Después de más de más de una década al frente del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, el general Serguéi Shoigú ha sido sustituido por un economista, Andrey Belousov, quien tendrá como misión liderar el paso de Rusia a una economía de guerra sin que esto suponga arrastrar al país a la ruina, como le ocurriera a la Unión Soviética sino, por el contrario, fomentar su crecimiento económico en un entorno complicado, marcado por las sanciones y mientras lucha contra la corrupción. Respecto a Shoigú, su nuevo destino será el de Secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, lo que le permitirá, no obstante, mantener su nivel de influencia frente a un Putin al que le une una larga amistad y al que se ha mantenido en todo momento leal. No ha sido el único movimiento en la cúpula rusa, pues Nikolái Pátrushev, otro de los hombres fuertes del régimen, ha sido apartado precisamente del puesto que ocupará Shoigú, sin que por el momento se conozca su nuevo destino. Mientras todo esto se aclara, la operación rusa en Járkov sigue en marcha, con un creciente número de tropas tomando parte en ella y al tiempo que algunos analistas plantean sus dudas acerca del estado de las defensas ucranianas también en este sector.
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Tal y como se venía rumoreando desde hace semanas, concretamente desde que el anterior viceministro de Defensa de Rusia, Timur Ivanov, fuese detenido por corrupción, finalmente el hasta ahora intocable Serguéi Shoigú ha sido apartado de la dirección del Ministerio de Defensa. Una posición que Shoigú, anterior ministro de Emergencias y más político que militar en muchos sentidos, había venido ocupando desde noviembre de 2012, esto es, durante más de una década, lo que no ocurría desde tiempos de la Unión Soviética. Una continuidad que había sido posible por su lealtad y cercanía a Putin, demostrada durante estos años no solo en eventos privados, como las vacaciones que han compartido en más de una ocasión, sino con el hecho de haber mantenido a Shoigú en su puesto a pesar de numerosos problemas y escándalos, de los múltiples reveses en Ucrania o de acciones como el levantamiento de Wagner liderado por el difunto Yevgueny Prigozhin y dirigido directamente contra Shoigú.
Ahora bien, precisamente esta cercanía y lealtad son las que, en lugar de seguir el procedimiento habitual en estos casos, que pasaría por apartar al cargo depuesto de la vida pública -cuando no algo peor- han permitido a Shoigú mantenerse dentro de la cúpula rusa, en tanto ha sido movido a un puesto en el que seguirá teniendo influencia -aunque no al mismo nivel que hasta ahora-, el de secretario del Consejo de Seguridad de Rusia. Todo a la vez que Putin salva una situación que era ya insostenible debido a los múltiples escándalos de corrupción que rodeaban a Shoigú, la ineficiencia del Ministerio de Defensa y la oposición interna que en la propia institución se había venido gestando contra el tuvano.
Precisamente, Putin reemplaza mediante Shoigú a otro peso pesado del régimen, miembro además del ala más dura de la cúpula rusa y siloviki de manual: Nikolái Pátrushev. Uno de los nombres que durante años han sonado incluso como reemplazo del propio Putin -a pesar de ser incluso mayor que este-, procedente también de la antigua KGB, antiguo director de la agencia heredera, el FSB y secretario general del Consejo de Seguridad de Rusia desde mayo de 2008.
Por el momento, aunque es de prever que le será asignado un nuevo cargo –y así ha sido anunciado-, se desconoce cuál será el destino de Pátrushev, con la incógnita de si Putin pretende o no con este movimiento rodearse de personal menos radical (y quemado después de tantos años en el cargo y varios errores) o sí, como sostienen algunos autores, pretende exactamente lo contrario, un tema del que hablaremos en próximos informes, según aparezca más información sobre el destino de Patrushev.
De hecho, es muy factible que Putin no esté implementando estos cambios en la cúpula rusa para dar un giro de 180º a su política por ejemplo respecto a Ucrania sino más bien todo lo contrario; con la intención de abundar en la línea actual, incrementando el esfuerzo bélico, pero todo ello de forma más eficiente, en un intento de evitar como decíamos en la entradilla que el paso progresivo a una economía de guerra arrastre al país al precipicio, empujado por el lastre que supone dedicar a este capítulo una parte cada vez mayor del PIB, por la corrupción y por una industria que en muchos casos tiene que completar un proceso de modernización pendiente.
Es decir, que es desgraciadamente bastante factible que este «cambio de cromos» en la cúpula rusa, lejos de suponer un cambio de dirección -como podría ser la preparación de unas negociaciones en los próximos meses- en realidad sea una forma de poner un pie en el acelerador de una «Rusia que se ha vuelto cada vez más segura de sí misma, más audaz y más radical», profundizando Rusia en su desafío a Occidente, que va más allá de Ucrania y busca una nueva arquitectura de seguridad en Europa, así como el paso a un nuevo orden mundial muy distinto del unipolar y basado en reglas de décadas pasadas.
