Guerra de Ucrania – Día 693

Desde los Estados Unidos, diversas fuentes consideran que la reunión entre el presidente del país, Joe Biden, y los líderes del Senado ha sido «muy productiva», si bien por el momento no se ha alcanzado acuerdo alguno que permita desbloquear la aprobación del fondo de 61.000 millones de dólares de ayuda a Ucrania. Desde Francia, por su parte, la empresa KNDS ha anunciado incrementos en el ritmo de fabricación de los obuses autopropulsados CAESAR, al tiempo que el ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umerov, quien debía visitar las instalaciones de la empresa francoalemana ha cancelado su viaje por «razones de seguridad» y en Alemania el Bundestag rechazaba entregar misiles Taurus a Kiev. Sobre el terreno, una nueva oleada de drones y misiles rusos ha llegado a Ucrania.

La guerra de Ucrania es, entre muchas otras cosas, la constatación de que la guerra convencional y a escala industrial es posible. No es, desde luego, un fenómeno nuevo, aunque sí, al menos en Occidente, lo hayamos tenido olvidado durante algunas décadas, centrados como estábamos en las operaciones de paz, la guerra contrainsurgencia, la constitución de unidades de entidad brigada y batallón susceptibles de ser desplegables, un notable descuido de los arsenales y, en definitiva, cobrarnos los dividendos de la paz. Huelga decir que todo ello era posible en tanto vivíamos una situación relativamente artificial, en la que la seguridad y la estabilidad venían dadas por la aplastante superioridad militar estadounidense.

Curiosamente, el escenario que nos deja Ucrania no era ni mucho menos improbable. Es decir, que una cosa son los debates en torno a si Rusia iba a intentar una invasión de este país o cuándo se llevaría esta a cabo y otra muy diferente las discusiones sobre si un enfrentamiento convencional a gran escala era o no factible. De hecho, los Estados Unidos vienen preparándose para ello con cierta sensación de premura al menos desde la publicación de la Guía Estratégica de la Defensa 2012 y de la Revisión Cuatrienal de la Defensa de 2014, cuando se definió la Third Offset Strategy y los cuatro grandes problemas operativos a los que esta debía hacer frente.

Desde entonces, los cambios se han venido produciendo en cascada, sumándose a dicho proceso de cambio tecnológico otro conceptual y doctrinal imprescindible para adaptarse a lo que se denomina «competición» por parte estadounidense y que, en España, podríamos catalogar como lucha en la zona gris del espectro de los conflictos: Al fin y al cabo, los estadounidenses podían lanzar operaciones rápidas y contundentes a lo largo y ancho del globo sin apenas preaviso, respondiendo a crisis con una rapidez inusitada. Sin embargo, estaban mucho peor preparados para hacer frente a las acciones de sus rivales por debajo del umbral de la guerra. Así se demostró por ejemplo en el caso de la anexión rusa de Crimea, o en el de las acciones de la marina de guerra y la guardia costera chinas en Extremo Oriente.

Además de esto, y dado que un enfrentamiento convencional y a gran escala era y es todavía factible en escenarios como Taiwán, han venido adaptando sus servicios, como el US Army o el USMC (Cuerpo de Marines), a las exigencias de la guerra actual, caracterizada por un entorno multidominio, por el auge de las armas de precisión de largo alcance, de los drones de observación y ataque de bajo coste y la consiguiente sensorización, la necesidad de dispersión que ello implica y, al mismo tiempo, del empleo de unidades de los escalones superiores, como la división y el cuerpo de ejército. Huelga decir que no han sido los únicos. A nuestra escala, en España estamos inmersos en un esfuerzo similar, buscando la forma de acometer las operaciones multidominio con garantías, mientras bregamos por adaptar unas Fuerzas Armadas que arrastran años de inversiones muy inferiores a las necesarias y una escasez importante de personal en algunas áreas clave, lo que está provocando cierta parálisis al ser incapaces de gestionar todos los nuevos proyectos (incluidos los de adquisiciones) en marcha.

