Finaliza 2023, pero no la guerra de Ucrania, que parece tan lejos de dar paso a unas negociaciones como hace un año. A los combates constantes y el estancamiento se unen los lanzamientos de drones y la destrucción de infraestructuras civiles. Además de lo anterior, y como corresponde a la fecha que es, hay que prestar atención también a los discursos de líderes ucraniano y ruso y de algunos de sus aliados. Tanto Zelenski como Putin han prometido no dar marcha atrás e infligir una gran devastación a sus enemigos, dejando claro que el escenario más improbable, por el momento, es el de una salida negociada a la guerra.
Para quienes seguimos a diario la guerra de Ucrania, los últimos doce meses han sido, además de duros, por el recuento diario de bajas y la exposición a miles de documentos de destrucción y de muerte, también monótonos, en el sentido de que, en realidad, ha habido muy poco que contar, una vez las principales ofensivas han ido fracasando una detrás de otra. Las razones, han sido ya mil veces explicadas: a la sensorización del campo de batalla, protagonizada por drones, pero también por satélites (muchos de ellos comerciales), se unen las mejoras en cuanto a mando y control, que permiten dar una respuesta en minutos a cualquier movimiento enemigo.
Esto no quiere decir que lo visto en la guerra de Ucrania -y que en cualquier caso, apenas arroja lecciones provisionales (dedicaremos un capítulo en el tercer libro, que sale a la venta en unos días-, sea aplicable a todos los contextos sin excepción. No es así. La falta de un apoyo aéreo de cierta entidad, el hecho de que buena parte del frente estuviese plagado de posiciones defensivas desde 2014, las diferentes carencias tecnológicas e industriales de uno y otro contendiente y, en su caso, de sus aliados o la falta de masa en algunos momentos, son aspectos a tener en cuenta.
Es decir, que aunque haya aspectos estructurales que dificultan el movimiento y que serán un problema para cualquier ejército y en cualquier lugar durante los próximos años (como, precisamente, la sensorización y la disponibilidad de armas de precisión de bajo coste, como los drones), hay que tener en cuenta que lo visto en Ucrania en estos 22 meses se ha producido en un contexto muy específico en el que no han podido ponerse en práctica herramientas básicas como el poder aéreo.
Precisamente, en relación con esto, la gran dificultad para analistas militares y civiles la hora de determinar hasta qué punto se puede extrapolar lo que estamos viendo en Ucrania a un conflicto, por ejemplo, entre Estados Unidos y China, o entre Estados Unidos, Irán e Israel o, incluso, entre España y Marruecos, por tocar un escenario más cercano, tiene que ver con lo complicado discernir entre qué lecciones deben ser asumidas y cuáles descartadas. En Ucrania, mientras tanto, todo indica que los esfuerzos de romper el frente seguirán siendo inútiles para una y otra parte, al menos durante los próximos seis meses.
Lo vimos a principios de año por parte rusa, se constató del lado ucraniano durante su esfuerzo por alcanzar la «Línea Surovikin» y volvemos a verlo ahora en el este de Ucrania, después de dos meses de intentos rusos infructuosos por tomar Avdiívka o llegar a Kupiansk. Como muestra, un botón: a pesar de sufrir unas bajas extraordinarias, Rusia apenas ha logrado arañar 22,75 kilómetros cuadrados durante la última semana. En todo el año, 850 kilómetros cuadrados. Es decir, menos de la mitad de la superficie de la provincia de Guipúzcoa, la más pequeña de España.
Dado el diferencial artillero entre uno y otro bando, que juega muy en contra de Ucrania y dada también la capacidad rusa de sufrir bajas, es más que factible que en los próximos meses siga la tónica actual, con el Ejército ruso logrando pequeños pero constantes avances, al menos hasta que tope con barreras orográficas significativas: canales, ríos… A partir de ahí, queda la duda de si unas Fuerzas Armadas ucranianas reconstituidas -en la medida en que esto sea posible- y con el apoyo de los F-16 podrán o no cambiar esta tónica.
Dicho esto, y como advirtiéramos hace casi un año, a propósito del envío de carros de combate a Ucrania, y a pesar de que sin duda se habrán identificado y corregido algunos de los muchos problemas vistos, tampoco conviene llevarse a engaño respecto de las posibilidades de que un puñado de cazabombarderos puedan dar un vuelco a la guerra. Sin poner en duda sus capacidades como plataforma, para sacarles el partido adecuado Ucrania necesitará de mucho más: desde un número y tipología adecuados de armas a distintos pods que complementen a los sistemas que ya integran a una gran coordinación con las fuerzas en tierra.
Más temible es, por más que se pueda dudar de los números, el hecho de que la industria bélica rusa continúe aumentando su producción de todo tipo de armas, plataformas y sistemas, con especial dedicación a los drones tipo FPV, que se están demostrando las herramientas más mortíferas de esta guerra, con el permiso de la artillería. Todo lo cual nos lleva una y otra vez, a la voluntad de los aliados de Ucrania pues, independientemente de los deseos y capacidad de asumir sacrificios tanto del Gobierno como del pueblo, el resultado del conflicto seguirá dependiendo del apoyo recibido.
Dicho todo lo anterior, sobre el terreno las novedades son escasas en las últimas horas. El lanzamiento de drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) por parte rusa ha continuado, registrándose según Ucrania 49 sobrevuelos durante la noche, de los que habrían sido derribados 21. Hay que tener en cuenta, no obstante, que las informaciones que llegan hablan de una actividad incesante, con lo que la cifra para la noche de fin de año podría ser alta. Por otra parte, es de destacar que uno de los objetivos alcanzados por Rusia en las últimas horas haya sido un hotel de Járkov utilizado en buena medida por la prensa extranjera, resultando heridas al menos 28 personas, en lo que algunos medios han calificado como «ataque de venganza».
Del lado contrario, las autoridades rusas han hablado del derribo de hasta tres drones ucranianos sobre la región de Rostov, mientras continúan acusando a Chequia de suministrar el armamento usado por Ucrania para a cabo su ataque sobre Bélgorod, por más que los datos de alcance no cuadren demasiado, como demuestran los análisis OSINT. El número de víctimas mortales se ha fijado por ahora en 21, ascendiendo a 131 los heridos.
Más allá de esto, no se han registrado movimientos sobre el terreno durante la última jornada. Sí se han producido combates, pero hay que tener en cuenta que la mayor parte de fuentes OSINT también han aprovechado las fiestas para tomarse un respiro en sus análisis o bien se han centrado en hacer balances anuales o predicciones. La tendencia, en cualquier caso y como puede verse en el tuit que encontraréis a continuación, es similar a la de las jornadas previas, con ataques rusos al oeste de Kreminna, hacia Klischiívka y contra Avdiívka.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En este apartado, y como adelantábamos en la entradilla, hoy cabe dedicar toda la atención dada la ausencia de noticias de otro tipo, a los discursos de Putin y Zelenski.
Comenzando por Rusia, en su discurso a la nación Putin ha asegurado que su país «nunca retrocederá», a la vez que se ha congratulado pues, en su opinión: «Hemos demostrado una y otra vez que podemos resolver las tareas más difíciles y que nunca retrocederemos porque ninguna fuerza puede dividirnos». Por supuesto, ha saludado a los militares rusos como «héroes» y ha tocado temas no directamente ligados con la guerra, como el de la familia, a la que Rusia dedicará el año 2024.
Más importante si cabe, ha vuelto a incidir en la idea de que Rusia se encuentra en una etapa crucial, en una fase de transición, en la cual que la unidad de la nación será más importante que nunca, ligando incluso el tema de la familia con la lealtad a la Patria: «Somos fuerte y claramente conscientes de cuánto depende durante este período de nosotros mismos, de nuestra mentalidad positiva, de nuestro deseo de apoyarnos unos a otros con palabras y hechos».
A pesar de su brevedad, el discurso del presidente ruso ha tocado pues muchos de los temas que ha venido tratando en otros anteriores, la mayoría de los cuales hemos ido compartiendo en estas páginas, como el de la pasada Nochevieja. A diferencia de entonces, por cierto, ha aparecido solo y no rodeado de figurantes ataviados con uniformes militares, lo que también es significativo.
No ha sido el único político ruso que ha hablado en las últimas horas, por cierto. También se ha pronunciado Medvedev, en su línea habitual, asegurando que la derrota del «neofascismo» será el principal reto para Rusia en 2024: «En este momento, el pueblo de Rusia tiene un objetivo muy importante: hacer del próximo año 2024 el año de la derrota final del neofascismo, que los enemigos de Rusia intentan restaurar a pesar de la gran victoria de nuestros padres y abuelos».
Pasando a Ucrania, el presidente del país ha enviado también su tradicional mensaje de Nochevieja. Hay que decir que el de Zelenski ha sido un mensaje mucho más largo y emotivo que el de Putin, en el que ha aprovechado entre muchas otras cosas para agradecer a las tropas y a la población civil su labor y espíritu de sacrificio. También para hablar de las pérdidas, del sufrimiento de la sociedad, de la voluntad de resistencia y de las victorias.
Estas, que no han llegado en el frente -más allá del hecho de continuar su lucha, que puede ser considerada como tal-, sí se han producido en otros ámbitos según Zelenski, como el internacional y, más específicamente en relación con el camino hacia la plena integración en la Unión Europea. De hecho, ha hablado de «victoria histórica» y ha augurado que serán muchas más las que se produzcan en el año que entra, recordando de paso que su «Fórmula de paz» ha sido apoyada ya por 80 estados».
También se ha referido a la ayuda militar, dando las gracias a los aliados: «Y agradezco a todos nuestros socios por el hecho de que este año ya tenemos Patriots, IRIS-T, HIMARS, NASAMS, Hawk, Abrams, Leopards y muchos más. Y nuestros pilotos ya dominan los aviones F-16, y definitivamente los veremos en nuestros cielos. Para que nuestros enemigos puedan ver con certeza cuál es nuestra verdadera ira».
No solo eso, sino que ha hablado de la producción nacional y el impacto que podría tener en el campo de batalla en los próximos meses: «Y el año que viene, el enemigo sentirá la ira de la producción nacional. Nuestras armas, nuestro equipo, artillería, nuestros proyectiles, nuestros drones, nuestros «saludos» navales al enemigo y al menos un millón de drones FPV ucranianos. Todo lo cual usaremos generosamente».
Además de Zelenski, también se han pronunciado desde el ministerio de Exteriores, compartiendo Kuleba un mensaje de esperanza para el próximo año, o desde el Gobierno, en donde el primer ministro, Demys Shmyhal ha hablado de la «fe en la victoria y en una paz justa» de Ucrania de cara al próximo año.
Es más, en la web oficial del Gobierno ucraniano ha sido publicado un mensaje que pretende, entre otras cosas, resumir los logros conseguidos durante 2023 y, al mismo tiempo, marcar el punto de partida que servirá para comparar estos con los que se alcancen en 2024. Recomendamos a los lectores que echen un vistazo a las cifras, pues son significativas, comenzando con el hecho de que el 60% de los gastos totales del Estado se hayan dirigido de una forma u otra a la seguridad y la defensa. No obstante, en esta publicación se habla de muchos otros temas, desde el estado de la economía a las labores de reconstrucción, el sector energético, la educación, la política para con los veteranos de guerra, etc.
Por último, también se ha pronunciado el presidente de la Rada Suprema ucraniana, Ruslan Stefanchuk, quien ha hablado de la resistencia del pueblo ucraniano durante 2023, haciendo hincapié en lo difícil que este año ha sido y saludando al año que ahora comienza.
Para finalizar con el último informe del año, y aunque han sido muchos los líderes internacionales que se han dirigido a sus naciones, creemos conveniente al menos enlazar con el discurso del presidente francés, Emmanuel Macron, pues consideramos que da algunos de los apuntes de lo que está por venir no solo para Francia, sino para muchos otros estados occidentales.
En el mismo ha hablado de inflación, de economía, de gasto social, sí, pero también de Ucrania y de la importancia de tomar «decisiones decisivas» en los próximos meses, en relación con las próximas elecciones europeas, la necesidad de apoyar a Ucrania y el auge de la extrema derecha. Así, entre otras cosas ha asegurado que los europeos deberán elegir entre: «Detener a Rusia y apoyar a los ucranianos o ceder ante los poderes autoritarios en Ucrania; continuar con Europa o bloquearla; continuar la transición ecológica y productiva o retroceder; afirmar la fuerza de las democracias liberales o ceder a las mentiras que siembran el caos”.
Más interesante si cabe, ha hablado también de la necesidad de «restaurar la autoridad», «inicial un rearme cívico» y dejar de seguir estrategias reactivas para «elegir en lugar de sufrir, trazar el rumbo en lugar de seguirlo«. De hecho, lo más significativo de su discurso es que ha empleado el término «rearme» hasta en siete ocasiones, algo a tener en cuenta por más que no se refiriese en todos los casos a un rearme militar.
Deja una respuesta