Mykhailo Fedorov, ministro de transformación digital de Ucrania, ha reconocido algo sabido por todos: Ucrania está recurriendo a un número creciente de drones tipo FPV, no tanto por sus ventajas, como porque carecen de disparos suficientes para su artillería. Pese a ello, y aunque todavía no hemos alcanzado ese punto, este tipo de ingenios están llamados a sustituir a la artillería clásica en muchas de sus funciones, aunque esto no significa que vayan a reemplazarla por completo, en ningún caso. Además de esto, durante la última jornada de guerra en Ucrania el país ha sido víctima de una nueva oleada de misiles y drones, se habría producido un nuevo sabotaje en las líneas férreas rusas a su paso por los Urales y la OTAN continúa reforzando su presencia en el este de Europa, de la que participará Suecia a pesar de no ser todavía miembro formal de la Alianza.
En un reciente artículo publicado por el medio estadounidense The Wall Street Journal, se explica algo de lo que hemos hablado en numerosas ocasiones en estas páginas: cómo los ucranianos están recurriendo de forma creciente al empleo de drones FPV en el campo de batalla no porque aporten ventajas sustanciales en todos los casos, sino porque es la única alternativa más o menos viable que han encontrado ante la evidente carencia de municiones para su artillería. De hecho, ha sido el propio ministro de transformación digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, quien ha reconocido este extremo, sin una pizca de alegría en sus palabras, a pesar de lo conseguido a partir de los escasos medios de los que dispone el país y del papel jugado por el ministerio que encabeza en todo ello.
En varios de nuestros informes hemos hablado sobre las ventajas que aportan los drones tipo FPV frente a las armas contracarro tradicionales, en términos de alcance y especialmente de precio. Su llegada al campo de batalla está contribuyendo a dar pie a una Revolución en los Asuntos Militares (que no Revolución Militar, proceso también en marcha, pero motivado por otros factores más complejos). Además de esto, también hemos hecho referencia a cómo, hasta cierto punto, podrían ser un reemplazo válido para la artillería de menor calibre (y alcance), como es el caso de la de 105 o 122 mm y los morteros. Al fin y al cabo, hablamos de ingenios que son empleados en una horquilla de distancias que puede ir de los 5 a los 15 kilómetros (esto último es más un ideal, que una realidad a día de hoy) y cuya carga explosiva, gracias a la precisión, puede lograr un efecto similar en muchos casos.
Sin embargo, también hemos dejado muy claro que los drones no son un sustituto, sino un complemento de la artillería, al menos por el momento. Alcanzar distancias aceptables implica una complejidad técnica que anula parte de sus ventajas, al tener que recurrir a aparatos que hagan de relé, de forma que los destinados a «inmolarse» no pierdan la conexión con su operador, aprovechando al máximo las capacidades de sus baterías. Por la misma razón, a mayores distancias es también obligado contar con capacidades ISR mayores, lo que implica drones de reconocimiento mayores, con sensores más sofisticados y, en definitiva, más caros.
Llegados a un determinado punto (se podría hacer un cálculo económico aproximado, aunque no es objeto de estos informes), el empleo de drones no solo es más complejo, sino también antieconómico, en relación con la artillería tradicional. De hecho, el recurso a aparatos mayores y más onerosos termina justificando el empleo de sistemas antiaéreos tradicionales contra ellos, por más que basados en misiles como los empleados por los sistemas tipo MANPAD. Además, no hay que olvidar que, a pesar de los problemas que Occidente tiene para incrementar la producción de disparos de 155 mm, dada la escasez de líneas de producción y las tensiones en las cadenas de suministro, el coste por unidad sigue siendo de entre 4.000 y 8.000 euros, en el caso de la munición convencional, logrando alcances de decenas de kilómetros y un efecto, gracias a su potencia, muy diferente del que es posible para un dron equipado bien con una granada tipo PG-7, bien con explosivos caseros.
En relación con lo anterior, quizá las mayores limitaciones de los drones, además de su baja efectividad (recordemos que se manejan tasas de éxito inferiores generalmente al 10%), tengan que ver precisamente con la falta de versatilidad y escaso efecto de sus explosiones, a pesar de la imaginación que los desarrolladores le echan a la hora de desarrollar nuevas cargas.