https://www.revistaejercitos.com/2024/01/15/la-caballeria-divisionaria/

Curiosamente, aunque el escenario de competición entre grandes potencias y todo lo que ello implica no es algo nuevo, y a que quien más y quien menos ha venido acometiendo cambios importantes para adaptarse a las nuevas premisas, el tema de la producción en masa de armas, sistemas y municiones había permanecido hasta cierto punto olvidado. Al menos hasta que no nos hemos dado de bruces con la realidad, expuesta negro sobre blanco tras casi dos años de guerra en Ucrania y a raíz de la incapacidad demostrada por los principales aliados de este país para cubrir las necesidades de Kiev. De ahí que ahora se sucedan los llamamientos y que incluso los Estados Unidos hayan terminado por publicar la que es su primera Estrategia Industrial de Defensa.

Ha sido desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero de 2022, que se han comenzado a tomar medidas. Algunas de ellas han llegado tarde y son menos ambiciosas de lo que deberían, al necesitar de acuerdo político, como sucede con las comunitarias. Otras, como en el caso de Alemania y su fondo de 100.000 millones de euros destinado a la recuperación de capacidades, una vez puestas en marcha han topado con las realidades de la implementación, pues resulta sumamente traducir en cambios reales y a corto plazo iniciativas tan ambiciosas.

Incluso cuando algo ha sido un éxito, como ocurre con el caso por ejemplo de la empresa franco-alemana KNDS (formada por Nexter y KMW) y sus CAESAR, hay que tomar el dato con ciertos recelos. En este caso, aseguran haber aumentado de forma notable su capacidad de producción de obuses autopropulsados CAESAR de 155mm, un sistema muy demandado por Ucrania a pesar de haber demostrado ser mediocre y no estar preparado para soportar las exigencias del uso real en el campo de batalla (lo que, visto de otra forma, ha ofrecido una oportunidad al fabricante para mejorar su producto, algo muy positivo).

Como decíamos, Nexter ha aumentado su capacidad de producción, necesitando ahora de cinco días para fabricar cada unidad, lo que permite que salgan de sus cadenas de montaje hasta 72 obuses al año, cifra que se puede antojar corta, pero que era impensable dos años atrás. Algo parecido ocurre con Nexter (o con Rheinmetall, o con Nammo, o con…) y la producción de municiones, que a base de inversiones también está aumentando. Sin embargo y pese a ello, la situación de los arsenales continúa siendo lamentable, no nos engañemos, denunciando el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa del Senado galo, Cédric Perrin (Les Républicains) que «la producción nacional y europea es extremadamente débil, la economía creada no está a la altura de las expectativas de Ucrania) durante una reciente visita a Kiev.

A tenor de los inventarios no ya de la artillería, sino de otros elementos cruciales, como las municiones de precisión para la aviación, la situación es francamente mala. Eso en lo que concierne a Francia, país con la capacidad industrial-militar más elevada de la Unión Europea y que ha venido manteniendo un elevado gasto en defensa entre otras cosas, para mantener su base industrial. Toca pues seguir incidiendo en la necesidad de aumentar los esfuerzos encaminados al rearme, al tiempo que nos abrimos a algunos cambios de concepto, como el que supone pasar a considerar los drones comerciales letalizados como meras municiones y no como sistemas aéreos, acometiendo los cambios legales y doctrinales necesarios para adoptarlos en masa, con todo lo que ello implica en términos de poder realizar vuelos, sin ir más lejos…

Mientras se trabaja en solucionar las múltiples carencias de las fuerzas armadas occidentales (y en el caso español, incidimos una vez más en la necesidad de destinar más personal a organismos clave como por ejemplo DGAM), en Ucrania la guerra continúa basándose en el desgaste y en el empleo intensivo de medios de todo tipo, como los drones y los misiles. Precisamente, en las últimas horas desde Ucrania aseguran haber derribado 19 drones tipo Shahed-131/136 (Geran-1/2) de los 20 lanzados por Rusia. Además, este país habría hecho uso también de dos misiles S-300 contra la región de Járkov (un civil ha fallecido), así como de un Kh-59 contra Dnipró.

En el caso ruso, tenemos que sus antiaéreos han estado activos tanto en la región de Briansk, en donde aseguran haber derribado dos misiles balísticos Tochka-U, como en las de Moscú y Leningrado, aunque no se han reportado víctimas.

Más allá de esto, como viene siendo habitual de un tiempo a esta parte, las novedades relativas a movimientos son casi inexistentes, no así las relativas a las bajas, que siguen siendo cuantiosas, lo mismo que los combates. No es de extrañar que la Dirección de Inteligencia Militar (GUR) ucraniana concluya que Rusia no tiene reservas suficientes en estos momentos como para lanzar una ofensiva generalizada en diversos ejes a un tiempo.

Lo que no implica, dicho sea de paso, que no se mantengan al ataque como por ejemplo al norte, en Bilohorivka, en donde tras fuertes bombardeos han logrado mínimas ganancias en los últimos días, aunque siguen sin poder romper las defensas ucranianas por ejemplo en el Terrikon de esta localidad.

Por lo demás, aunque los bombardeos se extienden por todo lo ancho del frente, no ocurre lo mismo con los intentos de avance. Así las cosas, se han registrado ataques rusos, además de en la citada Bilohorivka, únicamente en el área de Avdiívka, en donde continúan tratando de consolidar sus posiciones al suroeste de las líneas férreas que separan Krasnohorivka de Berdychi, o Stepove.

Por último, aunque la presencia ucraniana en la orilla oriental del Dniéper en Jersón se mantiene, se habría reducido el área de control en los últimos días, a costa posiblemente de importantes pérdidas rusas, que estarían llevando a cabo asaltos de infantería contra las posiciones ucranianas con menor apoyo aéreo del necesario.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En lo relativo a la arena internacional, y a pesar de que el Foro Económico de Davos continúa celebrándose con importante protagonismo de Ucrania, es necesario comenzar una vez más por los Estados Unidos, pues buena parte de las opciones ucranianas pasan porque se apruebe la solicitud de Biden de hasta 61.000 millones de dólares para la asistencia militar a este país (como parte de un paquete mayor, de 110.000 millones, que incluiría ayuda también para Israel y Taiwán).

A colación, y como sabemos, en Washington se ha celebrado una reunión entre el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y los líderes del Senado, en la que según algunas fuentes se habrían producido avances. No obstante, no se ha llegado a ningún acuerdo, mientras los republicanos parecen seguir ligando la ayuda a Ucrania a cambios en la política migratoria, pues temen por la situación de la frontera con México.

Las palabras de Biden, en cualquier caso, han sido claras, acusando a los legisladores de una actitud y una continua faltad e apoyo que en última instancia «pone en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos, la Alianza de la OTAN y el resto del mundo libre», tal y como se recoge en el comunicado oficial publicado por la Casa Blanca.

De Estados Unidos pasamos a Alemania, en donde Scholz ha venido criticando la actitud de muchos países europeos, que no estarían asumiendo su parte correspondiente a la hora de apoyar a Ucrania, aunque todavía no ha decidido acerca del envío de misiles Taurus a Ucrania. Por el momento, lo que sí tenemos es que ha sido rechazada una moción presentada por los cristiano demócratas en la que se pedía expresamente al gobierno federal que entregara misiles Taurus a Ucrania. Moción que ha sido rechazada por otros partidos entre críticas de políticos como Marie-Agnes Strack-Zimmermann, del FPD, quien afeó a la CDU el recurrir a lo que llamó una «táctica partidista» en referencia a vincular la propuesta sobre los Taurus a un debate sobre el estado de la Bundeswehr.

