Tras el paso de Zelenski por los Estados Unidos, y a pesar de que la situación política interna en este país no deja de complicarse, con la reciente autorización de un juicio político contra Biden, parece haberse avanzado en el desbloqueo de las negociaciones relativas a la ayuda militar a Ucrania. Así lo ha dicho el presidente del Senado, Chuck Sumer, quien espera que se llegue pronto a un acuerdo. En Bruselas, también se ha avanzado, aunque a costa de ceder ante Hungría, país al que se ha liberado un nuevo tramo de fondos europeos de 10.000 millones de euros. Todo ello en una jornada en la que Dinamarca ha anunciado nueva ayuda, la ministra de Defensa de Suiza parece dispuesta a alejarse de su tradicional neutralidad y desde el Kremlin insisten en que las Fuerzas Armadas ucranianas «pierden sus posiciones rápidamente».
En el informe de ayer, a propósito de los últimos ataques con drones y misiles sobre Ucrania, comentábamos que habían sido complementados con un ataque cibernético que había dejado fuera de juego en parte de las regiones de Kiev y Dnipró al operador de telefonía e Internet Kyivstar. Si bien esta empresa ya ha logrado restablecer en parte sus servicios, esto nos da pie a tocar la cuestión cibernética, a la que continúa prestándose una atención mínima en relación con la puramente cinética.
Una de las cuestiones más desconcertantes a las que se han enfrentado los académicos interesados en el ciberdominio ha sido saber hasta qué punto las operaciones cibernéticas eran capaces de contribuir a un esfuerzo bélico de gran magnitud. La guerra de Ucrania ha sido el primer conflicto a gran escala en el que se esperaba un importante papel del componente cibernético, dados los antecedentes y la potencialidad cibernética rusa. Sin embargo, las expectativas de académicos y militares no se cumplieron.
Son muchos los factores que han limitado la efectividad cibernética de Moscú, quizás los más importantes sean la falta de planificación por parte de Rusia, el carecer de operadores en una cantidad suficiente, las debilidades institucionales sintomáticas rusas, la falta de idoneidad del uso de este tipo de herramienta en una guerra convencional como la actual y los esfuerzos defensivos llevados a cabo por Ucrania y sus aliados, incluyendo la activación, por primera vez, de una capacidad PESCO.
Los ciberataques rusos contribuyeron de forma modesta a la invasión inicial de Moscú. La gran salva inicial de ciberataques, si bien pudieron crear una atmósfera de caos general, no se tradujeron en una ventaja táctica en el campo de batalla. Además, conforme la guerra avanzaba el número de éstos no solamente se redujo si no que también mostraron un impacto menor frente a las defensas ucranianas.
La experiencia rusa sugiere que los ataques cibernéticos deben concentrarse en ataques sorpresa y salvas masivas al inicio de la contienda militar, antes de que el conflicto escale a la categoría de guerra, ya que, conforme éste se va recrudeciendo y prolongando, su papel pierde relevancia frente a la potencialidad destructiva del armamento convencional. Dicho de otra forma, las operaciones cibernéticas nunca sustituirán a una fuerza militar decisiva en un conflicto armado a gran escala. Especialmente, cuando en la propia doctrina militar rusa se atribuye a las operaciones cibernéticas unas métricas completamente distintas a las occidentales. Métricas que influyen en su concepto de rentabilidad, versatilidad y en la forma en que son vistas las contribuciones del ciberdominio al esfuerzo bélico realizado.
El papel de las operaciones cibernéticas en un conflicto de grandes tintes convencionales como el ruso-ucraniano se reduciría para Rusia actualmente a tres frentes distintos: la recopilación de inteligencia, el hostigamiento cibernético y la guerra informativa. En un futuro, cuando puedan estudiarse las lecciones de esta guerra y la paz permita realizar numerosos ejercicios y maniobras militares, la doctrina militar rusa quizás aspire a la utilización conjunta de cibercapacidades y operaciones cinéticas, entendiendo que las operaciones en la red deben alinearse no solamente con la guerra electrónica, las operaciones de información y de inteligencia, sino también con ataques cinéticos a los nodos de logística, comunicación, mando y control claves para el adversario.
Realizando un ejercicio de prospectiva, en lo que se refiere al papel de las ciberoperaciones rusas en Ucrania, todo parece indicar que un alto el fuego no supondría el fin de la confrontación cibernética, sino todo lo contrario. Putin y la élite rusa han defendido durante un largo periodo de tiempo el estatus de Ucrania como parte de la identidad rusa y pieza clave en su estructura de seguridad post-Guerra Fría, Ucrania y su sociedad quedarán marcadas por la barbarie de la guerra y los aliados occidentales ven el conflicto como una extensión del desafío que Rusia ha realizado al statu quo internacional. Cuando los intereses estratégicos, las consideraciones políticas y las emociones se combinan y confrontan es muy poco probable que la fricción desaparezca, incluso cuando se produzca un alto el fuego. Y aquí – en una hipotética futura zona gris– será precisamente donde los medios cibernéticos vuelvan a resultar verdaderamente atractivos.
En esta fase, el empleo de medios cibernéticos probablemente parezca ideal para promover los intereses futuros de los protagonistas, siendo altamente probable una continuidad de las acciones cibernéticas rusas contra Ucrania (que será un Estado débil dadas las consecuencias de la guerra) y contra a sus aliados como forma de disuasión y en línea con el interés de seguir desplegando operaciones de influencia sobre Ucrania. Sin duda, la determinación de las partes interesadas en mantener la influencia sociopolítica a través de actividades cibernéticas y en el dominio de la información será una de las cuestiones a tener en cuenta en el futuro.
Además, se augura un importante resurgir del debate sobre las implicaciones que los ciberataques podrían llegar a tener y sobre si éstos podrían llegar a considerarse actos de guerra que desencadenaran un nuevo conflicto. Pues, en este escenario futuro de paz imperfecta, la intención por ambas partes podría ser culpabilizar a la otra del deterioro de la estabilidad, quizás como pretexto para retomar la situación congelada por el acuerdo de alto el fuego. Un aumento significativo de ataques de falsa bandera con el objetivo de poder denunciar violaciones de los acuerdos de paz y un mayor interés por parte parte de los ciberatacantes en ocultar su identidad a través de actores proxies tampoco resultarían fenómenos extraños en este contexto.
La invasión rusa de Ucrania está suponiendo un esfuerzo militar especialmente ambicioso, y por ello se conformará como uno de los conflictos que nos ayuden a entender que las guerras modernas siempre contarán con operaciones cibernéticas, pero que las operaciones cibernéticas no siempre serán importantes para estas guerras. Más bien, la escala de la guerra parece estar inversamente correlacionada con el impacto estratégico de las operaciones cibernéticas, siendo la zona gris de los conflictos el escenario idóneo para su utilización.
Dejando atrás el quinto dominio, para volver a las realidades cinéticas, tenemos que en las últimas horas las Fuerzas Armadas rusas han lanzado contra Ucrania una decena de drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) y otros tantos misiles balísticos, todos y cada uno de los cuales habrían sido derribados, según el Ministerio de Defensa del país atacado. Aun así, los ataques han dejado diversas imágenes de destrucción, especialmente en el centro de Kiev, en donde se han registrado decenas de heridos.
Más allá de esto, y mientras Rusia recupera una retórica que nos es conocida, los combates prosiguen en todo el frente, comenzando por nuevos ataques rusos en el sector más septentrional del frente, en esta ocasión incluyendo al oeste de Kreminna, y con la intención de alcanzar los ríos Oskil y Donets, aunque sin demasiado resultado por el momento.
En el área de Bakhmut, se han registrado intentos rusos al norte, hacia Rozdolivka, desde Soledar y entre Vesele y Berestove, como ya informáramos. Además de esto, se han registrado ataques rusos en la zona de Sakko i Vantsetti y el Ejército ruso habría vuelto a tomar los últimos edificios al suroeste de la propia ciudad de Bakhmut además de progresar en sus intentos sobre Klischiívka. Algo parecido habría ocurrido más al sur, en Gorlóvka, en donde han retomado parte del terreno perdido tras los ataques ucranianos de las pasadas semanas.
Al oeste de la ciudad de Donetsk tenemos, por una parte, que el número de acciones de combate ha seguido aumentando en Avdiívka, al menos a tenor de los datos publicados por el Ministerio de Defensa ucraniano. También que, después de tomar la mayor parte de la localidad de Mariínka, el Ejército ruso habría atacado al sur, en la zona de Pobjeda y Novomikhailivka, avanzando algunos metros.
Al sur, por último, se complica la situación de las tropas ucranianas en torno a Robotyne, después de los últimos avances rusos.
Seguimos pues asistiendo a una ofensiva rusa generalizada que, si bien difícilmente provocará un derrumbe ucraniano, ni parece perseguir objetivos operacionales o estratégicos concretos, sí sirve al Kremlin para alimentar la idea, entre los aliados de Ucrania, de que la guerra está perdida y hay que buscar una salida negociada, de ahí declaraciones como las de Peskov en las últimas horas.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Como quiera que esta guerra no solo la libran Rusia o los medios bajo su control, toca atender a la realidad de los hechos. Todo indica que, después de la visita de Zelenski a Washington, y a pesar de que una minoría republicana continúa firme en sus exigencias de intercambiar la ayuda a Ucrania por cambios en la seguridad de las fronteras estadounidenses frente a la inmigración, las posturas en el Legislativo se van acercando, lo que permitiría a Kiev ser moderadamente optimistas.
