La guerra de Ucrania sigue su curso, caracterizada como un conflicto altamente demandante en cuanto a recursos humanos. A la espera de la decisión que se tome en Kiev respecto de una movilización que muchos consideran que no puede retrasarse más, en Rusia continúan acumulando fuerzas para redoblar su ofensiva en los próximos meses. La «carne de cañón», utilizada de forma inmisericorde, está jugando un papel clave al hacer posible las tácticas del Ejército ruso, controvertidas, pero adecuadas a sus intereses. Mientras tanto, el Papa ha vuelto a pedir paz, así como que se devuelvan todos los prisioneros, Rusia amenaza con boicotear los productos franceses tras las declaraciones de Anne Hidalgo y ha solicitado a Ucrania la extradición del jefe del Servicio de Seguridad (SBU), Vasyl Maliuk, por su relación con los ataques, entre otros, al puente de Crimea…
Ayuda a mantener este sitio haciendo una donación:
https://www.buymeacoffee.com/guerradeucrania
El término «carne de cañón» goza, no sin lógica, de muy mala prensa en Occidente. Por distintas razones, la vida humana en estas latitudes tiene una importancia y goza de una consideración y protección que no es tan habitual en el resto del mundo o, al menos, en buena parte de este. Es por eso que muchos no entienden que el Kremlin pueda utilizar los efectivos que tiene a su disposición como un recurso fungible más, cuyo papel en muchos casos es el de ser sacrificados en pos de una pequeña ventaja táctica, con suerte operacional y, en el contexto de una guerra de desgaste, por supuesto, estratégica.
Comenzando precisamente por este último nivel, resulta ocioso explicar una vez más que, una vez fracasada la operación de decapitación y los sucesivos intentos, desde la imposición de costes a operaciones como la del saliente de Izium, y una vez Ucrania logró recuperar Járkov y el norte de la región de Jersón, en Rusia pasaron a apostar por una guerra de desgaste a sabiendas de lo que esta implicaba. La movilización y la forma en que esta se hizo, enviando inmediatamente al frente a miles de reclutas sin experiencia, ni adiestramiento o equipo adecuados destinados exclusivamente a estabilizar la situación, dejaron claro ya entonces el absoluto desprecio del régimen ruso por las vidas de sus uniformados.
No hacían nada nuevo. Simplemente apostaban por hacer uso de aquel recurso del que disponían en mucha mayor cantidad que sus enemigos y que, además, estaba disponible de forma más inmediata, pues a diferencia del armamento, de la munición o de los sistemas de armas, que debía o bien producirse, o adquirirse, o ser devuelto al servicio, el elemento humano estaba ahí. Es cierto que no siempre era sencillo de reclutar, pero aun así el régimen tenía mecanismos sobrados para acceder a una gran masa de reclutas -por ejemplo abriendo la puerta al reclutamiento de presidiarios o de voluntarios de las regiones más pobres- en una situación de emergencia, como la vivida en otoño-invierno de 2022.
Una vez solucionados los problemas iniciales, y máxime sabiendo que una parte sustancial de los movilizados por decreto presidencial serían entrenados para las operaciones que se llevarían a cabo más adelante y que por entonces Wagner Group era la organización que permitía canalizar el mayor número de bajas (además sin dar explicaciones), contaban con un cierto margen temporal y de maniobra de cara a dotarse de las herramientas necesarias como para lograr un flujo constante de hombres, susceptible de cubrir las bajas previstas. Sin duda, respecto a estas, en la cúpula rusa sabían que iban a ser numerosas, de ahí el esfuerzo puesto en establecer un sistema que les permite, según algunos cálculos, captar hasta un millar de nuevos voluntarios por día, más que suficiente para cubrir las bajas diarias –que en esta fase de la guerra podrían no ser tantas; no así las pérdidas materiales-.
También sabían que, llegado el caso, la capacidad de absorber un número de bajas atroz, podría determinar el resultado de la guerra, en tanto Ucrania no estaba ni está en disposición de asumir este tipo de apuesta, en tanto su base demográfica no solo era muy inferior ya al inicio de la guerra, sino que por distintas razones no ha dejado de disminuir desde entonces. Así las cosas, y por más que este país estuviese dispuesto a defenderse y lograse una relación de bajas aceptable, en algún momento comenzaría a experimentar problemas, algo que hemos comenzado a ver de forma cada vez más acusada en los últimos meses.
Lo anterior, bárbaro o no, se traduce en una ventaja estratégica para Rusia. Especialmente dado que los rusos étnicos no son precisamente quienes están cargando con el peso de la guerra, sino que hay una amplia representación de las minorías del país entre quienes son enviados al frente. Una apuesta que, en cualquier caso, se traduce también en el día a día en una ventaja táctica, que es aprovechada por el Ejército ruso para lograr pequeños avances y, con ello, poco a poco mejoras también operacionales. Es así como lograron la toma de Bakhmut o más recientemente la de Avdiívka; posibles puntos de partida para las nuevas ofensivas que se espera lleven a cabo en los próximos meses.
Por supuesto no hay nada de genialidad en el uso táctico de la «carne de cañón». En este sentido, desde Rusia no han hecho ninguna verdadera innovación en este ámbito, sino que están recurriendo a su experiencia histórica y a su acervo doctrinal, recurriendo a lo que se conoce como «reconocimiento en fuerza» para imponerse en muchas pequeñas batallas, todas ellas muy sangrientas, pero que día tras día le permiten hacerse con una pequeña trinchera, un conjunto de casas, una línea de árboles, etcétera.
Una táctica que Piotr Mitkiewicz, un voluntario polaco que ha luchado en la Legión Internacional de Ucrania, desgranaba en una reciente entrevista y que no es en absoluto nueva, sino que la hemos visto ser implementada, con pequeñas variaciones, desde por lo menos la toma de Severodonetsk y Lysychansk, si no antes. Táctica, además, basada en la distinción, dentro de las tropas a su disposición, entre aquellas destinadas al sacrificio, aquellas que cargan con el peso de los combates y aquellas -aunque esto no lo dice Mitkiewicz- que sí disponen de un grado de preparación superior y cuentan con el material adecuado, y que se emplean para labores específicas, desde actuar como oficialidad para las anteriores a tomar posiciones de mayor importancia, llegado el caso.
Ni más ni menos que lo que hacía el núcleo de Wagner, bien pagado y formado, al dirigir a los ex-presidiarios «al matadero», permitiendo que con sus asaltos desvelasen la posición de los defensores ucranianos y haciendo así posible los bombardeos de «ablandamiento» previos a un nuevo asalto. Un ciclo que se repetía una y otra vez hasta que las posiciones enemigas eran lo suficientemente débiles como para proceder con su limpieza, papel este que se encomendaba a tropas de mayor calidad.
En el caso más actual, al que se refiere Mitkiewicz, lo que estamos viendo es cómo Rusia lanza asaltos, destinados a obtener información sobre las posiciones enemigas. Por supuesto, el número de bajas en todos estos asaltos es importante, como ha ocurrido hace apenas unas horas en Tonenke. Sin embargo, gracias a la capacidad de monitorizar el campo de batalla que ha venido perfeccionando Rusia (y de la que no disponía al principio de la guerra), cada uno de estos asaltos permite determinar desde dónde y cómo se defienden exactamente los ucranianos, lo que a su vez posibilita afinar el uso tanto de los medios artilleros, como de las bombas planeadoras, que tantos réditos le están dando en los últimos tiempos.
Posteriormente, los asaltos se repiten con una segunda ola de fuerzas, mejor preparadas, que tienen como cometido tanto seguir desvelando las posiciones enemigas, como en su caso, tomar aquellas que sea posible tomar. Finalmente, una vez repetido el ciclo de bombardeos, las tropas de «tercera ola», las más capaces, llevan a cabo las acciones finales de limpieza y consolidación. Tropas, por cierto, de las que Mitkiewicz tiene una buena consideración, reconociendo su calidad, así como en general el valor con el que luchan los rusos.
Obviamente, que Rusia tenga que recurrir a este tipo de tácticas, y por más que con su forma de entender la guerra, nos indica también que continúan teniendo carencias en cuanto a observación, reconocimiento y capacidad de ataque de precisión. Quizá en otras circunstancias, tratasen de ahorrar vidas, confiando en la tecnología para ello. Sea o no, lo que está claro es que hacen uso de aquellos medios -precisamente, el considerar el elemento humano como un mero medio es lo determinante aquí- a su disposición y que, aunque para muchos este proceder sea inhumano, esta apuesta se está demostrando útil, una vez más.
Pasando ya a lo ocurrido sobre el terreno en las últimas horas, y aunque se han lanzado diversas alertas por el sobrevuelo drones y misiles rusos sobre Ucrania, no hay todavía recuento oficial, por lo que es difícil saber si Rusia está enviando una nueva oleada como la de jornadas anteriores –denunciadas una vez más por Zelenski– o si se trata de lanzamientos más esporádicos.
En el caso de Rusia, nuevos bombardeos ucranianos han causado daños en la región de Bélgorod, falleciendo una mujer en la aldea de Dunaik, según el gobernador regional, Viacheslav Gladkov. Como cada día, desde el Ministerio de Defensa ruso han denunciado el lanzamiento de drones y cohetes sobre esta región.
Dicho lo anterior, y cambiando a las novedades relativas a los enfrentamientos y los cambios de posición tenemos, comenzando por el área de Bakhmut, que el Ejército ruso ha logrado hacerse con una nueva fracción de terreno en dirección a Chasiv Yar, a donde están logrando acercarse a caballo de la carretera 00506.
En el caso de Avdiívka nos encontramos, por una parte, con avances en dirección a Berdychi, al norte de la línea que iba desde esta localidad a Pervomaiske. Y es que a pesar de que los ucranianos han logrado hace unas horas rechazar un ataque ruso con decenas de carros y blindados en esta zona, cobrándose numerosas bajas, en términos generales la situación no deja de degradarse, perdiendo terreno también en Tonenke y en la más meridional Pervomaiske, de la que Rusia controla ya la mayor parte, además de haber consolidado su control sobre la vecina Vodiane, desde donde atacaban dicha localidad.
Además de esto, también se ha combatido más al sur, en Novomykhailivka, aunque en las últimas horas no se han registrado cambios de posición.
Por cierto, que en las últimas horas tanto rusos como ucranianos han logrado destruir sendos sistemas S-300 contrarios. Los primeros, en las inmediaciones de Járkov, los segundos, en Mariúpol.
Además, resulta interesante ver cómo evolucionan las obras de las líneas férreas que Rusia están construyendo en Donetsk, en dirección entre otros a Mariúpol, y que podrían tener un importante papel no solo para vertebrar la economía de las regiones ocupadas, sino también de cara a próximas operaciones militares.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, una jornada más las noticias son escasas y, en muchos casos, poco relevantes. Además, la atención en las últimas horas ha estado centrada en las elecciones locales que se han venido celebrando en Turquía y en las que Erdogan parece haber obtenido unos pobres resultados (imponiéndose el partido Kemalista), lo que podría afectar a su margen de maniobra y legitimidad en los próximos meses, aunque no debería tener un impacto crucial sobre el papel que este gobernante juega respecto a la guerra de Ucrania.
Dicho esto, la jornada de ayer fue testigo de numerosas referencias a lo ocurrido dos años atrás en Bucha, Irpin o Borodyanka, en donde las tropas rusas asesinaron a decenas de civiles. Sobre el tema se han pronunciado desde Zelenski a Borrell. El primero, además, ha aprovechado para visitar la zona y para mostrar la forma en que ha sido reconstruidas tanto Irpin como Borodyanka.
En otro orden de cosas, durante esta última jornada se ha vuelto a hablar de los intercambios de prisioneros. Ha sido el Papa Francisco quien ha vuelto a pedir no solo el fin de los conflictos que se están librando actualmente, sino también que se aceleren los intercambios de prisioneros: «Al pedir el respeto de los principios del derecho internacional, expreso mi esperanza de un intercambio general de todos los prisioneros entre Rusia y Ucrania: todos por todos», ha dicho el Sumo Pontífice.
A colación, en el diario británico The Telegraph, han dedicado un artículo a un tema del que no suele hablarse, pero que se ha mantenido en marcha durante todo lo que llevamos de guerra en Ucrania: el intercambio de cadáveres. Por extraño que pueda parecer, esta práctica no se ha interrumpido en prácticamente ningún momento, pese a todas las dificultades que entraña, desde el desminado de caminos previo al paso de los convoyes, a las negociaciones previas o a los propios encuentros entre rusos y ucranianos. Con todo, hay que decir que la cifra de cadáveres intercambiados sigue siendo reducida, pues asciende, en el caso de los ucranianos, a 2.495 cuerpos hasta el momento.
Cambiando de tercio, y pasando a Francia, tenemos que el ministro francés de Asuntos Exteriores, Stéphane Séjourné, ha estado recientemente de visita en Pekin. Allí, entre otros temas, ha hablado con su homólogo chino sobre Ucrania y ha mostrado su confianza en que el régimen comunista envíe a Rusia «mensajes muy claros» relativos a la guerra. Según Séjourné: «Estamos convencidos de que no habrá una paz duradera si no se negocia con los ucranianos. No habrá seguridad para los europeos si no hay paz de acuerdo con el derecho internacional. Por tanto, es una cuestión esencial para nosotros. Por eso Francia está decidida a mantener un diálogo estrecho con China».
Francia, además, ha sido noticia en relación con Rusia por otro asunto, y es que tras declarar Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, en el marco de una visita a Kiev, que los atletas rusos y bielorrusos no son bienvenidos a la ciudad que gobierna -y en la que se celebrarán de aquí a unos meses los Juegos Olímpicos-, desde Rusia la portavoz de Exteriores, María Zajárova, ha pedido en Telegram o, más bien ha amenazado, con el boicot a los productos galos.
Por último, cerramos con una noticia curiosa, pues desde Rusia han solicitado a Ucrania la extradición del jefe del Servicio de Seguridad de este país (SBU),Vasyl Maliuk, así como de otros miembros de esta institución, invocando sendas convenciones antiterroristas internacionales. Según Rusia, Maiuk, que habría admitido haber organizado el ataque al puente de Crimea en octubre de 2022, debe ser juzgado en el país. Desde Ucrania, por su parte, consideran estas peticiones «inútiles» y «cínicas».