Curiosamente, Los Verdes y el FDP, dos de los partidos que hacen campaña a favor del envío de estos misiles a Kiev, votaron en contra. Pese a lo cual Sara Nanni, portavoz del grupo parlamentario del primero de estos -a la sazón miembro de la coalición gubernamental-, declaró hace apenas unos días, el pasado 6 de enero que “La entrega de misiles Taurus a Ucrania debería haberse realizado hace mucho tiempo». Una decisión, por cierto, que no ha impedido que el Ministerio de Defensa ucraniano muestra una vez más públicamente su agradecimiento a Alemania por el cuantioso apoyo demostrado en forma de ayuda militar, a propósito de su último paquete:

El tercer punto geográfico de interés lo encontramos en Francia. Hasta allí debía viajar el ministro de Exteriores ucraniano, Rustem Umerov quien, sin embargo, ha cancelado el viaje y la reunión que debía mantener con Sébastien Lecornu, alegando razones de seguridad. Umerov tenía que haber visitado, precisamente y entre otras, las instalaciones de KNDS de las que hemos hablado en la primera parte del informe, algo que por el momento no ocurrirá.

En cualquier caso, este contratiempo no parece que vaya a servir para anular la decisión francesa de suministras en las próximas semanas hasta 40 misiles de crucero SCALP-EG adicionales, así como bombas de aviación y, mucho menos, la firma de un acuerdo de seguridad que seguiría al suscrito entre Ucrania y el Reino Unido hace unos días y sobre el que incluso la prensa rusa se ha hecho eco.

Hilando con lo anterior, desde Rusia tanto el presidente del país, Vladímir Putin, como la ministra de Exteriores de Corea del Norte, de visita en el país, han hablado sobre las intenciones de ambos estados siguiendo la retórica habitual, según la cual pasan por «desarrollar la cooperación para garantizar la paz y la estabilidad en el planeta». Así, según la agencia de noticias norcoreana KNCA:

«La conversación reafirmó la posición de ambas partes de promover el desarrollo dinámico de las relaciones bilaterales en general, de conformidad con el fuerte deseo de los pueblos de los dos países de iniciar un nuevo apogeo de las relaciones estratégicas y tradicionales de amistad entre la RPDC y Rusia. y lograr prosperidad y desarrollo comunes, y cooperar estrechamente y mantener el ritmo entre sí para garantizar la paz y la estabilidad regional y global».

Mientras tanto, desde la diplomacia rusa han vuelto a quejarse de que los países bálticos buscan resolver la «cuestión rusa» expulsando a los ciudadanos de habla rusa de sus territorios. Así lo ha afirmado al menos la portavoz de Exteriores, María Zajárova, quien ha dicho que «los Estados bálticos están preparando abiertamente deportaciones masivas de residentes de habla rusa. Al parecer, prevén que esto ayudará a resolver finalmente la ‘cuestión rusa’ y el problema, sin precedentes en el siglo XXI, de la no ciudadanía masiva en sus territorios».

Volviendo sobre Ucrania, aunque la actividad diplomática no ha sido muy elevada en las últimas horas, sí tenemos que el presidente del país ha hecho resumen de la participación ucraniana en el Foro Económico de Davos, en un vídeo publicado en las redes sociales. El primer ministro del país, Denys Shmyhal, por su parte, agradecía a la presidenta de la Comisión Europea su apoyo al país y el juicio emitido sobre los avances ucranianos y el esfuerzo hecho por adoptar las recomendaciones de este organismo. En el caso del ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, se ha reunido con su contraparte búlgara, con la que ha tratado sobre la asistencia en materia de defensa y el ingreso de Ucrania en la UE. Además, ha tenido tiempo para afirmar que lo que Ucrania necesita son «activos congelados y no un conflicto congelado», durante una sesión informativa conjunta celebrada con el secretario de Exteriores británico, David Cameron, en Davos.

Por último, cabe señalar que el Alto Representante de la Unión Europea, el español Josep Borrell, ha hecho una referencia al caso del opositor ruso Alexei Navalny, quien ha cumplido tres años ingresado en prisión y sobre el que pesan sentencias que ascienden a más de 30 años de cárcel. Un Navalny, por cierto, que desde prisión y a través de las redes sociales ha predicho el colapso del régimen ruso presidido por Putin: