Los ataques rusos con misiles y drones se mantienen en cifras récord, después de que en las últimas horas, según el Ministerio de Defensa de Ucrania, hayan sido lanzados contra el país hasta 35 drones Shahed-131/136 (Geran-1/2), 70 misiles de crucero Kh-101/555/55, 12 misiles balísticos Iskander y antiaéreos S-300/400 y una decena de misiles hipersónicos Kinzhal. Continúa pues Rusia no solo buscando saturar las defensas ucranianas, sino maximizar el daño causado mediante el empleo de diversas combinaciones de vectores de ataque. Como consecuencia de los ataques, que sumarían más de 500 drones y misiles en los últimos cinco días, Polonia ha reforzado la seguridad de sus fronteras, Alemania, Italia y Francia han expresado su apoyo a Ucrania y condenado lo sucedido y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha pedido medidas inmediatas de desescalada.
Las últimas horas han sido particularmente difíciles para los encargados de manejar los sistemas antiaéreos en Ucrania. A los ataques que venimos viendo desde el 29 de diciembre, cuando se alcanzó una cifra récord en cuanto a lanzamientos, les ha seguido una presión constante, como hemos ido narrando jornada a jornada. Presión que se ha maximizado con el comienzo de año pues, no en vano, Rusia habría vuelto a lanzar oleadas masivas como las de la pasada noche, compuesta por hasta 35 drones kamikazes y 99 misiles de distintos tipos, incluyendo al parecer una decena de misiles hipersónicos (aunque las fuentes rusas hablan de 11 y no 10 misiles Kinzhal).
Más allá de que el número de vectores utilizado por Rusia sea altísimo, lo que interesa es ver las diferentes combinaciones entre ellos que vienen utilizando, de forma que se complique el trabajo a los defensores. Como hemos explicado en alguna ocasión, en primer lugar recurriendo a los drones, que obligan a consumir misiles antiaéreos para su neutralización y, posteriormente, empleando misiles de diferentes tipos y con avenidas de aproximación y trayectorias diversas para terminar de saturar las defensas aéreas, causando el mayor daño posible.
Por el momento, al menos a tenor de las cifras oficiales, estas últimas están rindiendo a un nivel altísimo, lo que se reflejaría en el derribo de todos o la mayor parte de los misiles hipersónicos y, en general, de más del 75% de las amenazas entrantes, algo que están haciendo de forma sostenida, si bien no hay demasiadas pruebas que permitan confirmar los datos ofrecidos por Ucrania (por ejemplo, en el caso de los Kinzhal, ha aparecido un vídeo en el que se aprecia la caída de los restos de lo que podría ser uno de estos misiles, aunque hay quien considera que se trata de un antiaéreo IRIS-T, si bien su tamaño es muy inferior).
Sea como fuere, pues no hay datos suficientes como para emitir un juicio definitivo ni sobre la efectividad de los ataques rusos (centrados en objetivos civiles y destinados a causar el mayor daño posible a la población ucraniana, como ocurriera un año atrás), ni de las defensas antiaéreas ucranianas, sí cabe decir que estas mejoran también a cada ataque. Es así, en tanto se analizan los datos recogidos por los distintos sensores, permitiendo responder de forma más adecuada en ocasiones posteriores. Ahora bien, el problema de fondo no varía: Ucrania dispone de un número limitado de misiles y sistemas antiaéreos y depende de la ayuda occidental para mantener las altas tasas de efectividad.
Mientras tanto Rusia, por más que algunos hagan cálculos de lo más impactantes sobre el coste económico de estos ataques, sigue beneficiándose de la utilización de muchos modelos que provienen de los stocks anteriores al inicio de la guerra y que, por lo tanto, fueron sufragados incluso décadas atrás en algunos casos, así como de la producción de nuevos misiles seguramente muy por debajo del coste que muchos dan por válido, en tanto este suele ser el de exportación y no aplica a las compras hechas por el Ministerio de Defensa.
En relación con esto, hay que aclarar que, por más que Putin haya venido hablando de «endurecer» los lanzamientos contra Ucrania en respuesta al ataque ucraniano sobre Bélgorod (por cierto, que las autoridades rusas han pedido a la ciudadanía que no comparta fotografías de los efectos de los ataques), lo que estamos viendo no parece guardar relación directa. Es decir, que si bien es muy cómodo buscar la relación entre lo ocurrido en esta ciudad rusa y los últimos ataques rusos, hay que tener en cuenta que estos no se preparan de un día para otro, pues necesitan un proceso de planeamiento ciertamente complejo:
- En primer lugar, es fundamental reunir los recursos necesarios para una campaña sostenida en el tiempo, algo que Rusia viene haciendo desde hace meses, tal y como hemos ido explicando en repetidas ocasiones.
- En segundo lugar, más allá de los medios materiales necesarios (que incluyen no solo misiles y drones, sino también aviones en caso de ser de lanzamiento aéreo o buques cuando se trata de misiles lanzados desde plataformas navales), nos encontramos con el problema de establecer los objetivos de los ataques. No es sencillo, pues implica combinar informaciones procedentes de los satélites de observación y reconocimiento, sea óptico, electrónico o del tipo que sea, fuentes HUMINT, etc. Además, todas estas informaciones hay que convertirlas en un listado con prioridades claras, en función del efecto que se desee conseguir.
- En tercer lugar, y teniendo en cuenta lo anterior, hay que planear los lanzamientos, incluyendo el diseño de las misiones aéreas y navales, las direcciones de ataque, el orden de los mismos para maximizar en lo posible la eficacia (y eficiencia, que no es lo mismo) mientras se garantiza la seguridad de tripulaciones y operadores, etc.
- En cuarto lugar hay que hacer una evaluación de daños, lo que implica una vez más volver a los medios de reconocimiento, las fuentes HUMINT, analistas OSINT, medios de comunicación y, en general, todo aquello que pueda proporcionar información sobre los efectos de los ataques, sea destrucción física, cortes eléctricos, protestas contra el Gobierno, etc. Todo se valora.
- Posteriormente, y con todos estos datos en la mano, hay que repetir todo el ciclo de adquisición de objetivos y de planeamiento y así sucesivamente.
Por supuesto, podemos quedarnos con la idea de que en Rusia nada de esto se hace y de que los ataques, dado que muchos de ellos no alcanzan su objetivo por distintos problemas, se hacen al tuntún. Sin embargo, por muchos problemas que los militares rusos hayan podido enfrentar a la hora de planificar y llevar a cabo con éxito los lanzamientos, y por más que durante algunas fases de la guerra no se haya hecho siguiendo directrices claras, menospreciar al enemigo suele ser siempre un error.
Al fin y al cabo, durante el pasado año a punto estuvieron de doblegar la resistencia ucraniana y aliada, que hubo de hacer un esfuerzo mayúsculo para enfrentar a la campaña de ataques estratégicos. Y, por otra parte, conviene no olvidar que, en conjunto, Rusia ha llevado a cabo la que es la mayor campaña de lanzamiento de misiles y drones hasta la fecha, lo que le permitirá extraer también a sus militares lecciones, perfeccionando conceptos como el de «guerra sin contacto», acerca del cual llevan teorizando años.
Dicho todo lo anterior, lo que tenemos es que los últimos lanzamientos de drones y misiles rusos han causado, según el presidente ucraniano Zelenski, 4 fallecidos y 92 heridos en las regiones de Kiev y Járkov (aunque posteriormente medios como Kyiv Independent han elevado la cifra a 5 y 130 respectivamente). En el caso de la capital, que ha sido la localidad más afectada, se han registrado daños en varios edificios residenciales, concesionarios de coches y, según algunas fuentes (rusas), en empresas relacionadas con la producción de defensa, lo que indicaría que los ataques rusos no son aleatorios, lo mismo que los ataques a la red eléctrica, que han podido ser subsanados rápidamente.
Más allá del efecto de los ataques, y después de que horas atrás denunciasen la violación de su espacio aéreo por parte de un misil ruso, en Polonia han decidido reforzar la seguridad de sus fronteras, incluyendo sus cielos, desplegando una pareja de cazabombarderos F-16 y un avión de reabastecimiento en vuelo en las inmediaciones de Ucrania.
Del lado contrario, durante este día dos de enero han trascendido diversas informaciones relativas a supuestos ataques ucranianos sobre Skadovsk, en la parte de la óblast de Jersón ocupada por Rusia, así como en Tokmak (Zaporiyia), en Sebastopol y, nuevamente, contra Bélgorod.
Menos son las novedades en cuanto a los combates y cambios de posición sobre el terreno. En relación con esto, Ucrania habría recuperado, tras un contraataque, parte del terreno perdido días atrás en el área de Sinkiv’ka, en las inmediaciones de Kupiansk. Es en cualquier caso un avance mínimo, como también son mínimas las ganancias rusas algo más al sur, en Karmazynivka y Ploshchanka.
Además de lo anterior, las únicas otras zonas del frente en las que se han reportado movimientos han sido: 1) el área al norte de Bakhmut, concretamente en Vesele, en donde el Ejército ruso estaría atacando desde el noreste y el sur, sin entrar por el momento en la villa; 2) en el eje de Velyka-Novosilka, al sur del país, en donde las tropas rusas habrían lanzado un ataque en dirección a Staromaiorske.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En cuanto al apartado internacional, si bien la actividad diplomática sigue siendo muy reducida, se han producido varias noticias, algunas de ellas relacionadas como no podía ser de otra forma con los últimos ataques rusos. Así, la condena internacional ha vuelto a ser unánime, comenzando por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, quien ha pedido medidas inmediatas de desescalada, protección de los civiles y respeto del derecho internacional.
También desde Bruselas, Londres, París y Berlín se han producido reacciones, al igual que desde la embajada estadounidense en Ucrania. Así, la ministra de Asuntos Exteriores gala, Catherine Colonna, ha condenado «con la mayor firmeza» los ataques rusos contra Ucrania a través de un comunicado publicado en la página web del ministerio. Según el mismo, Rusia «prosigue su estrategia de terror destinada a destruir la infraestructura civil ucraniana para socavar la resiliencia del pueblo ucraniano». Además, aseguran que «Francia seguirá proporcionando [a Ucrania] la ayuda necesaria para permitirle que ejercite su autodefensa».
En el primer caso, ha sido el Alto Representante, Josep Borrell, quien ha asegurado a través de las redes que «Rusia deberá rendir cuentas por sus crímenes de guerra», tras acusarle de apuntar a civiles y destruir barrios residenciales e infraestructuras críticas.
En el caso alemán, la ministra Annalena Baerbock, ha asegurado a través de las redes sociales que el presidente ruso, Vladímir Putin, “quiere destruir Ucrania». Al mismo tiempo, se congratuló porque los «Patriot e IRIS-T que proporcionamos,salvan vidas todos los días”, escribió. De hecho, el jefe de Estado Mayor ucraniano, Zaluzhnyi, aseguró que los Patriot habían sido los responsables del derribo de los misiles hipersónicos Kinzhal, afirmación que hemos enlazado anteriormente, pero que volvemos a compartir.
En cuanto a la embajadora estadounidense en Ucrania, Bridget Brink, ha condenado los ataques, diciendo además que con estas acciones, lo único que ha conseguido Putin ha sido «reforzar la determinación de los ucranianos de defender su libertad y la nuestra a la hora de apoyar a Ucrania en su lucha existencial, lo cual es importante para la seguridad de Europa y más allá». Como comentario, en relación con esto último, hay que ver si la campaña rusa de ataques estratégicos no terminará por provocar el efecto contrario al deseado, al forzar la superación de los desacuerdos entre demócratas y republicanos a propósito de la ayuda a Ucrania, en vista de las imágenes de destrucción que están llegando a través de los medios…
Respecto al Reino Unido, ha sido el primer ministro, Rishi Sunak, quien ha mantenido una conversación con Zelenski en la que ha expresado su apoyo y ha subrayado los esfuerzos del país por proporcionar apoyo diplomático y militar a Ucrania, algo que Zelenski ha vuelto a solicitar.
No ha sido la única llamada de las últimas horas y tampoco la única que se ha producido a consecuencia de los ataques rusos. Así las cosas, el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, se ha telefoneado con el asesor de seguridad nacional estadounidense, Jake Sullivan, con quien ha discutido acerca de las consecuencias de las últimas oleadas y también sobre la importancia de las defensas aéreas.
En relación con esto, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, ha sido muy claro a través de las redes, pidiendo no solo más sistemas antiaéreos y misiles, sino también drones de guerra, misiles de largo alcance, el uso de los activos rusos congelados en el extranjero para asistir a Ucrania y el aislamiento internacional de Rusia.
Lo mismo (pedir más sistemas antiaéreos) ha hecho Zelenski en su discurso diario, agradeciendo de paso a la defensa antiaérea ucraniana su labor, pues «ningún país del mundo había rechazado con éxito tales ataques combinados de drones y misiles».
Precisamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores está redoblando la presión no solo para lograr más misiles antiaéreos, sino misiles de crucero con alcances de 300 kilómetros y superiores, lo que supone poner la piedra sobre el tejado de una Alemania reacia a entregar por el momento misiles Taurus, siguiendo el ejemplo de Francia y Reino Unido con sus SCALP/Storm Shadow, que tan buen servicio han prestado a Ucrania.
Para terminar, hay que hacer una referencia a lo publicado en Estados Unidos en relación con el partido político francés Rassemblement national (RN), encabezado por Marine Le Pen, a quien desde el diario Washington Post acusan de ser un vector de influencia política rusa en Francia, señalando los vínculos persistentes entre esta agrupación y el Kremlin. Según el portavoz de RN, se trata de una «conspiración», mientras desde otros partidos como Renaissance, del que forma parte el actual presidente galo, Emmanuel Macron, aprovechan la noticia para incidir en la negativa «casi sistemática» del RN a conceder ayuda militar a Ucrania o a su oposición a la adopción de sanciones contra Rusia.
Deja una respuesta