Los aliados europeos de Ucrania continúan estudiando medidas destinadas a mantener su apoyo. Algunos, como España, preparan el envío de más carros de combate Leopard 2A4. Otros, como los Países Bajos, anuncian nuevos paquetes de ayuda militar. Los Veintisiete, en conjunto, negocian el uso de los activos rusos congelados para financiar el esfuerzo bélico. Desde los Estados Unidos, por el contrario, aunque la Administración Biden es favorable a mantener la ayuda, pasarán al menos dos semanas más antes de que se tome una decisión en el Congreso, mientras se proponen formas de sortear el bloqueo. Todo esto y más en una jornada en la que han vuelto a registrarse ataques rusos sobre Kiev y se ha debatido acerca de las opciones de futuro de Putin tras las elecciones presidenciales.
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Escribía Mick Ryan, en el blog Futura Doctrina, acerca de las opciones principales entre las que podría elegir el presidente ruso, Vladímir Putin, una vez que ha vuelto a imponerse en las elecciones tras «la represión más dura contra la disidencia desde la época soviética». Según este autor, son dos las opciones básicas para el mandatario ruso (pues descartaba, por razones obvias, una vuelta a las fronteras de 2014 y una búsqueda de la paz), a saber:
- Mantener el actual ritmo de las operaciones, con ataques en distintos puntos del frente y manteniendo el lanzamiento de drones y misiles contra Ucrania, en busca del agotamiento de su rival;
- Aumentar la intensidad de las operaciones una vez las condiciones climáticas, logísticas y en cuanto a número de personal sean las adecuadas, lo que podría ocurrir en algún momento entre la primavera que hoy comienza y el verano. En este caso, lo que buscaría sería tratar de conducir rápidamente a Ucrania al colapso en un momento crítico en cuanto a inventarios de municiones, falta de personal y apoyo exterior.
De las dos opciones, al igual que quienes aquí escribimos y que un buen número de personas más, incluyendo altos cargos como Josep Borrell -que es de entender que tiene acceso a datos de inteligencia-, Mick Ryan se decantaba por la segunda opción como la más lógica para Putin. Al fin y al cabo, Ucrania atraviesa enormes dificultades ahora en diversos aspectos, que hemos ido desgranando en informes previos.
En primer lugar, por la escasez de municiones, elemento determinante cuya falta más que ningún otro aspecto está detrás de la incapacidad para retener puntos como Avdiívka. Este problema puede ser sorteado, si se cumplen los anuncios, a partir de abril, gracias a la iniciativa de la República Checa. No obstante, tampoco conviene ser demasiado optimistas respecto a que los 800.000 disparos prometidos en total lleguen a tiempo a todos los puntos del frente en donde son necesarios ni que, con esto, se vaya a lograr dar la vuelta a la situación; permitirán mejorar sustancialmente las perspectivas ucranianas, pero son un puente hasta que los aliados europeos de Ucrania logren aumentar de forma significativa su producción.
En segundo lugar, por la falta de plataformas y sistemas de armas, algo que aliados como Bélgica con el reciente anuncio del futuro envío de 300 blindados Iveco Lince, España con el posible envío de hasta una veintena de carros de combate Leopard 2A4, una Bulgaria que ha entregado un centenar de blindados de herencia soviética en las últimas semanas y otros socios, tratan de solucionar. Además, recordemos, hay en marcha coaliciones tanto para la artillería antiaérea, como de campaña, como para el envío de drones y, por supuesto, de los cazabombarderos F-16.
En tercer lugar, por la escasez de uniformados, que obligará más temprano que tarde a Ucrania a lanzar una movilización, de cara a la cual tendrá que elegir qué cohortes de población son las afectadas y, dentro de estas, qué segmentos concretos son los más adecuados para su envío al frente. En este sentido, podría pensarse que en un momento en el que el país se enfrenta a su desaparición como Estado (recordemos que las aspiraciones rusas son de máximos) no deberían pararse a considerar demasiado estos aspectos. Sin embargo, es de esperar que el Gobierno de Zelenski tenga en cuenta tanto el posible impacto en términos de imagen y apoyo como el efecto sobre la economía que tendría extraer demasiadas manos de los sectores productivos, entre otros aspectos.
Por todo lo anterior, como decíamos, es previsible que Putin apueste por echar el resto durante lo que queda de 2024, empleando en Ucrania las nuevas unidades que el Ejército ruso está constituyendo, el material que está siendo extraído de los depósitos –y del que hablamos hace unos días, cuantificando el ritmo al que los inventarios disminuyen– y aprovechando las últimas mejoras y adaptaciones que han introducido en cuanto al uso de drones, de guerra electrónica, de empleo de medios ISR y de distintas fuentes para obtener inteligencia relativa al despliegue ucraniano, etc.
Además, como sabemos, las defensas ucranianas, aunque se está haciendo un esfuerzo impresionante de construcción, todavía no han sido completadas y, en cualquier caso, si no se soluciona el problema de personal, ocurrirá lo que podría haberle ocurrido a Rusia si en su momento la ofensiva de primavera ucraniana no se hubiese retrasado hasta verano, con el consiguiente coste de oportunidad, traducido en varapalos como el de Balka Uspenivska.
Dicho esto, hay otros signos de que Rusia podría estar haciendo acopio de materiales de cara a intensificar las operaciones militares en los próximos meses, no solo a nivel táctico, sino también en los niveles operacional y estratégico. De hecho, se ha constatado en fechas recientes una clara disminución en el número de misiles empleados en los ataques que casi a diario llevan a cabo contra Ucrania, lo que podría suponer que Rusia está «ahorrando» vectores en previsión de lo que pueda pasar (y no solo en relación con Ucrania, visto el riesgo de escalada).
Por último, entre otras razones que apoyan la idea de que Rusia intensificará las operaciones durante la primavera y el verano nos encontramos con la necesidad de aprovechar el periodo previo a las elecciones tanto europeas (junio) como estadounidenses (noviembre) buscando incidir tanto en la opinión pública como en la clase política y, por supuesto, el temor a que la UE, a pesar de sus disidencias y de los retrasos, logre incrementar lo suficiente la producción de armas, sistemas y municiones a partir de 2025 como para que Rusia, incluso recurriendo a sus aliados, no pueda mantener el ritmo.
Dejando la prospectiva para pasar a la actualidad y lo tangible, tenemos que durante las últimas horas -y como queriendo llevar la contraria a lo dicho sobre los ataques con misiles-, Rusia habría empleado bombarderos estratégicos Tu-95 para lanzar hasta 29 misiles de crucero Kh-101/555. Además, habrían sido empleados también 2 misiles balísticos Iskander sobre la región de Kiev. Según Ucrania, todos los misiles habrían sido derribados. Además de esto, se ha informado al menos de una explosión en Járkov y, a pesar del supuesto éxito completo de los antiaéreos ucranianos, se han reportado de decena de heridos en la capital del país, aunque podría ser a consecuencia de los restos de un misil neutralizado, por ejemplo.
Del lado contrario, como también es habitual, Rusia ha denunciado el empleo tanto de cohetes como de drones contra la región fronteriza de Bélgorod. Región, por cierto, en la que sigue en marcha la incursión de los disidentes rusos que luchan a favor de Ucrania, con los combates más importantes librándose en Kozinka.
En cuanto a los combates, en las últimas horas tenemos un nuevo ataque ruso en dirección a Terny, al oeste de Kreminna. Acción que ha permitido al Ejército de este país acercarse unos centenares de metros a esta localidad, situada a orillas del río Zherebets.
Más allá de esto tenemos que, en el área de Avdiívka, y según algunas fuentes, los ucranianos habrían comenzado a retirarse de la parte que todavía controlan de Tonenke después de que los avances rusos en la más norteña Orlivka en los últimos días comprometan su posición allí. Además de esto, y más al sur, Rusia habría logrado también avances marginales en Novomykhailivka, localidad en la que, a pesar de que hace unas semanas, parecía que los ucranianos iban a retirarse, finalmente lograron estabilizar sus líneas.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, comenzamos por el último paquete de ayuda militar, anunciado en este caso por los Países Bajos y que consistirá, según ha anunciado la ministra de Defensa de este país, en 150 millones de euros en municiones para los F-16 que serán adquiridos directamente a la industria, así como en 200 millones de euros que se destinarán a la compra de drones ISR para las Fuerzas Armadas ucranianas en coalición con otros países.
El anuncio, como es habitual en estos casos, ha sido respondido con palabras de agradecimiento por parte del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. En este caso, además, ha podido transmitir su agradecimiento en persona, toda vez que la ministra neerlandesa ha visitado la ciudad de Dnipró, en la que se ha encontrado con Zelenski.
Además de esto, Lituania ha anunciado su intención de colaborar con la iniciativa checa de adquisición de disparos de artillería, aportando en total 35 de los 1.800 millones de euros que se calcula son necesarios para completar la compra de los 800.000 obuses. El anuncio ha sido hecho por Ingrida Šimonytèm, la primera ministra de esta república báltica. Al igual que el anterior, es una más de las consecuencias de la 20ª reunión del Grupo de Contacto de Apoyo a Ucrania. En este caso, los agradecimientos han corrido a cargo del ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, a través de las redes sociales.
Respecto a Umerov, en los últimos días ha mantenido varios encuentros con el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, mientras que el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak hacía lo propio con el asesor de Seguridad Nacional norteamericano, Jake Sullivan. En ambos casos, como es lógico, han hablado sobre la ayuda norteamericana a Ucrania, que Sullivan ha vuelto a prometer.
La situación en los Estados Unidos, sin embargo, no permite ahora mismo ser optimista. Por una parte, en el Congreso no se realizará ninguna nueva votación sobre este particular al menos en los próximos quince días. Por otra, aunque se está trabajando en opciones alternativas, como que en lugar de un cheque a fondo perdido la ayuda estadounidense tome la forma de un préstamo, las negociaciones no parecen avanzar al ritmo deseado por la Administración Biden.
Pasando a Europa, tenemos que tras el 9º Consejo de Asociación entre la UE y Ucrania, para la cual el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, se ha trasladado a Bruselas, se ha emitido un comunicado conjunto en el que se vuelve a condenar la guerra de agresión que lleva a cabo Rusia, la celebración de elecciones en los territorios ocupados. Además, en el texto se celebra el éxito de algunas iniciativas y fondos aprobados para ayudar a Ucrania y se señala la importancia estratégica de reforzar la base industrial europea de defensa o la cooperación con la industria ucraniana. También se habla sobre la necesidad de juzgar a los rusos responsables de la guerra, además de tocarse varios otros asuntos, desde la colaboración en materia de telecomunicaciones a los distintos acuerdos firmados entre Ucrania y la UE en materia de libre comercio.
Durante la cita, presidida por el Alto Representante de la Unión Europea, se volvió a hablar sobre las herramientas presentes y futuras de ayuda a Ucrania, incluyendo el Fondo Europeo de Defensa o el empleo de los activos rusos congelados y más exactamente de sus intereses, algo que podría permitir disponer de hasta 3.000 millones de euros al año con los que seguir financiando a Kiev.
Siguiendo con el primer ministro ucraniano, se ha reunido también con el presidente del Consejo, Charles Michel y con la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, aprovechando su estadía en la capital europea. Con ambos ha tratado prácticamente los mismos temas, comenzando por el uso de los activos rusos, que es uno de los asuntos más candentes en estos momentos pues se está a la espera de una decisión al respecto.
Para finalizar con la Unión Europea, dos asuntos. Por una parte, comienza en cuestión de horas la esperada reunión del EUCO, antes de la cual varios líderes de los Estados miembros han vuelto a reiterar la necesidad de pasar a una «economía de guerra», término que siguen sin definir, pero que se ha convertido prácticamente en un mantra. Serán varios los temas a tratar, todos ellos importantes, desde la posibilidad de utilizar «eurobonos» para financiar las adquisiciones en defensa al papel del BEI en la materia, la situación en Ucrania y, por supuesto, EDIS.
Por otra, la República Checa, Polonia y los tres Estados bálticos pidieron el miércoles a la Unión Europea que imponga un embargo a los cereales procedentes de Rusia y su aliado Bielorrusia, citando la invasión rusa de Ucrania como razón para ello.
Cerramos hoy con Putin, quien ha mantenido conversaciones telefónicas por una parte con el presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed Al Nahyan, quien felicitó al ruso por su reciente victoria electoral. Además de tratar varios de los temas como el conflicto palestino-israelí, es previsible que hayan hablado también tanto de Ucrania como del papel que Emiratos tiene a la hora de facilitar las operaciones comerciales y financieras rusas en el exterior. Hay que tener en cuenta que países como los Emiratos Árabes Unidos o Turquía han mantenido un papel clave al permitir que Rusia pueda seguir operando en los mercados internacionales, pero que en las últimas semanas esta situación está cambiando, con los prestamistas dubaitíes reduciendo su exposición a las sanciones.