En relación con esto, el presidente del Senado, Chuck Summer, ha hablado de «grandes avances» y espera que se llegue pronto a un acuerdo. Ahora bien, los funcionarios electos estadounidenses sólo tienen hasta el viernes, fecha de inicio del receso parlamentario, para llegar a un compromiso sobre el nuevo paquete de ayuda. A partir de ahí, al menos en teoría, cabría también la posibilidad de que los senadores fuesen llamados a Washington desde sus circunscripciones si se pusiera un texto sobre la mesa. Sin embargo, para ser adoptado definitivamente, tendría que ser aprobado previamente por la Cámara de Representantes. Mientras tanto, lo que sí han aprobado es un gasto récord en materia de defensa para el próximo año, que ascenderá a 886.000 millones de dólares.
Antes de salir de los Estados Unidos, es obligado hacer al menos una referencia a la aprobación de un juicio político contra el presidente, Joe Biden, por los escándalos en los que se ha visto envuelto su vástago, Hunter Biden. Aunque tiene nulas oportunidades de prosperar y de culminar con la salida de Biden de la Casa Blanca, encrispa un poco más si cabe la situación política en la potencia norteamericana.
Como quiera que Zelenski no puede poner todos los huevos en la misma cesta, como se dice vulgarmente, en lo concerniente al futuro de su país, además de en Washington, busca también apoyos en Bruselas. En la capital europea la situación no es mucho menos tensa que en la norteamericana, dada la postura de Hungría, que sigue oponiéndose a la rápida entrada de Ucrania en el club europeo, así como a la concesión de nuevas ayudas. Más allá de las filias de Orban, su calculada posición le está ofreciendo unos importantes réditos, toda vez que los Veintisiete han decidido desbloquear un nuevo tramo de fondos de cohesión por valor de 10.000 millones de euros. Está por ver si esto da sus frutos y durante las jornadas de jueves y especialmente viernes, se llega al anhelado acuerdo que permitiría asegurar el sostenimiento de Ucrania durante los próximos años.
Respecto a la futura y todavía hipotética membresía, desde Ucrania el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, ha querido volver a recordar que su país ha cumplido con todas las condiciones exigidas por Bruselas, incluyendo las relativas a la lucha contra la corrupción o el respeto de las minorías nacionales. Además, en las últimas horas ha hablado con la ministra de Exteriores de Francia, Catherine Colonna, a quien ha agradecido su apoyo al inicio de conversaciones de adhesión.
Zelenski, por su parte, ha mantenido una conversación telefónica con el recién llegado al cargo Donald Tusk, a la sazón primer ministro de Polonia. Además de felicitarle por su elección y de hablar sobre la membresía comunitaria de ucrania, parecen coincidir en que se abre una nueva etapa en las relaciones bilaterales entre Polonia y Ucrania, que habían sido más tensas en los últimos meses.
Además de esto, también ha mantenido una conversación con Charles Michel, coincidiendo con la finalización de la Cumbre Ucrania-Europa del Norte, en la que Zelenski ha tomado parte en Oslo. Una cumbre que ha reunido a representantes de Polonia, Suecia, Finlandia, Noruega, Islandia y Dinamarca y que ha servido, entre otras cosas, para que desde Dinamarca anuncien nueva ayuda militar a Ucrania. En concreto, se habla de un paquete por valor de 1.000 millones de euros que incluirá nueva munición, carros de combate y drones.
Además de esto, en el marco de esta cumbre Noruega ha anunciado la concesión de un nuevo tramo de ayuda de más de 250 millones de euros a Ucrania, así como nuevos equipos antiaéreos. En total, el país nórdico había acordado, con la aquiescencia de todos los partidos, conceder a Ucrania 6.800 millones de euros, o 75.000 millones de coronas, para el período 2023-2027.
Siguiendo con la ayuda militar, desde Ucrania han prometido que, a lo largo de este año, un segundo sistema antiaéreo Patriot será desplegado en Ucrania. Así lo anunció el propio canciller germano, Olaf Scholz, ante el Bundestag.
Pasando de Alemania a Suiza, cabe comentar que recientemente ha sido elegida, para un año y como nueva presidente de la Confederación Helvética, la actual ministra de Defensa, Viola Amherd. Esta mujer, de 61 años, a diferencia de muchos otros políticos suizos, es proclive a acercarse a la OTAN, así como a estrechar lazos militares con Ucrania, incluso proporcionando ayuda. Recordemos que, desde el inicio de la guerra en Ucrania, el principio de neutralidad histórica de Suiza ha recibido menos apoyo, aunque sigue siendo ampliamente aprobado por los ciudadanos de este país. Al menos es lo que se deduce del estudio anual publicado en marzo de 2023 por la Academia Militar Suiza y el Centro de Estudios de Seguridad. Ahora bien, nada de esto ha impedido que Suiza se sumase a las sanciones económicas a Moscú ni es una posición inmutable. Queda pues esperar y ver si Amherd es capaz de cambiar este estado de cosas.
En otro orden de cosas, el Ministerio de Interior de la Federación Rusa ha incluido a Kyrylo Budanov, jefe de la Inteligencia Militar ucraniana, en su lista de personas más buscadas, aunque no han llegado a especificar bajo qué acusaciones.
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