Guerra de Ucrania – Día 722

Con una desproporción de fuerzas que, según algunas fuentes, podría ser de siete a uno, los ucranianos han comenzado a abandonar posiciones clave en Avdiívka, como Zenith, al sur y la planta de filtrado de agua, al este, buscando evitar un cerco. Al mismo tiempo, continúan las especulaciones y debates relativos a los supuestos planes rusos de situar armas antisatélite nucleares en el espacio, violando así el Tratado del Espacio Ultraterrestre. Todo en una jornada en la que los aliados de Ucrania han anunciado la creación de nuevas coaliciones, planes para enviar hasta un millón de drones al país en los próximos meses y a horas de que Ucrania y Alemania firmen un acuerdo de seguridad bilateral.

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Después de las especulaciones de ayer respecto a la posibilidad de que Rusia esté trabajando en el despliegue de armas antisatélite «nucleares», poco a poco van apareciendo nuevos datos y noticias que corroboran no solo este extremo, sino la peor de las conjeturas, esto es, que no se trata de sistemas de propulsión nuclear, sino de sistemas cuyo funcionamiento depende directamente de una explosión nuclear. Una diferencia que a muchos no les parecerá demasiado importante, pero que cambiaría radicalmente la situación de seguridad previa, si es que llegan a desplegarse, pues no parece ser todavía una capacidad operativa.

En primer lugar, porque a diferencia de lo que supone poner en el espacio un sistema de propulsión nuclear, un arma nuclear espacial sí violaría el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, en concreto su artículo IV:

«Los Estados Partes en el Tratado se comprometen a no colocar en órbita alrededor de la Tierra ningún objeto portador de armas nucleares ni de ningún otro tipo de armas de destrucción en masa, a no emplazar tales armas en los cuerpos celestes y a no colocar tales armas en el espacio ultraterrestre en ninguna otra forma».

Esto, por cierto, tampoco ocurriría en el caso de un sistema tipo FOBS, asunto sobre el que ya tratamos en su día. Sin embargo, el comunicado hecho por la Casa Blanca, que no ha terminado de aclarar exactamente de que se trata, parece para quien sepa leer entre líneas bastante claro, permitiendo afirmar con cierta seguridad que estamos en el peor de los casos. Lo curioso del caso, es que si no se habían desplegado hasta ahora, era por su inestabilidad intrínseca, algo que llevó tanto a la Unión Soviética como a los Estados Unidos a descartar su despliegue en los años centrales de la Guerra Fría, provocando por el contrario la adopción del citado tratado.

No obstante, tiene su razón de ser y su lógica desde el punto de vista ruso. Ya alertamos en su día, en nuestro primer libro sobre la guerra de Ucrania, de que veríamos este tipo de maniobras, pues Rusia, después del varapalo convencional sufrido en los primeros compases del conflicto y tras arrastrar enormes pérdidas materiales y humanas, debería mantener una posición más agresiva en el plano nuclear, que permitiese compensar lo anterior. De esta forma, este tipo de arma, al igual que las armas de «tercer ataque» supondría una garantía adicional a su capacidad de disuasión, muy mermada frente a la OTAN, incluso a pesar de lo que las cifras de producción de armamento o la situación de los stocks puedan sugerir.

Ahora bien, el aspecto central de la apuesta rusa, de ser cierta, no es cuantitativo, sino cualitativo. Lo que un sistema ASAT de este tipo implica no sitúa de lleno en los dictados de la «Escuela de la Posición Elevada», una de las cuatro escuelas o teorías relativas a la guerra en el espacio, ejemplificada hasta ahora por la Iniciativa de Defensa Estratégica (AKA la «Guerra de las Galaxias») de Ronald Reagan, aunque en aquel caso nunca se llegó a proponer algo como lo que Rusia podría estar buscando ahora.

En el caso de la escuela de la posición elevada se hace posible -incluso deseable- una guerra estratégica espacial a gran escala, con empleo de gran cantidad de armamento muy destructivo y con objetivos no limitados y de control de la escalada, sino basado directamente en planes de guerra a gran escala. Es cierto que, en la actualidad, las perspectivas acordes a la escuela de la posición elevada ya no tienen ese aire de guerra nuclear estratégica de antaño. Pero también lo es que conceden una mayor importancia y utilidad a las armas ofensivas que en los argumentos acordes a la escuela del control. En este sentido, dado que predomina ampliamente la ofensiva sobre la defensiva, el incentivo para desencadenar un primer ataque y buscar enfrentamientos decisivos es mayor, especialmente si los daños causados no son masivos e indiscriminados: como ocurriría con el empleo de armas nucleares para inutilizar ojivas, el uso de armas ASAT cinéticas, o lanzamientos de interceptores cinéticos antimisiles balísticos.

En el caso que nos ocupa, como decíamos, pasar a esta concepción por parte rusa tiene un sentido cualitativo, pues desde Moscú saben perfectamente que la principal ventaja de la OTAN no deriva tanto del hecho de que los Estados que forman parte de la alianza posean más recursos materiales o humanos en conjunto, ni de que sus armas, sistemas y plataformas sean mejores «libra por libra», como de las capacidades de observación, reconocimiento, computación, mando y control y comunicaciones. Estas son, en última instancia, las que permiten librar un tipo de guerra basado en el control y la coordinación de acciones en todos los dominios.

En este sentido, el tipo de sistemas antisatélite de los que estamos hablando, permitirían a Rusia dar un golpe decisivo de inicio, anulando algunas de las principales ventajas occidentales e igualando así la partida en caso de guerra, sino volcándola a su favor. Algo para lo cual debería poder atacar buena parte de las mallas de satélites situadas en órbitas bajas (incluyendo la red Starlink) y también la red GPS.

Compensar el cambio de rumbo ruso no será sencillo, por más que solo esté en una etapa inicial. Por una parte, se tendrían que tomar contramedidas inmediatas de compensación, aunque en este caso la dependencia rusa de los satélites es menor que la occidental, por lo que harían falta medidas complementarias. Por otra, habría que cambiar las arquitecturas de comunicaciones y mando y control para asegurar su resiliencia, entre otros. Un esfuerzo multimillonario y que en cualquier caso requeriría de años.

Por último, y antes de pasar a la situación sobre el terreno, cabe comentar también que si todo este asunto no ha salido a la luz pública hasta ahora, más allá de lo que comentábamos ayer sobre la presión a los congresistas para aprobar la ayuda a Ucrania, o la necesidad de proteger a los operativos que se han hecho con la información de inteligencia, la razón de fondo podría ser la necesidad de evitar que un programa crucial de vigilancia se quede sin fondos por culpa de las divisiones republicanas.

Dicho todo lo anterior, en las últimas horas Rusia ha vuelto a lanzar una oleada de misiles contra Ucrania, combinando los misiles de crucero con los misiles balísticos y totalizando hasta 26 ingenios. Las defensas antiaéreas de este último país aseguran haber derribado la mitad de ellos, concretamente 8 misiles de crucero Kh-101/555/55, un misil balístico Iskander y 2 misiles Kh-59. Además de esto, Rusia habría vuelto a utilizar misiles antiaéreos S-300 en función de ataque a tierra contra Járkov, según algunas fuentes, provocando la muerte de una persona en Chuhuiv.

Pasando a los combates, durante la última jornada toda la atención ha estado centrada en Avdiívka, aunque también se han producido algunos movimientos de menor importancia en dirección a Kupiansk o en el área de Bakhmut, en donde el Ejército ruso ha logrado un nuevo avance en dirección a Ivanivske.

Siguiendo con Avdiívka, allí tenemos que tras los últimos movimientos rusos, y con una superioridad en cuanto a hombres que según algunas fuentes podría ser de hasta siete a uno -y que, en cualquier caso, es total en el caso de los fuegos- las tropas ucranianas parecen haber comenzado a retirarse de algunos puntos. Para ello, habrían abandonando posiciones hasta ahora clave (aunque todavía hay información contradictoria en algunos casos), como puede verse en el mapa sobre estas líneas (Zenith y Filtration station). Se pretende así evitar el cerco de las tropas que estaban más a vanguardia, riesgo del que habíamos hablado en los últimos días.

Hay que tener en cuenta que los avances rusos, facilitados por la aviación y por las cortinas artilleras, así como por la ventaja numérica, han logrado cortar en dos la ciudad, llegando a las zonas forestales al sudoeste de la misma (ver mapa más abajo).

No ha podido ser una decisión fácil, toda vez que alguna de estas posiciones como Zenith, que ilustra el informe de hoy, habían sido construidas nueve años atrás y llevan en posiciones ucranianas desde entonces a pesar de todos los intentos rusos. Sin embargo, la situación era ya demasiado precaria y el riesgo de que los rusos lograsen rodear una bolsa ucraniana, logrando algo que no han conseguido salvo en el caso de Mariúpol con los defensores de Azovstal, demasiado alto.

Además de esto, hay que tener en cuenta que al sur de Avdiívka, el Ejército ruso ha logrado también tomar nuevas posiciones hacia el interior de Permovais’ke, amenazado no solo desde el este, sino también desde el norte.

En resumen, la situación es crítica para las Fuerzas Armadas ucranianas en Avdiívka, sin que esté del todo claro si las defensas a poniente de la ciudad están totalmente finalizadas. En cualquier caso, llegados al punto en el que estamos, la decisión de abandonar de forma lo más ordenada posible esta localidad es la acertada.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

La jornada 722 de la guerra a nivel internacional ha venido marcada principalmente por la cumbre de los ministros de Defensa de la OTAN en el Cuartel General de la Alianza en Bruselas, pero también por la segunda reunión del Consejo Ucrania-OTAN. Asimismo, se han conocido nuevos anuncios de ayuda militar al país en guerra, mientras que continúan los esfuerzos ucranianos junto con sus socios para avanzar en la recuperación y reconstrucción de Ucrania.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, era quien subrayaba el objetivo de esta cumbre de los ministros de Defensa: preparar la próxima cumbre de la OTAN en Washington, así como seguir fortaleciendo la disuasión y la defensa al tiempo que se sigue apoyando a Ucrania. Además, uno de los puntos que más ha estado en el foco ha sido que estaríamos ante un “progreso histórico” en materia de inversión en defensa al preverse que 18 países aliados (de un total de 31) gastarán el 2 por ciento del PIB este año.

Por otro lado, los ministros han discutido los avances en el aumento de la producción de municiones, si bien Stoltenberg ha dejado claro que existe la “necesidad de pasar del lento ritmo de los tiempos de paz al alto ritmo de producción que existe el conflicto”.

Durante la rueda de prensa posterior a la reunión, Stoltenberg, ha sido tajante una vez más al afirmar que los aliados continuarán apoyando a Ucrania, “por la seguridad de Ucrania y por la nuestra”.  Además, fue él mismo quien anuncio que han decidido establecer un “NATO-Ukraine Joint Analysis, Training and Education Centre (JATEC)” en Bydgoszcz, Polonia. De un lado, permitirá a Ucrania compartir las lecciones aprendidas de la guerra y, de otro, creará una estructura para las fuerzas ucranianas para aprender y entrenarse con sus contrapartes aliadas. Una decisión que ha sido bienvenida por el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, destacando que este es un logro importante resultante de la segunda reunión del Consejo Ucrania-OTAN y que les permitirá desarrollar nuevos enfoques tecnológicos para prepararse ante amenazas futuras.

Por otro lado, también tras la sesión del Consejo OTAN-Ucrania, Stoltenberg anunció que los aliados pretenden suministrar a Ucrania un millón de drones este año como parte de su asistencia al país. Además, pocas horas antes en la reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania o Ramstein se había anunciado la creación de la “coalición de drones” liderada por Letonia y también por el Reino Unido.

Continuando con la ayuda, el Ministerio de Defensa alemán ha confirmado que brindarán ayuda adicional a Ucrania por importe de 100 millones de euros a corto plazo. Este nuevo paquete de ayuda incluirá vehículos contra minas, explosivos para drones, 77 camiones MULTI 1A1, suministros médicos y repuestos para distintos sistemas. Además, no hay que obviar que Alemania, junto con Francia, se han propuesto liderar la nueva Coalición de Capacidades de Defensa Aérea para seguir apoyando a Ucrania. 

En el caso de España, horas antes de la Cumbre y tras la reunión de Ramstein, el Ministerio de Defensa anunciaba que se está preparando una entrega adicional de vehículos M113, dos de ellos transformados en ambulancias. Además, se espera la donación de varios camiones de bomberos y quitanieves, dos embarcaciones ligeras, un generador eléctrico y una planta potabilizadora de agua. Por otro lado, el Ministerio ha informado que ya se ha enviado a Ucrania equipos de defensa aérea y equipos para operaciones navales.

Por otro lado, Australia ha anunciado su nueva ayuda por importe de 50 millones de dólares para fortalecer las capacidades de defensa ucranianas a través del Fondo Internacional de Ucrania, recordemos, gestionado por el Reino Unido.

Mientras tanto, el presidente ruso Vladímir Putin insistía en que “La OTAN no tiene ningún sentido”, siendo su único propósito el de servir de herramienta a la política exterior de Estados Unidos. Todo ello a diferencia de Estados Unidos, cuyo secretario de Defensa, Lloyd Austin, defiende que la OTAN se ha vuelto más fuerte y más unida que nunca. Además, en su discurso en la reunión con sus homólogos instaba nuevamente a Hungría a apoyar la adhesión de Suecia a la organización. Así, al menos EE. UU. espera darle la bienvenida como nuevo miembro en la Cumbre de Washington el próximo julio y conmemorando además el 75º aniversario de la Alianza.

Todo ello en vísperas de la Conferencia de Seguridad de Múnich que tendrá lugar durante los próximos dos días. En ella, se espera que se reúnan, entre otros, el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller Olaf Scholz y el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Por otro lado, hay voces que afirman que en las próximas horas se espera que Ucrania y Francia firmen su acuerdo bilateral de garantías de seguridad para Ucrania desarrollado en el marco de la Declaración del G7 en la Cumbre de la OTAN en Vilna en julio de 2023.

Pasando a otras cuestiones que van más allá de las reuniones en Bruselas, el primer ministro ucraniano Denys Shmyhal ha conversado con el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Comercio, Valdis Dombrovskis sobre la necesidad de limitar las importaciones de bienes rusos en la UE. En paralelo, han discutido sobre la situación en la frontera ucraniano-polaca y continúan sus trabajos para implementar lo que Ucrania define como “experiencia positiva” en el control de productos con base en el acuerdo que tienen con Rumanía.

En cuanto a la situación entre Ucrania y Polonia, el ministro de agricultura polaco, Czeslaw Siekierski, ha comentado que las conversaciones para concluir el acuerdo bilateral para fijar las condiciones para comercializar con determinados productos están en su etapa final. Así, esperan que la firma pueda producirse a finales de marzo estableciendo cuotas para algunos productos agrícolas ucranianos. No obstante, mientras tanto, las protestas continúan.

De otro lado, el gobierno de Ucrania ha presentado la Tercera Evaluación Rápida de Daños y Necesidades de Ucrania (RDNA3) junto con al Grupo del Banco Mundial, la Comisión Europea y las Naciones Unidas. En este, las necesidades de recuperación rápida se estiman en 15.000 millones de dólares, mientras que el total de las necesidades de reconstrucción y recuperación durante los próximos 10 años ascenderán a casi 486.000 millones de dólares. El ministro de Finanzas ucraniano, Sergii Marchenko, ponía en valor este nuevo informe pues proporciona la base analítica sobre las necesidades del país y les ayudará a consolidar la financiación adicional para la reconstrucción en el marco de la Plataforma de Coordinación de Donantes para Ucrania. En términos de ayuda, se espera que el Banco Mundial desembolse 500 millones de dólares para apoyar a las empresas ucranianas en 2024.

 Por último, Ucrania ha engrosado su lista de patrocinadores internacionales de la guerra con la inclusión de la empresa irlandesa-estadounidense Weatherford International dedicada a servicios petroleros. En particular, Ucrania sostiene que la compañía continúa sus operaciones en Rusia e, incluso, creado 2.500 puestos de trabajo en el país según averiguaciones de la Agencia Nacional ucraniana para la Prevención de la Corrupción (NACP). Por su parte, la empresa comunicó en marzo de 2022 que suspendería nuevos envíos e inversiones, y que no desplegaría nueva tecnología en Rusia. 

Mientras tanto en la UE, Hungría estaría bloqueando nuevamente el último paquete de sanciones, el 13º, que los Estados miembros pretenderían adoptar con motivo del segundo aniversario de la guerra. En particular, debido a la inclusión de determinada empresas chinas en la lista de entidades sancionadas.