Guerra de Ucrania – Día 817

Las Fuerzas Armadas rusas continúan atacando diversos puntos del frente, asegurando en las últimas horas haber completado la toma de la localidad de Bilohorivka, disputada desde hace meses y situada en un punto fundamental. A la espera de que esto se confirme, las discusiones han girado nuevamente acerca de la posibilidad de que Ucrania pueda emplear el armamento suministrado por Occidente para atacar territorio ruso. Así, mientras el ministro de Exteriores de Lituania se muestra convencido de que debe ser así, desde los Estados Unidos muestran sus dudas, abriendo sin embargo la posibilidad a que, al menos, los sistemas antiaéreos puedan derribar objetivos dentro del espacio aéreo ruso.

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El ministro de Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, quien en las últimas horas se ha negado a enviar sus condolencias a Irán por la muerte tanto de su homólogo como del presidente de este país a consecuencia de un accidente de helicópteros, alegando que este país suministra drones a Rusia que se utilizan contra civiles ucranianos, ha demostrado una vez más la brecha que existe, en cuanto a pensamiento, entre algunos países del Este de Europa y, incluso, el Reino Unido, y el resto de aliados de Ucrania.

Concretamente, en las últimas horas, más allá de dejar claro que Ucrania debe recibir y poder hacer «lo que sea necesario para la victoria», ha abogado además por «permitir a los ucranianos utilizar el equipamiento que les hemos proporcionado para que puedan alcanzar objetivos estratégicos. Deben poder atacar el territorio ruso, las líneas de suministro y las unidades militares que se preparan para atacar a Ucrania». Una opinión que tiene toda la lógica desde el punto de vista operacional, pero no tanta, a juzgar por la postura de algunos socios, de ahí hacia arriba.

Crece, en cualquier caso, la presión para que se permita a Ucrania emplear no solo los drones que puede producir por sus propios medios, sino el armamento suministrado por sus aliados, para atacar objetivos en territorio ruso, haciendo así frente con ciertas garantías a las adaptaciones que este país ha llevado a cabo en su logística -entre otros-. En algunos casos, como el del Reino Unido, aparentemente se ha concedido a Ucrania permiso explícito para hacer esto. En otros, como el de Estados Unidos, después de las declaraciones y desmentidos de los últimos días, no estaba demasiado clara la situación.

Precisamente, sobre el tema han vuelto a pronunciarse desde la Secretaría de Defensa estadounidense, asegurando que la perspectiva del país pasa por que «se continúen utilizando las armas proporcionadas contra objetivos dentro de Ucrania». Ahora bien, han abierto la puerta, al menos, a que los sistemas antiaéreos puedan derribar objetivos dentro del espacio aéreo ruso, alegando Lloyd Austin durante una reciente rueda de prensa que «la dinámica aérea es un poco diferente». Lo que no ha quedado nada claro es si, al referirse a la dinámica aérea, ampliaba también el foco a los F-16, a entregar en los próximos meses y que estarán dotados no solo con armamento aire-aire, sino también con medios de ataque a suelo, como municiones guiadas de distinto tipo.

Por el contrario, lo que una vez más ha quedado demostrado con una claridad meridiana es que para los Estados Unidos, el control de la escalada sigue siendo el elemento fundamental que condiciona -si no determina- todas y cada una de sus decisiones relativas al apoyo a Ucrania, como ha venido siendo desde los primeros compases de la invasión y que, curiosamente, no parece preocupar demasiado a socios como, precisamente, Lituania que, sin embargo, carecen por completo de la posibilidad de defenderse por sí mismos, de un ataque ruso.

Más allá de esto, y siguiendo con la temática del espacio aéreo, en Ejércitos acabamos de publicar un artículo en el que se trata acerca de un aspecto de la guerra de Ucrania -el empleo de drones de ataque táctico- que si bien se está demostrando fundamental, resulta en muchos casos de difícil traslación más allá de este escenario.

