Una vez más, en esta ocasión durante la ceremonia de investidura del que será su quinto mandato como presidente de Rusia, Vladímir V. Putin ha insistido en hablar de un enfrentamiento a largo plazo entre su país y Occidente. Eso sí, también ha dejado abierta la puerta al diálogo en materia de seguridad y estabilidad estratégica. Ha sido una ceremonia que ha quedado deslucida por el boicot de buena parte de los países occidentales, así como por las noticias que, desde Ucrania, hacían referencia a un supuesto nuevo complot destinado a asesinar a Zelenski. Además de esto, la última jornada de guerra nos ha dejado nuevos ataque rusos con drones y misiles sobre el territorio ucraniano, así como ucranianos sobre un depósito de combustible en Lugansk y, por supuesto, la continuación de los combates.
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Hoy, antes de hacer referencias a la actualidad militar, vamos a tratar una cuestión ciertamente controvertida, sobre la que en más de una ocasión nos han interrogado los lectores: el «inexplicable» papel de Alemania no desde que Rusia invadiera Ucrania, en 2022, sino desde mucho antes, en relación tanto con este país como con otros con los que parece mantener una relación diferente a la de buena parte de sus socios europeos o aliados de la OTAN. Además, con el añadido de que, al mismo tiempo, Alemania ha sido el país que mayor esfuerzo económico ha hecho, en términos absolutos, tras los Estados Unidos, de cara a ayudar a Ucrania; un proceder que, para muchos, tiene bastante de bipolar, pero que se explica atendiendo a los clásicos…
La Segunda Guerra Mundial concluyó, como todos sabemos, con la derrota total de la Alemania nazi y una partición de la misma que mantuvo a este país, por decirlo de alguna forma, «inactivo». La Alemania Federal estaba firmemente anclada a Occidente, lo mismo que la República Democrática de Alemania lo estaba al Este. Sin embargo, una vez caído el muro de Berlín, era lógico que tarde o temprano las tensiones -y algunas pulsiones- intrínsecas a su posición geográfica y a su peso económico y humano, volviesen a aparecer.
En este sentido, como explica el profesor Baqués, «El discurso alemán de la época de la reunificación no era agresivo en las formas, por supuesto, pero era asertivo en el fondo. Desde Kohl a líderes como Schauble, ya no se veían a sí mismos como “el baluarte occidental contra el Este” sino que alardeaban de “haberse convertido en el centro de Europa”. Afrimación que sería demasiado evidente si se circunscribiera a lo puramente geográfico. Nada de eso, pues, en realidad, lo que estaba en sus agendas era recuperar la vieja idea de Mitteleuropa, para que Alemania fuese la encargada de “crear orden” en el Viejo Continente».
Un proyecto del que los primeros en desconfiar son los vecinos de Alemania, desde Francia, a los países que forman el «Grupo de Visegrado», pues no se trata ya de los precedentes históricos -difícilmente veremos a la actual Alemania invadiendo a sus vecinos-, sino de que este país, de carácter «introvertido» -en contraposición a una «extrovertida» Francia, como indicaba François Heisbourg, en lugar de liderar la UE, parece mucho más centrada en sí misma y en su economía que en cualquier otro aspecto.
Precisamente, en los últimos años lo que hemos visto es cómo Alemania se integraba, por ejemplo, en la Ruta de la Seda, a través de varias terminales ferroviarias, entre ellas, Hamburgo y Stuttgart. Con la ventaja añadida de que la primera de ellas conecta con uno de los puertos más importantes del mundo, en volumen de TEUs. De hecho, es la República Popular de China el principal socio comercial de Berlín -especialmente importante en cuanto a importaciones-, en detrimento de sus socios y aliados europeos, siendo los Estados Unidos el primer país en importancia de cara a la exportación.
Incluso con Rusia, a pesar de las sanciones y de la ruptura que se ha producido, ha mantenido una importante relación comercial, como se ve en la tabla que hemos enlazado. Es más, hay fundadas sospechas de que buena parte de los lazos alemanes y rusos se mantienen, aunque desde hace dos años a través de terceros, como Kuiguistán, país que podría estar haciendo de intermediario y que ha visto cómo las exportaciones germanas aumentaban al menos en un orden de magnitud desde que comenzara la guerra de Ucrania.
A colación, hay que tener en cuenta -independientemente de la autoría del ataque- que el Nord Stream era un ducto con un claro componente geopolítico. De no haber sido así, el trazado del mismo hubiese sido muy diferente -y mucho más sencillo y barato-, al no tener que obviar el territorio de países como los Bálticos o Polonia, por ejemplo. Precisamente su destrucción para lo que ha servido es para que continúen cortándose lazos entre Rusia y Alemania, de forma que este último país se ha vuelto más dependiente, de nuevo, de los Estados Unidos y sus hidrocarburos.
Tenemos pues un país, a caballo históricamente entre el el Heartland y el Rimland o, lo que es lo mismo, entre Rusia y Europa occidental (y los Estados Unidos) que vive más dividido que nunca entre: 1) la necesidad de unos EEUU que siguen garantizando su seguridad, tanto física como ahora mismo, energética; 2) la certeza de que su futuro económico reside cada vez más fuera de la UE, tanto en Asia Central como en Extremo Oriente (lo que explica parte de lo ocurrido en los últimos días en torno a la visita de Xi Jinping a Francia y la negativa de Scholz a participar) y; 3) el hecho de que está integrado en una Unión Europea que está cada vez más enfrentada a Rusia. Tres factores -aunque no los únicos-, que contribuyen a explicar el comportamiento un tanto bipolar de un Berlín que poco tiene que ver con el anterior a Maastrich y que debe «nadar y guardar la ropa», como suele decirse.
Dicho lo anterior, aunque mucho nos tememos que habremos de volver con más detalle sobre Alemania en el futuro, pues son demasiadas las aristas, en las últimas horas tenemos que Rusia ha lanzado una nueva oleada de drones y misiles sobre el territorio de Ucrania, concretamente contra sus infraestructuras relacionadas con la producción y transporte de energía. Aunque por el momento las autoridades ucranianas no han publicado ningún recuento oficial (más allá de las palabras de Zelenski, quien hablaba de más de 50 misiles y 20 drones), se han registrado bien explosiones, bien actividad de los sistemas antiaéreos tanto alrededor de la capital ucraniana, y en buena parte de las regiones occidentales de Ucrania, como Leópolis e Ivano-Frankivsk. Entre el resultado de los ataques, por el momento se cuentan importantes daños en tres plantas de producción de energía.
Del lado contrario, lo más relevante ha sido la explosión y posterior incendio registrado en la ciudad de Lugansk, concretamente en un depósito de combustible que podría haber sido alcanzado con un misil balístico ATACMS suministrado por los Estados Unidos. Más allá de esto, desde Rusia aseguran haber derribado en la última jornada más de una treintena de drones, aunque en esta ocasión no han informado de ataques a regiones concretas, como sí suelen hacer en nota aparte.
Pasando a la línea de frente, nos encontramos con escasos cambios en las últimas horas. Comenzando por el norte del frente, concretamente por el sector de Kupiansk, se han producido algunos combates en el área de Novoselivs’ke, aunque los cambios son mínimos. Más interesante si cabe es que, más al sur, en Bilohorivka, a pesar de los ataques rusos, las Fuerzas Armadas ucranianas han logrado retomar algunas de las posiciones perdidas semanas atrás al norte de esta localidad, concretamente en torno a la planta de filtrado.
Más al sur, no se han constatado novedades relevantes procedentes del sector de Avdiívka, aunque sí han trascendido algunos vídeos de la situación en Chasiv Yar (en donde continúan residiendo civiles) y de la actuación por ejemplo de la unidad «Kraken» del GUR ucraniano.
