Durante las últimas horas, la mayor parte de la actualidad de la guerra de Ucrania ha girado en torno a las consecuencias y reacciones al brutal atentado del Crocus City Hall, con un balance de víctimas mortales que excede ya las 130. Las dudas en torno a las acciones policiales llevadas a cabo por Rusia, así como en relación con las motivaciones del Kremlin, que ha apuntado como era de esperar a Ucrania, unidas al empleo de conocidos propagandistas e incluso de deep fakes para justificar ciertos relatos, han protagonizado la jornada. No obstante, no son las únicas noticias de un día en el que Ucrania ha seguido atacando depósitos de combustible rusos y en el que Rusia ha lanzado una nueva oleada de ataques contra este país.
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En el informe de ayer, con la información muy reciente, planteábamos la posibilidad de que, independientemente de lo que las pruebas sugiriesen acerca de la autoría de los ataques al Crocus City Hall, en el Kremlin lo utilizasen para justificar una escalada o que, llegado el caso, la fijación rusa con Occidente les llevase inexorablemente a la conclusión de que tanto Ucrania como sus aliados estaban detrás del una acción que el Estado Islámico había reclamado a través de las redes sociales y de cuya posibilidad se había venido alertando al Kremlin desde semanas atrás, incluso por parte de los Estados Unidos. Avisos que, sin embargo, Putin tomó como «un chantaje».
Con el paso de las horas, sin embargo, se abría una posibilidad adicional: que con la intención de desviar la atención sobre los fallos de inteligencia y de seguridad cometidos, desde Moscú utilizasen a Ucrania y Occidente como chivo expiatorio. Es hacia esta explicación hacia la que parece dirigirnos todo lo ocurrido en las horas posteriores al salvaje atentado, que por el momento ha costado la vida a 133 civiles rusos, así como a varios de los supuestos terroristas. Dicho de otra forma: el Gobierno ruso ha vuelto a recurrir a su manual de guerra informativa para ocultar un fracaso en la lucha antiterrorista, aprovechando para canalizar la ira de la población hacia el «gran enemigo».
Recordemos, una vez más, que en el caso de Rusia la desinformación no se basa siempre en imponer un nuevo relato sino que en muchos casos tratan de evitar precisamente que ninguna de las explicaciones más lógicas cale, sembrando dudas sobre todas ellas. Es lo que se conoce como «dispersar mierda» (con perdón): una táctica encaminada a ocultar la verdad no tanto planteando una explicación alternativa a la real como diseminando informaciones en muchos casos poco creíbles, pero que terminan por hacer dudar al público sobre la veracidad de todas ellas, incluyendo las razonables, como que el Kremlin tenía datos sobrados para prever la amenaza -venían de realizar varias operaciones antiterroristas en los últimos meses-, pero en última instancia no ha sido capaz de evitar su consumación.
Se diría pues que asistimos a un uso oportunista de un suceso que, en otras condiciones, podría tener consecuencias negativas para la imagen del Kremlin pero que, bien aprovechado, sirve para seguir alimentando el nacionalismo extremo y el odio a Occidente en una sociedad rusa que vive en guerra permanente. La parte «buena» de todo esto es que, a pesar de intentar vincular a los atacantes con Ucrania –algo que ha hecho el propio Putin– por el momento no se detectan indicios que hagan pensar que se trataba de una operación de falsa bandera destinada a justificar una movilización o una escalada. De hecho, a pesar de hablar desde instancias rusas como era previsible de «guerra híbrida» occidental (ayer hablamos sobre ello) contra Rusia, la postura oficial por el momento es la de que esto no cambiará en nada la política exterior rusa.
Todo lo cual no implica que en el futuro, el ataque al Crocus City Hall y el clima de odio generado en el interior de Rusia contra Ucrania y contra Occidente pueda ser aprovechado como parte de los argumentos mediante los cuales justificar una movilización y una escalada, claro está…
Dicho esto, ya desde los primeros momentos, como explicamos, Margarita Simonyan comenzó a desacreditar públicamente la versión que culpaba al Estado Islámico de los atentados (obviamente no mueve un dedo sin indicaciones gubernamentales), a pesar de que esta organización había reclamado la autoría e incluso llegado a publicar un vídeo tomado por los asaltantes (bastante gráfico como acostumbran a hacer). Con el paso de las horas, el relato ruso ha seguido esta línea, tratando por una parte de ligar las acciones de forma bastante poco sólida con Ucrania y con Occidente, poniendo de paso a todos los bots y propagandistas en las redes sociales (ver tuit sobre estas líneas y este enlace) a trabajar en recordar unos hipotéticos (demostrar las cosas es lo de menos) vínculos entre los Estados Unidos y el ISIS y entre los asaltantes y Ucrania; un tema sobre el que también hablaba la prensa rusa, lógicamente.
Así las cosas, aunque todo apuntaba al ISIS-K como explicábamos ayer, y aunque pronto se publicaban las imágenes de cuatro ciudadanos tayikos en busca y captura, lo más relevante es que en cuestión de unas pocas horas el vehículo en el que viajaban (al parecer en dirección a Bielorrusia y no a Ucrania como dicen las autoridades rusas, pues estaban mucho más cerca del primer país y no parece sencillo cruzar la frontera con un estado en guerra) fue detenido, siendo dos de los hombres abatidos y otros dos capturados y comenzando toda una serie de especulaciones acerca de si quienes aparecían en el vídeo del Estado Islámico y los anteriores eran los mismos.
La actuación de las autoridades rusas, con exposición pública de los detenidos, torturas físicas y confesiones «en directo» sobre que habrían sido contratados a través de la web para cometer el atentado, disparando de forma indiscriminada contra decenas de personas por una cifra ciertamente ridícula (se habla de medio millón de rublos, es decir, unos 5.000 euros al cambio) no han hecho sino aumentar las sospechas sobre todo lo ocurrido y sobre la posibilidad de un montaje. Sospechas agravadas por el empleo de deep fakes incluso en canales de televisión rusos, para los cuales se ha recurrido a la Inteligencia Artificial para generar documentos de audio y vídeo con los que ligar a Ucrania con los atentados.
Sin embargo, no hay que perder de vista que las tácticas rusas de guerra informativa, por más que incluyan montajes en ocasiones burdos y manipulaciones de todo tipo, son sumamente efectivas. De hecho, no hay más que hacer un escaneo de las redes sociales para ver el grado de apoyo que automáticamente logra cualquier teoría conspiratoria (muchas de ellas surgidas precisamente por la necesidad rusa de sembrar la duda ante diversos hechos), confirmando el acierto ruso a la hora de utilizar este tipo de teorías como un arma en sí mismas, algo que los vectores hoy en día disponibles facilitan en gran medida y que no puede sino empeorar.
Mientras todo lo anterior se aclara -o se enquista, que es lo más probable-, Rusia ha continuado con el lanzamiento de drones y misiles contra Ucrania, manteniendo la presión sobre los antiaéreos de este país de las dos jornadas previas. Así las cosas, aunque desde este país aseguran haber derribado 18 misiles KH-101/555 (uno de los cuales habría entrado en espacio aéreo polaco) y 25 drones suicidas tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), han sido varios los impactos que se han registrado, viéndose afectadas localidades como Krivói Rog. Todo indica que los ataques continúan dirigiéndose contra la red eléctrica ucraniana. Esta, desde el inicio de la campaña de ataques estratégicos en invierno de 2022, acumularía daños totales, según las autoridades ucranianas, por valor de 11.500 millones de dólares. Curiosamente, y a pesar de las espectaculares imágenes de hace un par de días en la central hidroeléctrica del Dniéper, según la empresa operadora su capacidad de generación apenas se habría visto reducida en un 20 por ciento.
