Cuando se cumplen diez años desde la anexión de Crimea por parte de Rusia se ha venido hablando del empleo que este país hace de las imágenes de los satélites comerciales para localizar objetivos en Ucrania, compensando así alguna de sus carencias. También sobre la llegada de los primeros lotes de munición adquiridos gracias a la iniciativa de la República Checa, que recalarán en el país en junio y de la intención de Bélgica de enviar 300 blindados Iveco Lince a Ucrania. Todo ello mientras Zelenski espera una decisión por parte del Congreso de los Estados Unidos sobre la ayuda militar y Alemania y Polonia han hablado tanto sobre el incremento de la producción de municiones como sobre la reactivación de la «coalición de blindados».
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En varios informes hemos hablado acerca de cómo Rusia ha sabido adaptarse progresivamente a las exigencias del campo de batalla, copiando muchos de los avances y herramientas empleados por Ucrania y, en muchos casos, suministrados por sus aliados. Entre estas adaptaciones cabe contar desde el empleo creciente de drones FPV al de otros para reconocimiento y localización de objetivos al uso de municiones guiadas o, incluso, al haber logrado ponerse en situación de combatir el relato ucraniano en las redes después de unos primeros meses de guerra en los que la victoria de Kiev en este aspecto parecía absoluta.
En términos generales, tenemos que prácticamente todos aquellos elementos que jugaban a favor de Ucrania en las primeras fases de la guerra, han sido al menos en parte contrapesados por una Rusia que ha sabido entender la importancia de la sensorización del campo de batalla o el papel de la relación entre coste y efectividad; de ahí la apuesta creciente por los drones suicidas, las bombas planeadoras o incluso el recursos (aunque forzado por las circunstancias, obviamente) a las plataformas y sistemas procedentes de los depósitos soviéticos y que, en la práctica, tienen un valor contable nulo o cercano a nulo (habría que sumar el coste de la devolución al servicio, el transporte y las posibles modernizaciones).
En relación con todo este, en las últimas horas se ha venido hablando también sobre cómo Rusia habría venido utilizando imágenes por satélite comerciales para localizar objetivos dentro de Ucrania que posteriormente serían batidos con drones y misiles. Un proceso que, al parecer, llevaría en marcha meses y que tiene su lógica, pues Rusia tiene carencias en cuanto a capacidades de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISR por sus siglas en inglés), en tanto su red de satélites es limitada (al menos en comparación con la estadounidense) y, además, no está en disposición de utilizar plataformas de ala fija para ciertas tareas, por el peligro que suponen las defensas antiaéreas ucranianas.
De esta forma, muy posiblemente a través de terceros países o de ciudadanos o empresas rusas en el extranjero, habría venido adquiriendo paquetes de acceso a las redes de satélites de observación comerciales en su beneficio. Copiaría así lo hecho por una Ucrania que carece absolutamente de satélites, pero que gracias entre otros a los fondos suministrados por sus aliados, ha podido beneficiarse durante toda la guerra de la posibilidad de observar la retaguardia enemiga -e incluso la profundidad rusa- casi en tiempo real.
Está por ver, dicho todo esto, si se toman medidas para evitar que Rusia pueda aprovecharse de herramientas que pertenecen en su mayoría a compañías occidentales y si implementarlas en sencillo. Al fin y al cabo, Ucrania no solo se ha aprovechado del acceso a estos satélites gracias a fondos donados por sus aliados, sino también de la existencia de una amplia comunidad OSINT que, en algunos casos financiando la compra de imágenes de su propio bolsillo, ha suministrado a las Fuerzas Armadas del país datos valiosísimos que han permitido maximizar su eficacia.
Decimos esto porque, de la misma manera, es razonable pensar que los ciudadanos rusos o los partidarios de Rusia hayan pasado a organizarse de forma similar. De ser así, su persecución sería mucho más difícil que la de los elementos dependientes, aunque sea solo tangencialmente, del Estado ruso. Y eso por no hablar de que aliados como China podrían estar ayudando también a Rusia de una forma similar, mediante el acceso a información recogida por sus satélites o el hecho de que lo que vemos sea en parte simplemente consecuencia no tanto de la disponibilidad de un número mayor de imágenes, sino de haber aprendido a aprovechar mejor los medios que siempre han obrado en poder del Ministerio de Defensa ruso.
En otro orden de cosas, ya que nos han preguntado en varias ocasiones a través del correo electrónico o en las redes sociales, nos gustaría hacer una aclaración respecto a un tema del que también hemos hablado en reiteradas ocasiones y que, además, está íntimamente relacionado con la sensorización del campo de batalla: el estancamiento estructural. Las preguntas que nos han hecho llegar giran todas en torno a una misma cuestión, esto es, si el estancamiento es o no irreversible.
Cómo sin duda nuestros lectores sabrán, hemos publicado varios artículos explicando que el campo de batalla actual, dados factores como la citada sensorización, las mejoras en mando, control y comunicaciones y la disponibilidad de un gran número de municiones guiadas y de bajo coste -como por ejemplo las armas contracarro o los drones-, entre otros, avanzar es mucho más difícil que unos años atrás, especialmente en terreno despejado. Las pruebas son abrumadoras y, de hecho, cada vez que uno de los contendientes ha intentado un avance en profundidad –quizá con la salvedad de la ofensiva de Járkov, que se produjo en condiciones muy particulares-, el resultado ha sido igual de dramático.
Pero esto es solo una verdad a medias. En primer lugar, porque como también hemos insistido, lo que vemos en el campo de batalla ucraniano obedece a ciertas particularidades derivadas de las carencias de las dos fuerzas enfrentadas, tanto materiales como doctrinales. En segundo lugar, porque aunque la tecnología que permite la sensorización o la democratización de las armas guiadas, impone una tendencia que sí es general y afecta a todos, en otras circunstancias fuerzas dotadas de los medios adecuados no sufrirían el mismo destino en sus intentos de avance. Israel, en su sangrienta campaña de Gaza, es un ejemplo (parcial) de ello. De hecho, lo que allí se ve es como, al menos en parte, ha digerido las lecciones de la guerra de Líbano de 2006, en la que ya se enfrentó a algunos de los elementos que ahora hemos visto maximizados en Ucrania, como el empleo intensivo de armas contracarro.
En términos más generales, cualquier fuerza con las herramientas adecuadas (capacidades SEAD, C4ISTAR, ataque de precisión sobre la logística enemiga en toda su profundidad, guerra electrónica y cibernética…) podría ser capaz de romper el ciclo de decisión enemigo y su capacidad de abastecer a sus tropas sobre el terreno, convirtiendo su despliegue en un todo inerme. No es una tarea sencilla y es tanto más difícil cuanto más pares sean las fuerzas enfrentadas, pero tampoco es un imposible como tampoco el estancamiento es, al margen de las circunstancias, un final predeterminado. De hecho, podría decirse que ante un escenario como el de 1916, las soluciones pasan por recuperar nuevamente el arte operacional, eso sí, adaptando las premisas de los teóricos clásicos del periodo de entreguerras a las tecnologías actuales. Un esfuerzo en el que muchos están implicados, aunque todavía no haya terminado de dar sus frutos.
Cambiando de tercio un día más para pasar a las novedades sobre el terreno, comenzamos por la última oleada de drones y misiles rusos lanzados sobre Ucrania. Según este último país, habrían sido 5 misiles S-300, 2 misiles Kh-59 y 22 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) los empleados por Rusia, de los que las defensas antiaéreas habrína logrado abatir 17 de los drones antes de su llegada a destino. En cuanto a los vectores restantes, habrían alcanzado puntos como Járkov.
Del lado contrario, Rusia ha denunciado el lanzamiento de distintos drones sobre la región de Bélgorod (donde habrían fallecido cuatro personas), asegurando haber derribado hasta ocho de ellos, así como sobre la más lejana Voronezh. Precisamente en Bélgorod, al igual que en la región de Kursk, continúan con su aventura las organizaciones de voluntarios rusos opositoras al Kremlin, que afirman haber infligido «enormes pérdidas humanas y materiales» en ambas regiones, ofreciendo a través de Telegram su particular recuento de estas.
Más allá de lo anterior, las novedades en cuanto a movimientos son una jornada más muy escasas. Los combates, dejando de lado la actividad de la Legión de la Libertad de Rusia y el resto de organizaciones milicianas, se han reducido básicamente a dos sectores del frente. Por una parte, en la zona más septentrional, tenemos un nuevo intento ruso en la zona de Tabaivka, al sureste de Kupiansk, sin consecuencias.
Por otra, en el sector de Avdiívka, el Ejército ruso continúa intentando romper la línea que va de Berdychi a Semenivka, Orlivka, Tonenke y Pervomaiske atacando desde diferentes direcciones. Sin embargo, tras los últimos avances en Orlivka (ya reseñados ayer) no se han registrado cambios, jugando los ucranianos tanto con el terreno como con los contraataques y el empleo de drones para mantener la situación estable mientras Rusia continúa con su acumulación de fuerzas de cara a futuros y renovados ataques.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, cabe comenzar por las celebraciones que se han llevado a cabo dado el décimo aniversario de la anexión ilegal de la península de Crimea por parte de Rusia, en una acción por otra parte llevada a cabo en la Zona Gris que ha pasado a los libros de texto. Dicho esto, y con motivo de dicho aniversario, se ha celebrado un concierto en la Plaza Roja de Moscú, antes del cual un exultante Putin ha ofrecido un discurso en el que ha vuelto a incidir en buena parte de su retórica habitual y que ha servido a la vez para conmemorar la invasión de Crimea y para celebrar su victoria electoral.
Una victoria que sigue siendo cuestionada desde diversas instancias y latitudes, lo que ha provocado un nuevo encontronazo diplomático por ejemplo entre Rusia y un Japón que califica de «absolutamente inaceptables» las elecciones presidenciales rusas en Donbás y Crimea. En cualquier caso, en Rusia parece preocupar poco el asunto, toda vez que su portavoz oficial, Dmitry Peskov, ha calificado las críticas por ejemplo procedentes de los Estados Unidos, como «gimnasia verbal».
Volviendo sobre Putin y su discurso, hay que decir que, además de referirse a los territorios ucranianos ocupados y de hablar del deseo de los ciudadanos de dichas regiones de «regresar con su familia» en referencia a Rusia, anunció el restablecimiento del ferrocarril que va de Rostov a Donetsk, Mariúpol y Berdyansk, hablando del mismo como una ruta alternativa al Puente de Crimea.
Pasando de Rusia a Ucrania, nos encontramos con un Zelenski que se ha reunido, entre otros, con el senador Lindsey Graham, de visita en el país. Durante el encuentro, al que también ha asistido el jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak, han podido hablar sobre la situación en el Congreso estadounidense y las posibilidades de que se desbloquee el paquete de fondos que permitiría a lo EE. UU. continuar suministrando ayuda militar a Ucrania. Zelenski ha afirmado que espera que se produzca una decisión «rápida».
Hablando de Yermak, se ha reunido también con la ministra de Exteriores de Canadá, Mélanie Joly, a quien ha agradecido que el país norteamericano se haya involucrado en la creación de una coalición internacional que tendrá como objetivo trabajar en la devolución de los niños ucranianos deportados ilegalmente a Rusia. Por el momento son 33 los estados que han pasado a formar parte de la misma.
El ministro de Exteriores ucraniano, por su parte, ha intervenido en la reunión del Consejo, en la que ha tomado también parte por videoconferencia el secretario de Estado nortemaericano, Blinken. Kuleba quien ha agradecido la provisión de 5.000 millones de euros adicionales para el European Peace Facility. También ha pedido que se aumente y acelere la entrega de ayuda a Ucrania, así como también la producción industrial militar en los Veintisiete
Borrell, por su parte, además de apoyar el empleo de los activos rusos congelados para apoyar a Ucrania, a hablado sobre las nuevas sanciones aprobadas por los Estados miembros contra los responsables de la muerte del opositor ruso Navalny. Sanciones que afectarán en total a una treintena de personas físicas y entidades rusas y que consisten en la congelación de sus activos en los países que las han adoptado y en la prohibición de viajar al territorio de la Unión.
La ayuda internacional es otro de los elementos que hoy ha dejado interesantes noticias. Por una parte, desde Bélgica se han comprometido a enviar tanto tres buques de guerra de minas como hasta 300 blindados Iveco Lince, similares a los que el Ejército de tierra de España ha venido utilizando, por ejemplo, en Afganistán. Todo como parte de un paquete de asistencia militar valorado en 412 millones de euros que es, a su vez, parte de un esfuerzo mayor, de hasta 611 millones, que es la cantidad que Bruselas ha prometido para el presente año en ayuda militar.
No ha sido el único anuncio en este sentido, pues por ejemplo, dentro de Ucrania, el magnate Petró Poroshenko junto a voluntarios de la ONG Sparva Hromad ha entregado a la Fuerza Aérea ucraniana un complejo móvil dotado con seis puestos de trabajo para el planeamiento de las misiones, pero también para el descanso de los pilotos ucranianos, cuya adquisición ha supuesto un desembolso de alrededor de 1,3 millones de grivnas (unos 30.580 euros).
Además de lo anterior, se está a la espera de que, en cuestión de horas, de inicio la 20ª reunión del Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania (formato Ramnstein), que tendrá lugar precisamente en esta base aérea que los Estados Unidos poseen en territorio alemán. El discurso de apertura, que se podrá seguir en directo, lo ofrecerá el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin III, ya recuperado tras su convalecencia.
Por último, para terminar con el tema de la ayuda militar a Ucrania y con el informe de hoy, dos noticias. La primera, que el presidente de la República Checa ha afirmado que la munición adquirida bajo su liderazgo será entregada «lo antes posible», aunque es difícil que esto se produzca antes de junio. Por otra, que los ministros de defensa alemán y polaco se han reunido para hablar sobre la forma de aumentar la producción de municiones, así como para tocar otros temas relacionados con la ayuda militar a Ucrania, incluyendo la formación del personal de este país. Más importante si cabe, han anunciado que reactivarán la «coalición de capacidades blindadas para apoyar a Ucrania», ya que es «una de las coaliciones internacionales más importantes que se han formado», en palabras de Wladyslaw Kosiniak-Kamysz.