Guerra de Ucrania – Día 800

Cuando se cumplen 800 días desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, las noticias inciden especialmente en todo lo relativo a las salidas al conflicto. Como en otras fechas simbólicas o, como en este caso, redondas, se hace balance y también análisis de las distintas posibilidades, con las autoridades ucranianas en este caso dando ciertas pistas sobre sus intenciones futuras. Más allá de esto, los combates siguen produciéndose con gran intensidad, desde Francia calculan que 150.000 militares y milicianos del bando ruso han muerto desde el 24 de febrero de 2022, Rusia lanza nuevas oleadas de drones y misiles sobre Ucrania y se debate la concesión a este país de un nuevo paquete de ayuda financiera, por parte del G7, valorado en 50.000 millones de euros procedentes de los intereses de los activos rusos congelados.

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Ayer explicábamos que, como corresponde a fechas como la de hoy, en la que se cumplen las 800 jornadas de combates desde que Rusia lanzara la frustrada operación de decapitación que dio origen a la actual guerra de Ucrania, proliferan los análisis de situación y, también, la prospectiva. A diferencia de otros hitos temporales anteriores, sin embargo, en esta ocasión sí parece haber al menos algunas novedades que justifican el realizar algunos comentarios sobre lo que puede esperarse de cara a los próximos meses.

Como sabemos, Rusia, que nunca ofreció una explicación pública de cuáles eran sus objetivos, inició una operación que muchos autores coinciden en que tenía objetivos maximalistas, concretados en tomar el control del Gobierno y, con ello de la política exterior de Ucrania, evitando que el país continuase «desviándose» hacia la órbita occidental. Un movimiento, este último, que se había iniciado con fuerza una década atrás, que había estado en el origen de todos los sucesos alrededor del Euromaidán y que, además, había dado pie a Rusia a ampararse en PMCs y en sus proxies ucranianos para lanzar la guerra del Donbás, además de para realizar la magistral operación que le permitió hacerse con Crimea.

Desgraciadamente para el Kremlin, los errores de planeamiento de la operación inicial, los fallos de inteligencia y las carencias de sus Fuerzas Armadas, que hemos tratado a lo largo de estos años en informes y libros -y por lo tanto, consideramos suficientemente explicadas- junto a la afluencia de ayuda internacional a Ucrania, entre otros factores, desembocaron en una retirada temprana de Kiev o Járkov y, finalmente, en la estabilización del frente tras la reconquista ucraniana de Jersón. Desde entonces, a pesar de los éxitos rusos en Bakhmut o Avdiívka, la tónica general de la guerra ha sido la del estancamiento, que los intentos ucranianos durante el verano de 2023 no lograron cambiar un ápice.

A la espera de los resultados que pueda dar la (posiblemente inminente) ofensiva rusa, el hecho de que los Estados Unidos aprobasen los nuevos fondos, los aliados europeos hayan redoblado su compromiso y Ucrania, más mal que bien, haya procedido a promulgar una nueva Ley de Movilización, obligan a pensar que en un contexto en el que apenas han cambiado los factores que explican el estancamiento -salvo por la introducción de algún elemento nuevo como las bombas planeadoras por parte rusa-, los avances rusos en profundidad –y más la toma de objetivos realmente importantes, como una capital regional– siguen siendo poco probables. Es decir, que es francamente difícil que la guerra de el vuelco esperado por algunos, pasando nuevamente a ser una guerra de movimientos, siendo por lo general válido el análisis al que hicimos referencia ayer, hecho por el el subdirector de la Inteligencia Militar ucraniana, Vadym Skibitsky.

Dicho esto, aunque ahora mismo las perspectivas hacen pensar en que la guerra llegará al menos a mediados de 2025 -no solo Rusia debe lanzar su ofensiva, sino que Ucrania intentaría al menos buscar una situación más favorable tras esta que le permita negociar desde una posición mejor que la actual-, hay que tener en cuenta que en los últimos días y horas se han realizado algunas declaraciones y se han producido algunos hechos que permiten pensar que, por primera vez en mucho tiempo, se está apostando seriamente por la negociación, en tanto nadie parece confiar por completo en la vía militar.

Es más, no hay que perder de vista que, aunque llegado el caso será empleada en el campo de batalla -como de hecho viene ocurriendo- buena parte de la ayuda occidental a Ucrania comprometida en fechas recientes tiene como objetivo no permitir que gane la guerra expulsando a Rusia de su territorio (recordemos las palabras de Skibitsky), sino apuntalar la posición ucraniana lanzando un mensaje a Moscú que se resume, dicho en plata, en que puede aburrirse de producir armamento y quemar vidas (atentos a la evaluación que hacen de Francia respecto a esto, cifrando las bajas mortales sufridas por Rusia en 150.000 efectivos)…

Tampoco que Rusia, por más que haya obtenido éxitos recientes como los citados y esté buscando la explotación en el área de Ocheretyne, no ha logrado alcanzar por el momento ningún objetivo capaz de un efecto estratégico. Es más, donde realmente busca estos efectos sigue siendo a través del relato, vendiendo la idea de la imposibilidad por parte de Ucrania de ganar la guerra en el campo de batalla, mientras sigue «plantada» en objetivos de máximos y negando la validez de las propuestas ucranianas, aclaradas hoy por Zelenski.

De hecho, y también es significativo, ha vuelto a aumentar sus esfuerzos tanto en términos de Desinformación como en la Zona Gris, así como a redoblar su campaña mediática buscando influir sobre los aliados de Ucrania –pues Moscú sigue identificando el apoyo que estos prestan a Kiev como el «centro de gravedad» de la guerra– y a intentar marcar algunas líneas rojas con la amenaza de escalada.

Órdago que parecen aceptar desde Occidente, con políticos como el secretario de Exteriores británico, David Cameron, confirmando las palabras ayer de la ministra de Exteriores letona, y asegurando que Ucrania tiene permiso explícito para atacar el interior de Rusia con armas británicas, lo que ha llevado a Rusia a acusarle de iniciar una «escalada directa».

Dicho todo esto, como comentábamos, resulta significativo que el presidente ucraniano (quien ha hablado explícitamente de una «nueva página en esta guerra«, haya aclarado algunos de los puntos sobre los que intentará buscar apoyos durante la Cumbre de Paz Global (15-16 de junio), que se celebrará en Suiza:

  • Seguridad energética y nuclear;
  • Cuestiones de libre navegación y comercio;
  • El intercambio de prisioneros según el principio de “todos por todos” y;
  • La devolución de los niños que fueron deportados por la fuerza a Rusia.

Independientemente de que el país trate de recabar apoyos para otras cuestiones, incluyendo las territoriales, que últimamente no se hable tanto de ellas parece indicar una rebaja en las expectativas de Kiev. Esto, unido a los recientes mensajes, como el de Skibitsky, con clara motivación, refuerzan la impresión de que Ucrania buscará frustrar la ofensiva rusa mientras gana apoyos internacionales y sigue profundizando en la vía de los acuerdos de seguridad… renunciando a objetivos maximalistas que parecen tan inalcanzables para unos y otros como lo eran hace dos años (en el caso ruso, a pesar de la posibilidad de una operación sobre Járkov, lo más probable es que su objetivo principal siga siendo la toma completa de Lugansk y Donetsk).

Pasando a la actualidad sobre el terreno, tenemos que las autoridades ucranianas han denunciado el lanzamiento por parte rusa de una oleada compuesta por 13 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), así como por 4 misiles antiaéreos S-300 en función de ataque a tierra. De estos, aseguran haber derribado todos y cada uno de los UAV, pero ningún misil. Como consecuencia, se han producido dos heridos en Pavlorah, posiblemente como consecuencia de la caída de restos de los drones abatidos y destrucción de infraestructuras en Járkov.

En el caso de Rusia, no parece haberse producido ninguna novedad importante en este sentido, hablando su Ministerio de Defensa del derribo de un dron ucraniano sobre Crimea y dos más sobre Bélgorod.

En cuanto a los combates y los movimientos, comenzando por el sector más septentrional del frente en estos momentos, el de Kupiansk, nos encontramos con nuevos avances rusos en la localidad de Kotlyarivka, al sur de Kyslivka.

Más al sur, en el sector de Bakhmut, lo cierto es que las últimas horas no han arrojado novedades, aunque los combates continúan en la zona más a levante de Chasiv Yar.

Diferente es la situación en Avdiívka. Allí las tropas rusas han tomado parte de Arkhangels’ke a costa de un gran número de bajas. Al mismo tiempo han vuelto a atacar en dirección a Sokil desde Soloviove, así como a la altura de Berdychi y Semenivka y, más al sur, hacia Umanske.

