Los Estados Unidos han anunciado la concesión a Ucrania de un nuevo paquete de ayuda militar por valor de 175 millones de dólares, prácticamente agotando ya los fondos restantes, toda vez que la esperada votación en el Congreso no ha servido para avanzar en esta materia, tras negarse la oposición republicana a apoyar la propuesta de Biden. Putin, mientras tanto, ha sido recibido con todos los honores en los Emiratos Árabes Unidos, tras lo cual prosigue un viaje cuya siguiente escala es Arabia Saudita. Todo ello en una jornada en la que Zelenski se ha dirigido a los líderes del G7, reunidos en Japón, advirtiéndolos de que Rusia solo espera una cosa: «que la unidad del mundo libre se derrumbe el próximo año».
Rusia lleva, desde hace aproximadamente dos meses, tratando de tensar la situación en el campo de batalla al máximo, a sabiendas de que Ucrania, dependiente de la ayuda exterior, podría terminar perdiendo el apoyo de sus principales socios. Los problemas internos en los Estados Unidos, Reino Unido o Países Bajos, la actitud timorata de otros socios como Francia, el cansancio de guerra en general y la falta de stocks y capacidad productiva han llevado al Kremlin a decidir que asumir bajas en lugares como Avdiívka o Bakhmut está más que justificado, si con ello se transmite la imagen definitiva de que la causa ucraniana está perdida. Se daría así la puntilla a una situación que comenzó a fraguarse con el fracaso de la ofensiva estival, ya prácticamente admitida por todos, a pesar de las recientes palabras de Rustem Umerov.
Los mayores esfuerzos rusos, como hemos venido viendo, se están produciendo en Bakhmut y Avdiívka, sin caer en la «trampa» de mover grandes unidades a tratar de expulsar a los ucranianos de la orilla oriental del Dniéper y confiando en la ventaja que confieren las defensas estáticas. Hasta el punto de que han podido utilizar parte de su reserva móvil, formada por ejemplo por unidades VDV en las zonas en las que se mantienen a la ofensiva, caso de Bakhmut. Los problemas ucranianos, aunque continúan infligiendo enormes pérdidas a Rusia, saltan a la luz cuando hablamos de artillería, mostrando enormes problemas para concentrar el fuego contra los asaltos rusos, sea por falta de munición o de piezas. Algo que tratan de suplir con el uso de drones FPV, aspecto en el que Rusia también está tomando la delantera progresivamente, introduciendo mejoras y aumentando la producción.
Por supuesto, la desventaja rusa en términos artilleros ha sido una constante durante la mayor parte de la guerra. Solo en épocas puntuales ha afluido a un ritmo suficiente como para plantar cara a la artillería rusa. Además, como sabemos, especialmente durante la segunda mitad de 2022 se llegó a una situación en la que Rusia se veía incapaz de hacer fuego de contrabatería, dado el mucho mayor alcance y precisión de los sistemas ucranianos, toda vez que llegaron al país municiones guiadas y sistemas como los HIMARS que marcaban la diferencia. Había, además, otro aspecto en el que Ucrania mantenía una superioridad significativa y en el que el Ejército ruso ha recortado también distancias: la disponibilidad de Sistemas de Gestión del Campo de Batalla (BMS) más avanzados y capaces.
La dura realidad de las operaciones entre 2014 y 2018 había forzado a las AFU a actualizar y mejorar sus sistemas de artillería y fuego indirecto. Como resultado de la primera invasión rusa de Ucrania, la artillería ucraniana se vio sometida a una actualización y mejora que no se limitó a un incremento en el número de piezas de 152mm o de MLRS, sino que se priorizó un aumento de la efectividad de los sistemas completos a la vez que aspiraba a un aumento de calidad. Fue por ello por lo que, a partir de 2015, todos los batallones de artillería ucranianos comenzaron a recibir UAV de tipos ‘Furia’, ‘Leleka’, ‘PD-1’ y otros modelos para aumentar sus capacidades ISTAR. Además, se comenzaron a emplear radares de contrabatería AN-TPQ-36 estadounidenses, entre otros.
Más interesante fue que el grupo de voluntarios Armia SOS lograra desarrollar un BMS con funcionalidades centrales dedicadas la cooperación entre las baterías artilleras y las fuerzas sobre el terreno, especialmente orientado a la artillería. El Kropyva permitió reducir de forma sustancial el tiempo de despliegue de las unidades de artillería. De hecho, se habla de una mejora de un 80% en este aspecto, de hasta un 66% en el tiempo necesario para destruir un objetivo identificado y de un 90% el tiempo de fuego de contrabatería de las unidades ucranianas.
No demasiado atractivos para el público general, los BMS han sido uno de los principales culpables del incremento de la letalización del campo de batalla al que hemos asistido durante esta guerra. No en vano ofrecen un conjunto de recursos que permiten capturar y canalizar la información proveniente de todo tipo de fuentes (operadores, sensores, etc.) hacia los nodos en los que se fusiona toda esa información para generar una Common Operational Picture (COP) o visión completa del estado de las operaciones. La COP es trasladada al nivel que corresponde y devuelta a las unidades sobre el terreno, lo que ayuda a los oficiales al cargo a tomar decisiones y automatiza el traslado y hasta la ejecución de las mismas, incluyendo la automatización de la decisión sobre el efector más adecuado para empeñar un blanco, quedando la orden de fuego a cargo del oficial. De hecho, se podría comparar perfectamente con los sistemas de gestión de activos distribuidos de empresas como Uber.
Gracias a la disponibilidad de sistemas como el citado Kropyva y también del Delta, Ucrania se ha beneficiado de un aumento de la eficiencia en el uso de recursos de reconocimiento, identificación y ataque gracias a una mejor gestión de la movilidad de los sistemas y la concentración de fuegos, cubriendo áreas mayores con menos recursos y siendo capaz de estar en el lugar adecuado, en el momento correcto sin malgastarlos. Además, el alto grado de descentralización proporcionado por dichos sistemas, el hecho de que se desplegasen en nubes seguras fuera del territorio ucraniano, sirvió tanto para diminuir el impacto de los sistemas de guerra electrónica rusa orientados a interrumpir las comunicaciones de las unidades ucranianas, como para minimizar la posibilidad de sufrir ciberataques. Desgraciadamente, de un tiempo a esta parte a la falta de recursos por parte de Ucrania se han unido los avances rusos en este ámbito, en el que también han podido adaptarse, compensando parcialmente la otrora gran ventaja ucraniana.
Como quiera que no hay espacio ni tiempo en un informe diario para tratar estos temas a fondo (la les dedicaremos un artículo en profundidad), toca pasar a la actualidad sobre el terreno. En las últimas horas, Rusia ha lanzado un gran ataque con drones sobre el territorio ucraniano, que habría constado, según las autoridades de este último país, de 48 Shahed 131/136 (Geran-1/2), de los que habrían sido capaces supuestamente de derribar 41. Entre los lugares alcanzados se citan Dnipró y Pokrovsk, aunque no han trascendido daños importantes.
Del lado contrario, han trascendido informaciones relativas a explosiones en los distritos de Dzhankoi y Nizhnegorsky, en la península de Crimea, ocupada por Rusia. También ha sido alcanzado un depósito de combustible en Buddenovsky, en la región de Donetsk. Por otra parte, los servicios de seguridad ucranianos podrían estar detrás de la muerte, provocada por un artefacto explosivo adosado a su vehículo, del diputado de la «República Popular de Lugansk» Oleg Popov. Una muerte que se suma a la del ex diputado ucraniano Illia Kyva, asesinado en las inmediaciones de Moscú, hecho confirmado por el portavoz de la inteligencia ucraniana, Andriy Yusov, ante las cámaras.
Más allá de esto, el Ejército ruso continúa con sus operaciones ofensivas al norte del frente, en la línea Kupiansk-Svatove-Kreminna. Pese a ello, un contraataque ucraniano ha logrado recapturar parte del terreno perdido a la altura de Ivanivka, entre esta localidad y Yahidne, algo más al este.
Además de lo anterior, las operaciones se han extendido en las últimas horas a la zona más al norte de Bakhmut, concretamente al área de Siversk. Además, ya en torno a esta ciudad, se han registrado ataques rusos hacia la zona entre Hryhorivka y Bohdanivka y al norte de Klischiívka.
En Avdiívka, Rusia continúa incidiendo en el área al oeste de Krasnohorivka. A pesar de esto, los contraataques ucranianos de las últimas horas han permitido controlar en parte la situación en la zona. Sí se ha seguido hablando de avances rusos al sur, en Pervomaiske.
Al sur del frente, apenas hay novedades, más allá de la constatación de la presencia de tropas rusas en la isla de Kuzulyskiy, en el Dniéper.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional no hay más remedio que comenzar, un día más, por los Estados Unidos. Este país, que ha concedido una nueva ayuda de 175 millones de dólares a Ucrania, en la que se incluyen misiles antiaéreos, munición para la artillería de tubo y de cohete, sistemas contracarro y diversos vehículos o municiones de pequeño calibre, ha sido incapaz de aprobar la propuesta de Biden, con los republicanos enrocados en la cuestión migratoria.
A pesar del solemne discurso de Biden, dejando claro que sin dar salida al fondo de 106.000 millones de dólares para Ucrania, Israel y Taiwán, se dejará a Kiev a expensas de Moscú, desde el Partido Republicano han considerado que el proyecto de ley votado en el Senado no incluía suficiente dinero para la seguridad fronteriza.
Así las cosas, si el pasado martes el general estadounidense Pat Ryder afirmó que quedaban unos 1.100 millones de dólares que destinar a Ucrania de los fondos previamente aprobados, tras restar estos 175 millones el global no deja de disminuir, lo que no hace sino aumentar la presión sobre los legisladores, aunque estos están acostumbrados a llegar a acuerdos in extremis, como a propósito del cierre gubernamental y de tantas otras cuestiones. Eso sí, no olvidemos que también están disponibles todavía 4.800 millones de dólares de la Autoridad de Retiro Presidencial, lo que da cierto margen de maniobra a Biden.
Al mismo tiempo que se producía la votación, se reunían el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, y el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd J. Austin III, en el Pentágono. Hay que recordar que el motivo de la visita de Umerov, además de continuar presionando a las élites políticas estadounidenses, tenía que ver con la Conferencia sobre la Base Industrial de Defensa de Ucrania, que se ha celebrado en Washington durante la última jornada. Durante la misma, funcionarios estadounidenses y ucranianos firmaron una declaración de intenciones sobre la coproducción de armas críticas y sobre la priorización del intercambio técnico y de datos entre los dos países para abordar las necesidades urgentes de las fuerzas armadas de Ucrania. Se espera que como resultado de este evento, se abran oportunidades de negocio para las empresas estadounidenses en Ucrania, al mismo tiempo que se refuerza la base industrial de este país de modo que pueda hacerse cargo por sí misma, en lo posible, de su defensa.
Umerov, además de verse con Austin, también tuvo tiempo de reunirse con el Presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, a quien informó sobre la situación en el campo de batalla, así como sobre las necesidades más urgentes de Ucrania, además de agradecer al Congreso la ayuda prestada al país.
Mientras lo anterior ocurría en Washington, Zelenski se dirigía a los representantes del G7, reunidos en Japón. Aunque no se han hecho anuncios relativos a nueva ayuda militar, sí se ha sabido que Los líderes de los países del Grupo de los Siete han acordado imponer una prohibición directa de importación de diamantes rusos a partir de enero, en un intento por sofocar los ingresos de Moscú durante su invasión de Ucrania, aspecto en el que han fracasado de forma notable hasta el momento.
En su declaración, Zelenski explicó que: «Rusia sólo espera una cosa: que la unidad del mundo libre se derrumbe el próximo año. Rusia cree que Estados Unidos y Europa mostrarán debilidad y no mantendrán su apoyo a Ucrania en el nivel adecuado».
No fueron las únicas palabras de Zelenski, en una jornada en la que se celebraba el Día de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Es pues normal que dedicase unas frases a los militares del país, a los que elogió, mientras aseguró que: «La liberación de los territorios ocupados está ante nosotros porque no puede ser de otra manera. Estas son nuestras tierras y nuestra gente. Tenemos nueve años y 651 días de guerra a nuestras espaldas, con la victoria por delante».
Como quiera que todo lo anterior no hace sino dar confianza a Moscú, la portavoz de exteriores rusa, María Zajárova, se ha mostrado más segura que nunca de que la paz requiere una Ucrania privada de sus regiones del sur y del este. Según sus palabras: «No permitiremos la existencia cerca de nuestras fronteras de un Estado nazi agresivo cuyo territorio constituirá una fuente de peligro para Rusia y los países vecino».
Al mismo tiempo, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, insistió en que: «Todos los intentos para hacerlo, todos los intentos posibles, se habían hecho antes del 24 de febrero de 2022. Sin embargo, después de que todos esos intentos fueron rechazados, sólo quedaron los métodos de una operación militar especial, que continúa ahora».
Todo ello mientras Putin disfrutaba de una calurosa bienvenida en los Emiratos Árabes Unidos, en donde ha sido recibido con todos los honores, demostrando que son muchos los estados que, incluso siendo hasta cierto punto afines, no quieren alinearse con Occidente ya que va en contra de sus intereses mantener a Rusia aislada. «Nuestras relaciones han alcanzado un nivel sin precedentes», dijo Putin al inicio de su reunión con Mohammed Ben Zayed Al-Nahyan, elogiando a los Emiratos Árabes Unidos como «el principal socio comercial de Rusia».
Después de visitar Abu Dhabi, Putin ha tenido como destino Arabia Saudita, país vecino de EAU en el que se espera que tenga un recibimiento similar por parte del príncipe Mohammed bin Salman, con quien discutirá acerca de la guerra de Israel contra Hamás en la Franja de Gaza, la situación en Siria y Yemen, así como cuestiones más amplias relacionadas con la estabilidad en la región del Golfo y, por supuesto, acerca del mercado petrolífero y de Ucrania.
Más allá de todo lo anterior, desde el Reino Unido el secretario de Exteriores, David Cameron, ha anunciado un nuevo paquete de ayuda humanitaria para este invierno, cifrada en 33,8 millones de euros, a la que se sumará otra de 9 millones más destinada a las «actividades humanitarias que se centren en las necesidades de los más vulnerables en Ucrania, como las mujeres, las niñas, los ancianos y las personas con discapacidad».
Además, y por último, se ha sabido que en Nepal ha sido desarticulada una red formada por una decena personas, que han sido acusadas de enviar a jovenes desempleados del país a luchar a Ucrania como parte del Ejército ruso. Para ello, a parecer, les vendían visas de turista por precios de hasta 9.000 dólares. No serían en cualquier caso los primeros nepalíes en luchar en este conflicto, en el que han fallecido ya al menos media docena de nacionales de este país de Asia Central.
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