Las últimas horas han estado marcadas, mucho más que por lo ocurrido en el campo de batalla, por el salvaje ataque terrorista que se ha vivido en el centro comercial Crocus City Hall de Krasnogorsk, en la región de Moscú, que ha dejado un saldo de más de medio centenar de víctimas. Una acción que apunta claramente al Estado Islámico -organización que de hecho ha reconocido su responsabilidad- pero que por diversas razones podría tener consecuencias para el devenir de la propia guerra. Más allá de esto, en las últimas horas han continuado los combates, los intercambios de ataques a larga distancia entre rusos y ucranianos y el Reino Unido ha anunciado un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por valor de 60 millones de libras.
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La última jornada de guerra en Ucrania ha quedado irremediablemente marcada por un suceso brutal ocurrido no en este país, sino en Rusia. Concretamente en Krasnogorsk, en la región de Moscú. Allí, en el centro comercial Crocus City Hall, en cuyo auditorio iba a celebrarse un concierto para el que estaban todas las localidades vendidas, un grupo formado al parecer por cinco hombres abrió fuego contra la multitud y detonó varias granadas (o bien lanzó cócteles Molotov), provocando una masacre que ha dejado un número de víctimas todavía por determinar, pero que superaría holgadamente el medio centenar, hablándose según la fuente a la hora de la redacción de este informe de 70 personas. Una carnicería agravada por el incendio posterior y el hundimiento del tejado del edificio, donde podrían haberse refugiado algunas personas buscando salvarse del efecto de las armas automáticas portadas por los terroristas.
Por el momento, son varias las hipótesis, siendo la más probable dado el modus operandi (no han buscado rehenes ni ha sido un ataque con bomba, sino que han ido a causar el máximo daño posible empleando armas de fuego a sangre fría) que se trate de una acción llevada a cabo por terroristas de corte islamista radical como podrían ser los del Estado Islámico del Gran Jorasán (ISIS-K). Es más, con el paso de las horas llegaría a publicarse que el Estado Islámico habría asumido la responsabilidad sobre la acción, lo que no servía para despejar todas las dudas, ni siquiera aunque fuentes oficiales de países como los Estados Unidos confirmaban a la prensa la validez del mensaje publicado por el grupo terrorista.
Dicho lo anterior, hay que tener en cuenta que, desde los primeros instantes tras el ataque, y desde diversas fuentes, se venía hablando de un ataque de falsa bandera preparado por Moscú para justificar una ulterior escalada y un recrudecimiento de los ataques contra Ucrania, así como una hipotética movilización. De hecho, eran los medios y cuentas pro-ucranianos y la propia inteligencia militar ucraniana quienes hablaban abiertamente de esta posibilidad. Además, desde fuentes ucranianas se criticaba también el hecho de que la Guardia Nacional hubiese tardado una hora en presentarse en el lugar, a pesar de estar muy próximo a una de sus bases.
El ataque, que tenía obvios ecos de tragedias como las del teatro Dubrovka o el colegio de Beslán, es cierto que también podía recordar a la cadena de atentados que, en 1999, sirvió al Kremlin para justificar –junto a la invasión de Daguestán por los radicales chechenos– el inicio de la segunda guerra de Chechenia. Sin embargo, aunque autores como Masha Gessen han hablado abiertamente sobre cómo estos últimos atentados fueron una acción organizada por el Kremlin para forzar la intervención en Ucrania y fortalecer la situación de un Putin que debía afianzarse de cara a las elecciones de marzo de 2000, este continúa siendo un extremo sin confirmar.
En el caso que nos ocupa, y por más que la hipótesis de la falsa bandera fuese tentadora, la ejecución del ataque, como hemos dicho, apuntaba a una autoría islamista. Además, no debe olvidarse que en las semanas previas Rusia había venido llevando a cabo operaciones antiterroristas precisamente contra el ISIS-K en localidades como Moscú o en el Cáucaso Norte. También que Putin había recibido avisos sobre posibles ataques terroristas. Incluso la embajada de los Estados Unidos en Rusia o las autoridades británicas llegaron a alertar sobre la posibilidad de que se produjesen atentados por parte de extremistas en suelo ruso en las próximas 48 horas. Es más, las primeras declaraciones desde los Estados Unidos en relación con el ataque al Crocus City Hall fueron para asegurar que no había indicio alguno de implicación ucraniana en el atentado. Por otra parte, la elección de la fecha también parecía simbólica, pues al igual que los atentados de Zaventem en Bruselas en 2016 o los de Londres en 2017, el ataque tenía lugar un 22 de marzo.
Ahora bien, nada de esto era suficiente como hemos dicho para que desde Ucrania cesasen en las acusaciones contra Moscú, lo mismo que hacían los grupos de opositores al Kremlin. En todos los casos, veían una «provocación» por parte de Rusia, destinada a justificar una movilización y renovados ataques contra su país. Además, de por medio y entre la confusión que suele rodear a este tipo de eventos, se iban sucediendo las noticias y los desmentidos. Por ejemplo, se hablaba de una furgoneta blanca con placas de matrícula ucranianas (posteriormente se vería que eran bielorrusas) en las inmediaciones del lugar. También se hablaba de una supuesta orden de detención contra cinco hombres procedentes de Ingusetia; mensajes que posteriormente serían borrados por las cuentas que los habían difundido o de la detención de un hombre que podría haber estado implicado en el ataque. Las escenas en el exterior del Crocus City Hall, como suele ocurrir en estos casos, eran caóticas, con las fuerzas de seguridad rusas intentando discriminar a posibles terroristas que hubiesen podido camuflarse entre quienes abandonaban el edificio. Además, aparecían vídeos de uno de los supuestos terroristas caminando armado para dejar el lugar, aunque su veracidad era muy difícil de demostrar. Incluso de la evacuación de otro centro comercial, en esta ocasión en San Petersburgo. Todo mientras se publicaban incluso listados provisionales de víctimas con nombres y apellidos: un suma y sigue constante durante horas.
En el aire, un temor: que falsa bandera o no, el Kremlin pudiese llegar a ligar el ataque con una acción occidental o ucraniana, entendiendo que se trataría de grupos patrocinados por Occidente de alguna manera o que estos hubiesen sido utilizados como parte de una acción híbrida de algún tipo. En realidad, la forma en la que el Kremlin pudiese enlazar o ocurrido en el Crocus City Hall con Ucrania y sus aliados era lo de menos. Lo preocupante era la posibilidad de que esto ocurriese, lo que ayuda mejor a entender por qué desde los Estados Unidos se habían apresurado a negar cualquier implicación ucraniana. Es más, aunque como hemos dicho se habían llegado a publicar noticias relativas a un reconocimiento de la acción por parte del Estado Islámico e incluso desde los EEUU daban por buena esta opción, desde Rusia Margarita Simonyan, conocida propagandista afín al Kremlin, descartaba la opción del ISIS-K como un fake o noticia falsa.
El problema de esto último es que, precisamente por su papel habitual, Simonyan podría estar adelantando la postura de Rusia en relación con el ataque. Es decir, que aunque haya indicios sobrados como para creer que se trataría de una acción llevada a cabo por terroristas islámicos, el Kremlin podría entender de todos modos que la responsabilidad última sería ucraniana y, por extensión, occidental, si no directamente de los aliados de Ucrania. Esta posibilidad, alentada por la actitud ucraniana, que no ha dejado de hablar de falsa bandera desde el primer momento sin aportar prueba alguna, es ahora mismo el mayor peligro.
Es decir, que en una situación particularmente tensa e incluso dejando al margen las pruebas, una cúpula rusa que está obsesionada desde hace años con las injerencias occidentales en su política interna llevadas a cabo como parte del tipo acciones híbridas que resumiera en su día el general Guerásimov (y que está detrás del origen de la mal llamada «Doctrina Guerásimov»), podría terminar viendo en lo ocurrido un nuevo intento de desestabilizar el régimen. Así, en lugar de responder a la amenaza que plantea el ISIS, podría optar por la movilización, entendiendo que el problema a responder está en Europa y no en el Cáucaso. El hecho de que Putin hiciese caso omiso a las advertencias occidentales sobre posibles atentados podría ir en esta línea, aunque es pronto para sacar conclusiones. Lo que sí está claro es que lo ocurrido añade un nuevo punto de incertidumbre a una situación ya de por sí volátil.
Desde el Ministerio de Exteriores de Ucrania, en cualquier caso, seguían negando las acusaciones que, al parecer, habían hecho también funcionarios rusos, al respecto de la implicación ucraniana en el ataque. Mientras tanto, desde la Unión Europea ni los responsables de la Comisión, el Consejo o el SEAE hacían declaraciones. Sí algunas capitales comenzaban a pronunciarse a través de sus ministerios de Exteriores, como España o Francia. En el primer caso, expresaban la solidaridad con las víctimas, mientras que en el segundo, además de esto, esperaban que se arrojase luz sobre lo ocurrido. Lo mismo, con el paso de las horas, para muchos otros países, como México o la República Popular de China, que ofrecía sus condolencias y condenaba «enérgicamente» el ataque terrorista o India, cuyo primer ministro Narendra Modri condenaba el «atroz» ataque y se solidarizaba con Rusia.
