La última jornada de guerra ha estado protagonizada por nuevos ataques rusos contra el corazón de Ucrania, la falta de movimientos en el campo de batalla y la diplomacia. Al acuerdo entre Parlamento Europeo y Consejo a propósito de las exportaciones de productos agrícolas ucranianos en dirección a la UE se suma la visita de David Cameron a Donald Trump o la de Lavrov a China. Además, desde Ucrania siguen buscando la forma de paliar el sufrimiento de los habitantes de Járkov a la vez que intentan mejorar las defensas antiaéreas en la región, mientras buscas una solución a un problema del que apenas se habla, pero que tiene también su impacto sobre la tropa: las adicciones.
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Hoy toca hablar de un tema tan desagradable como común en cualquier ejército en campaña a lo largo de la historia: las adicciones. Lo hacemos a propósito de la petición por parte de un militar ucraniano, Pavlo Petrychenko, quien solicitó el pasado 29 de marzo que se aprobase un proyecto de ley que prohibiese los juegos de azar y el acceso a los casinos en línea al personal de las Fuerzas Armadas ucranianas mientras estuviese en vigor la ley marcial.
Esta curiosa solicitud no solo fue registrada en el sitio web de la Presidencia de Ucrania, sino que logró rápidamente captar los más de 25.000 votos necesarios para prosperar y ser, por lo tanto, tomada en cuenta por Zelenski. Así, según la Presidencia ucraniana: «Estamos preparando medidas apropiadas que garantizarán el control necesario de la industria y ayudarán a proteger adecuadamente los intereses de la sociedad».
Lo cierto es que, desde que comenzara la guerra, se ha hablado en varias ocasiones sobre el uso que los militares, al menos los ucranianos, daban a distintos juegos en línea. Por ejemplo, se han dedicado artículos por parte de medios anglosajones a la forma en que se llegaban a implicar incluso en el desarrollo de conocidos títulos como «World of Tanks». En relación con esto, desde las páginas del New York Times, Thomas Gibbon-Neff ofrecía una explicación bastante convincente del porqué los soldados, inmersos en una de las contiendas más sangrientas desde la Segunda Guerra Mundial, dedicarían su tiempo a jugar a juegos que, además, estaban relacionados con la guerra: la disociación.
Esta no es más que un mecanismo adaptativo que “desconecta” nuestra mente de la realidad cuando nos encontramos ante una situación límite que sobrepasa nuestros recursos psicológicos de afrontamiento. Lo que la disociación ofrece es una “distancia de seguridad” que reduce el impacto emocional, la tensión, el miedo y el dolor del momento. Elementos todos ellos de los que el campo de batalla ofrece cantidades más que sobradas y con las que el infante se ve obligado a lidiar, en muchos casos sin tener herramientas de apoyo para ello. Y es que el entrenamiento prepara en parte, pero rara vez es suficiente.
El asunto es que, para que la disociación se produzca, hacen falta también mecanismos susceptibles de provocarla (no entramos aquí en si es deseable, pues ese es un debate que nos queda grande). Estos, a lo largo de la historia, han sido generalmente el alcohol y las drogas, elementos que a menudo han servido para preparar para el combate, como vínculo cultural y para sobrellevar el impacto físico y psicológico del servicio.
Ahora bien, a la hora de hablar de unos y otros elementos, hay que tener en cuenta que si bien la naturaleza humana es más bien estática y ofrece pocas novedades, sí que se han producido cambios en la naturaleza y el impacto de esas sustancias, que revelan a su vez los avances que se han ido produciendo por ejemplo en el ámbito de la medicina y de la química. De ahí que el soldado haya pasado de «colocarse» con sustancias naturales a consumir drogas sintéticas con el paso de los siglos, por ejemplo.
Sea como fuere, siempre se han utilizado en gran cantidad. Por poner un ejemplo bien conocido, según un informe de 1971 del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, que muestra a las claras la extensión del problema en tiempos de la guerra de Vietnam, por entonces hasta el 51 por ciento de los componentes de las Fuerzas Armadas había fumado marihuana, el 31 por ciento había consumido psicodélicos, como LSD , mescalina y hongos psilocibina, y un 28 por ciento adicional había consumido drogas duras , como cocaína y heroína.
Obviamente, el de Vietnam podría constituir un caso extremo, pero la experiencia en conflicto más recientes como los de Siria o Irak no es muy diferente, haciendo estragos el famoso captagon. Incluso en los ejércitos profesionales de hoy en día, siguen siendo bastante comunes, aunque sí que se han marcado límites más claros y, por ejemplo, se realizan controles rutinarios a la tropa. No obstante, la experiencia de quien escribe a su paso por Afganistán es la de una tolerancia bastante alta por parte de los mandos frente al consumo al menos de drogas blandas… y frente a un número excesivo de horas frente a una pantalla.
