Tras su aplastante victoria en el caucus de Iowa, Donald Trump ha prometido «resolver muy rápidamente» la guerra de Ucrania si llega al poder. Sin embargo, y mientras tanto, el actual presidente Joe Biden reunirá a los representantes de ambos partidos en las próximas horas, buscando continuar con el apoyo a Ucrania. Desde la UE, al mismo tiempo, Víktor Orban parece dispuesto a permitir que se aprueba la ayuda a este país, siempre que el mecanismo sea extrapresupuestario y los eurodiputados muestran su preocupación por el tibio apoyo a Ucrania. Mientras todo esto ocurre, Sobre el frente, la jornada se ha desarrollado sin novedad.
En el informe de ayer hacíamos un pequeño adelanto sobre dos temas que son de sumo interés de cara al futuro de la guerra de Ucrania, al menos en su parte más operativa. En primer lugar, a cómo Rusia habría logrado poner en marcha una segunda línea de montaje de drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) en sus instalaciones de Alabuga, aumentando el número de estos que es capaz de producir en su territorio. En segundo lugar, a cómo habría encontrado un cierto equilibrio entre las bajas sufridas y la llegada de nuevos reclutas, lo que le permite mantener su masa de combatientes.
En referencia al primer tema, el jefe adjunto de la inteligencia militar ucraniana, Vadym Skibitsky, ha asegurado en una entrevista concedida al medio RBK que Rusia dispone ya de dos líneas de producción de drones operativas en las instalaciones en construcción en la Zona Económica Especial de Alabuga, en la región de Tartaristán, situada a unos mil kilómetros al este de Moscú. A juicio de Skibitsky, el aumento en las capacidades rusas en esta materia es notable, toda vez que durante el mes de diciembre ha llegado a emplear entre 770 y 780 de estos drones, con todo lo que ello supone para las defensas ucranianas.
Como sabemos, el objetivo de Rusia es poder producir este tipo de drones de forma independiente y asumiendo responsabilidades gradualmente. Así, si en un principio se limitaban a ensamblar los componentes llegados de Irán, cada vez más se encargan de la fabricación de partes de los mismos. Buen ejemplo son los motores, que ahora podrían estar fabricando dentro de Rusia hasta tres o cuatro empresas diferentes, lo que les permite distribuir la producción y, con ello, asegurar el flujo de propulsores si aparecen problemas del tipo que sea en alguna de las factorías.
Lo más interesante del caso es que, aunque sin duda Rusia todavía está muy lejos de llegar a su objetivo de producir 6.000 drones al mes, se estaría pudiendo permitir el lujo de utilizar parte de los Geran-1/2 para probar no solo distintas tácticas contra las defensas antiaéreas ucranianas, sino, según algunos, si son útiles contra objetivos militares en el frente y en la retaguardia inmediata ucraniana. Todo al tiempo que prueba nuevas variantes de esta familia, como hemos visto apenas seis días atrás.
Por cierto, que estos no han sido los únicos datos que ha dejado Skibitsky, quien ha hablado también sobre la capacidad rusa de producción de misiles o sobre los objetivos que estaría persiguiendo en esta segunda campaña de ataques estratégicos, después de que el año pasado se centrase en la infraestructura energética y eléctrica ucraniana. No abundaremos sin embargo en ello, pues es un tema que hemos tocado en más de una ocasión en las últimas semanas.
Si los drones kamikazes de diseño iraní plantean un serio problema a Ucrania, dado el diferencial de coste entre estos y muchos de los sistemas antiaéreos empleados en su destrucción, más preocupante es todavía la sensación de que, a pesar del ingente número de bajas infligido a Rusia en estos casi dos años, este país está consiguiendo no solo mantener el volumen de fuerzas desplegado en el frente sino, al mismo tiempo, crear nuevas unidades no solo para participar en esta guerra, sino también para oponer, llegado el caso, a la OTAN.
Ha sido nuevamente Skibitsky quien ha asegurado que cada día entre 1.000 y 1.100 rusos (aunque hay que decir que este país sigue buscando reclutas entre los naturales de otros países), pasan a ingresar en sus Fuerzas Armadas, buena parte de ellos siguiendo una motivación mucho más económica que de otro tipo. Así las cosas, Rusia dispondría cada mes de hasta 30.000 nuevos uniformados, con los que mantener su esfuerzo bélico de forma que, incluso asumiendo las cifras de bajas diarias dadas por Ucrania (sobre las que ya hemos expresado nuestro parecer en varias ocasiones) y que, dicho sea de paso, se mantienen en máximos.
Curiosamente, a pesar de todo este potencial humano, no está del todo claro que la apuesta rusa implique aprovecharlo de forma óptima. Están creando constantemente nuevas unidades, lo que a su vez les permite aumentar el tamaño de la fuerza de reserva destinada a ir cubriendo distintos puntos del frente en función de la necesidad. Esto implica que muchas de las unidades actualmente en servicio en Ucrania están por debajo del mínimo aceptable, con batallones que apenas cuentan con el personal de una compañía y compañías que son poco más que secciones reforzadas.
Lo que no parece es que pueda volver a darse una situación como la vivida durante el otoño de 2022, en la que la contraofensiva ucraniana en Járkov fue posible, en buena medida, debido a las carencias rusas en cuanto a personal. Más bien al contrario, si Ucrania pretende reconstituir sus propias fuerzas para tratar de volver al ataque ya una vez recibidos los F-16 y entrenadas las unidades terrestres en operaciones a nivel de brigada y superiores (con todo lo que ello implica), tendrá que lanzarlas contra una defensa rusa bien nutrida. Mejor, seguramente, que durante el pasado verano.
Pasando a lo ocurrido sobre el terreno tenemos que, en estas últimas horas, Rusia ha vuelto a recurrir precisamente a los drones Shahed, que han sobrevolado el sur de Ucrania hacia Dnipró. Además, se han registrado impactos de drones en la ciudad portuaria de Odesa, en donde tres personas han resultado heridas.
Del lado ruso, y más allá de los ataques ucranianos con drones, cabe destacar el ciberataque lanzado sobre el proveedor de telecomunicaciones QWERTY, propiedad de Rostelecom y que se atribuye al grupo «IT Army of Ukraine». A consecuencia del mismo se habrían producido cortes en el servicio, como puede verse en el siguiente enlace.
En cuanto a los combates, siguen siendo intensos y provocando un número importante de bajas en ambos bandos, como atestiguan las fuentes OSINT. La mayor parte de ellas, además, causadas por la acción de los drones tipo FPV o por otros tipos de drones letalizados, lo que no deja de ser significativo.
Pese a lo anterior, apenas hay movimientos, por no decir que el frente se mantiene sustancialmente estático. Al norte del frente, en el área de Kreminna, el único cambio se habría producido en Bilohorivka, con un mínimo avance ruso en una zona en la que los toma y daca son continuos.
Del resto del frente apenas han llegado novedades, más allá del área al este de Donetsk, concretamente en la parte más meridional, a la altura de Novomykhailivka, en donde también se ha registrado un avance ruso en dirección a poniente al sur de esta localidad.
Por último, señalar que algunas fuentes han señalado una reducción en el número de ataques de la aviación rusa en las inmediaciones del mar de Azov, lo que tendría su lógica después de que hace unas horas la aviación rusa sufriese la posible pérdida de un avión de alerta temprana Beriev A-50 Mainstay y daños en un avión de mando y control Il-22M.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, y mientras se celebra el foro de Davos, en el que Zelenski ha aprovechado para catalogar a Putin de depredador y advertir sobre cómo sus planes van mucho más allá de Ucrania, la actualidad nos lleva también a los Estados Unidos de América. Allí, el que parece será el candidato a la presidencia por parte del Partido Republicano, Donald Trump, tras imponerse en el caucus de Iowa y comenzar a encarrillar su candidatura, ha asegurado que pondrá fin rápidamente a la guerra de Ucrania si llega a la Casa Blanca tras las elecciones de octubre. Según afirma: «Conozco muy bien al presidente [ruso, Vladimir] Putin. Conozco muy bien a [su homólogo ucraniano, Volodymyr] Zelensky . Puedo involucrarlo, solucionaremos esto muy rápidamente. «Esta [guerra] nunca debería haber ocurrido». Lo que no ha aclarado es cómo va a implementar sus palabras, claro está.
Al mismo tiempo, desde Rusia, Putin advertía de que el Estado ucraniano corre el riesgo de sufrir «un golpe irreparable» si el conflicto continúa, después de acusar a Kiev de negarse a negociar. Aunque estas palabras parecen un señalamiento acerca de una posible escalada, lo cierto es que más bien parece que dan interpretarse como una opinión acerca de los efectos que podría tener sobre Ucrania una guerra larga. Por otra parte, en la misma comparencia, Putin aseguró que habían alcanzado un acuerdo durante las conversaciones de Estambul en 2022, al comienzo del conflicto, pero que el Reino Unido habría persuadido a Ucrania de no aceptar el mismo, provocando la continuación de la guerra.
Más allá de las palabras de Trump, lo cierto es que en cuestión de horas se producirá una cita clave en los Estados Unidos, toda vez que deben reunirse con él, a petición de la Presidencia, los representantes de ambos partidos. El motivo de la reunión pasa por la necesidad de lograr desbloquear la ayuda no solo a Ucrania, sino también a Israel y Taiwán, es decir, el fondo de 110.000 millones de dólares solicitado en su día y, por el momento, bloqueado por el Legislativo estadounidense. Además de esto, Biden ha hablado por teléfono en las últimas horas con el canciller alemán, Scholz, quien ha prometido ayudar unilateralmente a Ucrania con 7.000 millones de euros en 2024, a la vez que ha criticado a otros líderes europeos por su escaso compromiso.
Precisamente en el Viejo Continente, además de saberse que Macron visitará Kiev en febrero, en las últimas horas ha vuelto a salir a la palestra el bloqueo ejercido por Hungría. Como sin duda recordarán los lectores, durante el mes de diciembre fue imposible para los Veintisiete dar luz verde al fondo de asistencia a Ucrania por valor de 50.000 millones de euros que debería servir para asegurar su estabilidad económica durante el periodo 2024-2027. Ahora, Orban, según ha afirmado, estaría dispuesto a levantar el bloqueo si el fondo se negocia a través de instrumentos extrapresupuestarios. Mientras no sea así, seguirá ejerciendo su veto, ahora con el respaldo de Robert Fico, jefe del Gobierno de Eslovaquia, quien se ha mostrado contrario a que el resto de Estados miembros castiguen a Hungría por «luchar por su soberanía».
Siguiendo con la UE, que está llevando a cabo una auditoría sobre el armamento entregado a Ucrania, tenemos que en las últimas horas los eurodiputados, reunidos en Estrasburgo, han vuelto a expresar su preocupación por el escaso apoyo que Ucrania está recibiendo por parte de los Veintisiete. Así, si hace unos días 120 de ellos firmaron una petición instando a la UE a tomar medidas para limitar los derechos de voto de Hungría, de aquí a unas horas votarán acerca de un proyecto de resolución en el que se pide a la UE que redoble sus esfuerzos para sostener a Ucrania.
Volviendo sobre Rusia, Putin se ha reunido con la ministra de Exteriores de Corea del Norte, Choi Son-hee, quien ha considerado que ambos países están en un momento clave «para llevar las relaciones bilaterales a un nuevo nivel este año». Desgraciadamente, no ha trascendido el contenido de las conversaciones entre ambos, aunque se sigue especulando sobre la entrega de ayuda humanitaria y militar por parte rusa a Pyongyang, mientras Corea del Norte suministra a cambio misiles y munición de artillería a Moscú.
Más allá de esto, ha sido también una jornada diplomática intensa para los ucranianos, con el jefe de la oficina del Presidente, Andriy Yermak reuniéndose con el ministro de Exteriores saudí, el príncipe Faisal bin Farhan, con quien ha hablado sobre el estrechamiento de los lazos bilaterales y la ayuda humanitaria. El primer ministro, Shmyhal, se ha reunido por su parte con la portavoz letona, Daiga Mierina, así como con un grupo de parlamentarios del país báltico, con quienes ha hablado sobre la integración europea de Ucrania y sobre la implementación de la «Fórmula de paz» de Zelenski. Con Mierina también se ha visto el presidente de la Rada Suprema ucraniana, Ruslan Stefanchuk, quien ha agradecido el apoyo prestado por Letonia, que considera «inequívoco».
El presidente ucraniano, precisamente, ha mantenido un encuentro con su homólogo polaco, Andrzej Duda, a quien ha informado sobre la situación en el campo de batalla y la necesidad de recibir más sistemas de defensa antiaérea, además de aprovechar la cita para coordinar posiciones de ante la próxima cumbre de la OTAN, que se celebrará en Washington. Todo ello mientras, como hemos explicado al inicio de esta sección, tomaba parte en el Foro Económico de Davos, en donde ha pedido más ayuda para su país, asegurando que «cada inversión en la confianza del defensor permite acortar la guerra».
Para finalizar, lo hacemos también con Polonia, pues los transportistas de este país que bloqueaban la frontera con Ucrania desde noviembre para denunciar la competencia desleal de Kiev parece que van a suspender sus protestas, según ha anunciado el ministro de Infraestructuras del país, Dariusz Klimczak. Eso sí, no será de forma indefinida, pues el acuerdo alcanzado solo se extiende hasta el 1 de marzo, a la espera de que durante este periodo se alcancen acuerdos que satisfagan a los transportistas.