En las redes sociales, por su parte, y como es habitual en este tipo de casos (ocurrió lo mismo con otros sucesos polémicos como el ataque al Nord Stream, al puente de Kerch o a la presa de Nova Kakhovka), los intercambios eran feroces. Además, las redes volvían a ser el escenario en el que se dirimían las diferencias por ejemplo entre estadounidenses, pues los partidarios de Trump -y entre ellos, seguramente, muchos bots de dudoso origen- «recordaban» que el ISIS habría sido -siempre según la argumentación del propio Trump, de todos conocida- creado por Obama. Lo que, dicho sea de paso, y si se trata realmente de bots, no haría sino contribuir al posible discurso ruso que ligaría a los Estados Unidos con el ataque al Crocus City Hall, preparando el terreno. Incluso personajes polémicos como Jackson Hinkle, con millones de seguidores y conocidos no solo por su apoyo a Putin, sino también por difundir información falsa o de corte conspiranoico, se sumaban culpando a Estados Unidos e Israel como patrocinadores del ISIS.
En resumen, lo que tenemos por el momento es que. 1) se ha producido un ataque terrorista que ha dejado al menos varias decenas de víctimas mortales; 2) Putin ha estado reunido con los responsables tanto del Ministerio de Interior como del Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso aunque por el momento no se ha pronunciado más que para desear una pronta recuperación a los heridos y para felicitar a los sanitarios; 3) desde diversas instancias, como las oficiales estadounidenses, se apunta a una autoría del ISIS que el grupo habría reconocido; 4) la posibilidad había sido alertada con anterioridad y Rusia había llevado a cabo operaciones contra diversos grupos radicales en los últimos meses; 4) Ucrania acusa a Rusia de haber lanzado una operación de falsa bandera con la que justificar una hipotética movilización y un recrudecimiento de los ataques contra su territorio; 5) el Gobierno ruso todavía no se ha pronunciado, más allá de para pedir la condena internacional frente al ataque sufrido; 6) el incendio estaba, mediada la noche, controlado, tras requerir la participación de hasta 477 bomberos y operarios; 7) la evacuación del centro había concluido derivándose más de un centenar de heridos a los hospitales cercanos.
Toca pues una vez más esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos y cuáles son las reacciones de los implicados, antes de lanzar análisis más precisos, pues la situación puede evolucionar, como hemos explicado, en direcciones totalmente opuestas en función incluso de la interpretación que Rusia haga de los ataques y su autoría.
Más allá de los desgraciados sucesos acaecidos en Krasnogorsk, la guerra continúa también su curso con diversas acciones sucediéndose sobre el terreno. En primer lugar, cabe comentar que la oleada de ataques con misiles y drones por parte de Rusia durante la noche del 21 al 22 de marzo fue la más devastadora en meses, implicando más de un centenar y medio de vectores -según las autoridades ucranianas- y provocando apagones en buena parte de Ucrania, así como la destrucción prácticamente completa de la central hidroeléctrica de Dnipró.
Los ataques, sin embargo, habrían continuado en las últimas horas con el lanzamiento de más misiles S-300 y drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2), de los que Ucrania asegura haber derribado 31 de 34. Se han registrado, en cualquier caso, explosiones en localidades como Járkov y en regiones como Poltava o Sumy. Entre otras cosas, Rusia busca degradar la capacidad industrial ucraniana, directamente relacionada con sus posibilidades a la hora de abastecer a sus Fuerzas Armadas. Dicho lo cual y, como consecuencia de los ataques de los dos últimos días, hasta más de un millón de ciudadanos ucranianos habrían quedado afectados por los cortes de suministro.
Del lado ucraniano, habrían atacado una nueva refinería rusa en la región de Samara, a pesar de las peticiones, por parte de los Estados Unidos, a cesar en este tipo de acciones, por el riesgo que implican para la economía mundial, a las que desde Kiev han hecho caso omiso, pues consideran esta posibilidad como una parte fundamental de su estrategia y además sostienen que las refinerías rusas son un objetivo «legítimo». En esta ocasión el objetivo ha sido la refinería de Kuibyshev, que habría sido alcanzada por drones, como otras tantas anteriormente.