En el caso de Avdiívka, tenemos que la ofensiva rusa continúa, tanto hacia Novooleksandrivka, al norte, hasta en dirección a Sokil, Novopokrovske y Umanske, entre otros. Los únicos cambios, en cualquier caso, se habrían producido precisamente en Novopokrovske, en donde las tropas rusas habrían llegado a menos de un kilómetro de las primeras construcciones de esta pequeña villa. Además, las tropas rusas han seguido intentando avanzar en paralelo a la línea férrea, desde Ocheretyne, aunque a falta de ver si logran ampliar la brecha en las defensas ucranianas, su posición es muy vulnerable ahora mismo a los contraataques.
En el sector de Mariínka, después de que las tropas rusas tomaran hace unos días la planta de material refractario en el sur de Krasnohorivka, la situación se ha mantenido estable, aunque los combates en el centro de esta localidad han continuado. Además de esto, prosiguen los enfrentamientos en otros puntos del sector como ocurre hacia Pobjeda o hacia Paraskoviívka.
Por último, al sur del frente, tenemos en primer lugar que en Urozhaine se ha producido un contraataque ucraniano que ha servido para retomar algunas posiciones al sur de la localidad. También, en este caso en el antiguo eje de Orijiv, que las tropas rusas han pasado a controlar la mayor parte de Robotyne, en donde se lucha calle por calle.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
El apartado internacional, como no podía ser de otra forma, nos lleva en primer lugar a Moscú, pues Vladímir V. Putin ha jurado por quinta vez su cargo como presidente de Rusia, en una ceremonia a la que apenas han asistido seis embajadores de Estados miembros de la UE: Malta, Hungría, Eslovaquia, Grecia, Chipre y Francia. En el caso de Francia, por cierto, aunque Macron explicó horas atrás que debían mantenerse los canales abiertos con Rusia, cabe también recordar que su embajador, Pierre Lévy, ha sido recientemente convocado para explicar la política «provocadora» de París respecto al conflicto en Ucrania.
Más allá de esto, dos comentarios sobre la investidura de un Putin que renueva mandato con menos oposición interna que nunca: 1) en su discurso ha vuelto a incidir en la idea de que Rusia está inmersa en un conflicto con Occidente que será a largo plazo, mostrando su confianza una vez más en que «juntos, ganaremos»; 2) se está pendiente de una posible reorganización del Gobierno ruso, que se llevaría a cabo en los próximos días.
Si bien el primer asunto no representa novedad alguna, y en estos informes hemos explicado en más de una ocasión la visión que en Rusia tienen de lo que está ocurriendo, el segundo sí tiene más miga. Especialmente porque en las últimas semanas, tanto a raíz del escándalo de corrupción que terminó con el viceministro de defensa ruso entre rejas, como por diversas noticias y mensajes en redes sociales, es un peso pesado como Serguéi Shoigú quien se rumorea podría ser reemplazado. Más político que militar, Shoigú es, como se diría en lenguaje castizo, un «perro viejo» que ha sabido navegar entre dos aguas, eliminando a cada uno de sus posibles opositores -recordemos lo ocurrido con Prigozhin y Surovikin, sin ir más lejos- y manteniéndose siempre fiel a Putin. Sin embargo, no es descartable que se le de una salida discreta, nombrando a un nuevo ministro ahora que le toca formar un nuevo gobierno, ya que cada vez le cuesta más desligarse de los escándalos relacionados con su supuesto enriquecimiento personal.
Por último, para terminar con Putin, se ha anunciado que el «nuevo» presidente ruso iniciará su mandato participando en la cumbre de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), en la que tomarán parte además de los cinco estados que la forman (Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán y Kirguistán), varios países más que forman parte de la Comunidad de Estados Independientes.
Más allá de Moscú, toca ir a Kiev, en donde una de las noticias del día ha sido el desmantelamiento de un supuesto complot organizado por Rusia para acabar con Zelenski, empleando para ello dos coroneles a sueldo del Kremlin. Según la nota de prensa publicada por el SBU ucraniano:
«Los investigadores de contrainteligencia y del SBU frustraron los planes del FSB de eliminar al presidente de Ucrania y a otros representantes de los máximos dirigentes militares y políticos del país.
Los planes fueron implementados por una red de agentes, que fue expuesta de antemano por el Servicio de Seguridad de Ucrania con la ayuda de la dirección de la Oficina de Seguridad del Estado. La red, cuyas actividades eran supervisadas por el FSB desde Moscú, incluía a dos coroneles de la UDO, que «filtraban» información secreta de la Federación Rusa.
Sí, el enemigo estaba desarrollando activamente planes para eliminar al presidente Volodymyr Zelenskyi. Una de las tareas de la red de inteligencia del FSB era buscar entre los militares cercanos a la protección del Presidente ejecutores que pudieran tomar como rehén al Jefe de Estado y posteriormente asesinarlo.
Además de Volodymyr Zelenskyi, el enemigo planeaba eliminar al jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania, Vasyl Malyuk, al jefe de la Administración Estatal de Ucrania, Kyryll Budanov, y a otros funcionarios de alto rango».
Pasando ya a la diplomacia, tenemos que el ministro de Defensa ucraniano, Umerov, ha mantenido una reunión telefónica con su homólogo canadiense, Bill Blair, durante la cual han hablado sobre temas en común, como la «Coalición de drones». También acerca de la posible colaboración entre empresas canadienses y ucranianas del sector de la defensa.
El primer ministro ucraniano, por su parte, ha hablado con su contraparte búlgara, Dimitar Glavchev, a quien ha informado sobre las necesidades militares ucranianas, pero también sobre los preparativos de cara a la Cumbre de Paz Global y con quien ha tratado además sobre la integración europea y euroatlántica de Ucrania.
Precisamente ha sido sobre la Cumbre de Paz sobre lo que ha centrado su último discurso el presidente ucraniano, Zelenski, quien ha explicado a los ciudadanos que recientemente ha hablado con los líderes de «España, Bélgica, Letonia, Finlandia y Cabo Verde» y ha afirmado que «Mientras quienes en Moscú utilizan hipócritamente la noción de “multipolaridad” como pretexto para sus esfuerzos por controlar las vidas de otras naciones, nosotros estamos creando un instrumento real de verdadera multipolaridad e invitando a la mayoría mundial a la Cumbre de Paz. Esta mayoría debe tener voz y voto y puede acercar una paz justa».
Su Jefe de Gabinete, por su parte, ha participado en una nueva reunión del grupo Yermak-Rasmussen, que debe su nombre a la participación tanto de Andriy Yermak como del anterior secretario general de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen. Durante la misma «discutieron el borrador del informe del Grupo de Trabajo Internacional, que contiene una justificación detallada y propuestas específicas para la futura membresía de Ucrania en la OTAN, garantizando una paz sostenible y disuadiendo al país agresor».
En cuanto la ayuda militar, aunque no se han anunciado nuevos paquetes por parte de ningún aliado de Ucrania, sí merece hacer una pequeña referencia al anuncio hecho por el CEO de Rheinmetall, Armin Papperger, quien ha asegurado que se suministrarán a Ucrania disparos de artillería experimentales con un alcance de 100 kilómetros.
Siguiendo con la ayuda, en este caso a la reconstrucción, el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, ha presidido en las últimas horas en Bruselas una reunión del Consejo de Asuntos Exteriores en el formato de desarrollo, en la que se ha tratado este particular y en la que han dado la bienvenida al Plan Ucraniano de Apoyo a la Recuperación, la Reconstrucción y la Modernización.
Cerramos hoy con las sanciones, pues El Reino Unido, Estados Unidos y Australia anunciaron sanciones contra uno de los líderes de la banda de ciberdelincuentes LockBit. Según algunas fuentes, Lockbit se ha convertido en uno de los grupos de ransomware más prolíficos de los últimos años, llevando a cabo 3.000 ciberataques en EE. UU. y Europa y provocando pérdidas de miles de millones de euros. De ahí que las sanciones apuntarán directamente contra Dmitry Khoroshev, un ciudadano ruso identificado como uno de los principales líderes de esta organización.
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