De ahí la elección de Belousov como reemplazo de Shoigú, un economista de larga trayectoria que, sin embargo, no tiene experiencia alguna en temas bélicos –salvo los puramente industriales-, lo que sin duda generará algunas tensiones en un ministerio que cuenta con experiencias pasadas negativas en este sentido, como los intentos de reforma, nunca completados, que en su día intentara Anatoliy Serdyukov, precisamente otro economista. Este, antecesor de Shoigú y en el cargo entre 2007 y 2012, además de ser conocido por los cambios en la orgánica, estuvo detrás de muchos de los intentos por llevar la industria de defensa rusa al siglo XXI, adoptando de paso algunos de los preceptos de la Revolución en los Asuntos Militares de la Información, que por entonces había dado paso al concepto de Transformación Militar. Sin embargo, las resistencias internas terminaron por frustrar sus empeños, teniendo que ser sustituido por alguien como Shoigú, que no generaba ese tipo de animadversión en el ministerio.
Ahora, después de más de dos años de guerra y de haber dilapidado en Ucrania buena parte de las reservas de munición y de material heredados de la Unión Soviética, en un entorno marcado por las sanciones, que dificultan el acceso a componentes tecnológicos vitales y con la necesidad de seguir aumentando la producción de material militar a toda costa, así como de continuar implementando cambios de todo tipo en las Fuerzas Armadas para adaptarse al esfuerzo bélico, Putin podría haber encontrado el ambiente propicio para completar lo que hace quince años fue imposible.
La elección de Belousov es, en este sentido, completamente lógica, al ser un economista de contrastada experiencia, especialmente en el ámbito tecnológico, y que llega al Ministerio de Defensa sin el tipo de inercias que podrían afectar a un militar o a un miembro de cualquier otra institución relacionada con la seguridad o la defensa de Rusia. Si conseguirá o no el propósito de liderar el cambio tecnológico e industrial en Rusia, logrando que la guerra y una inversión en defensa que no ha dejado de crecer (pasando del 2,6 a más del 6 por ciento del PIB desde el inicio de la guerra) continúen actuando como locomotora económica, está por ver. No obstante, es igualmente preocupante, pues indica a las claras cuál es el futuro probable a corto y medio plazo: una Rusia más decidida y no menos a seguir enfrentándose a Occidente.
Por último, antes de pasar a otros temas, un apunte: la llegada de Belousov al Ministerio de Defensa podría suponer a corto plazo toda una serie de cambios en cadena en la cúpula militar. La posición de Guerásimov, quien es el responsable directo de la guerra de Ucrania desde la salida de Surovikin, está en entredicho desde hace mucho tiempo, con lo que no es descartable que finalmente se busque un relevo a este que, además, debería el cargo al recién llegado Belousov. Recordemos que en los últimos tiempos se ha rumoreado sobre un posible regreso de Surovikin a Rusia, pero también que hay otros personajes que podrían ver cómo su carrera se ve impulsada, caso del antiguo guardaespaldas de Putin, Aleksey Dyumin, teniente general y Héroe de la Federación Rusa (quien llegó a sonar incluso para el cargo de ministro) o el general Teplinskiy.
Dejando a un lado la política rusa, para pasar a lo ocurrido sobre el terreno en las últimas horas, cabe decir que no se ha registrado ninguna oleada masiva de drones o misiles rusos sobre Ucrania, aunque sí explosiones en localidades como Sumy (en donde habría fallecido una persona) y, lógicamente, pues la región vive desde hace días una nueva ofensiva rusa, en Járkov.
Del lado contrario, se ha informado también de posibles explosiones en el distrito de Skadovsk, en la región de Jersón al sur del Dniéper, esto es, en la parte bajo control de la Federación Rusa. Además, se ha hablado también de una explosión en una vivienda en la ciudad de Bélgorod causada por el posible impacto de los restos de un misil Tochka-U ucraniano interceptado por las defensas, a consecuencia de lo cual habrían fallecido hasta quince civiles.
En cuanto a los movimientos y los combates, comenzamos un día más por el norte, con la operación que el Ejército ruso está llevando a cabo en la región ucraniana de Járkov, de cuya parte más septentrional han sido evacuados ya más de 4.500 civiles según el gobierno ucraniano. En este caso, mientras se debate acerca de si las construcciones defensivas ucranianas se han hecho de la forma y en el lugar correcto, lo que tenemos es que el Ejército ruso ha continuado ampliando el área bajo su control (desde Ucrania reconocen «éxitos tácticos» rusos), al menos en dirección a Lyptsi.