En cuanto a los combates y movimientos, han seguido la línea de las jornadas anteriores, con Rusia atacando en diversas partes del frente con la intención, según varios analistas, de preparar una ofensiva más amplia durante el verano que podría implicar a 100.000 efectivos. En cualquier caso, los cambios de situación han sido escasos en las últimas 24 horas.
Así las cosas, comenzando por el área de Bakhmut, las acciones ofensivas rusas han sido generalizadas al oeste de la urbe, afectando a las direcciones de Bohdanivka, Ivanivkse y Klischiívka.
En cuanto a la región al oeste de la ciudad de Donetsk tenemos, comenzando por el noroeste, nuevos ataques rusos en el área de Avdiívka a la altura de Tonenke, localidad ya rebasada. Acciones que se suman a los renovados ataques contra la más meridional Novomykhailivka, que han llevado al Ejército ruso a lograr ciertos avances al sur de la población.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En cuanto al apartado internacional, dado que apenas se han producido todavía reacciones, más allá de las ya reseñadas, al atentado en el Crocus City Hall, nos centraremos en la actividad más ordinaria relacionada con el devenir de la guerra de Ucrania.
Por una parte, el Reino Unido ha anunciado un nuevo paquete de ayuda militar a su aliado ucraniano consistente en 60 millones de libras esterlinas (69,7 millones de euros al cambio) que se destinarán a la adquisición de drones de observación y reconocimiento, así como a mejorar las defensas antiaéreas de Ucrania. Así lo han anunciado desde el Ministerio de Defensa británico. Un anuncio que ha sido rápidamente agradecido por el ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umerov.
En otro orden de cosas, el presidente ucraniano volvía a denunciar la campaña de ataques que Rusia había llevado a cabo durante la noche contra el territorio de su país, dedicando su alocución diaria a este particular. Un mensaje publicado tras una jornada en la que se había reunido con el primer ministro de Dinamarca, con quien había hablado sobre asistencia militar y específicamente sobre la necesidad de reforzar las capacidades antiaéreas de las AFU.
Respecto a los ataques contra la infraestructura energética ucraniana, hay que añadir que el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha condenado estas acciones, como también el atentado en Moscú. Guterres, de visita en Bruselas, ha llamado además a evitar los dobles raseros, como los que considera que afectan a las crisis de Ucrania y Gaza, para las que se estarían aplicando estándares diferentes.
Volviendo sobre Ucrania, y además de Zelenski, también otros miembros del gabinete han tenido una jornada activa. Así, por ejemplo, Yulia Sokolovska, jefa adjunta de la Oficina del Presidente de Ucrania, y Olha Budnyk, asesora y comisionada del Presidente para cuestiones relacionadas con el Fondo del Presidente de Ucrania para el apoyo a la educación, la ciencia y el deporte, se reunieron con los dirigentes del British Council para discutir una mayor cooperación en las principales direcciones de las actividades del Fondo, así como discutir nuevos proyectos e iniciativas conjuntos.
El primer ministro ucraniano, por su parte, habló tanto sobre el restablecimiento del suministro eléctrico tras la oleada de ataques rusos, que explicó se llevaría a cabo en tres etapas, como sobre su esperanza de que las negociaciones «reales» relativas a la adhesión de Ucrania a la UE se celebren en la primera mitad del presente año como sobre la decisión del Fondo Monetario Internacional de aprobar la tercera revisión del programa de financiación de Ucrania, lo que llevará a la institución a conceder un nuevo crédito de 880 millones de dólares.
Cambiando de tercio, hay que decir que después de la victoria de Putin en las elecciones, y como era de esperar, el que será presidente de Rusia por cinco años más ha recibido numerosas muestras de apoyo y felicitaciones, especialmente procedentes de países del mal llamado «Sur Global», así como de la Comunidad de Estados Independientes.
Pasando a los Estados Unidos, y mientras la ayuda a Ucrania continúa bloqueada en la cámara baja, es importante comentar que se ha alcanzado al menos un acuerdo para evitar el cierre gubernamental durante los próximos seis meses después de tensas negociaciones y algunos problemas procedimentales. En cualquier caso, dado que los nuevos fondos no estarán aprobados hasta al menos el lunes, serán muchos los empleados públicos que no acudan a sus puestos de trabajo durante el fin de semana, mientras se termina de clarificar la situación.
Por último, después de una jornada tan aciaga, finalizamos con una noticia algo más agradable, pues como han anunciado en las redes sociales tanto el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, como el presidente de la Rada Suprema del país, Ruslan Stefanchuk, nueve niños más han sido devueltos a Ucrania desde Rusia.