No se trata de que otras fuerzas armadas, como las españolas, no puedan llegado el caso replicar algunos de los avances que, en esta materia, se están produciendo en Ucrania. De hecho, hay unidades, por ejemplo dentro del Ejército de Tierra, que están intentando ganar experiencia por ejemplo en el empleo de drones FPV en funciones eminentemente ofensivas. Las dificultades aparecen, como se explica en el artículo, cuando: 1) se intentan incardinar los drones dentro de un espacio aéreo compartido entre diferentes servicios; 2) se determina qué institución, dentro de las FAS, tiene la responsabilidad sobre qué clase de drones; 3) se desarrollan las tácticas, técnicas y procedimientos más adecuados para extraer todo su «jugo» a los drones de pequeño tamaño; 4) se decide qué consideración deben tener estos ingenios, si la de municiones u otra, con todo lo que ello acarrea, etc.

Por supuesto, también está el espinoso asunto de cómo defender a las tropas sobre el terreno de la amenaza que plantean los drones. Un aspecto sobre el que, a pesar de que se están desarrollando trabajos interesantes por parte de unidades concretas, nuestra propia Fuerza Terrestre se miente a sí misma, sin que esté claro si lo que se busca es ofrecer al ciudadano la imagen de que se está avanzando y es una situación controlada, o si hay otros motivos detrás.

Y es que, en este aspecto, resulta fundamental ser extremadamente sinceros, buscando enfrentarse no a amenazas predeterminadas y conocidas de antemano, por más que se intente camuflar el hecho bajo la idea de que «El CERVUS fue capaz de detectar, identificar y neutralizar drones de diferentes características mediante la Torre Guardian», sino ante amenazas realistas y similares a las que se ven en el campo de batalla. Mientras esto -y lo anterior, referido a superar los problemas que implica la integración de drones de pequeño tamaño- no se produzca, seguiremos haciéndonos trampas al solitario…

Mientras tanto, en el mundo real los drones, en este caso de largo alcance, siguen planteando un problema importante. Ucrania asegura haber derribado en las últimas horas 28 nuevos drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) de los 29 que afirman que habría lanzado Rusia. Porcentajes que, desgraciadamente, parecen cada vez más artificiales, pues hay una importante diferencia entre las tasas de éxito que se anuncian y los problemas que vive el país por ejemplo en relación con el suministro eléctrico. Dicho lo cual, habrían vuelto a registrarse además explosiones en la región de Odesa; lo mismo en Járkov. Además, se ha hablado de distorsiones en el servicio de GPS en partes de Rumanía, algo de lo que se acusa a los medios de guerra electrónica rusos.

Del lado contrario, se ha hablado de ataques ucranianos sobre dos puntos de la óblast de Lugansk: Dovzhansk y la capital regional, del mismo nombre. Además, se habla de un tercer objetivo alcanzado en Mariúpol. Dicho lo cual, desde el Ministerio de Defensa de este país hablan también del supuesto derribo de «45 vehículos aéreos no tripulados, una bomba guiada Hammer de fabricación francesa, cuatro misiles HIMARS de fabricación estadounidense y un misil Alder, así como un misil antibuque Neptune». El problema, como de costumbre, es que Ucrania no dispone de la capacidad de lanzar tantos ataques como Rusia asegura frenar cada día, lo que obliga a pensar que, obviamente, sus informes son falsos. No hay más que ver el conteo total, para darse cuenta de que Ucrania nunca ha tenido en servicio tantos sistemas: «En total, desde el inicio de la operación militar especial han sido destruidos: 601 aviones, 274 helicópteros, 24.419 vehículos aéreos no tripulados, 523 sistemas de misiles antiaéreos, 16.097 tanques y otros vehículos blindados de combate, 1.305 vehículos de combate de lanzamiento múltiple sistemas de cohetes, 9.700 cañones de artillería de campaña y morteros, así como 21.843 unidades de vehículos militares especiales».

Más allá de esto, y pasando a lo relacionado con los combates y movimientos, mientras en Járkov la situación se mantiene estable, asegurando Zelenski que la situación está controlada tanto aquí como en Chasiv Yar. Pese a lo cual, se siguen produciendo enfrentamientos por el control de Vovchansk, donde se combate por diversos puntos estratégicos tanto en el interior como en los alrededores de esta población.

Además de esto, más al sur se han producido intentos rusos una vez más en el área de Kreminna, mientras que desde el Ministerio de Defensa de Rusia, aseguran haber completado la toma de Bilohorivka después de meses de lucha. Las fuentes OSINT, sin embargo, por el momento no dan por buena esta información, hablando de la consolidación de algunas posiciones, pero no de la caída de la localidad en manos rusas. De hecho, descartan este extremo, limitando los avances rusos a las primeras calles de la localidad, una situación que ya se ha vivido en otras ocasiones en el pasado.

En el sector de Bakhmut, que es en donde se han venido registrando los enfrentamientos más importantes durante las últimas 72 horas, las tropas rusas continúan tratando de entrar en el «Microdistrito del Canal», por el momento sin éxito. Situación diferente a la que se vive en Ivanivske, en donde sí habrían logrado avanzar hacia el centro de la localidad. Los ataques rusos, en cualquier caso, continúan produciéndose a lo largo de todo el sector.

Pasando a Avdiívka, allí lo más importante ocurre al sur del sector, en Netaylove, donde poco a poco el Ejército ruso continúa avanzando a caballo de la carretera E50 en dirección a Karlivka.

Al sur del frente, por último, en el antiguo eje de Orijiv, se da por hecha la caída completa de Robotyne en manos rusas, algo que en buena medida había ocurrido días atrás y así lo habíamos ido explicando, aunque como suele suceder en estas ocasiones unos y otros no se ponen de acuerdo sobre cuál es la última posición de determinada localidad. Sea como fuere, uno de los puntos clave de la ofensiva estival ucraniana vuelve a caer del lado ruso.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En cuanto al apartado internacional, comenzamos con la reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania que, bajo la presidencia del secretario de Estado de los Estados Unidos, Lloyd J. Austin III, ha tenido lugar en las últimas horas. Una reunión centrada, entre otros, en la defensa aérea en lo que sería «un momento desafiante para Ucrania», según el político norteamericano.

En relación con esto, si bien no han trascendido como se esperaba nuevos anuncios relacionados con la ayuda militar, Austin ha declarado: «Seguiremos presionando para garantizar que Ucrania sea dueña de sus cielos (y pueda defender a sus ciudadanos y su infraestructura civil) lejos de las líneas del frente. … Estados Unidos y nuestros aliados y socios en todo el mundo siguen centrados en las necesidades a corto plazo de Ucrania en Járkov y otros lugares».

Austin, que da por hecho que Rusia hará un esfuerzo por lograr más avances en las próximas semanas, ha asegurado además que «Continuaremos brindando a Ucrania el apoyo que necesita[…]. Esto incluye proyectiles de artillería de 155 milímetros y municiones para HIMARS. Esto incluye capacidades de defensa aérea y sistemas antiblindaje». Además, finalizó su rueda de prensa con una advertencia: «Si Putin prevalece, los tiranos llegarán a la conclusión de que también pueden intentar invadir y conquistar a sus vecinos soberanos. Eso dejará a Europa bajo la sombra de Putin y hará que el mundo sea más violento y caótico. Así que la lucha de Ucrania por la libertad y la seguridad nos importa a todos».

Más allá de esto, se espera la próxima llegada de la ministra de Exteriores germana a Ucrania, que se producirá a lo largo del día 21 y durante la cual tratará, entre otros temas, el de la defensa aérea, con los representantes ucranianos.

Por otra parte, desde Ucrania continúan centrando sus esfuerzos -y esperanzas- en la próxima Cumbre de Paz Global, un tema al que ha vuelto a referirse Zelenski, una vez más, en su alocución diaria. En esta ocasión para celebrar que a la misma vayan a asistir jefes de Estado y de Gobierno de los cinco continentes, mientras espera que: «A pesar de la brutalidad de la presión rusa y la atrocidad del terror ruso, el mundo debe demostrar que la fuerza combinada de todos los que valoran la vida es suficiente para protegerla». El problema aquí es que, aunque se entiende que Ucrania debe hacer cuanto esté en su mano para lograr que la Cumbre sea un éxito en cuanto a participación, no resulta tan evidente que incluso aunque la comunidad internacional al completo mostrase su repulsa a Rusia, esta fuese a cambiar su orientación exterior o a poner fin a la agresión. De hecho, en cierto modo lo que está ocurriendo con esta cumbre y con toda la expectación creada recuerda a lo sucedido antes de la ofensiva ucraniana de verano de 2023.

En otro orden de cosas, la viceministra ucraniana Iryna Borovets fue nombrada jefa de la Comisión Nacional para la UNESCO por decreto presidencial. En este caso, la Comisión Nacional es un organismo interdepartamental permanente dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, creado para garantizar la participación de Ucrania en las actividades de este organismo de las Naciones Unidas especializado en la educación, la ciencia y la cultura.

Siguiendo con la actividad diplomática, el presidente de la Rada Suprema, Ruslan Stefanchuk, se ha reunido hace escasas horas con el candidato a ser el futuro secretario general del Consejo de Europa (no confundir con el Consejo Europeo), Didier Reynders, con quien ha hablado sobre la agresión rusa a Ucrania, agradeciendo su implicación en la creación de un tribunal especial que juzgue, llegado el caso, los crímenes rusos.

Cambiando de tercio, en Polonia han sido arrestados nueve sospechosos de participar en un supuesto complot que tenía por objeto llevar a cabo sabotajes y que estarían trabajando para Rusia. Los individuos detenidos eran de origen polaco, ucraniano y bielorruso y, entre los presuntos actos de sabotaje que habrían llevado a cabo se incluirían, al parecer, «palizas, incendios provocados e intentos de incendio», no sólo en Polonia sino también en Letonia, Lituania y posiblemente incluso en Suecia, según Donald Tusk.

Por último, cerramos con un tema espinoso: la orden de arresto que la Corte Penal Internacional ha lanzado tanto contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, como contra Yahya Sinwar, Mohammed Deif, Ismail Haniyeh y Yoav Gallan (es decir, a responsables tanto del Gobierno de Israel como de Hamás), algo de lo que se han hecho eco tanto los medios, como muchos altos cargos, incluyendo el Alto Representante de la Unión Europea. Más allá de si hay motivos o no para tomar esta decisión -al menos a Israel hay motivos sobrados para pensar que Israel habría violado en más de una ocasión el derecho internacional público al respecto-, lo interesante aplicado al caso de Ucrania es que, una vez más, las dobleces occidentales en cuanto a este tipo de temas, son aprovechadas por Rusia. De hecho, no han transcurrido más que unos minutos hasta que, desde instancias rusas, se ha criticado el hecho de que Washington rechace la legitimidad de este tribunal, al mismo tiempo que no duda en utilizarla «contra personas que Washington considera sus enemigas».

Algo parecido a lo que han hecho respecto del hecho de que el mandato de Zelenski haya terminado oficialmente, como explicábamos recientemente. Un asunto que sin duda explotarán en el futuro para minar la legitimidad del gobierno ucraniano, tratando de imponerse en la batalla por el relato. Y es que, cada vez que Occidente presenta algún tipo de doblez moral o es víctima de sus propias contradicciones, estas son aprovechadas por Rusia, algo que explicáramos en detalle en nuestro segundo libro sobre la guerra de Ucrania al hablar sobre movimientos como el de los NAFO y la «guerra memética».


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