Se puede batir un objetivo concreto, como un carro o blindado -incluso en movimiento- y se puede, si el operador es hábil, «colar» uno de estos ingenios en el interior de una posición protegida, pero es imposible generar el mismo efecto que una salva de artillería provoca. Un efecto que, además de devastador en el plano físico -y aun así, la cifra de muertos a lo largo de la historia debido a las descargas de la artillería o los bombardeos masivos, ha seguido siendo limitada- tiene un componente desmoralizador importante y ayuda por ejemplo a generar ventanas de oportunidad a nivel táctico, de cara a lanzar asaltos de infantería sobre las posiciones enemigas.
Y sin embargo, las cifras de bajas contrarias atribuidas a los drones FPV enemigos no dejan de crecer en proporción, no solo por la carencia de municiones, sino porque han encontrado su elemento predilecto en la guerra de posiciones. Dicho lo cual, se abre también un interesante interrogante de cara al futuro, pues será un reto adaptar el uso de este tipo de sistemas a la guerra de movimientos.
Algo sobre lo que apenas se ha comenzado a teorizar, pero que seguramente implique el empleo de plataformas portaenjambre y de vectores, como misiles o bombas planeadoras de lanzamiento aéreo que permitan dispersar un número aceptable de drones, cada uno de ellos con guiado autónomo hacia su objetivo, en base al reconocimiento óptico. Estamos, en cualquier caso, muy lejos de esa fase y, por el momento, ni siquiera es evidente que vayan a poder sustituir a las submuniciones o a las bombas guiadas de menor tamaño y coste. Y es que precisamente lo más apasionante de tratar de adivinar cuál será el futuro de la guerra, es la obligación de asumir que el 90% de nuestras ideas terminarán arrinconadas en un cajón, por distintos motivos.
Pasando del futuro al presente, en un ejercicio de regresión, nos encontramos con que, durante las últimas horas, Ucrania ha vuelto a ser blanco de ataques rusos mediante misiles y drones. Según la Fuerza Aérea ucraniana se lanzaron 59 misiles y drones, repartidos como sigue:
- Ocho drones kamikaze Shahed-131/136 (Geran-1/2) lanzados desde el distrito de Primorsko-Akhtarsk;
- Siete misiles S-300/S-400 lanzados desde el Óblast de Belgorod;
- Cuatro misiles balísticos Kh-47M2 Kinjal lanzados por cuatro aviones MiG-31K desde los distritos de Ryazan y Tambov;
- Veinticuatro misiles de crucero Kh-101/Kh-555/Kh-55 lanzados por 11 bombarderos estratégicos Tu-95MS desde las cercanías de Engel;
- Ocho misiles de crucero Kh-22 lanzados por bombarderos Tu-22M3 desde el Óblast de Bélgorod;
- Seis misiles balísticos Iskander-M disparados desde el sector Dzhanskoy, Crimea;
- Dos misiles Kh-31P lanzados desde un avión táctico que partía del Óblast de Bélgorod.
De los mismos, habrían sido derribados los ocho drones y dieciocho misiles, con lo que una parte importante de los mismos habría llegado a su objetivo, alcanzando puntos como Járkov, Dnipró o Krivói Rog, entre otros.
Del lado contrario, además de apagones en la parte ocupada de la región de Jersón, se ha hablado de un nuevo sabotaje en este caso a un vagón de tren cargado de petróleo, que habría tenido lugar cerca de la estación de San Donato, en Nizhniy Tagil, en el interior de Rusia. También se han vuelto a registrar explosiones sobre Bélgorod, en donde unas 300 personas habrían sido evacuadas, según las autoridades rusas. Por cierto, que en esta región se ha producido un nuevo lanzamiento accidental de una bomba por parte de un avión ruso, concretamente una una FAB-250.
En cuanto a los movimientos, han sido una vez más, mínimos. Al norte del frente nos encontramos con los consabidos ataques rusos en dirección al Sherebets en el área de Kreminna.
En Bakhmut, por su parte, los ataques han seguido dándose tanto al norte, en la zona de Khromove, como al Sur, hacia Klischiívka, sin cambios.
Más intensa ha sido la actividad en torno a Avdiívka, en donde las tropas rusas han logrado ganar terreno al sur, en donde han redoblado sus esfuerzos. Siguiendo con el este de Donetsk, en Novomykhailivka continúan los contraataques ucranianos, de los que hablamos ayer.
