El concepto sobre el que se más se discute en las últimas horas es, nuevamente, el de la «teoría de la victoria», en este caso aplicada a Ucrania. Si bien diversos analistas aseguran que las opciones militares de este país siguen existiendo, nadie parece tener claro cuál es el objetivo a alcanzar para poner fin a la guerra en situación ventajosa. Mientras tanto, los esfuerzos diplomáticos de Kiev prosiguen, lanzando por ejemplo una invitación a Xi Jinping para que participe en la Cumbre de Paz Global. También los intercambios de acusaciones entre Rusia y Ucrania a propósito del Il-76 y las de Rusia contra Francia, país al que acusan de vivir un «frenesí militarista».
Después de casi dos años de informes diarios, es inevitable que muchos conceptos afloren en más de una ocasión. Uno de ellos, que habíamos tratado hace algo más de dos meses, es el de la «teoría de la victoria». Un concepto confuso, que suele confundirse con la simple y llana estrategia, pero que no es exactamente lo mismo. Si la primera, como explicaba Thomas C. Schelling, es un «tipo de comportamiento racional, consciente e ingenioso destinado a tratar de ‘ganar’ un enfrentamiento» o, como decía el general Miguel Alonso Baquer, «el decir de un hacer».
La segunda, como explicaba Rosen, es «una explicación de las necesidades que se plantearán en la siguiente guerra y cómo debería combatirse para vencer en ella». Eso a futuros, pues cuando ya se está inmerso en una y tal y como exponía recientemente Brad Roberts, puede entenderse como «un conjunto de proposiciones sobre cómo y por qué el comportamiento de un beligerante en una guerra o en un conflicto que no llega a la guerra afectará o podría afectar el comportamiento de otro beligerante de la manera deseada».
En el caso de Ucrania, después de la fallida ofensiva meridional lanzada el pasado año, no parece haberse encontrado todavía esa nueva «teoría de la victoria» que pueda conducir a una finalización del conflicto en términos favorables. Por razones que siguen siendo motivo de discusión, en un momento determinado tras la exitosa contraofensiva de Járkov y la reconquista de Jersón, pareció lógico marcar como objetivo clave el amenazar la posesión rusa de la península de Crimea, cortando en dos el despliegue ruso al sur de Ucrania, esto es, en el pasillo terrestre. En ningún momento llegó a quedar del todo clara la secuencia por la cual, alcanzar la costa de Azov, terminaría por obligar a Rusia a negociar una paz favorable para Ucrania, sin embargo, ese era el plan. Un plan que obviaba en buena medida el riesgo de escalada por parte de Rusia y, volviendo sobre el primer autor que hemos citado, los «puntos de Schelling», pero un plan al fin y al cabo.
En cualquier caso, volviendo sobre lo que nos ocupa, una vez la ofensiva se demostró imposible y se recortaron los objetivos, que en inicio eran operacionales con la intención de alcanzar efectos estratégicos, pasando a conformarse con los logros tácticos, se aceptó entrar al menos temporalmente en una guerra de desgaste. Esta, como hemos explicado en reiteradas ocasiones desde los primeros días de guerra, siempre ha favorecido a Rusia pues, salvo que los aliados de Ucrania pusieran realmente su capacidad económica e industrial al servicio de este país, Kiev tenía las de perder dadas sus carencias humanas y fabriles.
Ahora, tenemos ya algunos análisis bastante sólidos sobre lo que ha fallado en la pasada ofensiva. Desde el entrenamiento a nivel de batallón y superior a la falta de apoyo aéreo, o la decisión de comprometer en Bakhmut más medios de los lógicos, entre muchos otros factores, parecen identificados la mayor parte de los problemas y errores (así como aciertos rusos, no olvidemos que la guerra es cosa de dos). También cuáles serían los pasos adecuados para reconstituir las Fuerzas Armadas ucranianas, de cara a devolverles una ventaja que han perdido en los últimos meses, tema sobre el que han escrito recientemente Michael Kofman, Rob Lee y Dara Massicot.
Sin embargo, aun asumiendo que: 1) los factores estructurales que conducen al estancamiento puedan superarse; 2) que la carencia de un apoyo aéreo masivo y constante pueda suplirse por ejemplo con más MLRS u obuses guiados como ocurriera antes de Járkov; 3) que Ucrania llegue a formar grandes unidades capaces de actuar como tales y que; 4) el apoyo de sus aliados aumenta considerablemente, sigue sin estar del todo claro cómo se espera traducir todo esto en un cambio en la voluntad de la clase política y la sociedad rusas, de forma que se avengan a unas negociaciones en condiciones razonables también para Kiev. Es decir, que no parece haberse desarrollado una nueva «teoría de la victoria» capaz de sustituir a la anterior.
Por supuesto, la presión diplomática sobre Rusia aumenta, en la medida en que más naciones parecen respaldar la «Fórmula de Paz» de Zelenski o se muestran dispuestos a participar en la Cumbre de Paz Global, a la que se ha invitado recientemente al mandamás chino, Xi Jinping. Además, poco a poco Ucrania está llegando a acuerdos de seguridad con diversos países, como el Reino Unido y en breve Francia, que si bien no suplen la entrada en la OTAN o en la UE, son de ayuda a sus intereses. Mejor sería, claro está, que dispusiera de unas Fuerzas Armadas reconstituidas y un suministro constante y abundante de munición y material. En este sentido, si las diversas coaliciones ad hoc que se han ido formando tienen éxito, contribuiría a demostrar a Moscú que la voluntad de Ucrania y sus aliados es firme e incluso a ponerle en disposición de librar con garantías la guerra de desgaste, a la espera de que esta también haga mella en Rusia.
No obstante, ni las condiciones políticas en muchos de los aliados de Ucrania son las más adecuadas para demostrar una firme voluntad de apoyo (aunque hay nuevamente señales esperanzadoras de parte estadounidense), ni en última instancia queda claro cómo cambiar el comportamiento de una Rusia que sigue considerando esta guerra como una guerra por la «supervivencia del alma rusa» y que, a pesar de los constantes rumores, no parece proclive a entablar negociaciones, al menos por el momento. Dicho esto, entrar en el juego del desgaste podría funcionar a medio plazo, pero en cualquier caso dependería en buena medida de la continuidad de la ayuda estadounidense, mientras Putin espera con ansia el resultado de las elecciones en este país.
Dicho todo lo anterior, hay que tener en cuenta que teorías de la victoria al margen, las próximas dos o tres semanas podrían ser las más cruciales de esta guerra, al menos desde las tres primeras semanas tras la invasión o el cambio de estrategia ruso en otoño de 2022. Al fin y al cabo, el 1 de febrero podría aprobarse la el fondo de 50.000 millones de ayuda de la UE a Ucrania, mientras que los rumores sobre un acuerdo inminente en los Estados Unidos no dejan de crecer. Si lo anterior se confirma, podríamos estar ante un escenario muy diferente al actual, sin que esto implique que Ucrania vaya a recuperar por la vía militar todo el territorio perdido, ni nada parecido.
Eso sí, a la vez que se establecen los mecanismos para dotar a Ucrania de argumentos y credibilidad frente a una guerra de desgaste, hay que solucionar algunos de los problemas que han conducido a la guerra, como la inestabilidad estratégica y la ventana de vulnerabilidad abierta por los Estados Unidos y Europa. Sobre esto, de lo que hablaremos en el futuro, cabe decir que se están dando algunos pasos también…
Dejando a un lado las grandes disquisiciones, los combates continúan. Si bien en las últimas horas no se han registrado ataques masivos con drones o misiles por parte rusa, ni Rusia ha denunciado la llegada de drones ucranianos salvo sobre Bélgorod, esto no implica que no se hayan producido noticias.
Comenzando por el sector más septentrional del frente, se han registrado ataques rusos nuevamente en dirección a Bilohorivka, al sur de Kreminna. Allí, según algunas fuentes, las tropas rusas se habrían hecho con las instalaciones destinadas a filtrar el agua del río Donets, situadas al norte de la localidad, así como con algunas de las posiciones defensivas ucranianas en las colinas al sur del pueblo. Las fuentes ucranianas aseguran haber repelido los ataques rusos al norte.
Pasando al área de Bakhmut, allí tenemos que Rusia ha logrado ganancias marginales al norte de esta población, en dirección a Ivanivs’ke y el canal de agua dulce.
En el caso de Avdiívka, y aunque se produzcan de vez en cuando avances rusos, lo que las cifras demuestran o parecen demostrar (ya que no son cien por cien exactas) es que está siendo sumamente rentable para Ucrania mantenerse a la defensiva economizando vidas y medios, mientras someten a Rusia a un importante desgaste. Cifras que, recordemos, son recolectadas puntualmente por analistas OSINT en base a vídeos y documentos gráficos de todo tipo, algo que sigue llegando en abundancia.