Sin otras novedades relevantes, y antes de pasar a la actualidad internacional relacionada con la guerra de Ucrania, cabe comentar que los Estados Unidos van a proporcionar a Ucrania equipos buscadores que deberían permitir suprimir los bloqueadores de GPS rusos en el futuro, facilitando que las municiones guiadas ucranianas alcancen su objetivo. Eso sí, por el momento no está claro qué sistemas concretos le serán suministrados a las AFU…

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

Más allá de las declaraciones de Zelenski a propósito del contenido de la Cumbre de Paz Global, o de las palabras de David Cameron (quien ha prometido ayudar a Ucrania durante tanto tiempo como sea necesario) la actividad internacional ha sido relativamente escasa en las últimas horas. Lo más relevante, sin duda, tiene que ver con las negociaciones en el seno del G7 dirigidas a acordar un nuevo paquete de ayuda a Ucrania por valor de 50.000 millones de dólares.

Liderado por los Estados Unidos, el plan utilizaría los beneficios de los activos rusos congelados para financiar esta ayuda. Por de pronto, tendrá que producirse una nueva reunión del grupo, presidido por Italia, durante el próximo mes de junio, antes de que pueda darse luz verde a un plan que, junto las ayudas aprobadas por Estados Unidos y diversos aliados europeos, debería ser suficiente para fortalecer la posición ucraniana y asegurar, en caso de que las negociaciones no se produzcan, su capacidad para sostener el esfuerzo bélico durante varios meses más.

Por otra parte, desde la Unión Europea el Alto Representante ha vuelto a denunciar que Rusia continúa apuntando a «los procesos democráticos y las infraestructuras críticas de la UE» a través de acciones cibernéticas. Para hacerle frente, según Borrell, que ha compartido una nota del Consejo Europeo, se están utilizando «todas las herramientas disponibles para disuadir y responder a quienes buscan perturbar nuestras democracias y hacernos daño».

Un mensaje, el de Borrell, que ha sido acogido «con satisfacción» por el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, quien ha recordado que Ucrania ha sido, durante mucho tiempo, objeto de los ciberataques rusos. Además, Kuleba ha tendido la mano en busca de una mayor colaboración en esta materia entre la UE y Ucrania, a la espera de la celebración, de la tercera ronda de diálogo cibernético entre ambos actores.

Respecto a Kuleba, también ha hablado en esta jornada con su homólogo de la República Checa, con quien ha tratado acerca de la iniciativa de este país encaminada a suministrar cientos de miles de disparos de artillería a Ucrania. Además, han abordado la próxima Cumbre de Paz y «los esfuerzos generales para fortalecer la asistencia militar a Ucrania».

Más allá de Kuleba, también ha estado activo el primer ministro ucraniano, Shmyhal, quien se ha reunido con la delegada de USAID para hablar sobre las medidas de protección de la infraestructura eléctrica ucraniana, así como en relación con los proyectos de descentralización de la red eléctrica. A la diplomática estadounidense le ha hecho hincapié en las múltiples necesidades ucranianas, incluyendo la de más defensas antiaéreas, generadores, etc.

En cuanto a Zelenski, ha estado examinando el equipo utilizado por la Guardia de Fronteras, a cuyos miembros ha agradecido su entrega, mientras que el Jefe de la Oficina del Presidente, Yermak, ha mantenido una reunión telefónica con Péter Szijjártó, ministro de Exteriores y Comercio de Hungría. Con este ha discutido sobre «cuestiones claves de las relaciones entre Ucrania y Hungría», destacando además la importancia «del contacto personal constante en la búsqueda de soluciones mutuamente beneficiosas y la resolución de problemas bilaterales».

En cuanto a Rusia, su portavoz de Exteriores, María Zajárova, ha afirmado hace unas horas que la única «Fórmula de Paz» que puede tener éxito pasa por que Occidente corte el suministro de armas a Ucrania. Según sus palabras, dirigidas específicamente al Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell: «¡Una confesión asombrosa! Aquí está toda la ‘fórmula de paz’ ​​para usted: el fin del suministro de armas occidentales al régimen de Kiev».

Por otra parte, han rechazado de plano las acusaciones sobre la participación rusa en ciberataques a Europa. De hecho, el embajador ruso en Washington, Anatoly Antonov, ha acusado a los Estados Unidos indirectamente de estar tras estos, sugiriendo que estadísticamente la mayor parte de ciberataques tienen su origen en este país. Además, ha añadido que: «Las autoridades estadounidenses simplemente no tienen nada que demostrar en apoyo de sus insinuaciones. Es evidente que historias tan falsas y provocadoras no harán más que intensificarse a medida que se acercan las elecciones presidenciales estadounidenses, como ha ocurrido en años anteriores. Los políticos locales se sienten dueños de la situación, intensificando la supuesta ‘amenaza rusa’ y distrayendo la atención de los votantes de cuestiones urgentes».


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