Las últimas horas de guerra en Ucrania han venido marcadas, nuevamente, por las declaraciones de Donald J. Trump respecto a los países de la OTAN que menos invierten en su propia defensa, en tanto el político republicano se ha defendido de las acusaciones asegurando que él hizo a la Alianza «más fuerte». Por otra parte, desde su mismo partido han afirmado que se negarán a votar la propuesta de ayuda a Ucrania en la Cámara de Representantes tal cual está redactada. Además de esto, son dos los temas candentes: el posible empleo de receptores Starlink por parte del Ejército Ruso a pesar de las sanciones y la probable contraofensiva ucraniana en Avdiívka, en donde la situación es cada vez más crítica.
Hace un par de días, comenzaron a difundirse por las redes sociales imágenes en las se apreciaba cómo en una posición rusa atacada por Ucrania sobresalía una antena de Starlink. La imagen no dejaba lugar a la duda, toda vez que se trata de equipos perfectamente reconocibles y que, en el caso de Ucrania, se emplean por decenas de miles desde el inicio de la invasión.
Se trata, como sabemos, de activos de valor sobre los que hemos hablado largo y tendido, dada su importancia a la hora de haber permitido que Ucrania mantenga unas capacidades de mando y control notables incluso cuando sus sistemas de comunicaciones tradicionales fueron atacados por Rusia. Así las cosas, y si bien los ataques sobre Viasat y Ukrtelecom interrumpieron las comunicaciones ucranianas, su sistema de mando y control no colapsó porque Kiev migró rápidamente el mismo al servicio comercial de comunicaciones por satélite Starlink. De esta forma, el acceso al sistema de la empresa norteamericana permitió a las fuerzas ucranianas de primera línea comunicarse a través de aplicaciones seguras y sin depender de señales de radio o teléfonos móviles, que son más fáciles de interceptar.
Desde la publicación de esta imagen inicial, han aparecido más documentos en los que se aprecia cómo drones ucranianos lanzando granadas destruyen otros equipos similares. También supuestas imágenes de militares rusos desempaquetando los equipos recién recibidos. Como consecuencia, y tal y como cabía esperar, han corrido como la pólvora por las redes las acusaciones contra Elon Musk, mayor accionista y director ejecutivo de SpaceX y, por lo tanto, de Starlink. En muchas de ellas, se asegura que esta empresa ha vendido terminales a Rusia, algo que el propio Musk ha negado categóricamente en las redes sociales, alegando que su empresa no ha vendido «hasta donde sabemos» ningún Starlink directa o indirectamente a Rusia.
Desde el Gobierno de Ucrania, si bien han confirmado que, según los datos recabados por su inteligencia militar, se está dando el uso de terminales Starlink por parte de Rusia, no han ido más allá en sus acusaciones, evitando crear una polémica al respecto. De lo que sí han advertido es de que «Esto está empezando a adquirir un carácter sistémico», habiéndose registrado el primero uso de Starlink por parte rusa, en realidad, hace ya varios meses.
Las cuestiones que se plantean, en relación con este caso, son tres: 1) si realmente cabe la posibilidad de que Starlink haya podido suministrar algunos de sus equipos a Rusia, evadiendo las sanciones; 2) qué impacto puede tener el empleo de equipos Starlink en el campo de batalla; 3) qué se puede hacer para evitar su uso por parte rusa.
En el primer caso, es extremadamente difícil que la empresa, voluntariamente, haya proporcionado antenas receptoras y abierto cuentas de usuario no ya al Ministerio de Defensa ruso, sino a ciudadanos rusos a título individual. Hay que tener en cuenta que es una empresa que, más allá de las polémicas desatadas por Elon Musk, o de sus opiniones personales respecto a la continuación de la guerra, está íntimamente ligada al Departamento de Defensa estadounidense, para el que constituye un activo clave. Lo que sí es perfectamente posible es que Rusia se las haya ingeniado para obtener equipos y cuentas de usuario a través de terceros países y que haya aprovechado que hay limitaciones a la hora de negar el acceso al servicio en una zona concreta. De ahí que se empleen muy cerca de la línea de frente o, lo que es lo mismo, de la zona en la que los ucranianos también se benefician de los servicios de Starlink.
Respecto a la segunda pregunta, resulta complicado que Rusia emplee de forma masiva los servicios de Starlink. En cualquier caso, aunque lograra hacerse con un número de equipos relevante, que debería medirse por cientos o miles de antenas receptoras, esto no implica que el uso que se haga de ellas sea, cualitativamente, el mismo que Ucrania. Esta es una cuestión compleja pero, para que sea entendible para los lectores más legos, la resumiremos en que, incluso disponiendo de la mejor capacidad en cuanto a comunicaciones o, en cuanto a sensorización del campo de batalla -algo de lo que hemos hablado largo y tendido-, si uno no logra la correcta fusión de los datos y, con ello, sinergias, estará desaprovechando buena parte de su potencial.
En cuanto a la última cuestión, ciertamente es difícil que desde Starlink puedan hacer demasiado a corto plazo para limitar el acceso a los equipos utilizados por Rusia en la franja más cercana al frente, De hecho, pues los datos sobre la cobertura de la empresa son públicos, está claro que esta sigue ofreciendo sus servicios en una parte de las regiones ucranianas ocupadas por Rusia, tanto de Donetsk como de Lugansk, así como en toda Jersón y Zaporiyia. El problema aquí es que, si tratan de afinar más en este aspecto, y son más restrictivos, serían los ucranianos quienes se quedarían sin servicio, lo que sí podría tener efectos importantes sobre su rendimiento militar. Por lo tanto, los caminos a seguir deben ser otros y contar con el apoyo político, pues consisten en su mayoría en presionar a aquellos estados cuyos ciudadanos estarían beneficiándose de la compraventa de equipos Starlink y de su llegada a las Fuerzas Armadas rusas.
Más allá de Starlink, la guerra de Ucrania nos ha vuelto a dejar novedades y noticias de destrucción. Tras la oleada de ataques rusos con drones de la noche anterior, han vuelto a repetirse este tipo de lanzamientos, incluyendo además misiles. Según las fuentes oficiales, se habrían logrado neutralizar 14 de 17 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) y el misil Kh-59 lanzado por Rusia.
Aun así, se han registrado importantes daños en algunos puntos de Ucrania, como ha ocurrido en Dnipró, en donde se ha registrado un gran incendio tras un impacto sobre una estación de bombeo de agua, que ha quedado fuera de servicio al menos temporalmente. Además, se ha informado de explosiones en Jersón. Por último, la empresa energética privada DTEK, el mayor operador no estatal ucraniano, ha denunciado que una de sus centrales térmicas ha sido blanco de un ataque ruso la pasada noche, sin desvelar información sobre la ubicación exacta de la misma.
En relación con los ataques, aunque en este caso los vividos el pasado día 7 de febrero, han aparecido pruebas que demostrarían el empleo por parte rusa de misiles hipersónicos 3M22 Zircon, en el que sería el primer uso registrado desde el comienzo de la guerra.
Pasando a la actualidad de los combates, tenemos que, comenzando por la parte más septentrional del frente, se han producido ligerísimos avances rusos en dirección a Terny, a la orilla del río Zherebetsk, al oeste de Kreminna.
En el caso de Bakhmut, en donde los combates siguen siendo intensos, el Ejército ruso ha conseguido avanzar en dirección a Ivanivske nuevamente. Lo que es peor para las AFU, está logrando hacerlo a través de campo abierto y no únicamente aprovechando las construcciones, lo que habla claramente, más allá de su disposición a asumir bajas, de la incapacidad de la artillería ucraniana para responder adecuadamente a los ataques rusos.
En cuanto a Avdiívka, la situación continúa complicándose para los defensores ucranianos, que corren el riesgo bien de quedar embolsados al noreste de la urbe, bien de tener que abandonar la zona a través de terreno abierto, con todo lo que ello implica en estos tiempos. Se está debatiendo mucho, tras las llegada de Syrsky –quien se ha reunido hace horas con Zelenski– sobre la probabilidad de que Ucrania lance una contraofensiva en la zona.
El riesgo aquí no es tanto que pueda salir mal, como que las AFU comprometan sus recursos –están enviando refuerzos– en defender a toda costa la ciudad, en lugar de seguir concentradas simple y llanamente en infligir a Rusia el mayor número de bajas que les sea posible, maximizando el desgaste de su enemigo mientras conservan sus fuerzas y retirándose a líneas más defendibles si la situación así lo aconseja.
Claro está, en Ucrania entienden que será muy complicado retomar cualquier territorio perdido, lo que es un incentivo para aguantar. Además, saben que Rusia está llevando a cabo un esfuerzo considerable no solo desde el punto de vista militar, asumiendo bajas, sino desde el propagandístico, para imponer su relato según el cual es imposible una victoria ucraniana. En este sentido, cualquier pérdida aunque sea simbólica, como la de esta ciudad totalmente en ruinas, contribuiría a reforzar un relato ruso que está dirigido, por encima de todo, a desanimar a los aliados de Kiev, lo que explica en buena medida el empeño de las AFU en aguantar.
Por cierto, que en relación con esto desde Noruega han advertido de que Rusia se encuentra en una posición más fuerte que hace un año y está ganando ventaja sobre Ucrania. A la vez, se ha escrito recientemente respecto a la forma en que Rusia se está adaptando a la realidad del campo de batalla cada vez con más éxito, algo que hemos ido señalando en los últimos meses a propósito de diversos aspectos, desde el empleo de drones a las mejoras en mando y control o los incrementos en la producción de material bélico.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, ha continuado la polémica en torno a las declaraciones del previsible candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald J. Trump. Incluso el actual presidente Joe Biden o el primer ministro polaco, Donald Tusk, se han pronunciado en las últimas horas, sumándose a muchos otros que lo hicieron anteriormente.
Lejos de achantarse por las críticas, Donald Trump ha defendido tanto sus palabras como su gestión, alegando que durante su anterior mandato hizo a la OTAN más fuerte y que, una vez él abandonó el cargo, el dinero de los europeos dejó nuevamente de fluir. Lo cierto, es que son muchos los estados europeos, comenzando por Luxemburgo, Bélgica y España, que siguen estando muy lejos de la recomendación de la OTAN de destinar el 2% de su PIB a defensa. Recomendación que, además, ahora ya no es tanto un objetivo a alcanzar, como un «suelo» del que no se puede bajar…
Todo mientras las editoriales de los diarios y las columnas de opinión siguen alertando sobre la necesidad que Europa tiene de los Estados Unidos y la inadecuada de nuestra preparación tanto en términos logísticos como de equipamiento para asegurarnos por nosotros mismos nuestra propia seguridad.
Eso, a pesar de las palabras de la ministra gala de Exteriores, quien asegura que la UE necesita un «segundo seguro» de vida más allá de la OTAN, en referencia a una defensa europea y de los llamamientos, incluso desde las principales cabeceras estadounidenses, a que los europeos se hagan cargo de su propia seguridad, por lo que pueda ocurrir tras las elecciones del próximo octubre.
Además de esto, la otra noticia de la jornada procede también de los Estados Unidos, pues el líder republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ha afirmado que la cámara baja del Congreso se no examinará, al menos tal y como ha sido redactada, la propuesta adoptada por el Senado en relación con la ayuda a Ucrania.
Una vez más, la mayoría republicana en esta cámara pretende ligar la reforma migratoria a la ayuda a Ucrania e Israel, siguiendo de paso las indicaciones dadas por Trump, contrario a que se aprueben los fondos. Eso sí, no es del todo imposible que ocurra algo parecido a lo visto en el Senado, en donde hasta 17 senadores republicanos han votado junto a los demócratas a favor de la ayuda.
Pasando de los Estados Unidos a la Unión Europea, en el Viejo Continente el Consejo de la Unión Europea ha decidido reservar los beneficios que den los activos rusos bloqueados, de forma que, en el futuro y si se toma una decisión al respecto, puedan ser utilizados para financiar la reconstrucción y la recuperación de Ucrania.
Es una decisión salomónica que permite ayudar a Ucrania, pero sin expropiar activos rusos, algo que crearía un peligroso precedente. La decisión ha sido bien acogida desde Kiev, aunque su ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, ha dejado claro que seguirán luchando para que el total de activos rusos sean puestos a disposición de Ucrania.
Pasando a Ucrania, Zelenski ha mantenido una conversación telefónica con el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, en la que han hablado tanto sobre la implementación de la «Fórmula de paz» de Zelenski, como sobre los preparativos de la Cumbre Global de Paz que se celebrará en Suiza en los próximos meses.
Además de lo anterior, Zelenski ha dedicado la jornada a preparar las próximas acciones diplomáticas, así como la cercana Conferencia de Seguridad de Múnich, que se celebrará en unos días (15 a 18 de febrero). De hecho, Zelenski está preparando una nueva gira por Europa Occidental que incluirá, entre otros destinos, Francia y Alemania, aunque por el momento ninguno de estos extremos ha sido confirmado.
Pasando al primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, este se ha reunido con la directora adjunta del Departamento Europeo del Fondo Monetario Internacional, Uma Ramakrishnan, en una reunión a la que ha asistido también el ministro de Finanzas de Ucrania, Sergii Marchenko. Entre los temas a tratar han estado el corredor cerealístico, el uso de los fondos movilizados por la organización en apoyo a Ucrania y la financiación para el presente año, además de la implementación de reformas económicas por parte ucraniana.