los principios de la Carta de las Naciones Unidas».
Volviendo sobre Ucrania, el ministro de Defensa, Rustem Umerov, se ha reunido con su contraparte japonesa, Kihara Minoru, con quien ha hablado, tras agradecer el apoyo nipón a la causa ucraniana, sobre el tratamiento y rehabilitación de los militares heridos en acto de servicio, uno de los temas en los que el país asiático ha estado colaborando con Ucrania.
En otro orden de cosas, las autoridades de Polonia, en concreto su ministro de Interior, Tomasz Siemoniak, han hecho público el arresto de dieciocho personas desde el pasado mes de diciembre, todas ellas acusadas de llevar a cabo actividades hostiles o bien de planear sabotajes en nombre de Rusia y Bielorrusia –incluidos supuestos planes para asesinar al presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
Pasando a la ayuda militar, las Fuerzas Armadas de Ucrania han recibido recientemente 60 drones DARTS adquiridos con fondos recolectados por la madre de un oficial ucraniano caído en acto de servicio. El lote de drones, por valor de 2,5 millones de grivnas (571.372 euros al cambio) se distribuirá entre las 92ª y 93ª brigadas ucranianas.
Cambiando de tercio, y ante las inminentes elecciones al Parlamento Europeo, desde el Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea han alertado sobre la posibilidad de interferencia por parte de actores malignos, refiriéndose el Alto Representante en particular a la Federación Rusa. Un país al que se acusa, por cierto, de haber orquestado una curiosa acción llevada a cabo el pasado sábado en París, ciudad en la que, a los pies de la torre Eiffel, al parecer tres sujetos habrían colocado hasta cinco ataúdes en lo que se considera como un «acto de violencia psicológica» que podría costar a los implicados hasta tres años de prisión y una multa de 45.000 euros.
Por último, cerramos hoy con Rusia, país que ha impuesto sanciones contra ciudadanos del Reino Unido a los que considera responsables de la «política antirrusa» que está vigente en el país. Se trataría, en concreto, de varios políticos, periodistas e incluso analistas y académicos entre los cuales «se encuentran los políticos locales responsables de formular y poner en práctica la política antirrusa de Londres, los periodistas encontrados mintiendo y promoviendo la rusofobia, así como expertos que cubren importantes acontecimientos sociopolíticos en nuestro país de manera negativa y contraria a la realidad».
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