Con un situación «difícil» en el frente, como reconoce el general Oleksandr Syrsky, comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, el Gobierno de este país continúa volcado en la diplomacia. En las últimas horas su presidente, Zelenski, además de reunirse con los líderes de Ecuador, Paraguay y Uruguay, ha mantenido una breve conversación con el primer ministro húngaro, Víktor Orban, y ha sido invitado a la Casa Blanca, a donde acudirá el próximo martes para encontrarse con Joe Biden, así como con Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes. Al mismo tiempo, las fuerzas armadas rusas han continuado batiendo los centros de producción y distribución de energía ucranianos, que siguen encontrándose con problemas para garantizar el suministro al conjunto del país.
Con un frente inmóvil, pues los avances rusos de los últimos meses se miden, como los avances ucranianos anteriores –desde el final de las ofensivas de Jersón y Járkov– en unas decenas de kilómetros cuadrados, las esperanzas ucranianas están puestas, cada vez más, en la diplomacia, buscando como hemos explicado en varias ocasiones extender el apoyo de sus aliados no solo para captar más ayuda militar y poder desbloquear la situación sobre el terreno, sino para evitar que puedan cumplirse las palabras pronunciadas hace unas horas por su primera dama, Olena Zelenska.
Si bien los aliados europeos, en lo posible, han continuado comprometiendo ayuda, como hemos visto en las últimas jornadas, es en Estados Unidos en donde recaen las esperanzas ucranianas y, por tanto, los mayores esfuerzos. La Administración Biden, sin duda, tiene un deseo sincero de seguir aportando a la defensa ucraniana, algo que demuestran las continuas gestiones y declaraciones públicas de sus principales responsables, comenzando por el Presidente. Ahora bien, desde el gobierno norteamericano, más allá de la oposición que encuentran en sus dos cámaras, tampoco pueden olvidar que casi la mitad de sus votantes consideran que se está gastando demasiado dinero en ayudar a Ucrania, un discurso favorecido además por parte de las élites republicanas, como parte de su campaña.
De hecho, las opiniones son, según la encuesta hecha por FT-Michigan Ross, mucho más negativas, en relación con la ayuda a Ucrania, en las filas republicanas. Así pues, entre los votantes de este partido el 65 por ciento dijo que Estados Unidos estaba gastando demasiado en Ucrania, en comparación con aproximadamente la mitad (52 por ciento) de los independientes y sólo un tercio (32 por ciento) de los demócratas. Peores son, por cierto, las opiniones respecto a la ayuda a Israel, como se puede ver en la siguiente gráfica resumen, publicada por Financial Times.
Como consecuencia de las dudas estadounidenses, los nervios en Ucrania son máximos. Hay que recordar, que hasta un tercio del presupuesto de Ucrania proviene de la ayuda financiera estadounidense. No hablamos del los fondos destinados a sufragar el esfuerzo bélico, sino de aquellos destinados a costear los salarios de médicos, bomberos, jueces, administrativos y otros tantos funcionarios cuya actividad es también fundamental para el devenir del Estado.
Es decir, que sin la ayuda financiera de los Estados Unidos y vistos los problemas de la Unión Europea para aprobar el fondo de plurianual de 50.000 millones -a la espera de lo que ocurra los días 14 y 15 en Bruselas-, más allá del campo de batalla el Estado ucraniano podría enfrentar un colapso o, al menos, gravísimos problemas internos. Todo mientras el Gobierno de Zelenski trata de lidiar también con la escasez de hombres para alimentar a sus fuerzas armadas, a pesar de los cambios legales introducidos recientemente, dada la perspectiva de una guerra larga.
Además, a diferencia de lo que ocurría hace un año, con el «hype» creado en torno a la llegada de nuevas armas, en esta ocasión no parece haber «balas de plata» en la recámara ucraniana. Sus aliados, simplemente, parecen haber renunciado a cualquier tipo de escalada, a pesar de que periódicamente, tanto desde Kiev como desde dentro de sus países, se producen peticiones en este sentido, por ejemplo destinadas a dotar a las AFU de medios para volver a atacar las comunicaciones entre Rusia y Crimea.
Todo ello, en medio de una consciencia cada vez mayor respecto de la debilidad militar europea, que se extiende no solo a las fuerzas armadas de la Europa continental, sino también al Reino Unido, país que ha considerado incluso adquirir MLRS expuestos en museos para donarlos a Ucrania, si bien finalmente abandonó esta idea.
Es pues, la situación, cada vez más crítica para una Ucrania que está realizando también un notable esfuerzo en reforzar sus posiciones defensivas, consciente de que, incluso sin ayuda, a base de sacrificar personal y de «estirar» su menguado parque de sistemas, y confiando en herramientas como su «Army of Drones», podría ser suficiente para ralentizar los avances rusos durante mucho tiempo, a la espera de una situación internacional más favorable o de problemas internos en su enemigo, mientras lidia con una situación que Oleksandr Syrsky, comandante de las tropas terrestres ucranianas, describe como «difícil».
En este sentido, tampoco hay que olvidar que Rusia estaría aumentando sus ataques y consumiendo recursos con la vista puesta, en el caso de Putin, en las próximas elecciones, mientras intenta lidiar con la inflación, que golpea su imagen y con el sobrecalentamiento de la economía rusa. En lo militar, además, a pesar del aumento de la producción su fondo de armario es también limitado, como se deduce del material enviado al frente, lo que sugiere que no podrán mantener el ritmo de los dos últimos meses de forma indefinida y que, en algún momento, deberán rebajar la tasa de desgaste, reduciéndose la intensidad de los combates y deslizándose hacia la congelación del conflicto…
Mientras todo esto se decide, la guerra continúa su curso habitual, con la defensa antiaérea ucraniana activa sobre Odesa, explosiones en Pokrovsky y Jersón e informes de la inteligencia militar británica hablando sobre la campaña de ataques rusos contra la infraestructura energética ucraniana.
Más allá de esto, se han vuelto a registrar ataques rusos en la zona de Kupiansk, concretamente desde Pershotravneve, así como más al sur, en los bosques de Kreminna. Cambios mínimos.
En el área de Bakhmut, se han reportado también ataques rusos al norte, en dirección a Bohdanivka y Chasiv Yar. También al sur. Ya a la altura de Gorlóvka, han sido los ucranianos quienes han atacado, logrando mejorar muy levemente sus posiciones.
En cuanto a Avdiívka, la situación es similar a la de las pasadas jornadas, con lentos avances rusos a costa de grandes pérdidas. Los principales avances, aunque muy limitados, continúan produciéndose al norte, en torno a Krasnohorivka. Al sur, por el contrario, un contraataque ucraniano ha logrado restablecer posiciones entre Opytne y Spartak.
Al sur del frente, por último, han aparecido vídeos de los combates entre la 35ª Brigada de Infantería de Marina ucraniana y las tropas rusas en Krynky, en la cabeza de puente ucraniana al este del Dniéper, lo que demuestra que mantienen sus posiciones allí.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, lo más relevante de la jornada pasa por la visita del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a Argentina, en donde ha asistido a la toma de posesión de Javier Milei, a quien tanto Zelenski como otros altos cargos ucranianos han felicitado. No en vano, tienen la esperanza de que su llegada al poder contribuya a minar la posición e influencia rusas en el Cono Sur, de ahí las referencias a «un nuevo comienzo».
Además de esto, y como se esperaba, ha aprovechado para mantener diferentes encuentros con varios líderes iberoamericanos, incluyendo a los de Ecuador, Paraguay y Uruguay. En el primer caso, en su entrevista con Daniel Noboa, además de agradecer el apoyo a las resoluciones que condenan a Rusia, Zelenski invitó al presidente ecuatoriano a la próxima reunión de la «Fórmula de Paz» y planteó la posibilidad de expandir la colaboración bilateral en áreas como seguridad, digitalización y agricultura. En el segundo caso, invitó también a Paraguay a sumarse a la «Fórmula de Paz». En el tercero, agradeció a Luis Lacalle Pou el apoyo a la soberanía y la integridad territorial de Ucrania.
También, durante su visita a Argentina, Zelenski se ha movido para promover una futura cumbre Ucrania-América Latina, además de reunirse con representantes de la comunidad ucraniana en la región, a quienes pidió que se unan en el apoyo a Ucrania.
Más curioso si cabe, Zelenski mantuvo una breve conversación con el primer ministro húngaro, Víktor Orban, con quien coincidió en la tribuna de invitados del Parlamento argentino. Las imágenes de su conversación fueron publicadas en el canal oficial de YouTube del Senado de Argentina y la oficina del presidente ucraniano no hizo comentarios sobre la misma, aunque el propio Zelenski ha afirmado que ha sido «lo más franco posible». Orban, como es sabido, es uno de los mayores impedimentos a la entrada de Ucrania en la Unión Europea o a la concesión de ayuda financiera o militar por parte de los Veintisiete, siendo además proclive a Rusia.
Muy diferente a la de Orban es la posición del presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha reiterado a Zelenski «el apoyo de Francia» a la apertura de negociaciones para la adhesión a la Unión Europea, a las que Hungría se opone. Este apoyo lo ha manifestado durante una reciente llamada telefónica en la que, además, se congratuló por los cambios legales introducidos por Ucrania en relación con la corrupción y las minorías y de los que hablamos en informes anteriores.
El siguiente punto importante de la jornada es la invitación a Zelenski por parte de Biden para que visite la Casa Blanca el próximo martes, oferta que el presidente ucraniano ha aceptado y que le llevará también, en el marco de su visita a Washington, a reunirse con otros importantes cargos norteamericanos, como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson.
Al mismo tiempo que esto ocurre, personal cercano a Víktor Orban se reunirá a puerta cerrada con los republicanos estadounidenses, con la intención de presionar para que este país ponga fin a la ayuda militar que presta a Ucrania, según ha publicado The Guardian. Todo esto, mientras los transportistas húngaros han anunciado su intención de bloquear el puesto fronterizo de Zahony-Tchop, en la frontera con Ucrania, para protestar contra el trato preferencial que, según ellos, concede la Unión Europea a sus colegas ucranianos. Según la Asociación Húngara de Transportes por Carretera , la protesta tiene como objetivo «llamar la atención de la Comisión Europea y del gobierno húngaro sobre los graves efectos distorsionadores del mercado del acuerdo entre la Unión Europea, Ucrania y Moldavia, que liberaliza parcialmente el transporte de mercancías por carretera».
En otro orden de cosas, en las últimas horas el Alto Representante de la Unión Europea, el español Josep Borrell, se ha reunido con la líder de la oposición en Bielorrusia, Sviatlana Tsikhanouskaya, quien le ha solicitado que los Veintisiete envíen un delegado especial a su país, de forma que puedan ejercer mayor presión sobre Lukashenko de cara a liberar a presos políticos o apoyar las aspiraciones europeas de parte de la sociedad de este país. Aunque todo esto no está directamente relacionado con la Guerra de Ucrania, no hay que perder nunca de vista que en Bielorrusia también se viene jugando parte de la «partida» entre Rusia y Occidente desde tiempo atrás y que este país ha sido y es utilizado por Rusia para apoyar sus acciones en Ucrania, con lo que lo que allí ocurra influirá sobre el devenir de la guerra.
Desde Rusia, mientras tanto, el embajador ruso para los crímenes del régimen de Kiev, Rodion Miroshnik, ha asegurado que, de una forma u otra, las negociaciones entre Rusia y Ucrania terminarán llevándose a cabo, pues «todos los enfrentamientos necesariamente terminarán en negociaciones». Eso sí, dejó claro que esto era imposible en las condiciones actuales, con un gobierno ucraniano «títere». De hecho, según sus palabras, las negociaciones se darán «cuando los patrocinadores se agoten, cuando las ambiciones políticas se calmen, cuando […] el pueblo ucraniano finalmente comprenda que la administración actual en Ucrania no es la administración ucraniana».
Por último, para cerrar por hoy el apartado internacional, es obligado hacer una referencia al anuncio británico relativo a la entrega a Ucrania de dos buques de guerra de minas, que deberán contribuir a la seguridad de las líneas marítimas abiertas en el Mar Negro occidental, desde la región de Odesa. Un anuncio, además, que ha llegado en vísperas de la reunión entre el secretario de Defensa británico, Grant Shapps y su homólogo noruego, en la que se espera que busquen vías para construir una «coalición de seguridad marítima» para Ucrania.
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