Y es que al parecer, en Ucrania una parte del problema de las adicciones ha ido traspasándose de las drogas químicas a las digitales y cibernéticas. Resulta que, cumplido prácticamente el primer cuarto del presente siglo, quien más y quien menos sigue llegando al frente con un teléfono móvil y con una línea de datos activa. Así que, más allá de los problemas de seguridad que esto implica para los propios militares, que en muchos casos han desvelado sin pretenderlo su posición precisamente por mantener las conexiones de datos en marcha, se dan todos los factores para que algo que ya es un problema generalizado en muchas sociedades, especialmente en determinadas cohortes de edad, pueda extenderse también entre los uniformados.
En relación con esto, no tenemos datos para afirmar que lo que ocurre entre las filas ucranianas constituya un verdadero problema, pues al fin y al cabo apenas se ha publicado información sobre la magnitud del fenómeno. Sí se han dado cifras sobre el volumen de negocio que implican los juegos en línea en Ucrania, pero son muy bajas en comparación con lo que suponen en cualquier país desarrollado y en cualquier caso, es un dato tangencial. Con todo, la posible «epidemia» causada por la adicción a los juegos en línea es una posibilidad a tener en cuenta por el resto de fuerzas armadas y las formas de combatirla, si la iniciativa legal aprobada en Ucrania tiene efecto, serán una más de las lecciones dejadas por un conflicto que, en muchos aspectos, continúa sirviendo de laboratorio al resto del mundo.
Pasando ya a la actualidad de los combates, en las últimas horas las Fuerza Armadas rusas han vuelto a hacer uso de misiles y drones para atacar distintos puntos de Ucrania. En este sentido, habrían utilizado una veintena de drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), además de cuatro misiles S-300 en función de ataque a tierra, según las fuentes ucranianas. De todos ellos, habrían sido derribados según estas el total de los drones y ninguno de los misiles. Pese a ello, se han registrado varias explosiones y víctimas en el país, comenzando por la región de Poltava, en donde se han producido una decena de heridos tras ser atacada infraestructura civil. Además, otras seis personas han resultado heridas en Zaporiyia en un ataque similar.
Rusia, por su parte, ha informado del derribo de hasta 291 drones ucranianos en las últimas horas, aunque en este caso no se trataría exclusivamente de drones lanzados contra la profundidad de su territorio. De hecho, han vuelto a denunciar intentos sobre Bélgorod y Voronezh (en donde Ucrania ha atacado el Centro de Formación de Aviación de Borisoglebsk) y también el uso de misiles Neptune. La cifra de 291 se refiere pues al total de drones, incluyendo los tácticos, supuestamente neutralizados durante la jornada. Un tipo de cifra que suelen incluir en sus informes diarios oficiales, pero al que no solemos atender no porque no sean cifras posibles teniendo en cuenta el número de drones de todos los tipos que se emplean, sino porque lo realmente complicado es llevar el recuento.
Respecto a los ataques rusos de las últimas semanas, contra la infraestructura energética y eléctrica ucraniana, desde este país se han publicado datos relativos a su impacto. Según ha informado el ministro de Energía de Ucrania, German Galushchenko, quien ha denunciado “el mayor ataque” contra el sector energético del país: “Podemos decir que hasta el 80% de las centrales térmicas fueron atacadas, [y] más de la mitad de las centrales hidroeléctricas. Y un gran número de estaciones repetidoras para la transmisión eléctrica». Todo ello mientras ambos contendientes continúan acusándose mutuamente de los últimos ataques contra la central nuclear de Zaporiyia y a la espera de más datos sobre lo ocurrido en la corbeta «Serpukhov», de la clase Buyan, que al parecer ha sufrido un incendio (se desconocen las causas, aunque la información ha sido publicada por la inteligencia militar ucraniana) mientras estaba en las inmediaciones de Kaliningrado, pues pertenece a la Flota del Báltico.
Por otra parte, el presidente de Ucrania, Zelenski, ha encabezado una reunión en la que han tomado parte los miembros de la Oficina del Presidente, así como los ministros de energía y finanzas y el viceprimer ministro ucraniano y en la que se ha tratado específicamente la situación en Járkov, una de las localidades que más están sufriendo las consecuencias de la campaña de ataques lanzada por Rusia en fechas recientes.
Más allá de esto, y en cuanto a los combates, las novedades son relativamente escasas. Al norte del frente, en el sector de Siversk, las fuerzas rusas han seguido presionando sobre Bilohorivka, haciéndose con una nueva posición defensiva de las AFU al sureste de esta localidad, en dirección al Terrikon.
En el caso del sector de Bakhmut, según algunas fuentes Rusia controla ya el 95% de Bohdanivka. Además, los canales más conocidos hablan de avances entre esta última población e Ivanivske en dirección a Chasiv Yar, aunque en casos como el de Deep State siguen considerando que las tropas rusas están fuera del «microdistrito del canal».
En cuanto al sector de Avdiívka, continúan los ataques rusos a lo largo de la línea que va de Berdychi a Pervomaiske, aunque no se han registrado cambios desde ayer. Sí llaman la atención los recuentos de bajas, como el que podéis encontrar sobre estas líneas en forma de dos tuits de Andrew Perpetua quien, en base a imágenes por satélite, ha determinado la posición de distintos vehículos y medios blindados y acorazados dañados o destruidos.
Más al sur, en Novomykhailivka, las tropas rusas habrían conseguido un nuevo avance en los terrenos de cultivo al norte de esta población, aunque la situación se mantiene en lo fundamental estable.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Pasando al apartado internacional, tenemos hoy que desde la Unión Europea han confirmado el acuerdo provisional alcanzado entre la presidencia del Consejo y los representantes del Parlamento Europeo para renovar la suspensión de los derechos de importación y las cuotas sobre las exportaciones ucranianas a la UE hasta el 5 de junio de 2025. Es decir, que las limitaciones se extenderán durante un año más, una vez el acuerdo sea formalmente suscrito por los ministros de Exteriores de los Veintisiete. El mecanismo, que debe permitir a Ucrania seguir exportando a la UE sus productos agrícolas, cuenta en cualquier caso con diversas salvaguardas para proteger el mercado de la UE. El único producto, de hecho, que no verá límites a la cantidad que pueda llegar a suelo comunitario, es el trigo.
Pasando a Ucrania, la actividad más relevante la ha llevado a cabo el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, quien ha mantenido una reunión telefónica con su homóloga japonesa, Yoko Kamikawa. Durante la misma, además de agradecer Kuleba «el apoyo inquebrantable de Japón a Ucrania», han hablado sobre la implementación de la «Fórmula de paz» de Zelenski, sobre la cooperación bilateral y sobre cómo mejorar la «Asociación Global Especial» entre Ucrania y Japón.
También se ha mostrado activo el presidente de la Rada Suprema de Ucrania, Ruslan Stefanchuk, quien ha atendido a la embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de Canadá en Ucrania, Natalka Cmoc, en su visita al parlamento. Como es habitual, agradeció el apoyo que Canadá ha venido prestando a Ucrania, además de hablar sobre la situación en el frente, entre otros temas.
Cambiando radicalmente de tercio, aunque también en relación con Ucrania, en las últimas horas el secretario de Exteriores británico, David Cameron, quien advertía recientemente sobre los riesgos que implica el final de la ayuda estadounidense a Ucrania, se ha reunido con el candidato republicano a la presidencia de este último país, Donald Trump en su club de Mar-a-Lago. Entre los temas a tratar habrían estado la situación en Gaza, el futuro de la OTAN y sí, Ucrania. Aunque no ha trascendido el contenido exacto de la conversación, es previsible que el británico haya insistido en la necesidad de seguir ayudando a este país, además de aprovechar para intentar determinar cuáles son los planes reales de Trump al respecto, si alcanza la presidencia.
Pasando a Rusia, lo más relevante sigue teniendo que ver con la visita de Lavrov, su ministro de Exteriores, a China. Desde allí ha repetido que las relaciones entre ambos estados «han alcanzado un nivel sin precedentes», algo que es fundamentalmente cierto como hemos explicado recientemente, y difícilmente va a revertirse a pesar de los empeños que puedan darse desde el exterior.
Por otra parte, siguiendo con Rusia, el embajador ruso en Estados Unidos, Anatoly Antonov se ha quejado recientemente de que los Estados Unidos se nieguen a escuchar el rechazo categórico de su país a la posible entrada de Ucrania en la OTAN, ignorando por completo tanto la postura como los intereses de Rusia. Según Antonov: «La difusión por parte de funcionarios estadounidenses de declaraciones sobre la pertenencia de Ucrania a la alianza sólo confirma que la victoria incondicional de las Fuerzas Armadas rusas en el campo de batalla es la única opción correcta para nosotros».
Por último, finalizamos con la ayuda exterior a Ucrania, pues desde el ministerio danés de Asuntos Exteriores se ha anunciado una nueva ayuda por valor de 40 millones de coronas (más de 5 millones de euros) para apoyar el sector energético ucraniano. Según han declarado desde esta institución: «Una contribución danesa de 40 millones de coronas al sistema energético de Ucrania está en camino, después de que nuevos ataques violentos rusos a las infraestructuras dejaran a un millón de personas sin electricidad».
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