Guerra de Ucrania – Día 654

Por tercer día consecutivo, el sistema de producción eléctrica ucraniano ha sido incapaz de cubrir la demanda del país, lo que ha llevado a la empresa estatal Ukrenergo a solicitar la ayuda de Polonia y Rumanía. En el frente, las tropas rusas continúan progresando lentamente en torno a Avdiívka. Más allá de este, en el apartado internacional, el canciller germano, Olaf Scholz, ha prometido más ayuda a Ucrania ante una guerra que «es poco probable que termine rápidamente», a la vez que Zelenski ha salido de Ucrania en dirección a Argentina, en donde se espera que asista a la toma de posesión de Javier Milei.

La guerra de Ucrania nos está dejando interesantes lecciones militares. Algunas de ellas, las hemos ido identificando ya en los dos primeros libros que hemos dedicado a este conflicto. Así por ejemplo, en el primero se incluyó un capítulo, escrito por el coronel Luis Calvo Albero, que hacía un análisis preliminar. Otras, las recogeremos en el tercero de la mano, por ejemplo, del doctor Guillem Colom, quien ha escrito un capítulo centrado en las razones por las que el rendimiento militar ruso en las primeras fases de la guerra fue tan bajo. En una cuarta -y probablemente en una quinta- obra, abordaremos nuevamente esta cuestión, al fin y al cabo la más relevante para una publicación centrada, como reza nuestro logo, en la defensa, las fuerzas armadas y el armamento.

En relación con todo esto, en las últimas horas hemos podido ver un vídeo en el que un dron terrestre, un UGV (Unmanned Ground Vehicle) era alcanzado por un dron FPV ucraniano. El primero de los ingenios, estaba siendo utilizado por las tropas rusas para transportar munición hasta primera línea, una de las pocas funciones en las que se han demostrado útiles, junto a la de actuar a modo de vehículos bomba o la de contribuir a la evacuación de heridos desde zonas de difícil -más bien, peligroso- acceso. Siempre, entendiendo que su uso está siendo marginal en comparación con el empleo que se está dando a los drones aéreos y, posiblemente, incluso con el éxito alcanzado por los drones navales de superficie, que en esta guerra se han cobrado importantes éxitos.

El asunto no es baladí. Si atendemos a los programas puestos en marcha por muchos de los ministerios de Defensa europeos, a la labor de la Agencia Europea de Defensa, o a los proyectos PESCO en vigor, veremos que se da una importancia a la cuestión de los drones terrestres, en los que se invierten importantes sumas, pero que no hay apenas nada en relación con los drones comerciales letalizados. No es que todo -aunque habría mucho que decir sobre la forma en que se deciden las «prioridades» tanto en unos como en otros- sea un error mayúsculo, pero sí que hay una escasa conciencia acerca de cómo está cambiando la guerra, amén de arrastrarse importantes inercias que dificultan un cambio de rumbo.

En el campo de batalla, y en los libros de contabilidad, lo que tenemos sin embargo, es que la realidad de los datos sigue apoyando la idea de que el uso de drones aéreos, especialmente los de pequeño tamaño, continuará multiplicándose, mientras que el de los drones terrestres vivirá un desarrollo más lento y, en muchos casos, seguirá reducido a nichos concretos, como la detección y desactivación de minas terrestres y explosivos improvisados, por ejemplo.

En contra de lo que se cree, pues su papel mediático ha sido casi nulo, no es que en el campo de batalla ucraniano no se hayan hecho pruebas con este tipo de sistemas. Más bien al contrario. En términos más generales, se han venido haciendo pruebas con drones terrestres desde hace decenios, sin que hayan terminado de despuntar. Entre los hándicaps tenemos la dificultad de avanzar por tierra, a diferencia de lo que ocurre en la mar o, particularmente, en el aire; superar obstáculos sobre el terreno es mucho más complicado que seguir trayectorias lineales a través de un medio mucho más despejado. Esto implica una mayor complejidad mecánica, lentitud, vulnerabilidad y, por si fuese poco, precio.

Así las cosas, si las Fuerzas Armadas ucranianas han probado sistemas de todo tipo, incluyendo los conocidísimos THeMIS de la estonia MILREM Robotics, y el Ejército ruso, por su parte, ha desplegado siguiendo el ejemplo de lo hecho anteriormente en Siria, sistemas como los Uran-9, ninguno de ellos ha termina de cuajar. Simplemente ofrecen una limitada conciencia situacional, se muestran muy vulnerables ante las amenazas, son demasiado complejos de operar y mantener y, en última instancia, se ven penalizados por un peso desorbitado.

Si recordamos los cálculos que hicimos en su día de los drones FPV en comparación con los carros de combate T-90 o con los Leopard 2, tenemos que, aplicado al caso de los drones terrestres más conocidos, la cuenta sigue saliendo muy favorable a los sistemas aéreos, con un coste decreciente según se benefician de las economías de escala. Sistemas como los THeMIS cuestan cientos de miles de euros, a los que habría que sumar, en algunos casos, la carga (payload) que transportan. Esta puede tener un coste parecido al del propio vehículo o incluso superior, dependiendo de si se trata de una estación de armas remotamente controlada, de un mástil con sistemas optrónicos o lo que se decida.

Es lógico, por tanto, que los ejércitos opten cada vez más por incluir armamento y equipos de observación a bordo de drones aéreos, en lugar de confiar en sus contrapartes terrestres, por más que no hace tanto tiempo esta se apareciese como la opción más lógica y que muchas empresas, incluyendo algunas españolas, estén invirtiendo en ello. Lo que no quiere decir que estos vayan a desaparecer, ya que siguen manteniendo su utilidad en algunos casos, entre otras cosas porque son más «fungibles» que las personas, al menos desde nuestra óptica occidental. En este sentido, una de las misiones interesantes que podrían quedarles reservadas es, precisamente, la de vehículos portadrones aéreos, manteniendo a los controladores, que funcionarían a través de drones relé, alejados del alcance de los aparatos y la artillería enemigas.

Dicho todo lo anterior, sobre el terreno ha sido otra jornada prácticamente ausente de novedades. Se ha sabido, a través de la compañía estatal Ukrenergo, que el sistema de producción eléctrico ucraniano ha sido incapaz, por tercera jornada consecutiva, de cubrir la demanda del país, lo que ha llevado a las autoridades de Ucrania a solicitar ayuda a Rumanía y Polonia. Además de esto, la defensa antiaérea ucraniana ha vuelto a estar activa sobre localidades como Krivói Rog, aunque no se ha especificado en esta ocasión el número de misiles o drones empleados por Rusia.

Sobre el terreno, se han registrado nuevos ataques rusos en los bosques al sur de Kreminna, con cambios apenas perceptibles. Allí, por cierto, se ha dirigido el jefe de las Fuerzas Armadas suecas, Mikael Bydén, de visita en Ucrania y, concretamente, a los hombres que han sido entrenados en este país nórdico.

En el área de Bakhmut, en donde se han intensificado los combates en los últimos días, con constantes ataques rusos, el ejército de este país habría tomado nuevas posiciones en Khromove.

En cuanto al oeste de la ciudad de Donetsk, las acciones son constantes. En Avdiívka tenemos a Rusia mejorando su control sobre el sureste de Krasnohorivka. Además, han proseguido los enfrentamientos en Mariínka.

Al sur, por último, tenemos que el Ejército ruso ha vuelto a avanzar en dirección a Robotyne en las últimas horas.

En general, lo que encontramos es que el Ejército ruso está buscando tensar todo el frente, de forma que Ucrania, a la defensiva y con importantes déficits artilleros se vea obligada a dispersar sus recursos en lugar de concentrarlos en los puntos más amenazados.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, como corresponde a los fines de semana, las noticias son escasas. Si bien el canciller alemán, Olaf Scholz, ha vuelto a prometer durante una reunión de su partido, el SPD, que su país incrementará la ayuda a Ucrania y ha afirmado que es muy posible que esta sea una guerra larga, no hay anuncios concretos. Más interesante si cabe, los miembros de este partido firmaron un documento en el que reconocían que las posturas pasadas respecto a Rusia habían sido erróneas, al pensar que un incremento de los lazos comerciales llevaría a Rusia al cambio político y mientras provocaban que Alemania se volviese demasiado dependiente de los hidrocarburos rusos.

Respecto a Ucrania, tenemos que su presidente, Volodímir Zelenski, se encuentra de camino a Argentina, en donde asistirá a la toma de posesión de Javier Milei, quien a diferencia de otros líderes iberoamericanos es proclive a alejarse de Moscú y a estrechar lazos con Occidente en general y con los Estados Unidos en particular. Allí coincidirá, entre otros, con el rey Felipe VI o los jefes de Estado de Bolivia, Chile, Ecuador, El Salvador, Paraguay y Uruguay, así como con numerosas delegaciones internacionales, lo que le permitirá promover sus intereses.

Mientras tanto, de camino a Argentina, se ha reunido con el primer ministro de Cabo Verde, Ulises Correia, en el que ha sido el primer encuentro entre los líderes de estos dos países en la historia. Han podido tratar, entre otros temas, acerca de la iniciativa «Granos de Ucrania», así como de la «Fórmula de paz» de Zelenski, quien invitó a Correia a unirse a la misma.

En otro orden de cosas, el Ministerio de Exteriores ucraniano ha publicado un comunicado oficial en respuesta a la decisión del Comité Olímpico Internacional de permitir la participación, en los próximos Juegos Olímpicos, de atletas rusos y bielorrusos bajo bandera neutral. Así las cosas, en el escrito inciden sobre los riesgos de dicha decisión, dando cuerpo a las acusaciones lanzadas horas antes por su máximo responsable, Dmytro Kuleba. En este sentido, además, se ha pronunciado también el presidente de la Rada Suprema ucraniana, Ruslan Stefanchuk, quien ha afeado al COI lo que califica de decisión «irresponsable y carente de principios».

Para terminar con la política exterior ucraniana, dos apuntes. Por una parte, el jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak, se ha reunido con Alexander Soros, quien dirige desde la retirada de su padre la Open Society Foundation. El empresario y filántropo estadounidense ha vuelto a visitar Kiev, en esta ocasión para participar en la reunión inaugural de la Coalición Internacional para el Retorno de los Niños Ucranianos, celebrada el viernes. Por otra, la primera dama del país, Olena Zelenska, ha advertido de que su país se encuentra en «peligro mortal» sin ayuda exterior, en una entrevista con la BBC británica. De hecho, ha llegado a asegurar que el país «morirá» sin ayuda adicional.

En cuanto a Rusia, desde este país, su presidente Vladímir Putin, quien ha encabezado la ceremonia de entrega de condecoraciones a los nuevos «Héroes de la Federación Rusa», ha afirmado que el futuro de Rusia depende de los soldados involucrados en la «Operación Militar Especial».

Además de esto, el medio estadounidense Financial Times ha publicado un interesante artículo en el que se explican algunos de los mecanismos utilizados por Rusia para hacer frente a las sanciones a las exportaciones de petróleo rusas. Herramientas y canales alternativos que se han mostrado muy efectivos, por cierto.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *