Durante las últimas horas, coincidiendo con el inicio de la reunión del Grupo de Apoyo a Ucrania, celebrada en Washington, una nueva oleada de misiles ha alcanzado distintos puntos de este país provocando la muerte de al menos 19 civiles. No es, ni mucho menos, la única noticia de una jornada en la que Turquía ha dado luz verde a la entrada de Suecia en la OTAN, dejando la pelota en el tejado de Hungría, se han anunciado nuevos paquetes de ayuda militar a Ucrania y diversos países de la UE han anunciado bien cambios en su política de defensa, bien aumentos presupuestarios o importantes compras. En el frente, mientras tanto, sigue la tónica de las jornadas anteriores, con las tropas rusas presionando en el noreste y este de Ucrania.
En el informe de ayer hablábamos sobre conceptos como «estabilidad estratégica» o «ventana de vulnerabilidad», propios de los Estudios Estratégicos, una disciplina que desgraciadamente en España solo está comenzando a asentarse a pesar de ímprobos esfuerzos por parte de algunos particulares e instituciones. Mientras subsanamos esta carencia (lo que nos ayudaría a entender qué papel queremos jugar como Estado), el mundo sigue su curso, muy influenciado en algunos casos por lo que ocurre en Ucrania y por el importante rearme que está llevando a cabo la Federación Rusa, incluso a pesar de las pérdidas acumuladas.
Buena muestra de ello es lo ocurrido en las últimas horas, en las que se han sucedido el anuncio de la aprobación, por parte del Parlamento turco y con un importante retraso respecto a la mayor parte de miembros, de la entrada de Suecia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Queda pues que la díscola Hungría de también su visto bueno, para que los nuevos alineamientos dentro del continente europeo terminen de materializarse, dejando una Europa más dividida que nunca desde 1989 y confirmando que el periodo vivido desde entonces era solo un impasse.
Lo mismo podría decirse del anuncio hecho por Lituania. Esta pequeña república ha hecho público en las últimas horas que destinará hasta 2.000 millones de euros a la adquisición de un batallón de carros de combate Leopard 2 de diseño y factura germana. Por el momento se desconoce el modelo exacto, ni si se tratará de ejemplares de segundo mano actualizados o de nueva factura. En cualquier caso, el anuncio viene acompañado también de otro relativo a un aumento en el número de reclutas convocados anualmente que elevará la cifra final de los 3.800 actuales a los 5.800.
El proceso de implementación no será sencillo, toda vez que Lituania no opera en la actualidad carros de combate y no se espera que la nueva unidad esté lista hasta 2030 (de hecho, la guerra de Ucrania es una buena muestra de la dificultad de integrar con garantías estos sistemas de armas si no se hace con cierto margen de tiempo). Para subsanarlo en parte, se beneficiarán de la presencia de una brigada alemana a partir de 2027, lo que mejorará la disuasión. Además, el anuncio de la compra de los Leopard coincide prácticamente con la llegada de los últimos vehículos de combate de infantería Boxer, también alemanes, de los que el país báltico anunció la adquisición de 89 unidades en 2022 con los que equipar la brigada «Iron Wolf».
La contraparte de los anuncios de nuevas adquisiciones está en el componente humano. Muchos de los ejércitos europeos no cuentan con personal suficiente como para luchar en un tipo de guerras que, atendiendo a las lecciones ucranianas (insistimos en que no todas ellas son extrapolables a otros escenarios), será muy exigente tanto en medios materiales, como humanos. Esto, incluso en el caso de los países que sienten más lejos el aliento del oso ruso, impone una presión importante de cara a recuperar las grandes unidades, volviendo a ser necesario el escalón división e incluso recuperar otros superiores, como el de cuerpo de ejército, que parecían condenados a los libros de historia y a los ejercicios teóricos de estado mayor.
No es de extrañar por tanto que sean varios los Estados que se sigan planteando la recuperación del servicio militar obligatorio. Hace unas semanas veíamos cómo este debate se ponía sobre la mesa en Alemania, dada la situación del Bundeswehr, que se ve afectado por importantes problemas de personal. Un debate que, ni mucho menos, está cerrado, como demuestran las numerosas publicaciones sobre este asunto que siguen realizándose a la espera de una decisión gubernamental. El gabinete de Scholz, mientras tanto, continúa lanzando globos sonda como el relativo a la posibilidad de que sirvan en las Fuerzas Armadas alemanas extranjeros, algo que legalmente hasta el momento solo podía hacerse en condiciones especiales.
En situación parecida se encuentra Croacia. En el país balcánico, su ministro de Defensa ha recomendado dos medidas complementarias, aunque polémicas. En primer lugar, el restablecimiento del servicio militar obligatorio. En segundo lugar que se reintroduzca el entrenamiento militar en el plan de estudios de la escuela secundaria. Una medida que, de aprobarse, hará retroceder en cierto modo al país a tiempos de la antigua Yugoslavia. Sea como fuere, poco a poco todas y cada una de las sociedades europeas (y tanto más, cuanto más al este) continúan militarizándose mientras discrepan en torno a la inmediatez de la amenaza rusa.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que esta suerte de «regreso al futuro» que supone la vuelta al servicio militar, será de todo menos un proceso sencillo. Muchos de los que se plantean su reintroducción no están preparados para ello. No es ya que las sociedades hayan cambiado y estas medidas puedan influir sobre las relaciones civico-militares o incluso generar problemas a los gobiernos que las promuevan. Es que estos son en muchos casos prácticos y de difícil solución. Por ejemplo, la falta de cuadros de mando, toda vez que las carreras militares se han planteado, desde hace décadas, para atender la demanda de ejércitos profesionales, muy tecnificados y de escaso tamaño. Eso por no hablar de que la guerra también ha cambiado y que, incluso en los ejércitos de conscriptos, la figura del infante sin formación y con pocas herramientas más allá de su físico y su capacidad de ser un buen tirador, está muriendo.
Como cada día, después de una introducción que suele ser más estratégica y técnica, pasamos a la realidad del terreno, marcada por la última oleada de misiles rusos, que se ha cobrado casi dos decenas de vidas en Ucrania y ha dejado un importante rastro de destrucción en ciudades como Kiev, Dnipró y Járkov. En total, se habla por parte del Ministerio de Defensa ucraniano de 41 misiles, de los cuales habrían sido neutralizados 21, lo que supone una tasa de éxito de menos del 50%, de las más bajas de los últimos tiempos.
Dicho esto, y dado que el Ministerio de Defensa ruso no ha informado más que de un supuesto ataque ucraniano con un dron contra la región de Bélgorod, pasamos a lo ocurrido en el frente. Allí, al norte del mismo, tenemos que, a pesar de los constantes ataques rusos, no se han producido novedades importantes, manteniéndose el frente estático en las últimas horas incluso en Bilohorivka, en donde se han producido intentos ataques e intentos de flanqueo en los últimos días.
Tampoco hay novedades tangibles del área de Bakhmut, aunque prosiguen los combates que, en términos generales, continúan dejando importantes cifras de bajas.
Se concentra por tanto una vez más el grueso de la acción en torno a Avdiívka. Allí, al norte de la ciudad, un contraataque ucraniano ha permitido restablecer en parte la situación en la zona de Stepove, como ya hemos visto que ha ocurrido otras tantas veces en los meses previos. Algo parecido ocurre al sur, en donde después de los últimos avances rusos, los ucranianos estarían recibiendo refuerzos y lanzando también contraataques.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, es obligado comenzar por la 18ª reunión en formato Ramstein (Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania), celebrada en esta ocasión no en la base alemana, sino en los Estados Unidos, a pesar de que este país, por su complicada situación política, no haya podido corresponder a la cita con el anuncio de un nuevo paquete de ayuda militar, tal y como acostumbraba hasta ahora.
Pese a ello, el secretario de Defensa, Lloyd J. Austin III, ya aparentemente recuperado tras su intervención, ha pedido a los socios de Ucrania que continúen con su apoyo, apremiándolos a «cubrir el vacío» dejado por los Estados Unidos. Todo a la espera de que los legisladores lleguen a algún tipo de acuerdo que permita mantener el apoyo militar durante los próximos meses. Según ha declarado Austin:
«Si perdemos el valor, si retrocedemos, si no logramos disuadir a otros posibles agresores, sólo provocaremos aún más derramamiento de sangre y más caos».
Más allá de los problemas estadounidenses, de la 18ª reunión de Ramstein han salido dos nuevas iniciativas encaminadas a reforzar la defensa de Ucrania tanto en lo relativo a las capacidades blindadas, como a los drones. Dicho de otra forma, se crearán dos nuevas coaliciones para estos dos temas específicos, siguiendo el modelo visto anteriormente para la artillería o para los aviones de combate.
Por otra parte, el secretario general de la Alianza, el danés Jens Stoltenberg, ha vuelto a alertar de que la guerra de Ucrania se ha convertido en una batalla por la munición, por lo que a su juicio «es importante que los Aliados repongan sus propias reservas, mientras seguimos apoyando a Ucrania». Declaración hecha en el marco de una reunión con la directora de la agencia NSPA de la propia OTAN, institución que acaba de firmar contratos de adquisición de munición por valor de 1.200 millones de dólares o, lo que es lo mismo, de 220.000 disparos de 155mm.
Siguiendo con la 18ª reunión del Grupo de Contacto, tenemos las palabras del ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, quien ha vuelto a incidir en la necesidad de solucionar la escasez de munición para la artillería. Un tema sobre el que se ha publicado recientemente, aunque hay razones para dudar de algunas de las fuentes empleadas. Dicho lo cual, Umerov ha hablado también de algunas ventajas asimétricas que juegan a favor de Ucrania, explicando el caso del famoso combate entre un IFV M2 Bradley donado por los EE. UU. y un MBT T-90M ruso.
Además de esto, y como corresponde a este tipo de citas, se han producido diversos anuncios de nueva ayuda militar para Ucrania, comenzando por Alemania, cuyo gobierno donará por primera vez helicópteros. En este caso, se trata de media docena de vetustos Sea King, con cinco décadas de servicio a sus espaldas, pero que contribuirán en cualquier caso en tareas logísticas.
También el Gobierno de Canadá ha anunciado un nuevo paquete de alrededor de 20 millones de dólares, que permitirá hacer llegar a Ucrania una decena de embarcaciones semirrígidas equipadas con sensores y equipos de navegación y de comunicaciones. Además, han anunciado que a partir de febrero enviarán instructores civiles de la empresa Top Aces Inc, con sede en Montreal, a formar a los pilotos ucranianos. No es un anuncio baladí, dado el bagaje de esta empresa.
Además, y para terminar con la ayuda, aunque en este caso no tenga que ver con la cumbre de Ramstein, se ha sabido que la fundación Come Back Alive y la televisión independiente ucraniana Toronto Television han completado un proyecto conjunto para suministrar drones especiales a las Fuerzas Armadas de Ucrania. Así, la 12ª Brigada Separada de Aviación del Ejército, ‘Mayor General Viktor Pavlenko’ ha recibido un vehículo aéreo no tripulado.
Por último, para cerrar con la 18ª reunión en formato Ramstein, cabe comentar que como previa a la misma el ministro de Defensa ucraniano y su homólogo estonio hablaron por videoconferencia sobre el progreso de la coalición de telecomunicaciones, así como sobre la cooperación bilateral en materia de Defensa.
Cambiando de tercio, la gran noticia del día ha sido, como hemos comentado anteriormente, la aprobación por parte del Parlamento turco, de la adhesión de Suecia a la Alianza Atlántica, una vez superados los importantes desencuentros entre ambos estados y después de numerosas concesiones por parte del país nórdico. Así las cosas, y a la espera de que Erdogan ratifique la decisión, las reacciones no se han hecho esperar.
Como puede verse sobre estas líneas, uno de los primeros en pronunciarse ha sido el Alto Representante de la UE, quien afirma que la entrada de Suecia en la OTAN fortalecerá la seguridad europea e impulsará la cooperación UE-OTAN. Declaraciones en línea con las del asistente de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, quien ha saludado la decisión turca afirmando que la entrada de Suecia «fortalecerá a la Alianza Atlántica». Lo mismo que ha dicho Stoltenberg, quien cree que una vez entre, la alianza será «más fuerte».
Ahora bien, para que esto realmente suceda, primero es necesario superar los escollos que pueda plantear Hungría, el único país que resta por tomar una decisión al respecto. Por el momento ha sido el propio primer ministro húngaro, Víktor Orban, quien ha movido ficha, enviando una carta a su homólogo sueco, Ulf Kristersson, e invitándolo a Budapest para discutir el ingreso de Suecia en la OTAN.
Una invitación que desde Suecia han rechazado, en buena medida porque no están dispuestos a hacer concesiones a Budapest y porque, según se desprende de las declaraciones del ministro de Exteriores sueco, el contenido de la carta enviada a Suecia no concuerda exactamente con el buen tono de los mensajes de Orban en Twitter.
Otra noticia relevante, en un día plagado de ellas, procede de Bruselas. En la Unión Europea, los ministros de Exteriores de los 27 han llegado a un acuerdo para transferir los beneficios de los activos rusos congelados (que no los propios activos) a Ucrania.
También relevante es la decisión de Polonia de unirse a la Declaración de Vilnius del G7 sobre garantías de seguridad a Ucrania, a la que ya se han adherido 32 estados, tal y como ha anunciado el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, según el cual:
«La nueva arquitectura de seguridad establecida por los compromisos de seguridad de los socios garantizará la estabilidad y la paz a largo plazo en Europa. También servirá como un fuerte elemento disuasorio no sólo para cualquier futuro ataque ruso al continente europeo, sino también como una advertencia a todos los agresores potenciales de que nunca lograrán aplastar la libertad».
En otro orden de cosas, ha estado de visita en Kiev el presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, quien se ha visto con altos cargos ucranianos como el primer ministro, Denys Shmyhal, con quien ha hablado sobre ayuda militar, económica y humanitaria, entre otros temas.
Shmyhal, además, ha hablado por vía telefónica con la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, acerca de la implementación de reformas económicas, del apoyo estadounidense, de los programas de financiación y de la confiscación de activos rusos con los que costear la reconstrucción de Ucrania.
Pasando a otro tema, 51 países han firmado un documento en el que se denuncia la hipocresía rusa al convocar una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para criticar las transferencias de armas (legales) a Ucrania, cuando desde Moscú se están beneficiando de la llegada de armamento desde Corea del Norte, país sobre el que pesa un embargo internacional.
Sobre las Naciones Unidas, además, se ha pronunciado en las últimas horas el ministro de Exteriores ruso, quien se ha reunido con el secretario general de la organización en Nueva York y al que ha pedido que «todos los empleados de la Secretaría de la ONU observen rigurosamente los principios de justicia y equidistancia en estricto cumplimiento de la Carta de la Organización».
Por último, y para finalizar el informe de hoy, cerramos con la cuestión de la deportación de menores ucranianos a Rusia, que este país ha negado ante las Naciones Unidas. De hecho, según el jefe de la delegación rusa Alexéi Vovchenko, Desde febrero de 2022, la Federación Rusa no ha participado en la deportación de ciudadanos ucranianos a su territorio «, a lo que ha añadido que Cerca de tres millones de ucranianos, entre ellos varios niños, han sido aceptados en la Federación Rusa. La mayoría de los niños vinieron con sus familiares o tutores ”.