Los ucranianos, por su parte, haciendo caso omiso de las peticiones estadounidenses, han continuado con sus ataques sobre los depósitos de hidrocarburos y las capacidades de refino rusas en lo que algunos han denominado ya una estrategia de «los mil cortes», pues su objetivo pasa por desangrar la economía rusa al privarle de una de sus principales fuentes de ingresos, a la vez que la población del país soporta también las restricciones y el encarecimiento. De este modo, en las últimas horas drones ucranianos han alcanzado Crimea, concretamente Hvardiyske, en donde un depósito de combustible ha sufrido un incendio. También han alcanzado la ciudad de Sebastopol, en donde se han registrado varias explosiones y los ucranianos hablan de un ataque sobre dos buques de desembarco rusos. Desde Rusia, mientras tanto, anuncian un plan para desplegar sistemas antiaéreos en diversas refinerías, aunque dado el tamaño del país y la cantidad de instalaciones no será fácil protegerlas en condiciones.
Por lo demás, son escasas las novedades, salvo en el caso de Bakhmut, en donde las tropas rusas habrían logrado completar la toma de Ivanivske después de alrededor de un mes de combates. Se trata de una localidad al oeste de la ciudad de Bakhmut, como decimos, que podría servir de punto de partida para futuras ofensivas en dirección a Chasiv Yar. No obstante, y como explicamos, esta última población se encuentra en una posición privilegiada desde el punto de vista de la orografía, con lo que su toma debería resultar mucho más difícil si cabe.
El otro punto caliente sigue estando al oeste de la ciudad de Donetsk en donde, en torno a Avdiívka continúa la presión rusa contra localidades como Berdychi y Semenivka, a la vez que intentan avanzar en los alrededores de Tonenke, ya en su poder. Situación similar a la que se vive en las inmediaciones de Mariínka, con ataques renovados contra Krasnohorivka, Heorlivka o Novomykhailivka, aunque por el momento sin cambios sustanciales.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, aunque continúan produciéndose reacciones al ataque al Crocus City Hall, y como es habitual los fines de semana, la actividad institucional se ha reducido en gran medida.
A diferencia de ayer, hoy Zelenski sí ha hecho referencias a este suceso en su discurso diario, afirmando que la explicación es obvia y criticando los esfuerzos rusos por vincular lo ocurrido con Ucrania. Es más, ha llegado a decir que «Esos cientos de miles de rusos que ahora están matando en suelo ucraniano serían sin duda suficientes para disuadir a cualquier terrorista», en referencia a la incapacidad rusa de evitar los ataques.
Uno de sus principales subordinados, Andriy Yermak, a la sazón jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, ha mantenido durante la última jornada una reunión con la embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de los Estados Unidos en Ucrania, con quien habló sobre los últimos ataques rusos contra las ciudades y la infraestructura ucraniana, agradeciendo el apoyo norteamericano.
En otro orden de cosas, en las últimas horas se ha sabido que la empresa francoalemana KNDS (suma de KMW y Nexter Defense Systems) abrirá una subsidiaria en Ucrania en los próximos meses, dedicada a la producción de munición y la reparación del material en servicio. Recordemos que Nexter es, entre otros, el fabricante de los obuses autopropulsados CAESAR, de los que solo durante 2024 se espera suministrar 75 unidades más a las Fuerzas Armadas ucranianas. El anuncio ha sido hecho por el propio ministro de defensa galo, Sébastien Lecornu a través de las redes sociales, en el marco de una reunión con su homólogo alemán, Boris Pistorius.
Además de esto, en las últimas horas se ha sabido que los primeros pilotos ucranianos de F-16 entrenados en el Reino Unido han concluido su formación con la Royal Air Force, tras lo cual se dirigirán a Francia para continuar el proceso en este caso de la mano de los instructores de la Fuerza Aérea gala.
Por último, en las próximas horas habrá que estar atentos a los resultados de las elecciones presidenciales que van a celebrarse en Eslovaquia. Este pequeño país europeo debe votar la primera vuelta, eligiendo entre un candidato -Peter Pellegrini- más cercano al Kremlin y apoyado por el primer ministro populista Robert Fico y entre el ex Ministro de Asuntos Exteriores, Ivan Korcok, favorable a Ucrania.