También (mientras Zelenski pide eficacia a sus tropas) se continúa debatiendo acerca de la entidad del ataque, con fuentes oficiales ucranianas que aseguran que Rusia habría lanzado hasta cinco batallones en dirección a Vovchansk, y analistas OSINT que hablan de varias brigadas implicadas -algunas de ellas como reserva-, lo que podría suponer centenares de carros de combate y blindados. Además de esto, y en relación, se habla también sobre cómo frenar la ofensiva rusa, para lo cual Ucrania debería poder atacar, según algunos analistas, territorio ruso con armas occidentales (recordemos las palabras pasadas de David Cameron). En cualquier caso, por el momento los ataques que se ven son bastante más limitados y, de hecho, corren todavía a cargo de la infantería ligera, moviéndose en muchos casos a pie y realizando incursiones como la que se puede ver en el vídeo sobre estas líneas.
Más allá de esto, los cambios en el frente durante la última jornada han sido escasos. Por una parte, en el sector de Bakhmut, Rusia ha logrado según ampliando el terreno que controla en la zona inmediatamente al este del canal de agua dulce en dirección a Chasiv Yar. Por otra, en el sector de Avdiívka han vuelto a registrarse avances rusos en las áreas de Umanske y Semenivka. Además, en el sector de Mariínka han continuado ganando terreno en el interior de Krasnohorivka. Por último, en el antiguo eje de Orijiv, en Zaporiyia, han seguido también los avances rusos, en este caso al noroeste de Verbove.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, como suele ocurrir en las jornadas dominicales, las novedades son pocas, especialmente si tenemos en cuenta que ya hemos hablado de la noticia del día: los cambios en la cúpula rusa. Ahora bien, no hay que olvidar que el de Shoigú no ha sido el único cambio que se ha introducido de cara a la formación de un nuevo Gobierno que, como sabemos, seguirá teniendo como cabeza a Mishustin y también una nueva estructura. Por ejemplo, Boris Kovalchuk presidente de la Cámara de Cuentas, puesto que llevaba año y medio vacante. Dicho esto, es también relevante el hecho de que algunos otros pesos pesados, como el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, vayan a conservar su puesto.
Hablando precisamente de diplomacia, el ministro de Exteriores ucraniano, Kuleba, ha hablado con su recién nombrado homólogo portugués, Paulo Rangel, a quien ha felicitado por su nombramiento, ha informado sobre las necesidades ucranianas, con quien ha tratado temas de agenda bilateral y a quien, además, ha agradecido el apoyo prestado por su país a la membresía ucraniana en la UE.
El primer ministro, Denys Shmyhal, por su parte, se ha pronunciado en redes sociales para pedir que se confisquen los activos rusos congelados de forma que quede asegurada la victoria ucraniana en la guerra, citando de paso un tuit del antiguo premier británico, Boris Johnson, quien considera que es hora de «hacer pagar a Rusia».
En otro orden de cosas, el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, ha mantenido una reunión telemática con el líder de la banda irlandesa U2, Bono, reconocido activista, con quien ha hablado acerca de los preparativos de la Cumbre de Paz Global, entre otros temas. Precisamente, Yermak pidió a Bono que se implicase en la promoción de esta cumbre ya que, según el político ucraniano: «Ustedes pueden ayudar en esto, ya que su voz es conocida y escuchada por millones de personas y es más fuerte que la de muchos políticos».
Por otra parte, hay que prestar atención a varios incidentes que han tenido lugar en fechas recientes en distintos países europeos y que algunas fuentes achacan a actos de sabotaje rusos, como las explosiones que se han registrado en algunas empresas relacionadas con la producción de material bélico, por ejemplo en Reino Unido. Un tipo de sucesos que es posible que se incrementen a medida que Occidente se esfuerza por incrementar su capacidad de producción, que según algunas fuentes «continuará acelerándose más allá de la capacidad de Rusia».
Además de esto, desde Rusia han vuelto a criticar, en boca del embajador ruso en los Estados Unidos, Anatoly Antonov, la posición de este país respecto de los ataques ucranianos en áreas residenciales de Rusia. Según Antonov: «La reacción de los funcionarios estadounidenses ante los mortíferos ataques de las Fuerzas Armadas de Ucrania contra zonas residenciales, o más bien la ausencia de siquiera un atisbo de condolencias, es muy reveladora». A lo que agregó, que: «Esto subraya la disposición de Washington a hacer todo lo posible para eximir a los títeres de Kiev de la responsabilidad por sus atrocidades».
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