Mientras en los Estados Unidos hablan sobre el supuesto plan de Donald Trump para poner fin a la guerra, si alcanza la presidencia, obligando a Ucrania a ceder tanto Crimea como el Donbás a Rusia, así como sobre la forma en que la propaganda de este país está afectando a sus decisiones, Zelenski afirma que sin la ayuda de Washington Ucrania perderá la guerra. Sobre el frente, la situación continúa degradándose en torno a Chasiv Yar, aunque la batalla por esta ciudad todavía no ha comenzado. Todo en una jornada en la que la central nuclear de Zaporiyia habría vuelto a sufrir ataques con drones y en la que Rusia ha vuelto a ser acusada de utilizar armas químicas -en concreto gas lacrimógeno- contra su enemigo.
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En las pasadas horas se ha montado un interesante revuelo a propósito de una noticia publicada por el diario estadounidense The Washington Post, en la que se analizaba el supuesto plan del candidato a presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para poner fin a la guerra. Un plan que consistiría en presionar a Ucrania para que ceda Crimea y la región fronteriza del Donbás a Rusia y que, recordemos, Trump aseguró que podría llegar a negociar en las primeras veinticuatro horas tras su elección. Es decir, incluso antes de asumir oficialmente su mandato.
Lo primero que hay que decir es que, al menos desde el equipo de campaña de Trump, se han negado a confirmar que el plan sea o no cierto, asegurando que «Cualquier especulación sobre el plan del presidente Trump proviene de fuentes anónimas y desinformadas que no tienen idea de lo que está pasando o de lo que sucederá». Por lo tanto, nada de lo expresado en el artículo es oficial, sino meras especulaciones, por bien basadas que puedan estar. Por su parte, desde el ámbito de Trump considerarían las informaciones recogidas en el artículo como «fake news», mientras tratan de poner el acento en que a diferencia del actual presidente, Trump estaría buscando formas de detener las matanzas, mientras «Joe Biden está hablando de más asesinatos».
Dicho esto, más interesante del texto de The Washington Post es, por una parte, que dedica una parte de su extensión a la afinidad entre Trump y Putin, si bien no llega a dar ninguna explicación convincente de por qué esto es así, a pesar de dar argumentos como la supuesta admiración que el estadounidense siente por el ruso o de hacer referencia a las injerencias rusas en las elecciones de 2016 por las que Trump fue absuelto en su día.
Por otra, que afirma que Trump y su equipo –preocupados por el orden internacional tras la guerra de Ucrania– estarían buscando la forma de revertir lo que considerarían un error claro de la Administración Biden en relación con Rusia: el haber empujado a este país a echarse en los brazos de una China que consideran –al igual que la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, por cierto– como el principal problema del país. De hecho, precisamente en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2022 se dedica un apartado a ambos países y se dice, expresamente que están «más alineados entre sí», en una relación que no ha hecho sino estrecharse por la dependencia rusa de China.
Así las cosas, y en relación con esto, lo que el equipo de Trump -que no parece tener ningún plan de acción detallado- buscaría, sería alejar a Moscú de Beijing, no solo ofreciendo a Rusia una salida que le permita «salvar la cara» (al igual que a Ucrania), sino como parte de un plan mayor, que incluiría el alivio de las sanciones. Es, precisamente, uno de los aspectos más controvertidos. Hay que tener en cuenta que, a pesar de que en otras circunstancias la alianza entre Beijing y Moscú no tendría cabida, al ser países con disputas históricas y haber pasado Rusia a asumir un papel secundario que choca muy mal con su concepción de sí misma como potencia, en el actual contexto sí es así.
De hecho, la relación entre ambos estados es más sólida que nunca y, a pesar de que sin duda Putin y su camarilla saben que tanto por capacidad económica como humana o científica, Rusia está condenada a seguir siendo el socio débil, es muy posible que se encuentren cómodos en esta situación. Al fin y al cabo: 1) la República Popular de China no plantea un problema a la supervivencia del régimen; 2) a pesar de que puedan producirse ciertos encontronazos en áreas como Asia Central, en lo básico parecen haber llegado a un acuerdo claro respecto al papel de cada uno y sus áreas de influencia; 3) las armas estratégicas sirven no solo para regular la situación con sus enemigos, sino también entre ellos, al aportar estabilidad; 4) las relaciones económicas son cada vez más estrechas y complementarias y; 5) en un contexto en el que desde Rusia consideran que Occidente está librando una guerra para terminar con el país, los incentivos para recurrir al otro gran régimen revisionista y al principal antagonista de los Estados Unidos en la arena internacional, son obvios.
Es decir, que por más que Trump buscase separar a ambos estados, el resultado más probable del alivio de la sanciones a Rusia o de ofrecerle un resultado en Ucrania que puedan interpretar como una victoria sería no un alejamiento de China, sino más bien alimentar sus ambiciones respecto a Europa, un área en la que precisamente no choca con su aliado.
Pasando de la especulación a lo real, sobre el terreno tenemos en las últimas horas que se han producido nuevos ataques rusos con drones y misiles contra el territorio ucraniano, aunque a la hora de redacción de este informe no se ha publicado ningún recuento oficial por esta parte. En cualquier caso, se habrían vuelto a registrar explosiones en Odesa, donde la artillería antiaérea habría hecho frente a los drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), así como en Krivói Rog, mientras que drones rusos habrían atacado también Járkov, una región en la que se continúan sufriendo cortes eléctricos y respecto a la cual Zelenski ha mostrado recientemente su preocupación en relación con el aumento de ataques rusos contra esta región. Por otra parte, se ha registrado al menos un ataque ruso a la logística ucraniana en Udachne, diez kilómetros al oeste de Pokrovsk, esto es, a medio centenar de kilómetros de la línea de frente, abundando en lo que explicábamos ayer.
En el caso de Rusia, han vuelto a denunciar ataques ucranianos con drones contra las regiones de Bélgorod y Briansk, asegurando como es habitual que todos ellos han sido neutralizados por acción de las defensas antiaéreas.
Además de esto, durante la última jornada se habría producido un ataque con drones contra la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa como sabemos. Del lado ruso, como es lógico, acusan a Ucrania. Del ucraniano, una vez más, hablan de una acción de falsa bandera rusa, que tildan de «provocación». Desde la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), por su parte,«confirmaron los impactos físicos de los ataques con aviones no tripulados a la planta (…), incluido uno de sus seis reactores» , sin atribuirlos por nombre a Ucrania.
En cuanto a los movimientos, han sido prácticamente nulos. De hecho, en la última semana las ganancias rusas se cifran en alrededor de una quincena de kilómetros cuadrados. Las pérdidas materiales, en cualquier caso, siguen siendo altas, debiéndose en su mayor parte a la acción de los drones.
Por sectores, comenzando por el de Bakhmut, tenemos que Rusia ha lanzado nuevos ataques en dirección a la localidad de Chasiv Yar, librándose por el momento los combates en las cercanas Bohdanivka e Ivanivske, que lindan a noreste y sureste con Chasiv Yar. La situación es preocupante para las Fuerzas Armadas ucranianas (aunque la localidad no está en riesgo inmediato de caer), algunas de cuyas unidades piden ayuda a través de las redes en forma de donaciones, mientras sufren un incremento de los ataques mediante bombas planeadoras. Además, el Ejército ruso habría reanudado los ataques en el suburbio de Chasiv Yar al este del canal de agua dulce, mientras medios internacionales como The Guardian vuelven a publicar informaciones relativas al empleo de gas lacrimógeno por parte rusa en esta y otras zonas del frente.
La otra zona en la que se concentra la actividad, la de Avdiívka, sigue siendo también testigo de nuevos avances rusos, especialmente en la zona más meridional, con las tropas de este país acercándose cada vez más a Netailove, tras encontrar una vía para los avances a través de Vodiane.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En lo que concierne al apartado internacional, y como corresponde a los fines de semana, la actualidad ha disminuido considerablemente respecto a los días de labor. Lo más relevante han sido las declaraciones de Zelenski afirmando que, sin la ayuda de 61.000 millones de dólares que continúa bloqueada en el Congreso de los Estados Unidos, Ucrania se verá condenada a perder la guerra. Una declaración que ha sido realizada por el presidente ucraniano mientras hablaba con miembros de la organización United24, dedicada a la captación de fondos mediante los que continuar con el esfuerzo bélico.
Además de esto, Zelenski ha vuelto a expresar su preocupación por la situación en Járkov, sometida a constantes ataques rusos, a la vez que ha expresado su confianza en su cuerpo diplomático, que está trabajando en la forma de seguir captando ayuda internacional, pues «Existen sistemas de defensa aérea en todo el mundo que pueden ayudar. Sólo se necesita voluntad política para transferirlos a Ucrania». Un tema, el de Járkov, que han llegado a tratar en las últimas horas incluso medios como The Economist, argumentando que «Rusia quiere hacer inhabitable la segunda ciudad de Ucrania», o más exactamente una «zona gris» en la que los civiles no puedan hacer vida normal, mientras se teme que sea el objetivo de una gran ofensiva rusa durante el próximo verano.
La otra noticia importante, aunque ya la adelantamos en el informe de ayer, es la llegada del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, a la República Popular de China, en donde hablará como explicamos, y entre otros temas, de la situación en Ucrania. El viaje, que tendrá una duración de dos días, servirá además para preparar el terreno de cara a la próxima llegada de Putin a Beijing, que se producirá el próximo mes de mayo.
En otro orden de cosas, desde el Reino Unido el secretario de Exteriores, David Cameron, ha advertido a los Estados Unidos respecto de las consecuencias del bloqueo de la ayuda a Ucrania. Según el político británico, la seguridad de Occidente está en riesgo a menos que se apruebe financiación adicional. Declaraciones que ha hecho apenas unos días antes de que su agenda le lleve precisamente a Washington, en donde tratará estos y otros temas con el secretario de Estado norteamericano y con diversos políticos estadounidenses.
En relación con esto, hay que tener en cuenta que, después de las vacaciones de Pascua, los congresistas regresan a Washington esta semana, siendo uno de los principales puntos en su agenda el tema de la ayuda a Ucrania. Respecto a esta, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ha venido desde hace un tiempo dando un paso al frente, como explican en la editorial del Wall Street Journal, lo que no significa que sin captar más apoyos desde las bancadas republicanas pueda desbloquearse el paquete de ayuda.
Siguiendo con los Estados Unidos, en las últimas horas han sido noticia las declaraciones del presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Turner, del partido Republicano, quien ha afirmado que es «absolutamente cierto» que la propaganda rusa ha «infectado» a parte de su propio partido, desde donde se lanzan campañas «antiucranianas y prorrusas». Turner añadió, además, que esta propaganda hace cada vez más difícil proporcionar ayuda a Ucrania y presentar una imagen clara de la batalla entre democracia y autoritarismo a la vez que culpaba a los medios conservadores. Turner ha apoyado así las declaraciones -anteriores- de Michael McCaul, a la sazón presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, quien también había criticado la deriva tomada por el partido.
Por último, cerramos con la ayuda internacional, pues desde el Ministerio de Energía de Lituania han propuesto desmantelar las centrales eléctricas cerradas de su país para proporcionar a Ucrania los repuestos necesarios para reparar la infraestructura energética dañada. Así lo ha hecho público el ministro de Energía de Ucrania, German Galushchenko, quien habría hablado recientemente con su homólogo letón. En este caso, el asunto para Ucrania es que Letonia dispone todavía de equipos de origen soviético en algunas de sus instalaciones ya clausuradas, que podrían ser muy útiles para suplir el material destruido por los ataques rusos y que ya no está en producción.
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