En cualquier caso, lo que tenemos en las últimas horas es que, tal y como explicáramos en informes anteriores, la llegada de refuerzos ucranianos ha permitido estabilizar nuevamente el frente, después de la última incursión rusa por el sureste de la ciudad.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En cuanto al apartado internacional, prosiguen por tercer día los cruces de declaraciones a propósito del derribo del Il-76 ruso. Un suceso en el que siguen sin estar claras las circunstancias en que se produjo y, tampoco, si realmente había o no 65 prisioneros de guerra ucranianos a bordo. Todo a pesar del vídeo publicado por este país, en el que se ve con muy mala calidad como varias personas suben a un Il-76, pero que en absoluto es concluyente.
Sobre el tema, en cualquier caso, se ha pronunciado Putin, quien ha asegurado que los pilotos informaron sobre el ataque «en el último segundo» y anuncia investigaciones. También ha hablado la portavoz de Exteriores rusa, María Zajárova, quien ha asegurado que lo ocurrido no es más que un intento de Kiev de volver a centrar la atención internacional sobre la guerra de Ucrania.
Siguiendo con Putin, ha vuelto a demostrar cuál es su visión de la sociedad rusa en una declaración pública en la que ha afirmado que los veteranos de guerra deberían formar la nueva «élite» rusa y no aquellos que «exponen sus genitales o muestran su trasero», en referencia a lo ocurrido en la fiesta en la que se dieron encuentro algunas celebrities rusas hace unas semanas y que tanto revuelo provocó.
Pasando a Ucrania, toca comenzar por el jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak, quien ha mantenido una reunión telefónica con el asesor de Seguridad Nacional de la presidencia estadounidense, Jake Sullivan. Durante la misma han hablado sobre la situación en el frente así como sobre los recientes ataques rusos con misiles sobre Ucrania, entre otros temas.
El ministro de Exteriores ucraniano, por su parte, ha acompañado a su homólogo danés a la ciudad de Mikolaiv, en donde ha tenido lugar la ceremonia de apertura de una oficina de la embajada de Dinamarca en Ucrania.
Además de esto, y como hemos adelantado en la primera parte del informe, desde Ucrania han invitado al presidente chino, Xi Jinping, a participar en la próxima cumbre de paz, que se celebrará en Suiza, aunque no se han fijado todavía ni el lugar ni la fecha exactos. Según ha declarado Ihor Jovkva, asesor de Zelenski:
“La participación de China será muy importante para nosotros. Estamos involucrando a nuestros socios en todo el mundo para que la parte china comprenda lo importante que es participar en una cumbre de este tipo ”.
Por otra parte, y en relación con Francia, el equipo negociador ucraniano encabezado por el jefe adjunto de la Oficina del Presidente, Ihor Zhovkva, ha celebrado una nueva ronda de negociaciones con sus homólogos galos, con la intención de llegar a un acuerdo acerca de los compromisos de seguridad a Ucrania.
En cuanto al primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, en las últimas horas se ha pronunciado en relación con la iniciativa comunitaria «Ukraine Facility» sobre la que se ha mostrado esperanzado, asegurando que esperan que sea aprobada el próximo 1 de febrero.
En el caso de Zelenski, ha mantenido una reunión con la cúpula de las Fuerzas Armadas ucranianas, sobre la que ha hablado en su alocución diaria a la nación. Durante la misma han hablado entre otras cosas sobre la munición de artillería, la forma de cubrir los diversos déficits de las FAS ucranias, cómo aumentar la producción y sobre la importancia del dominio del aire.
Pasando a la ayuda militar, tenemos que Suecia y el Reino Unido se han unido a la «Coalición de drones», organizada para enviar este tipo de ingenios a Ucrania por Ucrania y Letonia. No obstante, todavía no se ha hecho público en qué forma colaborarán exactamente.
Por último, y para concluir el informe de hoy, es obligado hacer una referencia a la crisis que viven Rusia y Francia, después de que París denunciase una campaña de desinformación por parte de Moscú relativa a la supuesta presencia de mercenarios galos luchando en Ucrania. La última en pronunciarse ha sido María Zajárova, quien ha declarado, tras hablar de «frenesí militarista» que:
«¡No podrán detenernos en el camino hacia la victoria! […] París se niega obstinadamente a comprender que el aumento de la ayuda militar al régimen de Zelensky conduce a una prolongación de la crisis ucraniana […] Los torpes intentos de las autoridades francesas de ocultar este acontecimiento al público son en vano «