En el eje de Orijiv, en Zaporiyia, para finalizar, siguen produciéndose ataques rusos, buscando recuperar el total del terreno perdido durante la ofensiva estival ucraniana, algo que todavía no han hecho.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Pasando al apartado internacional, seguimos a la espera de que se incremente la actividad tras el descanso navideño. Mientras tanto, las noticias más importantes tienen que ver con la decisión, por parte de Suecia (recordemos que todavía no es miembro formal de la OTAN, debido a los problemas de cara a su adhesión puestos por Hungría y Turquía), de enviar tropas a Letonia, como parte de la brigada liderada por Canadá.
Es un tema sobre el que se había venido hablando desde tiempo atrás, pero que había quedado hasta cierto punto en el aire, en tanto el país nórdico no había logrado vencer la residencia húngara y turca a su entrada en la OTAN y, en principio, se esperaba que no tomase ninguna decisión al respecto hasta haber superado estos escollos.
Sin embargo, hace apenas tres días el ministro de Exteriores letón había venido advirtiendo de que Rusia no se detendría en Ucrania, solicitando el máximo apoyo posible a la seguridad de las repúblicas bálticas. Un llamamiento al que ahora Suecia, en boca de su primer ministro, Ulf Kristersson, ha respondido, pues el político ha anunciado en el marco de la conferencia de Folk och Försvars 2024 que contribuirán a la disuasión y la defensa de la OTAN, aportando un batallón reducido a la fuerza dirigida por Canadá.
No ha sido, en cualquier caso, la única noticia de un día en el que, desde Alemania, el canciller Olaf Scholz ha criticado el insuficiente volumen de ayuda militar proporcionado por la Unión Europea a Ucrania, asegurando que los proporcionado por Alemania no basta para compensar la reducción de envíos por parte estadounidense.
Desde Ucrania, por su parte, la actividad diplomática ha estado copada hoy por el primer ministro, Denys Shmyhal, así como por el jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak y por el propio presidente, Volodímir Zelenski.
En el primer caso, se ha reunido con la embajadora estadounidense, Bridget Brink, con quien ha hablado en el marco de la Plataforma de Coordinación de Donantes establecida para garantizar la asistencia financiera a Ucrania. Durante su encuentro, Shmyhal ha puesto a la diplomática estadounidense al día de las reformas que está acometiendo el país, además de agradecer el apoyo prestado por los EE. UU. Un país, por cierto, en el que en los últimos días, se ha producido una curiosa polémica a propósito de la hospitalización del secretario de Defensa, Lloyd Austin III, que habría sido ocultada a la prensa, lo que ha generado cierto escándalo y petición de exigencia de cuentas.
En el segundo, tenemos que Yermak ha hablado con la ex ministra de Exteriores de Suecia, Margot Wallstrom, quien preside el Grupo de Trabajo Internacional sobre las Consecuencias Ambientales de la Guerra. También ha hablado con el asesor jefe del presidente de Brasil, Celso Amorin, con quien ha discutido acerca de los preparativos de la próxima cumbre de asesores de seguridad nacional y políticos relativa a la implementación de la «Fórmula de paz», a celebrar en Davos.
En el tercero y último, Zelenski ha mantenido una reunión telefónica en las últimas horas con el Emir de Qatar, Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, a quien ha agradecido el papel jugado por este país en todo lo relativo a las conversaciones para la devolución de los niños ilegalmente deportados a Rusia. Además, le agradeció la concesión de 20 millones de dólares hecha para financiar la iniciativa «Granos de Ucrania». Por otra parte, tuvieron también tiempo para hablar sobre la implementación de la «Fórmula de paz» de Zelenski.
En otro orden de cosas, también ha sido noticia la situación de la economía rusa, que habría crecido en 2023 probablemente más de un 3%, lo que, a juicio de algunos analistas, indicaría un importante recalentamiento, mientras Putin intenta conjugar tres objetivos prácticamente imposibles de alcanzar al mismo tiempo: debe financiar su actual guerra contra Ucrania, mantener los niveles de vida de su población y salvaguardar la estabilidad macroeconómica.
Para finalizar, terminamos con una noticia hecha pública por la inteligencia militar ucraniana, organismo según el cual sus operativos se habrían hecho con documentación técnica relativa a los últimos desarrollos militares rusos que tendría un valor de, supuestamente, 1.500 millones de dólares. En total, se habrían hecho con 100 gigabytes de datos de la empresa rusa Special Technological Center LLC (STC), especializada en drones y guerra electrónica. Por supuesto, no hay forma de saber hasta qué punto se trata de una noticia verídica, de mera desinformación o sin hay una base real, pero los datos están hinchados.
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