Guerra de Ucrania – Día 812

Jornada tumultuosa. A las novedades en el frente se unen las declaraciones de Blinken, sugiriendo una relajación en cuanto a las limitaciones ucranianas a la hora de atacar territorio ruso con las armas suministradas, así como el anuncio de un nuevo paquete de ayuda por valor de 2.000 millones de dólares, de los mayores hasta la fecha. Mientras se continúa combatiendo, aunque con pocos cambios en el frente en las últimas horas, Putin, que llega de visita a Pekín, ha comparecido ante las cámaras con su nuevo ministro de Defensa, Belousov, pidiendo avances técnicos que permitan ganar una guerra que depende, cada vez más, de los componentes tecnológicos suministrados por China. Todo en un día en el que se ha producido un intento de asesinato contra el primer ministro de Eslovaquia, el populista Robert Fico y en el que los indicadores que muestran que estamos en un periodo prebélico no han dejado de manifestarse.

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El secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, ha anunciado hace unas horas, de la mano del ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, la concesión a Ucrania de un nuevo paquete de ayuda militar valorado en 2.000 millones de dólares, lo que lo convierte en uno de los mayores hasta la fecha. Además, ha afirmado -en el marco de una visita a Kiev en la que ha generado una curiosa polémica tras su actuación en un pequeño local de la capital ucraniana-, que el fondo proporcionará armas a Ucrania «hoy mismo» y que servirá para invertir en la industria de defensa del país, en referencia a su aliados.

Por el momento, no se ha explicado la composición exacta del nuevo paquete. Lo que sí se ha dicho es que, del total, 400 millones de dólares corresponden a los fondos que todavía no habían sido asignados previamente. Es decir, que forman parte del remanente de fondos previo al desbloqueo de la situación política en los Estados Unidos y que, hasta ahora, no habían sido empleados. Según Blinken, en referencia a la labor estadounidense «estamos apresurando municiones, vehículos blindados, misiles, defensas aéreas, apresurándolos para llegar al frente, para proteger a los soldados, proteger a los civiles».

Si bien el paquete de ayuda es importante, pues Ucrania necesita todo tipo de armas con premura –especialmente sistemas antiaéreos que contribuyan a paliar la situación que explicamos en el informe de ayer y que no deja de causar pérdidas sensibles de material-, este anuncio no fue, quizá, lo más relevante de las declaraciones del norteamericano. De hecho, podría considerarse que lo que más impacto podría tener, al menos potencialmente, fue la sugerencia de que Ucrania era libre para emplear el armamento entregado -incluso el de largo alcance-, allí en donde considerase necesario, lo que incluiría Crimea y el territorio ruso.

Las palabras exactas del diplomático estadounidense, fueron las siguientes: «No hemos alentado ni favorecido ataques fuera de Ucrania, pero en última instancia corresponde a Ucrania tomar sus decisiones sobre cómo librar esta guerra». Declaraciones que llegaban en una jornada en la que, uno de los hechos más destacados, era el ataque ucraniano seguramente con misiles balísticos ATACMS sobre la base aérea de Belbek, en Crimea, en la que a pesar de que todavía no hay una evaluación clara de los daños, diversas fuentes hablan de varias aeronaves rusas dañadas, así como parte de un sistema antiaéreo S-400 que cubría la zona.

Un ataque, además, que a diferencia de otros anteriores, se habría repetido posteriormente, aumentando el grado de daño en esta base, hasta el punto de que, más de 24 horas después de las primeras explosiones, FIRMS continuaba registrando incendios en la zona. De hecho, no ha sido el único punto de la península de Crimea atacado por Ucrania en las últimas horas, pues en las AFU parecen haber tomado buena nota del cambio de postura estadounidense y han vuelto a hacer uso de sus armas de largo alcance (misiles balísticos, misiles de crucero y drones) contra diversos objetivos en esta zona ocupada por Rusia, como es el caso de Yevpatoria.

Mientras esto ocurre, y Blinken parece respaldar las palabras pronunciadas días atrás por David Cameron, en Rusia y antes de partir hacia la República Popular de China, el presidente Vladímir V. Putin ha mantenido una reunión con los comandantes a cargo de la «Operación Militar Especial» por una parte, y con el nuevo equipo a cargo tanto del Ministerio de Defensa como del Consejo de Seguridad Nacional, por otro, escenificando así que los cambios de los últimos días son parte de una transición controlada.

De hecho, todo indica que es así, en tanto hace meses que Putin viene consolidando la vertical del poder en Rusia, como hemos explicado en más de una ocasión, terminando con cualquier posibilidad de que se repitan sucesos como el levantamiento de Wagner Group. Algo que ha quedado constatado por la ausencia de oposición y el resultado de las últimas elecciones; muestra palpable del control absoluto que el régimen ejerce sobre la sociedad rusa, pero también del grado de aceptación que este proceder tiene entre la población, aunque haya quien sostiene lo contrario, claro.

El caso es que, más allá de esto y volviendo sobre las reuniones mantenidas, ha pedido a Belousov, el flamante nuevo ministro, que se desarrollen innovaciones militares que permitan imponerse en el conflicto que Rusia libra con Ucrania. Según Putin, quien considera que Rusia tiene todos los ingredientes necesarios para conseguir ganar también la carrera tecnológica en esta guerra «lo hemos dicho muchas veces: quien domina más rápidamente los medios más modernos de lucha armada gana «. Algo que, a pesar de la enorme dependencia de Rusia frente a los componentes chinos debida a las sanciones (aunque no hay que minusvalorar lo que Rusia puede ofrecer a China) -una de las razones que explican el viaje de Putin a Pekín-, debería suponer un toque de atención para los Estados Mayores y, especialmente, la industria de defensa occidentales.

Al fin y al cabo, mientras desde Rusia llevan desde septiembre de 2022 tomando medidas drásticas para impulsar su producción de defensa y corregir algunos de sus problemas endémicos (y minusvalorar a Rusia en este aspecto, como en otros, es siempre demasiado temerario) con resultados claros en el frente (gracias también, por supuesto, a las mejoras en cuanto a reclutamiento), en el caso occidental, los resultados son mucho menos claros. De hecho, se ha discutido este punto recientemente en una sesión de la Cámara de los Lores británica (ya explicamos en su día que en el Reino Unido sus representantes se toman mucho más en serio que en otras latitudes el tema de la Defensa), con resultados ciertamente demoledores…

Y además, en algunos aspectos, muy significativos. Por ejemplo, en referencia a las inversiones destinadas a abrir nuevas líneas de producción, que juzgan muy escasas (salvándose apenas el apartado de la munición, del que hemos hablado en numerosas ocasiones a propósito de iniciativas como ASAP) o a la forma en que se han ignorado sistemáticamente tanto el poder como los sistemas terrestres, imprescindibles cuando de lo que se trata es de librar una guerra convencional y de alta intensidad como la que estamos viendo en Ucrania y la que podría sacudir llegado el caso al continente. Y es que, si bien hemos defendido siempre que el escenario ucraniano no es extrapolable a otros escenarios, por la ausencia precisamente del poder aeroespacial durante buena parte de la guerra, tampoco se puede confiar en lograr una victoria definitiva sobre ningún enemigo únicamente confiando en este; hoy, como siempre, las «boots on the ground» son igualmente necesarias, si no más.

Dejando los temas industriales para pasar a las novedades sobre el terreno, del lado ucraniano este país no parece haber sufrido, durante la última jornada, el lanzamiento de ninguna nueva oleada de drones o misiles rusos. Sin embargo, han continuado los bombardeos en las zonas fronterizas, el empleo de bombas planeadoras en diversos sectores del frente y, además, se han producido ataques como el que ha costado la vida a dos trabajadores ferroviarios en la región de Dnipró, durante una acción rusa contra la infraestructura ferroviaria.

Del lado ruso, como ya hemos comentado, se sabe que Ucrania ha atacado diversos puntos de la península de Crimea, incluyendo la base aérea de Belbek nuevamente, así como otros puntos de la cercana Sebastopol y, también, Yevpatoria. Dicho esto, desde el Ministerio de Defensa ruso aseguran haber derribado dos misiles antirradiación HARM, tres ATACMS y nueve bombas guiadas HAMMER, entre otros.

En cuanto a los movimientos, comenzando por el norte del frente, esto es, por el sector de Járkov, los avances rusos se han ralentizado en las últimas horas, mientras este país podría estar acumulando nuevas fuerzas para dar un nuevo impulso a su ofensiva en la zona. Por el momento, sus tropas continúan ganando terreno lentamente en Lyptsi y en Vovchansk, de donde los ucranianos afirman haberles expulsado o, al menos, repelido sus intentos de tomar la localidad. Dicho esto, hasta 8.000 civiles han sido evacuados en los últimos días de las zonas más norteñas de la región de Járkov, según los servicios de rescate ucranianos.

Más allá de esto, las novedades son francamente escasas. En el caso del sector de Bakhmut, no se han producido cambios. En el de Avdiívka, un contraataque ucraniano ha permitido a las AFU retomar algunas posiciones perdidas en Soloviove, mientras Rusia se esfuerza por completar la toma de Umanske. En el de Mariínka, por su parte, las tropas rusas avanzan en dirección norte y este a través del centro urbano de Krasnohorivka.

Por otra parte, en los últimos días hemos visto cómo se iban incrementando los combates tanto en el antiguo eje de Velyka Novosilka, como en el de Orijiv. Allí, como vimos, la caída de Robotyne es, si no un hecho (pues los ucranianos lo niegan), sí algo seguramente cercano, a la vez que se producen ataques rusos al noroeste de Verbove. Lo más probable, a colación de esto, es que la intensidad de estos ataques continúe creciendo en fechas próximas, sin que sea descartable que llegue a darse en este otro extremo del frente una acción similar a la que hemos visto en Járkov estos días, pues es la forma que Rusia tiene de emplear su superioridad numérica y en cuanto a potencia de fuego para estirar las líneas ucranianas provocando que zonas del Donbás queden desguarnecidas.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, es obligado comenzar haciendo al menos una referencia al intento de asesinato del primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico. Un acto que se enmarca dentro del clima de creciente violencia verbal –y finalmente física– que vive este país, pero que en cierto modo es extensible, cada vez más, a otras latitudes del continente europeo, lo que debería obligarnos a reflexionar. A la espera de ver cómo evoluciona la salud del político eslovaco –se habla de que estaría fuera de peligro-, por el momento el intento de magnicidio, llevado a cabo por un hombre de 71 años que al parecer se oponía a algunos de los cambios legales introducidos por Fico, solo ha generado más tensión en el país, con declaraciones cruzadas entre representantes de las diversas fuerzas políticas, un mal presagio tanto para Eslovaquia como para una UE que, en breve, se enfrenta a unas elecciones cruciales en las que se espera que crezca la representación de los grupos más extremos del arco político.

Pasamos ya a Putin, quien como no podía ser de otra forma ha denunciado como un «crimen atroz» el ataque al primer ministro ucraniano, al igual que han hecho muchos otros líderes a lo largo y ancho del orbe. El caso es que el presidente ruso ha llegado ya a Pekín, para una visita de dos días en la que se reunirá con su homólogo chino, Xi Jinping, con quien mantiene una alianza que es mucho más que un «matrimonio de conveniencia».

Lo hará, como ocurre tres o cuatro veces al año (sus reuniones son, en cierto modo rutinarias) para abordar temas cruciales, como la cooperación económica, en materia de armamento, tecnológica y, por supuesto, política, pues ambos estados buscan seguir coordinando sus acciones de forma que su plan de un nuevo orden mundial distinto del heredado de la Segunda Guerra Mundial prospere. Más allá de lo cual, durante su visita de dos días, Putin, además de hablar con Xi, aprovechará para visitar también localidades como Harbin, al noroeste del país y una de las ciudades que más relación económica tienen con Rusia, dada su posición.

Como punto a destacar, la composición de la delegación rusa, impresionante, con prácticamente toda la cúpula del país visitando China, como se explica en el siguiente tuit:

Pasando a Ucrania, el primer ministro del país ha condenado rotundamente el intento de asesinato contra Robert Fico, lo mismo que Zelenski, quien considera que es un acto «atroz» y que «se debe hacer todo lo posible para que la violencia no se convierta en la norma en ningún país, forma o esfera». Significativo, toda vez que Fico es un político que, como se sabe, se ha mostrado siempre más cercano a Moscú que a Kiev. Más allá de esto, ha hablado en las últimas horas sobre el apoyo de Estonia a la iniciativa checa encaminada a adquirir fuera de la UE hasta 800.000 disparos de artillería con destino a Ucrania, algo para lo que acaba de comprometer 10 millones de euros.

A colación de Estonia, aunque en este caso en relación con el ministro de Exteriores, Kuleba, tenemos que, después de despedir a Blinken, ha tenido tiempo para agradecer a Estonia el proyecto de ley que permite el empleo de los activos rusos congelados en beneficio de Ucrania.

En cuanto al jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak ha viajado hasta Bruselas para verse tanto con Charles Michel como con Úrsula von der Leyen, con quienes ha hablado sobre la «Fórmula de Paz» de Zelenski y acerca de la «Cumbre de Paz Global», al igual que ha hecho con los embajadores y representantes de un buen número de países.

En cuanto a Zelenski, más allá de las palabras sobre Fico, en las últimas horas ha seguido trabajando en preparar la Cumbre de Paz Global, para lo cual ha mantenido conversaciones telemáticas con el primer ministro de Malawi, con el presidente de Georgia y con el primer ministro de Liechtenstein, así como con el de Portugal, a quien ha informado además sobre la situación en el frente. Ni una palabra, eso sí, sobre España, después de cancelar a última hora el viaje que debía llevarle al final de esta semana a Madrid. Por el momento, lo que se sabe es que están buscándose nuevas fechas para que el encuentro tanto con el Jefe del Estado como con el presidente del Gobierno, sea posible.

Por último, para terminar con la diplomacia ucraniana, tenemos que después de ver al ministro de Exteriores turco, el presidente de la Rada Suprema ucraniana, Ruslan Stefanchuk se ha visto con el presidente de Turquía, Erdogan, a quien ha agradecido las numerosas gestiones que ha llevado a cabo en los últimos años y el apoyo a la integridad territorial de Ucrania, así como el apoyo a su «camino hacia la OTAN», algo como poco sorprendente.

Dicho todo esto, cabe decir que estamos asistiendo poco a poco al paso a una etapa prebélica. En algún informe anterior hemos hecho referencia al tema, indicando que en ningún momento de la Guerra Fría, salvo quizá con la Crisis de los Misiles, las posibilidades de una guerra en el continente habían sido tan elevadas. Los recientes éxitos rusos en el campo de batalla, algunos de sus pasos en cuanto al desarrollo de armas espaciales; el cómo estaría rebajando el umbral nuclear; las palabras de Macron (y lo dudoso que resulta que su «ambigüedad estratégica» pueda ofrecer el resultado por él esperado frente a Rusia); las declaraciones por parte de políticos como Cameron; la tensión y polarización social; decisiones como las de Lituania o Finlandia; etc, etc, etc… todo apunta en la misma dirección. Lo que no quiere decir que el conflicto sea inevitable, pero sí debe alertarnos acerca de la necesidad de tomar medidas que permitan restablecer la estabilidad con cierta urgencia, si no queremos que esta sea restaurada a través de las armas.


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